El vocabulario de Michel Foucault: LETRA P. Parresía

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA P

Parresía

La parresía constituye para Foucault una de las técnicas fundamentales de la prácticas de sí mismo en la antigüedad. En el vocabulario del cuidado de sí, “parresía” es un término técnico. En primer lugar, en la literatura epicúrea, expresa una cualidad del fisiólogo (el médico conocedor de la naturaleza) que define la relación entre el médico y el enfermo. Hablar con parresía, esto es, con libertad de palabra, consiste en decir al enfermo las verdades de la naturaleza que pueden cambiar el modo de ser del sujeto enfermo (HS, 231-232). En segundo lugar, en el contexto más amplio de la relación maestro-discípulo, la parresía define la actitud del maestro que corresponde al silencio del discípulo. En este marco la parresía se refiere tanto a la actitud moral del maestro, al éthos del director de conciencia, cuanto a la técnica necesaria para transmitir los discursos verdaderos. Por ello la parresía tiene dos enemigos, uno moral y otro técnico: la adulación y la retórica. La cuestión de la adulación ha sido un tema importante en la literatura helenística del cuidado de sí. Plutarco y Séneca, por ejemplo, se han ocupado extensamente de esta cuestión. En lo que concierne a la oposición entre adulación y parresía, para comprenderla es necesario comenzar por la relación de oposición y complementariedad entre adulación y cólera. Como vicio la cólera describe el comportamiento arrebatado de quien se encuentra en una situación de superioridad respecto de otro: el señor de la casa, el padre, el maestro. El comportamiento arrebatado representa un abuso en el ejercicio del poder. Ahora bien, la adulación es, precisamente, el comportamiento por parte de quien se encuentra en la posición inferior para compensar este abuso del poder o, mejor, para utilizarlo según sus propios intereses y fines. De este modo, quien está en la posición inferior obtiene favores y premios del superior haciéndole creer mediante el discurso que es más capaz, más rico o más bello de lo que es en realidad. Al mismo tiempo, quien es adulado se vuelve dependiente del discurso del adulador. Procediendo de este modo, se impide que quien ejerce la autoridad establezca consigo mismo una relación verdadera y adecuada. “La conclusión es que la parresía, (el hablar franco, la libertas) es exactamente la anti-adulación. Es la anti-adulación en el sentido de que la parresía es, en efecto, alguien que habla y habla a otro, pero habla al otro de tal manera que este otro pueda, a diferencia de lo que ocurre con la adulación, constituir una relación consigo mismo que sea autónoma, independiente, plena y satisfactoria” (HS, 362). • Foucault marca tres grandes diferencias de la parresía respecto de la retórica. Primero, la retórica no tiene por finalidad establecer la verdad, sino persuadir. En cierto sentido, es un arte capaz de mentir. En la parresía, en cambio, se trata sólo de la transmisión de la verdad. En segundo lugar, la retórica es un arte organizado según procedimientos reglados. En cuanto a la parresía, algunos autores sostienen que no es un arte (Séneca), mientras otros sostienen lo contrario (Filodemo de Gádara). En todo caso, las reglas de la parresía son diferentes de las reglas de la retórica; se trata, más bien, de reglas de prudencia, de habilidad para saber cómo y, sobre todo, cuándo hablar para que el discípulo reciba el discurso verdadero en la mejor ocasión (HS, 367). En tercer lugar, la finalidad de la retórica es, a través de la influencia que se pueda ejercer mediante la palabra, dirigir las discusiones de la asamblea, conducir al pueblo o conducir un ejército. A diferencia de la retórica, el discurso de la parresía tiene por finalidad que aquél a quien está dirigido establezca consigo mismo una relación plena y soberana (HS, 368-369). • Para describir la parresía positivamente Foucault se apoya en tres textos: Acerca de la parresía de Filodemo de Gádara, la Carta 75 de Séneca a Lucilio, el Tratado de las pasiones de Galeno. Filodemo presenta la parresía como un arte conjetural (por oposición al método) acerca de la ocasión propicia (kairós) para dirigirse al discípulo (HS, 371). En este sentido, el arte del filósofo es semejante al arte del navegante y del médico. El texto de Filodemo (fragmento 25) agrega, además, un elemento novedoso respecto del resto de la literatura sobre la cuestión. Se trata de la parresía como práctica en las relaciones entre discípulos (HS, 372). “Y es efectivamente esto, según cierto número de textos, por otra parte extremadamente alusivos y esquemáticos, lo que se encuentra en los grupos epicúreos, es decir, la obligación, para quienes son alumnos, de reunirse en grupo delante del kathegoúmenos y entonces hablar: para decir lo que piensan, para decir lo que tienen en el corazón, para decir las faltas que han cometido, las debilidades de las que se sienten responsables o a las que todavía se sienten expuestos. Y de este modo se encuentra, por primera vez, parece, de manera muy explícita dentro de esta práctica de sí de la Antigüedad grecorromana, la práctica de la confesión” (HS, 373). • A diferencia de lo que ocurre en la obra de Filodemo, en el texto de Galeno no encontramos una teoría de la parresía, sino más bien una serie de indicaciones. En primer lugar, Galeno observa que, así como el médico no puede curar sin el conocimiento de la enfermedad, tampoco es posible curarse de los errores y de las pasiones sin saber cuáles son. Ahora bien, en este caso, puesto que somos frecuentemente ciegos respecto de los propios errores y pasiones, se requiere del juicio de otra persona. En el lenguaje de la cultura del cuidado de sí, se requiere un director de vida, un guía. Galeno enumera las condiciones que éste debe poseer: hablar con parresía, ser una persona de cierta edad, ser lo más desconocido posible. En este último punto Galeno se distancia de la tradición platónica en la que la dirección del alma se apoyaba en la relación amorosa (HS, 382). • Respecto de Séneca, Foucault toma en consideración, además de la Carta 75 a Lucilio, las 29, 38 y 40. En ellas Séneca marca las diferencias entre el discurso retórico y la parresía. Si bien un discurso franco puede ser formulado de manera florida y elocuente, su objetivo es otro. Y a propósito de ello Séneca insiste en la relación entre este discurso y quien lo recibe. No se trata de retenerlo en la memoria con el recuerdo de su belleza, sino de conservarlo de tal modo que sirva como conducta de vida, que sea posible hacerlo vivo cuando se presente la situación adecuada. Los textos de Séneca retoman, además, las metáforas clásicas del médico y del navegante. • “La parresía (la libertas, el hablar franco) es pues esta forma esencial –y de este modo resumiría lo que quería decirles sobre la parresía– de la palabra del director: palabra libre, independiente de las reglas, libre de los procedimientos de la retórica, porque ella debe, por una parte ciertamente, adaptarse a la situación, a la ocasión, a las particularidades del oyente; pero, sobre todo y fundamentalmente, es una palabra que, del lado de quien la pronuncia, equivale a un compromiso, equivale a un nexo, constituye un determinado pacto entre el sujeto de la enunciación y el sujeto de la conducta. El sujeto que habla se compromete. En el momento mismo en que dice ‘digo la verdad’, se compromete a hacer lo que dice y a ser sujeto de una conducta que es una conducta obediente punto por punto a la verdad que formula” (HS, 388-389). • Parresía ha sido traducido al latín como libertas, y a las lenguas romances como “hablar francamente”. (HS, 248, 356)

Parrhêsia [139]: HS, 132, 152, 158, 163-164, 220, 231-232, 338, 348-351, 355-357, 362-374, 378-379, 381-382, 384, 386-389, 393, 397.

Parrhèsie [2]: HS, 374.

Parrhesia [1]: DE4, 734.

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