Acting-out
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Acting-out
s. m. Actuar que se da a descifrar a otro, especialmente al psicoanalista, en una destinación la mayor parte de las veces inconsciente. El acting-out debe ser claramente distinguido del pasaje al acto.
Para S. Freud, el término Agieren intentaba recubrir los actos de un sujeto tanto fuera del análisis como en el análisis. Este término deja naturalmente planeando una ambigüedad, puesto que recubre dos significaciones: la de moverse, de actuar, de producir una acción; y la de
reactualizar en la trasferencia una acción anterior. En este caso preciso, para Freud, el Agieren vendría en lugar de un «acordarse»: por lo tanto, más bien actuar que recordar, que poner en palabras. El inglés to act out respeta esta ambigüedad. En efecto, este término significa tanto representar una obra, un papel, darse a ver, mostrar, como actuar, tomar medidas de hecho.
Los psicoanalistas franceses han adoptado el término «acting-out» adjuntándole por traducción y sinonimia el de «passage à l’acte» [«pasaje al acto»], pero reteniendo únicamente del acto la dimensión de la interpretación a dar en la trasferencia.
Hasta entonces, el acting-out era definido habitualmente como un acto inconsciente, cumplido por un sujeto fuera de sí, que se producía en lugar de un «acordarse de». Este acto, siempre impulsivo, podía llegar hasta el asesinato o el suicidio. Sin embargo, tanto la justicia como la psiquiatría clásica se habían visto regularmente interrogadas por estas cuestiones de actos fuera de toda relación trasferencial, en los que se debía determinar una eventual responsabilidad civil.
A partir de allí, justamente, el psicoanálisis se ha planteado la pregunta: ¿Qué es un acto para un sujeto?
J. Lacan, en su Seminario X (1962-63), «La angustia», ha propuesto una conceptualización diferenciada entre el acto, el pasaje al acto y el acting-out, apoyándose en observaciones clínicas de Freud: Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora, 1905) y Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920). En estos dos casos, los Agieren estaban situados en la vida de estas dos jóvenes aun antes de que una u otra hubiesen pensado en la posibilidad de un trabajo analítico.
¿Qué es entonces un acto? Para Lacan, un acto es siempre significante. El acto inaugura siempre un corte estructurante que permite a un sujeto reencontrarse, en el après-coup, radicalmente trasformado, distinto del que había sido antes de este acto. La diferencia introducida por Lacan para distinguir acting-out y pasaje al acto puede ser ilustrada clínicamente.
Todo el manejo de Dora con el señor K. era la mostración de que ella no ignoraba las relaciones que su padre mantenía con la señora K., lo que precisamente su conducta trataba de ocultar.
En lo que concierne a la joven homosexual, todo el tiempo que ocupa en pasearse con su dama bajo las ventanas de la oficina de su padre o alrededor de su casa es un tiempo de acting-out con relación a la pareja parental: viene a mostrarles a la liviana advenediza de la que está prendada y que es causa de su deseo.
El acting-out es entonces una conducta sostenida por un sujeto y que se da a descifrar al otro a quien se dirige. Es una trasferencia. Aunque el sujeto no muestre nada, algo se muestra, fuera de toda rememoración posible y de todo levantamiento de una represión.
El acting-out da a oír a otro, que se ha vuelto sordo. Es una demanda de simbolización exigida en una trasferencia salvaje.
Para la joven homosexual, lo que su mostración devela es que habría deseado, como falo, un hijo del padre, en el momento en que, cuando tenía 13 años, un hermanito vino a agregarse a la familia, arrancándole el lugar privilegiado que ocupaba junto a su padre. En cuanto a Dora, haber sido la llave maestra para facilitar la relación entre su padre y la señora K. no le permitía en nada
saber que era la señora K. el objeto causante de su deseo. El acting-out, buscando una verdad, mima lo que no puede decir, por defecto en la simbolización. El que actúa en un acting-out no habla en su nombre. No sabe que está mostrando, del mismo modo en que no puede reconocer el sentido de lo que devela. Es al otro al que se confía el cuidado de descifrar, de interpretar los guiones escénicos. Es el otro el que debe saber que callarse es metonímicamente un equivalente de morir.
