Descartes R.: Art. 147. De las emociones interiores del alma

RENÉ DESCARTES

Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)

SEGUNDA PARTE

DEL NÚMERO Y DEL ORDEN DE LAS PASIONES Y EXPLICACIÓN DE LAS SEIS PRIMARIAS

ORDEN Y ENUMERACIÓN DE LAS PASIONES

Art. 147. De las emociones interiores del alma.

Sólo he de añadir aquí otra consideración que me parece muy útil para evitarnos toda incomodidad de las pasiones, y es que nuestro bien y nuestro mal dependen principalmente de las emociones interiores que sólo se suscitan en el alma por el alma misma, en lo cual difieren de sus pasiones, que dependen siempre de algún movimiento de los espíritus; y aunque estas emociones del alma suelen ir unidas a las pasiones semejantes a ellas, pueden también con frecuencia coincidir con otras, y hasta nacer de las que son contrarias a ellas. Por ejemplo, cuando un marido llora a su mujer muerta, que (como ocurre a veces) no le gustaría ver resucitada, es posible que su corazón esté afectado por la tristeza que le producen el aparato de los funerales y la ausencia de una persona a cuya conversación estaba acostumbrado; y es posible que algunos restos de amor y de piedad que aparezcan en su imaginación le arranquen de los ojos verdaderas lágrimas, aunque sienta al mismo tiempo en el fondo de su alma una alegría secreta, cuya emoción tiene tanto poder que nada pueden disminuir de su fuerza la tristeza y las lagrimas que la acompañan. Y cuando leemos en un libro aventuras extrañas, o las vemos representar en un teatro, esto nos produce a veces tristeza, a veces alegra, o amor, u odio, y en general todas las pasiones, según la diversidad de las cosas que se presentan a nuestra imaginación; pero al mismo tiempo encontramos el placer de sentirlas en nosotros, y este placer es un goce intelectual que puede nacer lo mismo de la tristeza que de todas las demás pasiones.