Adolescencia, Las prácticas homosexuales

Las prácticas homosexuales.
En general, se trata sólo de una precipitación irreflexiva y apasionada hacia la satisfacción
inmediata, propiciada por ciertas situaciones de privación (internación prolongada en centros
escolares, militares o carcelarios; prohibición rotunda del acercamiento al otro sexo) en las que los
deseos repetidamente insatisfechos se exacerban.
Los varones recurren a veces a la masturbación mutua, colectiva, o a formas de coito
interfemoral. Nunca o casi nunca a la penetración anal. Se trata de puras pruebas de fuerza y audacia ante la transgresión que comete, amparadas en el liderazgo de otros y en el apoyo del grupo. Al mismo tiempo, son circunstancias que obran a modo de iniciación simbólica del joven a un placer que va mas allá de sí mismo.
Las mujeres sucumben en ocasiones a la seducción producida por una amistad intensa y
apasionada, donde el contacto físico aparece como prueba final de afecto mutuo cuya conquista se torna indispensable. También entre las chicas la práctica más frecuente es la masturbación mutua, las caricias y los frotamientos que obran como iniciación de la adolescente al placer sexual.
Lo importante es que se trata de sucesos irrelevantes para la orientación sexual de sus
protagonistas, que discurre por caminos distintos y que no será modificada por una experiencia
homosexual aislada
. Los jóvenes que, a través de estas experiencias, descubran en sí mismos
tendencias latentes hacia las personas de su propio sexo, no por ello hubieran dejado de percibirlo
más tarde, en su vida sexual ulterior.
El fracaso reiterado de una (o varias) relaciones amorosas propicia a veces el consuelo en
una apasionada amistad homosexual, donde lo sexual -insistimos- es tan solo una pequeña parte de lo que está en juego. En otros casos, una educación férrea, unos padres celosos de <su niña> o del <hombre de la casa>, promueven en un adolescente hastiado conductas de abierta transgresión.