Pero, ¿Cómo podría ese otro descifrar el acting-out, puesto que él mismo no sabe que ya no sostiene el lugar donde el sujeto lo había instalado? ¿Cómo habría podido comprender fácilmente el padre de Dora que la complacencia de su hija se debía a que los dos tenían el mismo objeto causa de su deseo? Y aun cuando lo hubiera adivinado, ¿se lo habría podido decir a Dora? ¿De qué otro modo habría ella podido responder si no era por medio de una denegación o un pasaje al acto? Pues el acting-out, precisamente, es un rapto de locura destinado a evitar una angustia demasiado violenta. Es una puesta en escena tanto del rechazo de lo que podría ser el decir angustiante del otro como del develamiento de lo que el otro no oye. Es la seña [y el signo] hecha a alguien de que un real falso viene en lugar de un imposible de decir. Durante un análisis, el acting-out es siempre signo de que la conducción de la cura está en una impasse, por causa del analista. Revela el desfallecimiento del analista, no forzosamente su incompetencia. Se impone cuando, por ejemplo, el analista, en vez de sostener su lugar, se comporta como un amo [maître; también: maestro] o hace una interpretación inadecuada, incluso demasiado ajustada o
demasiado apresurada.
El analista no puede más que otro interpretar el acting-out, pero puede, por medio de una modificación de su posición trasferencial, por lo tanto de su escucha, permitirle a su paciente orientarse de otra manera y superar esa conducta de mostración para insertarse nuevamente
en un discurso. Pues que el acting-out sea sólo un falso real implica que el sujeto puede salir de él. Es un pasaje de ¡da y vuelta, salvo que lleve en su continuidad a un pasaje al acto, el que, la mayor parte de las veces, es una ida simple.
El pasaje al acto. Para Dora, el pasaje al acto se sitúa en el momento mismo en que el señor K., al hacerle la corte, le declara: «Mi mujer no es nada para mí». En ese preciso momento, cuando nada permitía preverlo, ella lo abofetea y huye.
El pasaje al acto en la mujer homosexual es ese instante en el que, al cruzarse con la mirada colérica de su padre cuando hacía de servicial caballero de su dama, se arranca de su brazo y se precipita de lo alto de un parapeto, sobre unas vías muertas de ferrocarril. Se deja caer (al.
Niederkommen), dice Freud. Su tentativa de suicidio consiste tanto en esta caída, este «dejar caer», como en un «dar a luz [mettre bas = parir; literalmente: poner abajo], parir», los dos sentidos de niederkommen.
Este «dejarse caer» es el correlato esencial de todo pasaje al acto, precisa Lacan. Completa así el análisis hecho por Freud e indica que, partiendo de este pasaje al acto, cuando un sujeto se confronta radicalmente con lo que es como objeto para el Otro, reacciona de un modo impulsivo, con una angustia incontrolada e incontrolable, identificándose con este objeto que es para el
Otro y dejándose caer. En el pasaje al acto, es siempre del lado del sujeto donde se marca este «dejarse caer», esta evasión fuera de la escena de su fantasma, sin que pueda darse cuenta de ello. Para un sujeto, esto se produce cuando se confronta con el develamiento intempestivo del objeto a que es para el Otro, y ocurre siempre en el momento de un gran embarazo y de una emoción extrema, cuando, para él, toda simbolización se ha vuelto imposible. Se eyecta así ofreciéndose al Otro, lugar vacío del significante, como si ese Otro se encarnara para él imaginariamente y pudiera gozar de su muerte. El pasaje al acto es por consiguiente un actuar impulsivo inconsciente y no un acto.
Contrariamente al acting-out, no se dirige a nadie y no espera ninguna interpretación, aun cuando sobrevenga durante una cura analítica.
El pasaje al acto es demanda de amor, de reconocimiento simbólico sobre un fondo de desesperación, demanda hecha por un sujeto que sólo puede vivirse como un desecho a evacuar. Para la joven homosexual, su demanda era ser reconocida, vista por su padre de otra manera que como homosexual, en una familia en la que su posición deseante estaba excluida.
