Obras de S. Freud: La interpretación de los sueños, Estímulos y fuentes del sueño: Fuentes psíquicas de estímulo

Fuentes psíquicas de estímulo

Cuando tratábamos las relaciones del sueño con la vida de vigilia y considerábamos el origen del material onírico, nos enteramos de que en opinión de los investigadores del sueño, tanto los más antiguos cuanto los más recientes, los hombres sueñan con aquello en que se afanan durante el día y que les interesa en la vigilia. Ese interés que se continúa en el dormir desde la vida de vigilia no sólo sería un lazo psíquico que ata el sueño a la vida; se nos presenta como una fuente no desdeñable del sueño, que, junto a lo que ha devenido interesante durante el dormir (los estímulos que sobrevienen en ese estado), bastaría para explicar el origen de todas las imágenes oníricas. Pero ya vimos que esa afirmación es contradicha por quienes sostienen que el sueño aparta al soñante de sus intereses diurnos, y que por regla general sólo soñamos con las cosas que más nos han conmovido durante el día cuando ya han perdido el atractivo de la actualidad para la vida de vigilia. De tal suerte, en el análisis de la vida onírica tenemos a cada paso la impresión de que no pueden establecerse reglas universales si no es previendo restricciones mediante un «a menudo», «por regla general», «casi siempre», y admitiendo de antemano la validez de las excepciones.
Si los intereses de la vigilia, junto con los estímulos interiores y exteriores sobrevenidos durante
el dormir, bastaran para agotar la etiología del sueño, tendríamos que ser capaces de dar razón
satisfactoria del origen de todos los elementos de un sueño; el enigma de las fuentes del sueño
se habría disipado, y no quedaría sino deslindar, en cada sueño, las contribuciones respectivas
de los estímulos oníricos psíquicos y los somáticos. En realidad, en ningún caso se ha logrado
esa resolución completa de un sueño, y a quienes la intentaron les quedaron sobrando
ingredientes oníricos -casi siempre muy abundantes- sobre cuyo origen nada pudieron decir.
Evidentemente, el alcance que tienen los intereses diurnos como fuentes psíquicas del sueño no es el que haría esperar la confiada afirmación según la cual seguimos ocupándonos en sueños de nuestros asuntos.
Otras fuentes psíquicas del sueño no se conocen. Por eso todas las explicaciones del sueño que hallamos en la bibliografía -con excepción quizá de Scherner, a quien después citaremos exhiben una gran laguna en cuanto a la derivación del material de imágenes-representaciones más característico para el sueño. En esta perplejidad, la mayoría de los autores se han inclinado por empequeñecer en lo posible la contribución de lo psíquico en la excitación de sueños, que tan inasible se presenta. Es verdad que adoptan como clasificación principal la que distingue el sueño por estímulo nervioso del sueño por asociación, el último de los cuales halla su fuente exclusivamente en la reproducción [de un material ya vivenciado] (Wundt, 1874, págs. 657-8), pero no pueden quitarse la duda de «si [el sueño] ocurre sin un estímulo corporal que dé el impulso inicial» (Volkelt, 1875, pág. 127). Además, es insuficiente la caracterización del sueño por asociación puro: «En los genuinos sueños por asociación no puede hablarse ya de un tal núcleo firme [proveniente de una estimulación somática]. En ellos, hasta el centro del sueño está constituido por un agrupamiento laxo. Si en todo sueño la vida representativa queda liberada de la razón y del entendimiento, en los de este tipo ni siquiera es cohesionada por excitaciones corporales o anímicas ponderables, y así queda abandonada a su propio ajetreo multicolor y a un vértigo inconexo en que todo se entremezcla» (Volkelt). Wundt intentó después (1874, págs. 656-7) minimizar la contribución de lo psíquico a la excitación de los sueños, cuando explico’ que «erróneamente se ve en los fantasmas del sueño alucinaciones puras. Es probable que la mayoría de las representaciones oníricas sean en realidad ilusiones, en cuanto provienen de las imp resiones sensoriales apenas perceptibles, que nunca se extinguen del todo durante el dormir». Weygandt hizo suyo este punto de vista y lo generalizó (1893, pág. 17).
Respecto de todas las representaciones oníricas afirma que «su causa más próxima son
estímulos sensoriales, a los que después se añaden asociaciones reproductivas». Todavía más
lejos va Tissié en el rechazo de las fuentes psíquicas de estímulo (1898, pág. 183): «Les rêves d’origine absolument psychique n’existent pas» (1); y en otro pasaje: «Les pensées de nos rèves nous viennent du dehors … ». (2)
Aquellos autores que, como el influyente filósofo Wundt, adoptan una posición intermedia, no
dejan de observar que en la mayoría de los sueños cooperan estímulos somáticos e incitadores
psíquicos desconocidos o reconocidos como intereses diurnos.
Más adelante sabremos que el enigma de la formación de los sueños puede resolverse mediante el descubrimiento de una inopinada fuente psíquica de estímulos. Entretanto, no nos maravillemos de que los estímulos que no brotan de la vida psíquica sean sobrevalorados en la formación de los sueños. No sólo son los únicos que pueden descubrirse fácilmente, y aun corroborarse por el experimento; además, la concepción somática de la génesis del sueño responde en un todo a la orientación de pensamiento que hoy domina en la psiquiatría. Es que si bien se insiste con la mayor fuerza en el dominio del cerebro sobre el organismo, todo lo que pueda revelar una independencia de la vida anímica respecto de alteraciones orgánicas demostrables, o una espontaneidad de aquella en sus exteriorizaciones, asusta hoy a los psiquiatras como si su reconocimiento hubiera de retrotraernos a los tiempos de la filosofía de la naturaleza y de la metafísica del alma. La desconfianza del psiquiatra ha puesto a la psique, por así decir, bajo caución, y exige que ninguna de sus mociones trasluzca un poder propio de ella. Pero semejante abstinencia no revela sino poca fe en la validez de la cadena causal que se extiende desde lo corporal hasta lo anímico. Aun allí donde la investigación permite reconocer en lo psíquico la ocasión primaria de un fenómeno, un estudio más profundo sabrá descubrir, en cada caso, la continuación del camino que lleva hasta la fundamentación orgánica de lo psíquico. Pero donde lo psíquico haya de resultar, para el estado actual de nuestro conocimiento, la estación final, será preciso admitirlo. (3)

Notas:
1- {«Los sueños de origen absolutamente psíquico no existen».}
2- {«Los pensamientos de nuestros sueños nos vienen de fuera».}
3- [Los temas de esta sección se retoman en el capítulo V, sección C]

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