Apéndice A.
Freud y Ewald Hering
[Entre los maestros que tuvo Freud en Viena se contó el fisiólogo Ewald Hering (1834-1918), quien, según nos relata Jones (1953), en 1884 le ofreció al joven Freud un puesto como ayudante de él en Praga. Un episodio acontecido unos cuarenta años después parece sugerir, como señala Ernst Kris (1956), que Hering pudo haber influido en las concepciones de Freud sobre lo inconciente (Cf. mi «Nota introductoria» a «Lo inconciente» (1915e)) En 1880, Samuel Butler publicó su libro Unconscious Memory, el cual incluía la traducción de una conferencia pronunciada por Hering en 1870, «Über das Gedáchtnis als cine allgemeine Funktion der organisierten Materie» {Sobre la memoria como función universal de la materia organizada}; Butler declaraba coincidir, en general, con Hering. Un libro de Israel Levine con el título The Unconscious fue publicado en Inglaterra en 1923, y su traducción al alemán, hecha por Anna Freud, apareció en 1926, aunque una de sus secciones (parte 1, sección 13) fue traducida por el propio Freud; en ella, Levine mencionaba la conferencia de Hering, pero se ocupaba más de Butler que de este último. En tal sentido, Freud agregó, en la página 34 de la versión alemana, la siguiente nota al pie:]
«El lector alemán, familiarizado con la citada conferencia de Hering, a la que considera una pieza maestra, en modo alguno se inclinará, desde luego, a conceder prioridad a las elucidaciones que en ella basa Butler. En Hering, por lo demás, hallamos certeras observaciones que confieren a la psicología el derecho a suponer una actividad anímica inconciente: «¿Quién podría confiar en que desentrañará la trama de nuestra vida interior, formada por millares de hilos, si quiere perseguirlos sólo hasta donde discurren dentro de la conciencia? ( … ) Cadenas como estas de procesos nerviosos materiales inconcientes, que culminan en un eslabón acompañado de percepción conciente, han sido designadas como series de representaciones inconcientes y razonamientos inconcientes, y esto puede justificarse también desde el punto de vista de la psicología. En efecto, a la psicología con mucha frecuencia se le escurriría el alma de las manos si pretendiera no considerar sus estados inconcientes«». [Hering, 1870, págs. 11. y 13.]