Diagnóstico clínico del autismo: DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO

DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO del Autismo

Diagnóstico clínico del autismo
A.C. RodríguezBarrionuevo,
M.A. RodríguezVives

DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO

El diagnóstico de autismo se basa en tres pilares sintomáticos
[13]: a) El desarrollo anormal o deficiente de la interacción
social; b) La existencia de problemas en la comunicación, que
afecta al lenguaje comprensivo y hablado, y c) Repertorio restringido
de las actividades e intereses de los pacientes (Tabla III). El trastorno autista debe manifestarse antes de los tres primeros
años de la vida.

Interacción social
La comunicación no verbal, como el contacto visual, la expresión
facial y los gestos reguladores de la interacción social,
pueden estar muy afectados, con una mejoría lenta durante la
evolución del proceso. Los pacientes pueden tener una incapacidad
para desarrollar relaciones con los niños de su edad.
Puede faltar la tendencia espontánea que tienen los niños normales
para compartir disfrutes, intereses u objetivos, tales como
mostrar, traer o señalar objetos habituales a la edad de desarrollo.
La ausencia de reciprocidad social o emocional es evidente,
cuando el niño no participa activamente en juegos sociales,
y prefiere tener actividades en solitario y utilizar utensilios no
apropiados para el juego. Así, los niños con falta de interacción
social prescinden de otros niños, incluso de sus hermanos,
y no comparten las necesidades o el estado de ánimo de
los demás.

Comunicación
La alteración de la comunicación afecta a las habilidades verbales
y no verbales. Los niños autistas pueden tener un retraso importante en la adquisición del lenguaje o una ausencia total de
él. Los pacientes que hablan no tienen la facultad para iniciar o
mantener una conversación con otras personas, o tienen un lenguaje
estereotipado, utilizan palabras repetitivas o hablan de
forma idiosincrásica. Cuando se desarrolla el lenguaje, la prosodia
es anormal, con una entonación, velocidad, volumen y
ritmo inapropiados para la edad de desarrollo. También el lenguaje
comprensivo se altera, y son incapaces de entender órdenes
simples, bromas, o seguir instrucciones sencillas. El juego
de los niños autistas es monótono, no imaginativo, y les falta la
espontaneidad y variabilidad propias de la edad. No existe la
imitación propia de la primera infancia y tienen actividades
lúdicas fuera del contexto.

Comportamiento, actividades e intereses
Los niños con trastorno autista suelen tener unos patrones de
comportamiento, actividades e intereses restringidos, estereotipados
y repetitivos. Los intereses se limitan mucho, y los
pacientes se preocupan de forma obstinada por actividades
muy restringidas: pueden alinear una y otra vez los juguetes de
la misma forma, o imitar repetidamente un tipo de comportamiento.
Un niño autista de poca edad puede presentar una
rabieta, ocasionada por cambios mínimos en el ambiente, como
puede ser el orden de sus juguetes o la colocación de una
cortinas nuevas en su habitación. Pueden mostrar actividades
inflexibles, en forma de rutinas y rituales no funcionales, como
seguir la misma ruta siempre en la casa o para ir al colegio.
También pueden presentar estereotipias corporales, como aletear
las manos o golpear repetitivamente en la mesa con un
dedo; ritmos motores, como balanceos del cuerpo, inclinarse
o mecerse; y trastornos posturales, como andar de puntillas o
adoptar posturas extrañas del cuerpo o de las manos. Los pacientes
autistas parecen preocuparse de forma exagerada por
ciertos objetos, como un botón, un pedazo de tela o una cuerda,
y fascinarse por el movimiento, como dar vueltas de forma
repetitiva a una moneda o la rueda de un coche, o abrir y cerrar
puertas.

Trastornos generalizados del desarrollo, tabla 3

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