Winnicot: El concepto de trauma en relación con el desarrollo del individuo dentro de la familia (1965), segunda parte

El concepto de trauma en relación con el desarrollo del individuo dentro de la familia (1965)

En la escuela lo toleraban, aunque su comportamiento se volvió cada vez más extraño. Fue derivado a mí por su médico clínico debido a que cada vez le costaba más volver a la escuela, y cuando tena que hacerlo desarrollaba una enfermedad indefinida, con fiebre. Sus padres lo acompañaron para que viniera a verme en una única consulta terapéutica, en cuyo transcurso me formuló–su problema básico bajo la forma de una «idea abstracta», abstraída de algo que haba pintado (figura 3). Figura 3 Le interpreté que esta figura constituía su manera de mostrarme una aceptación y rechazo simultáneos. El resultado fue como si se hubieran abierto unas compuertas para dejar paso a la corriente. A partir de esta consulta rica y provechosa (desde mi punto de vista), el chico comenzó a mejorar Clínicamente y maduró en todos los aspectos. La cuestión es que esta clase de trabajo, llevado a cabo en una sola entrevista, sólo es posible si la familia del niño funciona y, en este caso, en colaboración con la escuela. La familia (ayudada por la escuela) hizo casi toda la tarea antes y después de la entrevista psicoterapéutica; pero fue menester este esclarecimiento puntual que los padres no estaban en condiciones de brindar -y en verdad, el niño- tampoco les habría dado la oportunidad de hacerlo-. En un aspecto, su madre le haba fallado en la infancia, y luego fue demasiado tarde para que hiciese lo que no haba sabido hacer en el momento oportuno. Tanto ella como su marido podan hacer bien todo lo demás, y lo hacían. He aquí un ejemplo efectivo de la confianza de un niño en su familia y en cada uno de sus padres, que le permitió hacer uso de mí y ahondar de inmediato en sus problemas personales, de estructura de la personalidad. En la temprana infancia de este chico haba habido traumas que los padres no pudieron evitar, y que de hecho casi lo convirtieron en un caso de esquizofrenia infantil. En lugar de ello, se volvió un esquizoide, una persona con una creciente necesidad de tratar d resolver un problema. Este y otros problemas semejantes habrían quedado irremediablemente irresueltos en él si se hubiera convertido en un caso de esquizofrenia infantil, o quizá en uno de esos extraños deficientes mentales que muestran retazos de brillo intelectual. De lo anormal a lo normal. La consulta terapéutica es eficaz si hay una familia que funciona, pero la ayuda profesional es indispensable para permitirle al niño o niña usar a la familia que facilita sus procesos madurativos. Esto se conecta, a todas luces, con el trabajo realizado por la familia en funcionamiento con aquellos de sus miembros que de tanto en tanto necesitan, y reciben, atención individual. También se conecta con esa parte del funcionamiento de la familia que tiene que ver con el principio de realidad y el proceso de desilusión; por ejemplo, los ajustes personales vinculados con la llegada de algún hermanito, etc., etc. Esto tiene su punto culminante en el complejo de Edipo, el ajuste individual al hecho de la triangulación de las relaciones interpersonales. En lo tocante a las etapas anteriores de integración y otros procesos madurativos del individuo, la madre (en particular) desempeña el rol de ser la que desilusiona al bebé; y la base de su labor en este aspecto reside en la etapa inicial en la cual (mediante una adaptación especial) le da a cada bebé la ilusión de la experiencia de omnipotencia. El éxito de la función desilusionante de la madre y la familia ha de medirse por la capacidad del niño para la ambivalencia, pero el fundamento de la ambivalencia es esta experiencia de omnipotencia en relación con un objeto. El reflejo ambiental de la ambivalencia entraría la idea de trauma, lo cual nos lleva a considerar cuál es la naturaleza del trauma. La naturaleza del trauma La idea de trauma implica tomar en cuenta factores externos; en otras palabras, corresponde a la dependencia. El trauma es una falla relativa a la dependencia. Es aquello que quiebra la idealización de un objeto por el odio de un individuo, reactivo frente a la falla de ese objeto en lo que atañe a cumplir su función. Por lo tanto, el significado de un trauma vara según la etapa de desarrollo emocional del niño. As tenemos: A. Al principio el