Diccionario de Psicología, letra N, número

Número
El número, como el significante, plantea el problema de su engendramiento; si «la relación de la falta con el rasgo» instituye la lógica del significante, ¿qué es lo que va a permitir «la progresión de los números enteros naturales»?, se pregunta Jacques-Allain Miller («La suture du signifiant», Cahiers pour l’analyse, nº 1, 1986). La idea del pasaje del 1 a la sucesión es suficiente, pues el 1 es en sí mismo el efecto de la aparición de un 1, es decir, del acto de un sujeto que instaura una repetición. Es imposible estar seguro de que el primero es diferente de sí mismo, puesto que no hay metalenguaje para decirlo. En esta medida, «para que el número pase de la repetición del 1 de lo idéntico a su sucesión ordenada, para que la dimensión lógica obtenga decididamente su autonomía, es preciso que, sin ninguna relación con lo real, el cero surja».
Se presenta entonces la cuestión del objeto, puesto que, para que el objeto pueda caer bajo un
concepto de número, se necesita una «asignación» entre un número y un concepto «que
subsuma objetos». Ahora bien, no hay ningún objeto que caiga bajo el concepto de cero, en el
sentido de que el cero es asignado por Frege al concepto de «no idéntico a sí mismo». Es
preciso entonces que sea «anotado como cero y cuente como uno», a fin de permitir la escritura
de su sucesión; sólo entonces puede desprenderse un sucesor. Se manifestará en tanto que
ausencia en lo real: «sea n; la falta se fija como cero, que se fija como 1: n + 1, lo que se agrega
para dar n’, que absorbe al 1 ».
Esta notación pone de manifiesto la inscripción del ser hablante en lo real; de hecho pasa por el
proceso de la identificación con lo unario que, no pudiendo representar al sujeto, constituye en
suma «el concepto no idéntico a -R.S.I. sí mismo» para asegurarle su entrada en lo simbólico, Se
designa entonces un lugar imposible que hará decir a Lacan que «el sujeto es contado antes de
que se ponga a contar» (l’Identification, 1961-1962). Este lugar imposible funciona como límite en
el interior del campo de lo simbólico: recubre el de la Cosa, cuyo concepto de goce se origina
como goce imposible de decir en tanto tal; recubre tanto el lugar de lo real impensable e imposible
como el del significante-amo, que es el instigador de la cadena en cuanto «el lenguaje es efecto
de que hay significante uno» (Les non-dupes errent, 1973-1974). De tal modo, la falta en lo real
se planteará en lo imaginario, y será simbolizada por un significante primero que representa al
sujeto para otro significante; sólo desde el punto de vista de un segundo significante el primero
adquirirá su propio valor significante. En consecuencia S1, o el enjambre, significante-amo,
recubre el orden significante; gobierna y «asegura la unidad de la copulación del sujeto con el
saber» (Aun, 1972-1973): «S 1 (S1 (S1 (S1 —> S2»)». Por esta razón Lacan dirá «hay Uno»; en otras palabras, será a título de saber como ciframiento, que la lengua será interrogada. En tanto que número, ese significante 1 funciona a la manera de un lugarteniente.
Según la misma lógica, Miller dirá que «el 0, número de la serie como número, no es más que el lugarteniente que sutura la ausencia (del cero absoluto)». La reescritura por Lacan de las proposiciones de la lógica formal de Aristóteles muestra un punto de vista similar: «hay un
exceso operando en la serie de los números: el sujeto».