Diccionario de psicología, letra A, Anulación retroactiva

Anulación retroactiva
 
(fr. annulatíon rétroactive; ingl. undoing[what has been done]; al. Ungeschehenmachen).
Mecanismo de defensa, característico de la neurosis obsesiva, por el cual el sujeto intenta hacer como si un acto o un pensamiento no hubiera ocurrido.
Se sabe que la neurosis obsesiva descuella en multiplicar las barreras, las protecciones contra
la expresión de un deseo percibido como inaceptable. En la medida en que la idea sacrílega lo
asalta permanentemente, en la medida en que el objeto repugnante sólo puede ser alejado del
sujeto y no realmente remitido a un lugar psíquico Otro por una operación de represión, el
obsesivo no puede más que retomar indefinidamente la alternancia del mandato y la interdicción,
de la orden y de la contraorden. El síntoma definido como «anulación retroactiva» se inscribe en esta dimensión. Se presenta en dos tiempos, de modo que «el segundo acto suprime al primero, de tal suerte que todo pasa como si nada hubiera sucedido, cuando en realidad han sucedido los dos actos». El «Hombre de las Ratas», por ejemplo, un día choca su pie con una piedra de la calle. Se ve obligado entonces a quitar la piedra del camino, porque pensó que el vehículo de su «dama» pasaría en algunas horas por ese lugar y podría tener un accidente a causa de esa piedra. Pero algo después se dice que es absurdo, y debe entonces regresar para volver a colocar la piedra en medio del camino.
A partir de este ejemplo, se ve que no es posible simplificar la cuestión de la anulación
retroactiva considerando que el primer acto corresponde siempre a una impulsión, y el segundo, a una inter -dicción. Aquí, en el segundo acto, es la pulsión hostil, agresiva, la que encuentra su expresión. Es disimulada sin embargo bajo la forma de un simple restablecimiento del estado anterior, ciertamente absurdo en sí mismo, pero que, dentro de una cierta lógica, puede tener lugar (el Hombre de las Ratas pone la piedra en el camino) no teniendo lugar (no está hecho con la intención de provocar un accidente).
La anulación retroactiva es concebida generalmente como una defensa del yo, sobre todo a partir de la obra de Anna Freud El yo y los mecanismos de defensa (1937), que sistematiza esta noción de defensa del yo. Debe destacarse sin embargo que, si la defensa protege al yo de la representación inaceptable (obscena, agresiva, etc.), también permite que el deseo subsista al abrigo de ese mecanismo complejo que ella ejecuta.
A propósito de la anulación retroactiva, Freud destaca la dimensión de «magia» característica de la neurosis obsesiva. Se trata de «borrar de un soplo» no sólo las consecuencias de un acontecimiento, sino el acontecimiento mismo.

