Imágenes y poder: El dispositivo en el cine documental político. Qué es un dispositivo?

Imágenes y poder: El dispositivo en el cine documental político

Rubén Dittus

Universidad Católica de la Santísima Concepción (Chile)

1.- ¿Qué es un dispositivo?

Los diccionarios de lengua castellana vinculan el término dispositivo con aquel “mecanismo dispuesto para obtener un resultado” o al “artefacto, máquina o aparato que sirve para hacer algo”. En el campo de las ciencias sociales ha sido abordado por pensadores como Michel Foucault, Gilles Deleuze o Jean-Francois Lyotard, y designa al conjunto de normas, instituciones, categorías y formas de control que existen entre los seres humanos y sus prácticas sociales. Por lo tanto, podemos entender el dispositivo como una red de relaciones imaginarias que disciplinan la existencia social para configurar un orden. En una de sus escasas definiciones del término dispositivo, Foucault (1984) dice en una entrevista realizada en 1977: “Lo que trato de indicar con este nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no dicho, éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos”.

A partir de una particular concepción del poder, Foucault desarrolla su tesis sobre el Estado disciplinar, a partir de la cual da algunos indicios de su noción sobre el dispositivo. Como sabemos, el poder foucaultiano no es estático ni jerarquizado.

Existe una circulación de él en toda la esfera social, en la que tanto dominantes como dominados hacen uso de sus beneficios. Por lo tanto, el poder no se encuentra en aparatos ideológicos o represivos del Estado, ni es una estructura inamovible, sino que producto de una relación compleja de fuerzas en el espacio social. Esto quiere decir que el poder es más que un simple conjunto de restricciones o prohibiciones.

Su fortaleza radica en que actúa como un mecanismo de conocimiento. Está constantemente generando saber. A través de las disciplinas militares el poder controla, pero gracias a los dispositivos educativos u hospitalarios el Estado disciplinar se manifiesta en toda su magnitud.

La tesis de Foucault está estrechamente vinculada a concepto de panóptico del jurista inglés Jeremy Bentham. Este modelo carcelario proponía construir una prisión en la cual los reclusos estuvieran vigilados constantemente, pero sin que tuvieran la posibilidad de ver a sus vigilantes. Si bien, el panóptico jamás fue construido, se articuló como un dispositivo permanente en otras áreas como la medicina, la psiquiatría o el ejército. En definitiva, se trata de una arquitectura que propone una vigilancia periférica desde un núcelo central visible, pero inverificable, para los vigilados. Para Foucault, la sociedad moderna funciona en base al panóptico. Estamos vigilados, somos adoctrinados y reeducados, pero jamás vemos al carcelero que nos observa.

El detenido no debe saber jamás en qué momento se le mira, pero debe estar seguro de que siempre puede ser mirado. Con ello se garantiza el efecto mayor del panóptico: “introducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder” (Foucault 2009: 233).

Recientemente, ha sido el italiano Giorgio Agamben quien con más fuerza se ha referido al concepto de dispositivo. Lo amplía a cualquier cosa que tenga la capacidad para orientar, capturar, definir, modelar o controlar y, así, asegurar conductas y opiniones. De ese modo, no sólo la prisión, la escuela o el hospital serían dispositivos, sino también la lapicera, la escritura, el ordenador o los medios de comunicación.

Puede ser concebido, incluso, como un acto de pensamiento, en la medida que diseña automáticamente un ángulo en la comprensión del entorno significante.

Escribe: “Llamaré literalmente dispositivo cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. No solamente, por lo tanto, las prisiones, los manicomios, el panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas, etc., cuya conexión con el poder es en cierto sentido evidente, sino también la lapicera, la escritura, la literatura, la filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, las computadoras, los celulares y -por qué no- el lenguaje mismo, que es quizás el más antiguo de los dispositivos, en el que millares y millares de años un primate -probablemente sin darse cuenta de las consecuencias que se seguirían- tuvo la inconciencia de dejarse capturar” (Agamben 2008: 38-39).

El dispositivo, entonces, es esa red de relaciones imaginarias que disciplinan la existencia social para configurar un orden. Nace con el sujeto, y ha evolucionado con él, asumiendo diversas formas y regímenes de control. Es un régimen social productor de subjetividad, productor de sujetos atados a mecanismos de regulación que disponen de diversas maneras de control, regulación y vigilancia, históricamente situadas e invisibles para el ojo humano poco instruido.

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