Diccionario de psicología social, letra V, Vínculo

VÍNCULO
Estructura compleja de interacción constituída por dos personas físicas (dimensión intersubjetiva) y un tercero fantaseado y proyectado sobre el otro (dimensión intrasubjetiva). El vínculo se va construyendo dialécticamente a partir del nacimiento, y sus posteriores vicisitudes pueden desembocar en un vínculo sano, que permite la adaptación activa a la realidad y una realimentación dialéctica entre sujeto y medio, o en un vínculo enfermo caracterizado como un circuito cerrado, viciado por la estereotipia.

Concepto.- El vínculo es una situación bicorporal y tripersonal, donde el tercero es el ser fantaseado proyectado en el otro. Cuando dos personas físicas -dos cuerpos- interactúan hay una relación interpersonal pero aún no un vínculo. Para que éste se constituya debe estar incluído el tercero aludido. El vínculo es así un concepto más amplio que el de relación de objeto, pues es entendido como una estructura compleja -que Pichon Rivière llama a veces estructura vincular- donde interjuegan dialécticamente un sujeto, un objeto, fantasías inconcientes y un tercero proyectado en el otro.
La teoría del vínculo es un aporte original de Pichon Rivière que le ha permitido construír una psicología social a partir del psicoanálisis, desprenderse de la estrecha concepción instintivista del hombre, y planteando a éste, ante todo, como un ser social en permanente interjuego dialéctico con la realidad. Pichon Rivière sustituye así la noción freudiana original de relación de objeto por la de vínculo, nocion cuyo estudio será el centro de toda la teoría de la salud y la enfermedad planteada por Pichon Rivière.

Vínculo externo y vínculo interno.- En un curso dictado por Pichon Rivière en 1956-57 (*), el autor destaca que no es lo mismo una relación de objeto que un vínculo, debiéndose considerar a este último como un tipo particular de relación de objeto.
Así, “podemos definir el vínculo como una relación particular con un objeto; de esta relación particular resulta una conducta más o menos fija con ese objeto, la cual forma un pattern, una pauta de conducta que tiende a repetirse automáticamente, tanto en la relación interna como en la relación externa con el objeto… Podemos decir que lo que más los interesa desde el punto de vista psicosocial es el vínculo externo, mientras que desde el punto de vista de la psiquiatría y del psicoanálisis lo que más nos interesa es el vínculo interno, es decir, la forma particular que tiene el yo de relacionarse con la imagen de un objeto colocado dentro de uno. Ese vínculo interno está entonces condicionando aspectos externos y visibles del sujeto constituyendo su carácter, es decir, su manera habitual de comportarse dada por un vínculo más o menos estable y permanente” (Pichon Rivière, 1992:35-36).