Rechazo por lo tanto de cierto estatuto en su vida familiar. Hay que destacar, por otra parte, que justamente a propósito de la joven homosexual Freud hace su único pasaje al acto frente a sus pacientes, con su decisión de detener el análisis de la joven para enviarla a una analista mujer.
El pasaje al acto se sitúa del lado de lo irrecuperable, de lo irreversible. Es siempre franqueamiento, traspaso de la escena, al encuentro de lo real, acción impulsiva cuya forma más típica es la defenestración. Es juego ciego y negación de sí; constituye la única posibilidad, puntual, para un sujeto, de inscribirse simbólicamente en lo real deshumanizante. Con frecuencia, es el rechazo de una elección consciente y aceptada entre la castración y la muerte.
Es rebelión apasionada contra la ineludible división del sujeto. Es victoria de la pulsión de muerte, triunfo del odio y del sadismo. Es también el precio pagado siempre demasiado caro para sostener inconscientemente una posición de dominio [maîtrise], en el seno de la alienación más radical, puesto que el sujeto está incluso dispuesto a pagarla con su vida.
Término utilizado en psicoanálisis para designar acciones que presentan casi siempre un carácter Impulsivo relativamente aislable en el curso de sus actividades, en contraste relativo con los sistemas de motivación habituales del Individuo, y que adoptan a menudo una forma auto- o heteroagresiva. En el surgimiento del acting out el psicoanalista ve la señal de la emergencia de lo reprimido. Cuando aparece en el curso de un análisis (ya sea durante la sesión o fuera de ella), el acting out debe comprenderse en su conexión con la transferencia y, a menudo, como una tentativa de desconocer radicalmente ésta.
El término inglés acting out ha sido adoptado por los psicoanalistas de otras lenguas, lo que plantea inmediatamente algunos problemas terminológicos:
1.° Dado que lo que Freud denomina agieren se traduce en inglés por to act out (forma substantiva: acting out) este término incluye toda la ambigüedad de lo que Freud designa de este modo (véase: Actuar). Así, el artículo acting out del Diccionario general de términos psicológicos y psicoanalíticos de English y English da la siguiente definición: «Manifestación, en una situación nueva, de un comportamiento intencional apropiado a una situación más antigua, representando la primera simbólicamente a la segunda. Cf. Transfert, que es una forma de acting out».
2.° La anterior definición se halla en contradicción con la acepción generalmente admitida del acting out, que diferencia e incluso contrapone el terreno de la transferencia y el recurso al acting out, viendo en este último un intento de ruptura de la relación analítica.
3.° Haremos algunas observaciones acerca del verbo inglés to act out:
a) To act, utilizado en su forma transitiva, está impregnado de significaciones pertenecientes al ámbito teatral: to act a play = representar una obra; to act a part = representar un papel, etc. Lo mismo puede decirse del verbo transitivo to act out.
b) La palabra out situada detrás del verbo contiene dos matices: exteriorizar, mostrar fuera lo que se supone que se tiene dentro de sí; y, también, realizar rápidamente, hasta la terminación de la acción (matiz que se encuentra en expresiones tales como to carry out = llevar a cabo; to sell out = vender todas las existencias, etc.).
c) El sentido original, sólo espacial, de la palabra out ha podido inducir a algunos psicoanalistas, erróneamente, a entender acting out como un acto realizado fuera de la sesión analítica y a contraponerlo a un acting in, que tendría lugar en el curso de la sesión. Para expresar esta oposición conviene hablar de acting out outside of psychoanalysis y de acting out inside of psychoanalysis o in the analytic situation.
4.° En francés y en español, parece difícil hallar una expresión que proporcione todos los matices señalados (se han propuesto actuar, actuación). El término «paso al acto», que es el equivalente más a menudo conservado, tiene, entre otros, el inconveniente de haber entrado ya en la clínica psiquiátrica, donde se tiende a reservarlo en forma exclusiva para designar actos impulsivos violentos, agresivos, delictivos (crimen, suicidio, atentado sexual, etc.); el sujeto pasa de una representación, de una tendencia, al acto propiamente dicho. Por otra parte, en su utilización clínica, este término no hace referencia a una situación transferencial.
