Ideologia del adolescente, creada o recreada (Aberastury, Erikson, Louise Kaplan)

La conformación de una ideología en el sentido de un conjunto de ideas acerca de la vida, parecía ser una tarea estructurante en la adolescencia, previa etapa que podríamos llamar " cartesiana, en la cual se ponían en duda y se criticaban todas las ideas aportadas hasta el momento por padres y maestros. Luego de una latencia y una pubertad en la cual se había sido un repetidor de ideas ajenas, la adolescencia se planteaba como una época para barajar y dar de nuevo en materia ideológica. En diferentes épocas los adolescentes fueron los más atraídos por las grandes ideologías sobre todo cuando éstas suponían un enfrentamiento con la de la familia.
Decía Arminda Aberastury:
"…sólo cuando la madurez biológica esté acompañada de madurez afectiva e intelectual, que le permitan [al adolescente] su entrada en el mundo adulto
, estará equipado de un sistema de valores, de una ideología que confronta con la de su medio y donde el rechazo a determinadas situaciones se cumple con una crítica constructiva."
Debía construir un sistema de valores, una ética propia, conciente, no mera repetición o puesta en acto de valores introyectados en edades en las cuales no había posibilidad de conceptualizarlos y menos aún, criticarlos.
Esa ideología creada o recreada por cada adolescente era, para Erikson, constituyente de la propia identidad.
"Aquí no estamos hablando meramente de grandes privilegios ni de elevados ideales sino de necesidades psicológicas, porque la institución social que hemos denominado ideología es la guardiana de la identidad. También se pueden ver en la ideología las imágenes de una aristocracia en su más amplio sentido, que tiene el doble significado de que dentro de una imagen definida del mundo y de una marcha dada de la historia, la gente mejor llegará a gobernar y el gobierno desarrollará lo mejor que hay en la gente. Para no perderse de manera cínica o patética, los jóvenes deben ser capaces de convencerse de que los que triunfan asumen junto con el éxito la obligación de ser mejores. Puesto que es mediante su ideología como los sistemas sociales penetran en la fibra de la próxima generación e intentan absorber en su sangre vital el poder rejuvenecedor de la juventud. De esta manera, la adolescencia constituye un regenerador vital en el proceso de la evolución social, porque la juventud puede ofrecer su lealtad y sus energías tanto para la conservación de lo que continúa considerando verdadero como para la corrección revolucionaria de lo que ha perdido su significación regenerativa."
Si no olvidamos que la adolescencia sólo puede comprenderse en relación con el medio y el momento en que se desarrolla, el concepto de Erikson es bastante claro. El y la sociedad en la que vivía creían en el progreso, en el mejoramiento del ser humano y ubicaban en el adolescente la necesidad de una ética que lo preservara del cinismo y del patetismo. Ese adolescente tenía en sí la capacidad de corregir los errores de las generaciones anteriores y no cabían dudas de que estaría dispuesto a ejercerla. Pero ¿qué ocurrirá cuando el medio, la cultura que rodea al adolescente haya decretado el "fin de las ideologías"? ¿Contra qué marco rebelarse? ¿Qué marco utilizar como continente para la propia personalidad? ¿De qué ética aferrarse?
Incluso sin que la ideología cuestionada por los adolescentes fuera uno de los grandes sistemas creados por la humanidad, el grupo de ideas que éstos cuestionaban implicaba por lo menos "la muerte de las ideologías de nuestros padres". Pero en nuestra época la cultura que los rodea también les ahorra este trabajo, fomentando que ellos asuman actitudes escépticas o cínicas.
Louise Kaplan continúa presentando a los adolescentes actuales como seres esencialmente éticos, "ávidos buscadores de autenticidad moral", rebeldes, apasionados e impulsivos, manifestando sus críticas a los autores ya las estadísticas que hablan de adolescentes cínicos y conformistas. Para ella, bajo lo que la sociedad les impone como modelo de acción, los adolescentes siguen manteniendo intactas estas características heroicas.
Se puede pensar que la cultura posmoderna que los rodea encarna aquellos conflictos que habían sido descriptos para su grupo etario. Un collage en lo referente a la identidad, crisis en los valores, ambigüedad sexual, hedonismo, características que no le permiten al adolescente entrar en conflicto con el medio ni con los adultos que lo sostienen.
Pero la pregunta que surge aquí es: ¿puede este marco permitir que la personalidad termine de integrarse o la dejará inmadura, con mayor labilidad a futura patología?
Si bien es cierto que la infancia da las bases de la futura personalidad, quienes trataron en particular la adolescencia mostraron la importancia de las identificaciones de esta época de la vida y cómo es en ella donde termina de consolidarse la misma, proceso a todas luces influido por el medio circundante. Entonces, podemos esperar fallas en la integración de la identidad y la personalidad en las condiciones actuales. Podría ser también que los adolescentes actuales requirieran  nuevas teorizaciones, diferentes a las que se mantienen en vigencia. En lo que sigue intentaremos describir al adolescente actual o "posmo", aquél al cual las teorías clásicas le resultan una  especie de Lecho de Procusto.