Mecanismo psicológico mediante el cual el sujeto se esfuerza en hacer como si pensamientos,
palabras, gestos o actos pasados no hubieran ocurrido; para ello utiliza un pensamiento o un
comportamiento, dotados de una significación opuesta. Se trata de una compulsión de tipo
«mágico» particularmente característica de la neurosis obsesiva.
La anulación fue brevemente descrita por Freud en Análisis de un caso de neurosis obsesiva;
en donde analiza los «[…] actos compulsivos en dos tiempos, el primero de los cuales es anulado
por el segundo.
Su verdadera significación estriba en que representan el conflicto de dos movimientos opuestos
y de intensidad casi igual, lo cual es siempre, según mi experiencia, la oposición entre el amor y
el odio».
En Inhibición, síntoma – v angustia (Hemmung, Sympton und Angst, 1926), este proceso es
descrito por Freud con el término Ungeschehenmachen (literalmente: hacer que algo no haya
sucedido); en este mecanismo, junto con el del aislamiento, ve una forma de defensa
característica de la neurosis obsesiva y lo califica de procedimiento mágico; muestra su especial
intervención en los ceremoniales obsesivos.
Anna Freud menciona la anulación retroactiva en su inventario de los mecanismos de defensa del yo; y generalmente, en la literatura psicoanalítica, se la define como un mecanismo de defensa del yo.
Observemos que la anulación retroactiva se presenta bajo modalidades bastante diversas. Unas  veces un comportamiento es anulado por el comportamiento directamente opuesto (así, el paciente de Análisis de un caso de neurosis obsesiva vuelve a colocar en un camino una piedra que, en un primer tiempo, había retirado para que el vehículo de su amiga no chocase con ella); otras veces, se repite el mismo acto, pero con significaciones, conscientes o
inconscientes, opuestas; por último, puede ocurrir que el acto de anulación resulte contaminado por el acto que tiende a borrar. Fenichel da un ejemplo que ilustra estas dos últimas modalidades: un individuo se reprocha a sí mismo el haber malgastado el dinero comprando un periódico; querría anular este gasto pidiendo la devolución del dinero, pero, no osando hacerlo, piensa que si compra otro periódico se sentirá más tranquilo. Pero el quiosco ya está cerrado; entonces el individuo tira al suelo una moneda de igual valor al del periódico. Para designar tales secuencias de actos, Freud habla de síntomas «difásicos»: «A una acción que pone en ejecución cierta orden, sigue inmediatamente otra que detiene o anula la primera, aunque no llegue a poner en
ejecución su contraria».
Clasificar la anulación retroactiva entre los mecanismos de defensa del yo, exige aún otra observación: ¿desde considerarse el «segundo tiempo» como un simple producto de la
defensa? La multiplicidad de ejemplos clínicos conduce a matizar la respuesta. En efecto, la
mayoría de las veces se observa que las motivaciones pulsionales intervienen en los dos
tiempos, especialmente en forma de la ambivalencia amor-odio; en ocasiones, incluso, es el
segundo tiempo el que mejor pone de manifiesto el triunfo de la pulsión. En un ejemplo como el de
Fenichel, ciertamente es el conjunto de la conducta lo que constituye una totalidad sintomática.
Por lo demás se observará, desde este punto de vista, que Freud, en una época en la que
todavía no se había hecho recaer el acento sobre los mecanismos de defensa del yo, al parecer
sólo hace intervenir la acción defensiva en una racionalización que disfraza secundariamente el
conjunto de actos de que se trata.
Finalmente, se podrían distinguir aquí dos concepciones, que, por lo demás, sólo se contraponen
como dos niveles de interpretación o dos niveles del conflicto psíquico: una, que pone el acento
en el conflicto interpulsional, en el cual, en un último análisis, se encuentra la ambivalencia del
amor y del odio; y otra que sitúa el conflicto entre las pulsiones y el yo, pudiendo encontrar éste
un aliado en una pulsión que se opone a aquel del cual el Yo se protege.
Cabe preguntarse si no sería conveniente relacionar el mecanismo de la anulación retroactiva con un comportamiento normal muy extendido: retractarse de una afirmación, reparar un daño, rehabilitar a un condenado, atenuar el alcance de un pensamiento, de una palabra o de un acto mediante una negación que incluso puede anticiparse (ejemplo: «no vaya a creer que … »), etc. Señalemos, sin embargo, que en todos estos casos se trata de atenuar o de anular la
significación, el valor o las consecuencias de un comportamiento. La anulación retroactiva (en
sentido patológico) se dirige a la realidad misma del acto que intentaría suprimir radicalmente, como si el tiempo no fuera irreversible.
Es indudable que tal distinción puede parecer esquemática: ¿no es precisamente haciendo
intervenir significaciones opuestas como el individuo intenta anular incluso el propio acto? Sin
embargo, el análisis clínico muestra que el obsesivo no queda satisfecho con una labor de retiro
de la catexis o de contracatexis. Su objetivo es la imposible anulación del acontecimiento
(Geschehen) pasado como tal.