Desde el punto de vista descriptivo, la diversidad de actos que de ordinario se clasifican bajo el título de acting out es muy amplia, incluyendo lo que la clínica psiquiátrica denomina «paso al acto» (véase más arriba), pero también formas mucho más discretas, a condición de que en ellas se encuentre también este carácter impulsivo, mal motivado a los propios ojos del sujeto, en contraste con su comportamiento habitual, incluso aunque la acción en cuestión sea secundariamente racionalizada; estos caracteres señalan para el psicoanalista el retorno de lo reprimido. También pueden considerarse como acting out algunos accidentes ocurridos al individuo, sintiéndose éste ajeno a su producción. Tal ampliación de sentido plantea evidentemente el problema de la delimitación del concepto de acting out, relativamente impreciso y variable según los autores, relacionándolo con otros conceptos creados por Freud, en especial el de acto fallido y los llamados fenómenos de repetición(16). El acto fallido es también concreto, aislado, si bien, al menos en sus formas más típicas, resulta patente su carácter de transacción; por el contrario, en los fenómenos de repetición vivida (por ejemplo, «compulsión de destino»), los contenidos reprimidos retornan, a menudo con gran fidelidad, en un guion del cual el sujeto no se reconoce como el autor.
Una de las aportaciones del psicoanálisis ha consistido en relacionar la aparición de un determinado acto impulsivo con la dinámica de la cura y la transferencia. Es ésta una vía claramente indicada por Freud, quien subrayó la tendencia de algunos pacientes a «llevar a la acción» (agieren) fuera del análisis las mociones pulsionales develadas por éste. Pero, dado que, como es sabido, Freud describe también la transferencia sobre la persona del analista como una forma de «llevar a la acción», de ello se deduce que no diferenció claramente ni articuló unos con otros los fenómenos de repetición en la transferencia y los del acting out. La distinción que introdujo parece responder a preocupaciones primordialmente técnicas, en el sentido de que el individuo que lleva a la acción los conflictos fuera de la cura seda menos accesible a la toma de conciencia de su carácter repetitivo, y capaz, fuera de todo control y de toda interpretación del analista, de satisfacer hasta el final, hasta el acto completo, sus pulsiones reprimidas: «En modo alguno es deseable que el paciente, fuera de la transferencia, lleve a la acción (agiert) en lugar de recordar; lo ideal, para nuestra finalidad, sería que se comportase lo más normalmente posible fuera del tratamiento y que sólo manifestase sus reacciones anormales dentro de la transferencia».
Una de las tareas del psicoanálisis sería la de intentar basar la distinción entre transferencia y acting out en criterios diferentes a los puramente técnicos o meramente espaciales (lo que ocurre en el despacho del analista o fuera del mismo); esto supondría, sobre todo, una nueva reflexión sobre los conceptos de acción, de actualización y sobre lo que define los diferentes modos de comunicación.
Sólo después de haber esclarecido en forma teórica las relaciones entre el acting out y la transferencia analítica, se podría investigar si las estructuras descubiertas son extrapolables fuera de toda referencia a la cura; es decir, preguntarse si los actos impulsivos de la vida cotidiana no podrían explicarse en conexión con relaciones de tipo transferencial.
Cuando un sujeto no puede acordarse de un elemento reprimido, a veces actúa sin saber qué es lo que de tal modo vuelve en forma de acción. Refiriéndose al tema en 1914, en «Recordar, repetir y reelaborar», Freud designa esta puesta en acto con el término Agieren, que ha sido traducido al inglés como acting out, expresión que subraya la dimensión de juego teatral. En esa oportunidad Freud introduce la compulsión a la repetición y la asocia con la transferencia, en tanto ésta sería la repetición, en actos, del pasado imposible de rememorar. Sea que haya tenido lugar durante una sesión de análisis o fuera de ella, un acting out reproduce un cliché o un guion inconsciente, y tiene una dimensión transferencial. En su seminario l’Angoisse, de 1963, Lacan dice que es una «transferencia salvaje», e insiste en el alcance actual de lo que viene a mostrarse en la escena.
