RENÉ DESCARTES
Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)
PRIMERA PARTE
DE LAS PASIONES EN GENERAL Y ACCIDENTALMENTE DE TODA LA NATURALEZA DEL HOMBRE
Art. 48. En qué se conoce la fuerza o la debilidad de las almas y cuál es el mal de las más débiles.
Por el éxito de estos combates puede cada cual conocer la fuerza o la debilidad de su alma; pues aquellos en quienes la voluntad puede por propio impulso vencer más fácilmente las pasiones y detener los movimientos del cuerpo que las acompañan tienen sin duda las almas más fuertes; pero algunos no pueden probar su fuerza, porque no hacen nunca combatir su voluntad con las propias armas de esta, sino solamente con las que le proporcionan algunas pasiones para combatir a otras. Lo que yo llamo sus propias armas son juicios firmes y determinados referentes al conocimiento del bien y del mal con arreglo a los cuales la voluntad ha decidido conducir las acciones de su vida; y las almas más débiles de todas son aquellas cuya voluntad no se determina as a seguir ciertos juicios, sino que se deja siempre llevar a las pasiones presentes, que, como son con frecuencia contrarias unas a otras, la arrastran sucesivamente a su partido y, empleándola en combatir contra ella misma, ponen el alma en el estado más deplorable que darse pueda. Así, cuando el miedo presenta la muerte como un mal máximo y que sólo mediante la huida puede ser evitado, la ambición, por otra parte, presenta la infamia de esta huida como un mal peor que la muerte; estas dos pasiones agitan de manera dispar la voluntad, la cual, obedeciendo ya a una, ya a otra, se opone continuamente a sí misma, y de este modo hace al alma esclava y desventurada.