Desarrollo histórico del constructo alexitimia (Enfermedades psicosomáticas)

La aparición del constructo alexitimia fue consecuencia de observaciones clínicas
realizadas inicialmente sobre pacientes con alguna de las siete enfermedades
psicosomáticas clásicas.
Para algunos teóricos del psicoanálisis como F. Alexander o F. Dunbar, cuando los conflictos no pueden ser expresados verbalmente, se expresan a través del canal somático.
Ruesch describe un tipo de personalidad psicosomática que llamó «Personalidad Infantil». Estos sujetos, con una detención en el desarrollo, tienen dificultades para las relaciones interpersonales, para la expresión verbal y simbólica de los conflictos y para la integración de experiencias, por lo que se exponen repetidamente a situaciones de frustración que no saben manejar. La consecuencia de la insuficiencia en sus capacidades es la restricción de la fantasía, la dependencia objetal, una conducta social hiperadaptada y la tendencia a canalizar las tensiones
por vía de los síntomas somáticos.
McLean, apoyándose en un modelo anatómico afirma que las emociones, en vez de transmitirse al neocórtex, donde encontrarían una expresión simbólica mediada por las palabras, se descargan directamente a través del sistema nervioso autónomo traduciéndose en un tipo de «lenguaje de órganos».
A principios de los años cincuenta, Horney informa de sus experiencias con un tipo de pacientes propensos a desarrollar síntomas psicosomáticos, que son difíciles de abordar psicoanalíticamente por su falta de conciencia emocional, escasez de experiencias internas, incapacidad de soñar, pensamiento concreto y estilo de vida de cara al exterior.
Una década más tarde, los psicoanalistas franceses P. Marty y M. de M’Uzan observan estos mismos aspectos e introducen el término pensamiento operatorio para designar un estilo de funcionamiento mental, común en los pacientes psicosomáticos, que se caracteriza por traducir la realidad de un modo utilitarista, estereotipado, concreto, sin fantasía y afectivamente pobre. Estos autores se apartan del concepto de conversión y de los postulados en torno a la formación simbólica de los síntomas. Describen una estructura psicosomática de la personalidad donde el síntoma no tiene significado simbólico y es el resultado de un déficit en los procesos de mentalización.
Todas estas observaciones y conceptualizaciones que parten, principalmente, de un esquema referencial psicoanalítico, se empiezan a investigar sistemáticamente cuando Nemiah y Sifneos examinan 21 entrevistas transcritas con pacientes psicosomáticos en las cuales se les estimulaba para la asociación libre y el relato de los sueños. Los resultados de sus estudios confirman que, a diferencia de los pacientes psiconeuróticos, muchos pacientes (dieciséis) somáticamente enfermos tienen grandes dificultades para la expresión verbal de sus sentimientos, una notable coartación de la fantasía y un estilo cognitivo literal, sin matices y orientado hacia el exterior. Al igual que Marty y M’Uzan, Nemiah y Sifneos proponen un modelo de déficit estructural para comprender este estilo psicológico y los procesos psicosomáticos.
Sifneos acuñó el término griego alexitimia (que significa etimológicamente «sin palabras para los sentimientos») para englobar la constelación de factores cognitivo-afectivos propios del estilo comunicativo de los pacientes psicosomáticos en la consulta. Aunque este autor no crea un concepto nuevo, ya que estas características habían sido señaladas anteriormente, es él quien organiza en una entidad conceptual las observaciones clínicas y fenomenológicas descritas en pacientes psicosomáticos.
Las características clínicas del constructo alexitimia se van formulando desde el momento en que empiezan a converger los primeros datos empíricos y observacionales. Taylor y cols, basándose en otras revisiones, resumen las características alexitímicas más sobresalientes:
1. Dificultad en identificar y describir sentimientos.
2. Dificultad para distinguir entre sentimientos y sensaciones corporales propias de la activación emocional.
3. Proceso imaginario constreñido, evidenciado por la escasez de fantasías.
4. Estilo cognitivo orientado hacia el exterior.
Estas características de la presentación clínica han sido subrayadas repetidamente
por numerosos investigadores de diferentes orientaciones con sorprendente unanimidad de criterios.