Biografía Brentano Franz (1838-1917)

Biografía Brentano Franz (1838-1917)

Brentano Franz (1838-1917) Filósofo alemán

Brentano renunció al sacerdocio en 1871, después de la proclamación por Pío IX del dogma de la infalibilidad pontificia. Más tarde, no cesó de encarnar los valores del catolicismo reformado de Bohemia. Miembro de una ilustre familia marcada por el romanticismo, era sobrino del poeta Clemens Brentano (1778-1842), quien se había casado con Bettina von Arnim (1785-1859). Profesor en Viena durante veinte años (entre 1874 y 1894), con algunas interrupciones, Franz Brentano fue amigo de los espíritus más finos de la intelligentsia vienesa, entre ellos Theodor Meynert, Josef Breuer, Theodor Gomperz (1832-1912). Se casó con Ida von Lieben, la hermana de Anna von Lieben, la futura paciente de Sigmund Freud. Indiferente a la comida y la vestimenta, jugaba al ajedrez con una pasión devoradora, y ponía de manifiesto un talento inaudito para los juegos de palabras más refinados, En 1879, con el seudónimo de Aenigmatis, publicó una compilación de adivinanzas que suscitó entusiasmo en los salones vieneses y dio lugar a numerosas imitaciones. Ante el progreso de las ciencias políticas, Brentano trató de salvar a la filosofía, que él consideraba amenazada de desaparición, y al mismo tiempo desarrollar una psicología empírica y descriptiva basada en el análisis de las modalidades reales de la conciencia, excluyendo todo subjetivismo. En este sentido, tuvo una gran influencia sobre Edmund Husserl (1859-1938), alumno suyo. Pero su enseñanza, también seguida por Sigmund Freud y Thomas Masaryk (1859-1937), desempeñó asimismo un gran papel en el desarrollo del pensamiento psicoanalítico. En efecto, Brentano fue el renovador de las tesis de Johann Friedrich Herbart. Partidario de la psicología empírica, a la noción herbatiana de «representación» añadió la de «intencionalidad» (acto por el cual la conciencia se orienta hacia un objeto). Junto a los fenómenos de representación, distinguió dos categorías de actos mentales: los juicios, que permiten afirmar o negar la existencia de un objeto representado, y las actitudes de odio o amor, que hacen indiscernibles el querer y el sentimiento. Lejos de fundar una escuela monolítica, como lo había hecho Herbart, exhortó a sus alumnos a innovar en todas las direcciones. Y su enseñanza quebrantó totalmente la influencia del herbartismo rígido sobre la filosofía austríaca. En 1873, el joven Sigmund Freud, estudiante en la Universidad de Viena, obtuvo su doctorado en filosofía bajo la dirección de Brentano. Freud cuestionabíi su teísmo y le oponía el materialismo de Ludwig Fetierbach (1804-1872). En una carta del 13 de marzo le narró a su amigo y condiscípulo Eduard Silberstein una escena de pugilato filosófico en cuyo transcurso Brentano se vio obligado por sus alumnos a destripar las tesis herbartianas. El gran profesor venció en el combate, pero con todo aceptó dirigir la tesis de Freud. A éste, sin embargo, lo decepcionó la filosofía en general, que él consideraba demasiado «especulativa», y en particular Brentano, por quien experimentaba una admiración mitigada. Escogió entonces el camino de la fisiología, encarnado en Viena por Ernst von Brücke. De modo que Brentano fue para Freud un maestro modelo cuya enseñanza le indicó la vía a seguir a fin de conciliar la especulación y la observación. Más tarde, Freud no reconoció que había tomado conceptos de la doctrina de Brentano, ni lo que le debía a este último. Se contentó con afirmar, a propósito de la filosofía, que, después de haber sido atraído por la especulación, había renunciado valientemente a ella. En una carta a Wilhelm Fliess del 2 de abril de 1896, escribió: «En mis años de juventud sólo aspiraba a los conocimientos filosóficos, y ahora estoy a punto de realizar ese deseo, pasando de la medicina a la psicología». Esto equivale a decir que, en el espíritu de Freud, la nueva psicología de la que se consideraba fundador era el equivalente de una filosofía. De allí el rechazo constante al saber filosófico, que se pondrá nuevamente de manifiesto en sus relaciones con Ludwig Binswanger. No obstante, en 1905, en su libro El chiste y su relación con lo inconsciente, cita el nombre de su antiguo maestro, evocando la famosa compilación de adivinanzas de 1879.