Diccionario de Psicología, letra M, Malentendido

Diccionario de Psicología, letra M, Malentendido

Disfunción propia del proceso de comunicación: Dos o más personas suponen compartir significados y sentidos transmitidos, desconociendo que existe una divergencia de interpretación. Esta divergencia interrumpe el entendimiento de lo comunicado, pero subyace premisa básica- una ilusión de entendimiento. En vínculos estables -pareja, familia- los actos comunicativos cuentan con la peculiaridad de desplegarse en un espacio privilegiado para la reedición de modelos arcaicos. Cuanto mayor incidencia de dichos modelos, mayor será la tendencia de cada yo a crear monólogos intrasubjetivos en una apariencia-creencia de diálogo. (Puget y Berenstein, 1989)

Origen e historia del término

La comunicación humana es objeto de diversas disciplinas científicas, cada una de las cuales se aboca al estudio de las diferentes áreas que la componen, entre ellas, el área de la pragmática, el área de los significados, el área psicológica y social, etcétera. El fenómeno del malentendido ha sido investigado, entre otros, por Watzlawik y col. (1967) en referencia a una teoría de la comunicación; por Carlos Castilla del Pino (1970), en tanto hecho psicosocial. Enrique Pichon Riviére desarrolla el concepto de malentendido como «enfermedad básica M grupo familiar», producido en el interjuego de imágenes internas: la que el enfermo (portavoz) se ha formado del grupo familiar, de cada uno de los integrantes, de sí mismo y lo que cree que los demás piensan de él, en conjunto con la imagen que los demás integrantes tienen de él. Confrontar estas representaciones internas permitiría acceder a la intensidad y extensión del malentendido. (Pichon Riviére, 1980). Asimismo, plantea que el malentendido adviene en el proceso interaccional de asunción y adjudicación de roles, pudiendo surgir perturbaciones de la comunicación que viciarían la lectura de la realidad (Pichon Riviére, 1980). Tomando el vínculo como una estructura en la cual se produce la comunicación, dicho autor afirma: «Para que se establezca una buena comunicación entre dos sujetos, ambos deben asumir el rol que el otro le adjudica. En caso contrario, si uno de ellos no asume el rol que el otro le adjudica se produce un malentendido entre ambos y se dificulta la comunicación.» (Pichon Riviére, 1982). Desarrollo desde la perspectiva vincular 1) El acto comunicativo, conceptualizado como hecho interactivo (Watzlawick, 1967), incluye una serie de elementos constitutivos: emisor y receptor; código compartido; contexto de referencia que define determinadas reglas; mensaje transmitido; instrumentos o medios a través de los cuales efectuar la transmisión, así como un canal físico y una conexión psicológica entre emisor y receptor. El acto comunicativo -entendido como la unidad mínima de intercambio entre dos personas- es, por definición, ambiguo e incompleto, ya que se sostiene en una continua interpretación a la búsqueda de elementos faltantes. Dado un diálogo entre dos personas, cada uno de los participantes necesariamente desarrolla hipótesis individuales sobre lo transmitido por el otro, es decir, realiza una tarea de decodificación de acuerdo a su código idiosincrático. En este sentido podemos afirmar que el entendimiento nunca alcanza una total concordancia. Sólo sucesivas aproximaciones. En este proceso puede irrumpir la situación de malentendido. II) Desde el punto de vista psicoanalítico, la conceptualización del malentendido ha adquirido un mayor desarrollo en el área del vínculo de pareja, fundamentalmente desde Puget y Berenstein (1989). Los autores, en un minucioso estudio, analizan sus manifestaciones clínicas, apuntando al nivel estructural que lo sostiene. Del citado trabajo, se desprende una primera distinción: A) La formulación del malentendido en tanto estructura verbal, utilizada por la pareja ante una diferencia de significación intolerable. En este sentido lo no formulable es la posibilidad de un desacuerdo. B) El concepto teórico de malentendido, en tanto describe un particular funcionamiento vincular caracterizado por la ilusión de compartir iguales sentidos y significados, implica la ilusión de un «bien entendido futuro» equivalente a un entendimiento absoluto obturante de la alteridad. Como expresan los autores: «La aspiración a la igualdad de sentido es de claro origen narcisista…», y por ello queda referida a un funcionamiento vincular a predominio de Objeto único. En cada sujeto existe la aspiración a ser entendido en su totalidad, y es en el enamoramiento donde se re-crea este anhelo humano universal cuya génesis se basa en un estado de desamparo originario (Freud, 1914). Auge del narcisismo, vivencia de fusión en tanto «…período previo, preliminar, transitorio y. como tal, se interrumpe