Génesis y vicisitudes del vínculo.- Una manera de comprender la idea de vínculo sostenida por Pichon Rivière es describiendo su génesis y sus vicisitudes a lo largo de la vida. Con fines simplemente didácticos, proponemos distinguir tres etapas en este proceso.
a) Configuración inicial.- A partir de los primeros días de vida, el lactante establece relaciones con objetos, relaciones que podrán gratificarlo o frustrarlo y estableciéndose así una primera configuración vincular, designada respectivamente como ‘vínculo bueno’ o ‘vínculo malo’. La necesidad es el fundamento motivacional del vínculo, pues es sobre la base de las necesidades del bebé que éste establece aquellas relaciones intersubjetivas. Dichas necesidades tienen desde un comienzo «un matiz e intensidad particulares, en los que ya interviene la fantasía inconciente». La relación entre sujeto y objeto no es entonces puramente objetiva, sino que está teñida por las fantasías inconcientes que alimenta el sujeto en relación a su objeto.
b) Internalización.- A medida que el niño interactúa con su objeto (por ejemplo, la madre), va internalizando la estructura relacional, o sea el vínculo adquiere, además de la dimensión intersubjetiva, otra dimensión intrasubjetiva. O si se quiere, además de un vínculo externo se establece también un vínculo interno (vínculo internalizado). Este pasaje o internalización «tendrá características determinadas [de acuerdo] con el sentimiento de gratificación o frustración que acompaña a la configuración inicial del vínculo», es decir, podrán internalizarse vínculos buenos o vínculos malos. Nótese que para Pichon Rivière no se internalizan objetos, sino vínculos, es decir formas particulares de relacionarse con el objeto.
c) Evolución ulterior.- Una vez constituído el vínculo como situación bicorporal y tripersonal, éste podrá seguir diferentes evoluciones, de acuerdo a la intensidad de los miedos básicos implicados en la estructura vincular. Estas diferentes evoluciones son, simplificadamente, la constitución de un vínculo enfermo o bien la constitución de un vínculo sano, que no deben ser confundidos, respectivamente, con el vínculo malo y el vínculo bueno. De hecho, Pichon Rivière llega a proponer, por ejemplo, una ‘patología del vínculo bueno’, vale decir, la posibilidad de que un vínculo bueno pueda enfermarse.
Un vínculo sano es aquel en el cual el yo ha logrado técnicas exitosas para el control de lo malo y la preservación de lo bueno, cosa que no sucede en el vínculo enfermo, donde el gran monto de los miedos o ansiedadess básicas impide la instrumentación de aquellas técnicas eficaces.
Como mecanismo de interacción que es, el vínculo es una Gestalt de la cual surgirá, en condiciones normales, el instrumento adecuado para aprehender la realidad de los objetos. «El vínculo configura una estructura compleja, que incluye un sistema transmisor – receptor, un mensaje, un canal, signos, símbolos y ruido. Según un análisis intrasistémico y extrasistémico, para lograr eficacia instrumental es necesaria la similitud en el ECRO del transmisor y del receptor; al no ser así, surge el malentendido».
Vayamos ahora a las características del vínculo enfermo. Normalmente, el vínculo es una estructura compleja de interacción que no es lineal sino espiral, ya que a cada vuelta hay una realimentación del yo y un esclarecimiento del mundo. «Cuando esta estructura se estanca por el monto de los miedos básicos, se paralizan la comunicación y el aprendizaje, y estamos en presencia de una estructura estática y no dinámica que impide una adaptación activa a la realidad».
Una razón importante de este estancamiento característico del vínculo enfermo es el modo peculiar de funcionamiento del tercero condicionado por la intensificación de los miedos básicos, entendiendo por tercero a ese objeto fantaseado interno con el cual el sujeto constituyó un vínculo interno y que proyectará luego afuera. Este tercero funciona como ruido (con lo que impide la comunicación), y como obstáculo epistemológico (con lo que impide el aprendizaje). En efecto, «el perturbador de todo el contexto de conocimiento es el tercero, cuya presencia a nivel del vínculo y del diálogo condiciona los más graves disturbios de la comunicación y del aprendizaje de la realidad».
Un ejemplo sencillo puede ilustrar esta situación. Frente a una situación de aprendizaje, un alumno instrumenta dos vínculos: un vínculo externo con el profesor, y un vínculo interno con una figura buena o mala. Cuando el profesor empieza a ser más exigente, el alumno intensifica sus miedos básicos: el temor a que le desestructuren lo ya aprendido (miedo a la pérdida) y el temor a la nueva situación y el nuevo conocimiento (miedo al ataque). Tales miedos pueden alcanzar una gran intensidad, y el vínculo malo interno, así actualizado, es proyectado hacia el exterior sobre el profesor, quien entonces se convierte en un personaje terrorífico (el tercero).
De ello surgen al menos tres consecuencias importantes: 1) habrá un dificultad para aprender, ya que el miedo sólo puede paralizar. Este aprender se refiere tanto al tema de la materia que el profesor dicta, como al aprendizaje de una relación más realista con él; 2) habrá una dificultad en la comunicación del alumno con el profesor, es decir, no se van a poder entender (el malentendido a que hace referencia siempre Pichon Rivière), de la misma forma en que no nos entendemos con alguien ‘bueno’ a quien creemos ‘malo’, o con alguien ‘bienintencionado’ a quiene creemos ‘malintencionado’; 3) habrá una visión deformada del profesor por parte del alumno, ya que al estar cargado el vínculo con los miedos básicos, no podrá éste tener una visión más objetiva de la realidad. Se ha establecido así un circuito cerrado que impide una realimentación dialéctica, un circuito abierto que permita una lectura más objetiva de la realidad y, consecuentemente, una acción más eficaz sobre ella.
Vínculo normal y vínculo patológico.- En otro texto (*), Pichon Rivière amplia su distinción entre vínculos normales y patológicos. Entre estos últimos se encuentran, por ejemplo, el vínculo paranoico, el depresivo, el obsesivo, el hipocondríaco y el histérico, entre otros: “el vínculo paranoico se caracteriza por la desconfianza y la reivindicación que el sujeto experimenta con los demás. El vínculo depresivo se caracteriza por estar permanentemente teñido de culpa y expiación, en tanto que el vínculo obsesivo se relaciona con el control y el orden. El vínculo hipocondríaco es el que el sujeto establece con los otros a través de su cuerpo, la salud y la queja. El vínculo histérico es el de la representación, siendo su característica principal la plasticidad y la dramaticidad. Detrás de la representación se expresa una fantasía que está actuando por debajo, o sea que el paciente está queriendo decir algo, está representando algo con su sintomatología” (Pichon Rivière E, 1992:22-23).
Una manera de diferenciar el vínculo normal y el patológico es caracterizando al primero como racional y al segundo como irracional.

Vínculo racional y vínculo irracional.- Pichon Rivière entiende lo racional y lo irracional como grado de esclarecimiento o de conocimiento conciente de la naturaleza del vínculo. Así, “decimos que una relación es objetal y racional cuando es concientemente conocido y concientemente administrada. Pero al mismo tiempo sabemos que ese vínculo que llamamos racional está genéticamente ligado a vínculos irracionales. La transformación de lo irracional en racional puede realizarse en términos de espiral, como una transformación dialéctica, es decir que cantidades de irracionalidad se transforman en cualidades de racionalidad a medida que el proceso psicoanalítico avanza. La finalidad de la psicoterapia es volver racional un vínculo irracional, porque la neurosis suele definirse por la predominancia de un vínculo irracional que es operante en la práctica y en la praxis de ese sujeto en su relación con el mundo” (Pichon Rivière E, 1992:58).

(*) Pichon Rivière E (1992), Teoría del vínculo. Buenos Aires: Nueva Visión. El material incluído en este libro, seleccionado y revisado por Fernando Taragano, tiene su origen en el Curso dictado por Pichon Rivière en la sede de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), entre 1956 y 1957. Fue organizado en 12 capítulos, que corresponden a las 12 clases dictadas en el mencionado curso.