En efecto, en el análisis, un acting out puede constituir un llamado, un desafío, una réplica que atestigua un desfallecimiento del decir, que responde a una intervención en lo real o significa lo que resta intocado por la interpretación. Representa por lo tanto una verdad no reconocida, y se ubica en la frontera entre la vida real y la escena de la ficción, lo que hace que perturbe el juego, pero también que haga posible el análisis cuando encuentra acceso a la representación y hace lugar a la palabra.
Noción elaborada por los psicoanalistas de lengua inglesa, y después retomada con el mismo nombre en francés, para traducir lo que Sigmund Freud llama «puesta en acto», con el verbo alemán agieren. La palabra remite a la técnica psicoanalítica y designa el modo en que un sujeto pasa al acto inconscientemente, fuera o dentro del marco de la cura, para evitar la verbalización del recuerdo reprimido, y al mismo tiempo para sustraerse a la transferencia.
Freud propuso la palabra Agieren (poco corriente en alemán) en 1914, para designar el mecanismo por el cual un sujeto actúa pulsiones, fantasmas, deseos. Por otra parte, hay que relacionar esta noción con la de abreacción (Abreagieren). El mecanismo está asociado a la rememoración, la repetición y la elaboración (o reelaboración). El paciente «traduce en actos» lo que ha olvidado: «Tenemos que contar -dice Freud- con que él ceda al automatismo de repetición que ha reemplazado el recuerdo por la compulsión, y esto no sólo en sus relaciones personales con el médico, sino también en todas sus otras ocupaciones y relaciones actuales, y cuando, por ejemplo, le sucede que en el curso del tratamiento se enamora».
Para responder a este mecanismo, Freud preconiza dos soluciones: 1) Hacer prometer al paciente que, mientras se desarrolla el tratamiento, no tomará ninguna decisión importante (matrimonio, elección de un amor definitivo, profesión) antes de estar curado. 2) Reemplazar la neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia, de la que lo curará el trabajo terapéutico.
En 193 8, en el Esquema del psicoanálisis, Freud subraya que es deseable que el paciente manifieste sus reacciones en el interior de la transferencia.
Los psicoanalistas de lengua inglesa distinguen el acting in del acting out propiamente dicho. El acting in designa la sustitución de la verbalización por un actuar en el interior de la sesión psicoanalítica (cambio de la posición del cuerpo o aparición de emociones), mientras que el acting out caracteriza el mismo fenómeno fuera de la sesión. Los kleinianos insisten en el aspecto transferencial del acting in y en la necesidad de analizarlo, sobre todo en los estados límite.
Por otra parte, en 1967, el psicoanalista francés Michel de M’Uzan ha propuesto distinguir el acting out directo (acto simple sin relación con la transferencia) y el acting out indirecto (ligado a una organización simbólica relacionada con una neurosis de transferencia).
En el vocabulario psiquiátrico francés, la expresión «pasaje al acto» apunta a la violencia de una conducta por la cual el sujeto se precipita a una acción que lo supera: suicidio, delito, agresión.
Partiendo de esta definición, Jacques Lacan, en 1962-1963, en su seminario sobre la angustia, instaura una distinción entre acto, acting out y pasaje al acto. En el marco de su concepción del otro y de la relación de objeto, y a partir de un comentario sobre dos observaciones clínicas de Freud (el caso «Dora» y «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina»), Lacan, en efecto, estableció una jerarquía en tres niveles. Según él, el acto es siempre un acto significante que le permite al sujeto transformarse retroactivamente (posterioridad). El acting out, por el contrario, no es un acto, sino una demanda de simbolización que se dirige a un otro. Es un acceso de locura, destinado a evitar la angustia. En la cura, el acting out es el signo de que el análisis se encuentra en un atolladero, en el cual se revela la debilidad del psicoanalista. No puede ser interpretado, pero se modifica si el analista lo entiende y cambia de posición transferencial.
En cuanto al pasaje al acto, en Lacan se trata de un «actuar inconsciente», un acto no simbolizable con el cual el sujeto cae en una situación de ruptura integral, de alienación radical.
Se identifica entonces con el objeto (pequeño) a, es decir, con un objeto excluido o rechazado de todo marco simbólico. Para Lacan, el suicidio está del lado del pasaje al acto, como lo atestigua el modo mismo de morir, abandonando la escena a través de una muerte violenta: salto en el vacío, defenestración, etcétera.