en la relación de pareja estable» (Berenstein y Puget, 1982). La posibilidad de malentendido es inherente al proceso de comunicación, y por tanto, potencialmente presente en todo vínculo. Su manifestación tomará distintas formas de acuerdo a la estructura vincular sostenedora de la relación de pareja. Entre dicha estructura vincular y los diferentes niveles de malentendido, podemos establecería siguiente correlación: a) Dual narcisista. Funcionamiento en base a un contexto único en el cual no se reconoce la divergencia. Predominan fantasías de fusión y completud, por lo cual se dificulta la aparición del «otro real» que precipita los elementos faltantes constitutivos del mundo vincular (Puget, 1982). El malentendido se desmiente, ya que su reconocimiento implicaría la insinuación de diferencias perturbadores, generándose ansiedades de tipo catastróficas con circulación de violencia. En este nivel, el malentendido aparece como «…una formación vincular con ligadura a predominio de agresión y muerte, registrado sea como ataque al vínculo o como la propia muerte» (Puget y Berenstein, 1989) b) Terceridad limitada. En un vínculo estructurado en base a dos y un tercero escindido, el malentendido se instala como un síntoma que bascula entre reconocer la divergencia de entendimiento y el deseo de anularla. Existe una tendencia a producir alianzas a predominio de complicidad, por lo cual en la relación analítica uno de los integrantes de la pareja suele modificar el significado de la interpretación; en este sentido, el malentendido estaría a favor de generar un vínculo dual con el analista. c) Triangularidad ampliada. Se funciona en base al reconocimiento de la divergencia y aceptación de la alteridad. Se va construyendo un contexto compartido -reformulación del contexto único- y un código enriquecido, por lo cual se tolera el malentendido, apareciendo fundamentalmente como hecho puntual pasible de ser despejado hacia un mayor entender nunca completo. En un análisis vincular, la comprensión analítica de malentendidos pasa a ser uno de los ejes del proceso. Al decir de Puget, aparecería entonces «.Ja posibilidad de incrementar sostenidamente en sí mismo y en el otro una indagación que lo remita a la discriminación de lo descubierto y a la responsabilidad por lo conocido». («Criterio de Curación en Psicoanálisis de Pareja»). Puget y Berenstein (1984) explicitan que el malentender no es patrimonio exclusivo del vínculo de pareja, y trabajan el concepto respecto a la relación analítica con el paciente individual, con lo cual enriquecen la comprensión de las transferencias, así como iluminan algunos obstáculos inherentes al trabajo psicoanalítico (también Puget y Werider, 1982). Podría afirmarse que en toda comunicación intersubjetiva cabalgará un «no del todo entendido» pues siempre quedará un resto del nivel de lo intrasubjetivo imposible de ser transmitido. Es límite de lo compartible, opacidad inherente al sujeto y registro de la diferencia. Estas consideraciones nos llevarían a ubicar el malentendido, tal como lo plantea Czernikowski, en un nivel «estructural –constituyente e instituyente- de la relación amorosa» (Czernikowski, 1982). La conceptualización estructural del malentendido incluye: a) La cualidad polisémica del lenguaje. b) El código idiosincrático intrapsíquico de cada uno de los integrantes del vínculo. e) La dimensión no semantizable del otro real que promueve el deseo de conocer lo incognocible. Problemáticas conexas En un vínculo adhesivo o narcisista dual en donde predominan acuerdos y pactos inconscientes en base a la desmentida de las diferencias, existe una tendencia a la fusión productora de un lugar vincular para uno o dos iguales. Tomando el eje discriminación-indiscriminación, correspondería al menor nivel de diferencia entre dos yoes, equivalente al tipo de estructura vincular denominada «mellicez» (Puget, Berenstein, 1989). A partir de una ruptura de este tipo de funcionamiento se instalaría un «malentendido por implicancia narcisista», cuya característica básica reside en una permanente búsqueda de ser adivinado y reconocido. El lugar transferencia¡ corresponde al de Objeto único, fundamentalmente en su función anticipatoria, ya que el otro debe conocer y anticiparse a los deseos del yo. De allí se deriva una intensa demanda que coloca al otro en un estado de frustración crónica, produciéndose en el vínculo sostenidos sentimientos de insatisfacción. Dado este tipo de funcionamiento vincular, nos preguntamos acerca de la dinámica transferencial en un proceso psicoanalítico, dado que el analista podría quedar inmerso en otro malentendido: el confundir esta demanda infantil de ser adivinado con la tarea del análisis, instalándose como un superyó exigente que relanza esta modalidad de demanda e insatisfacción permanente,