Diccionario de Psicología, letra C, Censura

Diccionario de Psicología, letra C, Censura

s. f. (fr. censure; ingl. censorship; al. Zensur). Función psíquica que impide la emergencia de los deseos inconcientes en la conciencia si no es disfrazados. El fin de la censura es enmascarar los contenidos de los deseos inconcientes a fin de que sean irreconocibles para la conciencia. En la primera tópica, la censura se ejerce en el límite de los sistemas inconciente, de un lado, y preconciente-conciente, del otro. Debe notarse, sin embargo, que Freud habla también de censura entre preconciente y conciente. Los procedimientos de deformación utilizados por la censura son el desplazamiento y la condensación, la omisión y la trasformación en lo contrario de una representación. Estos procedimientos son los del trabajo del sueño.

Función que tiende a Impedir, a los deseos inconscientes y a las formaciones que de ellos derivan, el acceso al sistema preconsciente-consciente. El término «censura» se encuentra principalmente en los textos Freudianos que hacen referencia a la «primera tópica». Freud cita por vez primera en una carta a Fliess del 22-XII-1897, para explicar el carácter aparentemente absurdo de ciertos delirios: «¿Has tenido alguna vez ocasión de ver un periódico extranjero censurado por los rusos al atravesar la frontera? Se han tachado palabras, frases o párrafos enteros, de tal forma que lo que queda resulta ininteligible». El concepto de censura se desarrolla en La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), donde su existencia se postula para explicar los diversos mecanismos de deformación (Entstellung) del sueño. Según Freud, la censura es una función permanente: constituye una barrera selectiva entre los sistemas inconsciente, por una parte, y preconsciente-consciente, por otra, y se halla, por consiguiente, en el origen de la represión. Sus efectos se distinguen con mayor claridad cuando se relaja parcialmente, como sucede en el sueño: el estado onírico impide -a los contenidos del inconsciente abrirse paso hasta la motilidad, pero, como aquéllos ofrecen el peligro de oponerse al deseo de dormir, la censura continúa funcionando en forma atenuada. Según Freud, la censura actúa no solamente entre los sistemas inconsciente y preconsciente, sino también entre preconsciente y consciente. «Admitimos que el tránsito de un sistema al siguiente más elevado, y por consiguiente a todo progreso hacia una fase superior de organización psíquica, corresponde una nueva censura» . De hecho, hace observar Freud, convendría considerar, más que dos censuras, una sola que « se hace avanzar». En el esquema de su segunda teoría del aparato psíquico, Freud se ve inducido, por una parte, a incluir la función de censura en el campo más amplio de la defensa y, por otra parte, a preguntarse a qué instancia psíquica debe adscribirse. Con frecuencia se ha señalado que el concepto de censura prefiguraba el de superyó; el carácter antropomórfico de este último ya se observa en algunas descripciones que da Freud de la censura: entre la «antecámara» donde se apiñan los deseos inconscientes y el «salón» donde reside la conciencia, vela un guardián, más o menos vigilante y perspicaz, el censor. Al crear el concepto de superyó, Freud lo relaciona con lo que primeramente había descrito como censura: « […] esta instancia de autoobservación, ya la conocemos: es el censor del yo, la conciencia moral; es la misma que durante la noche ejerce la censura de los sueños, y de ella parten las represiones de deseos inadmisibles» . En los trabajos ulteriores de Freud, aunque la cuestión no se plantee de un modo explícito, las funciones de la censura, en especial la deformación del sueño, se atribuyen al yo. Conviene señalar que, cada vez que se emplea este término, se halla presente su acepción literal: eliminación, que se manifiesta, dentro de un razonamiento articulado, por «lagunas» o alteraciones, de pasajes considerados inaceptables.


Desde los Estudios sobre la histeria (1895), Freud atribuye a la acción de la censura las manifestaciones de resistencia que relaciona con la defensa, el rechazo o la represión. Más tarde la tendrá por responsable de las deformaciones y el desplazamiento en el sueño: estando cerrada la vía de la motilidad, la represión se atenúa y se reduce a la censura, que puede dejar pasar lo reprimido al precio de diversos disfraces, omisiones y modificaciones, así como de una elaboración secundaria unificadora. No obstante, como se indica en Metapsychologie (1915), hay censura en por lo menos dos niveles: por una parte entre el inconsciente y el preconsciente, y por la otra, entre este último y la conciencia. Además, en particular a partir de «Introducción del narcisismo» (1914), Freud identifica una instancia de censura como voz de la conciencia moral, agente de crítica, prohibición y observación que más tarde denominará superyó. Parece entonces que esta instancia, en parte inconsciente, interviene siempre que se mezclan satisfacción y castigo. Autoridad interiorizada, forma parte, juntamente con el empuje de lo reprimido, de los procesos primarios en la formación del sueño y el síntoma. Pero rechazada al exterior, existe el riesgo de que vuelva como mirada que inspecciona los pensamientos o como voz alucinada. En cuanto a su función en los delirios, Freud la articula en su ensayo «Construcciones en el análisis» (1937), donde vuelve a examinar su relación con la verdad histórica.


Instancia psíquica que impide que emerja en la conciencia un deseo de naturaleza inconsciente, y lo hace aparecer bajo una forma disfrazada. El término censura fue empleado por primera vez por Sigmund Freud en diciembre de 1897, en una carta a Wilhelm Fliess, donde compara el carácter absurdo de ciertos delirios con el fenómeno clásico de la censura en política: «¿Has tenido la oportunidad de ver un diario extranjero censurado por los rusos al pasar por la frontera? Aparecen tachadas palabras, frases, párrafos enteros, de manera que el resto se vuelve ininteligible.» Esta idea de tachadura e ilegibilidad es retomada en 1900 en La interpretación de los sueños, para designar los disfraces impuestos a la expresión del sueño (condensación y desplazamiento) por el proceso de la represión. En el marco de la primera concepción tópica del aparato psíquico (1900-1920), la censura se ejerce por una parte entre el inconsciente y el preconsciente, y por la otra entre el preconsciente y el consciente: así, a cada progreso hacia un estadio superior de organización psíquica le corresponde una nueva censura. En 1914, en «Introducción del narcisismo», Freud comienza a identificar la censura con una conciencia moral, lo que más tarde, en el marco de su segunda concepción tópica del aparato psíquico (1920-1939), lo llevará a identificar la censura con el superyó, es decir, con una instancia que funciona como un «censor del yo».