Continuadores de la doctrina freudiana, escuela anglosajona (Karem Horney, Sullivan)

Un grupo de psicólogos de la escuela anglosajona de orientación cultural, da importancia fundamental a las relaciones interpersonales, pero en el momento actual deben ser considerados como una escuela francamente disidente hasta el punto de que están fuera del pensamiento y del movimiento psicoanalítico ortodoxo. Algunas características de sus concepciones: Karem Horney se manifiesta en franca oposición con la orientación biológica de Freud y como Adler, Jung o Rank pugna por una interpretación cultural de la neurosis. Destaca la importancia para el psicoanálisis de la situación presente del paciente, no sólo psicoanalítica, como en Rank, Ferenczi y Reich sino la general de su vida como Adler. Cree que la voluntad de poder, sin embargo, es sólo uno de los mecanismos neuróticos y que los otros serían la necesidad neurótica de amor, de sumisión o de independencia. Respecto a la compulsión a repetir sostiene que los fenómenos incluidos por Freud no son repeticiones automáticas de la situación de los primeros años de la infancia y que no tienen carácter compulsivo. La actitud primitiva original ha sido ampliada y modificada por experiencias subsiguientes con la figura del padre y por círculos viciosos psicológicos de angustia-defensa y defensa-angustia. Destaca la importancia de los propósitos neuróticos del paciente como Adler, así como la importancia de la responsabilidad del paciente en la neurosis por los beneficios que de ella obtiene. Las tendencias neuróticas pueden reforzarse y dan los llamados “comportamientos de base” que son el ir hacia el mundo, el ir contra el mundo o el retirarse del mundo. Si coexisten las tres actitudes surgen los conflictos de base, que tienen su fuente en la angustia fundamental. From, como Sullivan, da menos importancia al estudio de los beneficios secundarios de las neurosis que a trazar el cuadro de la personalidad en su conjunto y redescubre la importancia de los choques emotivos de los padres a que ya había hecho referencia. El problema del hombre es la relación específica entre el individuo y el mundo y el individuo consigo mismo. No acepta que la satisfacción del instinto sea el problema central de la naturaleza humana. Los modos de adaptarse no son instintivos, se deben a un aprendizaje y traen como consecuencia que el comportamiento humano es el menos predeterminado de la escala animal y que la naturaleza humana es un producto cultural. Los problemas del hombre dependen de las necesidades que la sociedad le ha impuesto. El hombre ha obtenido la libertad de ser un individuo, pero no la libertad para lograrlo; por eso hace uso de medios irracionales para vincularse al grupo:
el masoquismo, por ejemplo, que es el apoyo de otro como autoridad, la destructividad de todo elemento de comparación o la conformidad automática, que son mecanismos de evasión, dan diversos tipos de carácter. El complejo de Edipo es interpretado por From de acuerdo con el mito. Sería la expresión de la lucha del niño en la sociedad patriarcal, para liberarse de la autoridad de los padres que quieren modelar su vida de acuerdo con sus deseos. Lo sexual puede tener importancia, pero no es la causa de la lucha con el padre. La terapia ha de buscar no que el paciente se adapte a la cultura, sino conseguir en el paciente el desarrollo de un sentido de integridad y de consideración hacia sí mismo.
Sullivan es el más científico de este grupo. Considera al hombre con un substratum biológico y, además, que es el producto de la interacción con otros seres humanos. La personalidad surge de fuerzas personales o sociales que actúan sobre el individuo desde el nacimiento. En el humano hay dos propósitos entrelazados. Uno de satisfacción ligado a necesidades biológicas y que si el medio cultural traba, por ejemplo, en el caso de la satisfacción sexual, provoca problemas. Y otro, de seguridad, resultado de procesos culturales a los que nos hemos referido al considerar, en la exposición de la teoría freudiana, los diversos conceptos sobre la angustia básica. Él da importancia a lo que llama “distorsión paratáxica”, que consiste en atribuir a otras personas cualidades que no le pertenecen y que en una relación interpersonal puede provocar una situación de falseamiento de la relación de valores. Establece para la terapia la necesidad de enseñar a reconocer la distorsión paratáxica y uno de los métodos es el de la valoración por consenso, que consiste en comparar el valor que da a una persona, con el valor que la gente da.