trauma implica un derrumbe en el ámbito de confiabilidad del «ambiente previsible promedio», en la etapa de dependencia casi absoluta. Dicho derrumbe se manifiesta en una falla, o falla relativa, en la instauración de la estructura de la personalidad y de la organización yoica. B. La desadaptación es la segunda parte de la función materna, siendo la primera la de dar al niño la oportunidad de una experiencia de omnipotencia. Normalmente, la adaptación de la madre resulta en una falla adaptativa gradual, y esto desemboca en la función familiar de introducir gradualmente el principio de realidad para el niño. Así pues, un estudio del trauma exige al investigador estudiar la historia natural del ambiente con respecto al individuo en desarrollo. El ambiente es adaptativo y luego desadaptativo; el tránsito de la adaptación a la desadaptación se vincula íntimamente con la maduración de cada individuo, y, por ende, con el paulatino desarrollo en el individuo de los complejos mecanismos psíquicos que le posibilitan, a la larga, pasar de la dependencia a la independencia. Hay, pues, un aspecto normal del trauma. La madre está siempre «traumatizando» dentro de un marco de adaptación, y as el bebé pasa de la dependencia absoluta a la dependencia relativa. Pero si el resultado difiere del de un trauma, ello se debe a la habilidad de la madre para percibir la capacidad que tiene su hijo en cada momento de emplear nuevos mecanismos mentales. El sentido de lo «distinto de m» en el bebé depende de que la madre opere en este campo del cuidado materno. Los progenitores en su conjunto, y luego el funcionamiento de la unidad familiar, prosiguen este proceso de desilusión del niño. Clínicamente, es frecuente comprobar que una madre no puede destetar a su hijo. Se lamenta de que el niño «no quiere dejar el pecho». Bien puede suceder que la madre se halle en una fase depresiva, en la cual el odio (tanto activo como pasivo) no está al alcance de su conciencia o en condiciones de ser usado en las relaciones. De hecho, la madre no puede cumplir su papel en el proceso de desilusión, del cual el destete es una expresión. Dicho de otro modo, una madre sana o normal es capaz de suscitar la ambivalencia en la relación con el objeto, y de poder utilizarla apropiadamente. La misma dificultad puede presentarse bajo la forma del rechazo de un niño a ir a la escuela, siendo la madre, por lo común, ignorante del papel que desempeña. El niño puede ser consciente de que lo que él no puede soportar es la incapacidad de la madre para hacer frente al hecho de perderlo. C. En su acepción más popular, el término «trauma» implica el derrumbe de la fe: El bebé o niño ha construido una capacidad de «creer en algo», y ocurre que la provisión ambiental primero se amolda a esto y luego falla. De este modo, el ambiente lo persigue, al penetrar en sus defensas. El odio reactivo del bebé o niño quiebra el objeto idealizado, y es dable que esto sea experienciado como un delirio de ser perseguido por los objetos buenos. Si la reacción es de rabia o de odio apropiados, el término trauma no corresponde. En otras palabras, cuando hay una rabia apropiada la falla ambiental no ha sobrepasado la capacidad del individuo de habérselas con su reacción. D. Cuanto mayor sea la integración alcanzada por el niño, más gravemente puede ser herido por un trauma herido o sometido a un sufrimiento, por oposición a impedirle alcanzar la integración-. A la larga, en el complejo de Edipo; en las interrelaciones del tipo de las que se dan entre tres personas totales, el niño necesita durante un período experiencia confiabilidad personal de sus padres, a fin de usar toda su dotación (mecanismos de proyección y de introyección), y -de modo que pueda establecerse en ese período la realidad psíquica personal o interna que convierte ala fantasía en una experiencia comparable a la efectiva relación con el objeto. Una exposición total de este tema debería incluir el concepto de los fenómenos transicionales. El resultado de este crecimiento del individuo es su capacidad para la ambivalencia. E. En definitiva, el trauma es la destrucción de la pureza de la experiencia individual a raíz de la intrusión de un hecho real demasiado súbito e impredecible, y del odio que genera en el individuo, odio hacia el objeto bueno, que no se experiencia como odio sino, en forma delirante; como ser odiado.

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