Obras de S. Freud: Proyecto de psicología. (1950 [1895]). Las barreras-contacto

Proyecto de psicología. (1950 [1895]).

Las barreras-contacto

La primera legitimación de este supuesto surge de considerar que aquí la conducción pasa a través de un protoplasma indiferenciado en lugar de pasar, como en otro caso sucede dentro de la neurona, a través de un protoplasma diferenciado, probablemente más apto para la conducción. Así se obtiene un indicio para anudar la capacidad de conducción a la diferenciación, de suerte que uno tiene derecho a esperar que por el propio proceso conductor se cree una diferenciación dentro del protoplasma y, con ella, una mejor capacidad de conducción para ulteriores conducciones.
Además, la teoría de las barreras-contacto admite las siguientes aplicaciones: una propiedad rectora del tejido nervioso es la memoria, vale decir, en términos generales, la aptitud para ser alterado duraderamente por un proceso único, lo cual ofrece llamativa oposición con la conducta de una materia que deja pasar {durchIässen} un movimiento de onda, tras lo cual regresa a su estado anterior. Cualquier teoría psicológica atendible tiene que brindar una explicación de la «memoria». Ahora bien, toda explicación de esa índole choca con la dificultad de tener que suponer, por una parte, que tras la excitación las neuronas serían duraderamente distintas que antes, al par que es imposible no admitir que las excitaciones nuevas tropiezan, en general, con idénticas condiciones de recepción que las excitaciones anteriores. Vale decir, las neuronas quedarían influidas y, a la vez, inalteradas, imparciales. No podemos imaginar fácilmente un aparato capaz de esta complicada operación; entonces, el expediente reside en que atribuyamos a una clase de neuronas ser influidas duraderamente por la excitación, y a otra clase la inalterabilidad frente a ella, o sea, la frescura para excitaciones nuevas. Así se generaría la separación entre «células de percepción» y «células de recuerdo», separación corriente pero que no ha sido articulada en ninguna ensambladura ni ha podido sustentarse en nada.
Si la teoría de las barreras-contacto adopta este expediente, puede darle la siguiente expresión: existen dos clases de neuronas, En primer lugar, aquellas que dejan pasar Qη como si no tuvieran ninguna barrera-contacto, y por ende tras cada decurso excitatorio quedan en el mismo estado que antes, y, en segundo lugar, aquellas cuyas barreras-contacto se hacen valer de suerte tal que Qη sólo con dificultad o sólo parcialmente puede pasar por ellas. Estas, tras cada excitación, pueden quedar en un estado otro que antes, y así dan por resultado una posibilidad de constituir la memoria.
Por consiguiente, existen neuronas pasaderas {durchlässig} (que no operan ninguna resistencia y no retienen nada), que sirven a la percepción, y neuronas no pasaderas (aquejadas de resistencia y retenedoras de Qη ), que son portadoras de la memoria y probablemente también de los procesos psíquicos en general. En lo sucesivo llamaré Φ al primer sistema de neuronas, y ψ al segundo.
Ahora es tiempo de aclarar los supuestos que es necesario hacer acerca de las neuronas ψ para dar razón de los caracteres más generales de la memoria. El argumento es este: son alteradas duraderamente por el decurso excitatorio. Introduciendo la teoría de las barreras-contacto: sus barreras-contacto caen en un estado de alteración permanente. Y como la experiencia psicológica muestra que existe un aprender-sobre con base en la memoria, esta alteración tiene que consistir en que las barreras-contacto se vuelvan más susceptibles de conducción menos impasaderas, y por ende más semejantes a las del sistema Φ. Designaremos este estado de las barreras-contacto como grado de la facilitación {Bahnung}. Entonces uno puede decir: La memoria está constituida por las facilitaciones existentes entre las neuronas ψ.
Supongamos que todas las barreras-contacto ψ estuvieran igualmente bien facilitadas o, lo que es lo mismo, ofrecieran la misma resistencia; entonces es evidente que no resultarían los caracteres de la memoria. En efecto, la memoria evidentemente es, en relación con el decurso excitatorio, uno de los poderes comandantes, que señalan el camino, y con una facilitación igual en todas partes no se inteligiría la predilección por un camino. Por eso se puede decir, con mayor corrección todavía: La memoria está constituida por los distingos dentro de las facilitaciones entre las neuronas ψ .
Ahora bien, ¿de qué depende la facilitación en las neuronas ψ ? Según la experiencia psicológica, la memoria (o sea, el poder de una vivencia para seguir produciendo efectos) depende de un factor que se designa «magnitud de la impresión», y de la frecuencia con que esa misma impresión se ha repetido. Traducido a la teoría: La facilitación depende de la Qη que dentro del proceso excitatorio corre a través de la neurona, y del número de repeticiones del proceso. En esto se muestra, pues, Qη como el factor eficaz, la cantidad; y la facilitación, como un resultado de Qη , y al mismo tiempo como aquello que puede sustituir a Qη .
Como sin quererlo, uno recuerda aquí el afán originario del sistema de neuronas, afán que perdura a través de todas las modificaciones, de ahorrarse ser lastrado {Belastung} Por Qη o de reducir esta lo más posible. Compelido por el apremio de la vida, el sistema de neuronas tuvo que apoyarse en un acopio de Qη Para eso hubo menester de una multiplicación de sus neuronas, y estas tenían que ser impasaderas. Ahora se ahorra el llenado con Qη , la investidura, al menos en parte, estableciendo las facilitaciones. Uno ve, entonces, que las facilitaciones sirven a la función primaria.
Algo más exige esta aplicación del requisito de la memoria a la teoría de las barreras-contacto: es preciso atribuir a toda neurona ψ , en general, varios caminos de conexión con otras neuronas; por tanto, varias barreras-contacto. En esto, en efecto, descansa la posibilidad de la selección que es determinada por la facilitación. Se vuelve totalmente evidente que el estado de la facilitación de una barrera-contacto tiene que ser independiente del de todas las otras barreras-contacto de las mismas neuronas V; de lo contrario, tampoco aquí se obtendría ninguna preferencia, y por tanto ningún motivo. De esto se puede extraer una conclusión negativa sobre la naturaleza del estado «facilitado». Si uno se imagina una neurona llena con Qη , por ende investida, uno sólo puede suponer esta Q [sic] como de igual medida por todas las regiones de la neurona o sea también por todas las barreras-contacto de ella. Por el contrario, no hay dificultad alguna en imaginarse que con una Qη corriente sólo se tome un camino definido a través de la neurona, de suerte que sólo una barrera-contacto esté sometida a la injerencia de la Qη corriente, y después se conserve una facilitación de ella como secuela. Por consiguiente, la facilitación no puede tener su fundamento en una investidura retenida; es que ello no arrojaría como resultado los distingos en la facilitación de las barreras-contacto de la misma neurona. [Dado que, por lo dicho antes, la cantidad es de igual medida en toda la neurona.]  
Queda sin decidir en qué consiste, por lo demás, la facilitación. En un primer abordaje se podría pensar: en la absorción de Qη por las barreras-contacto. Quizá más adelante se haga la luz sobre esto. La Qη cuya secuela ha sido la facilitación es sin duda descargada, justamente en virtud de aquella, que aumenta el carácter de pasadero. Por lo demás, no es necesario que la facilitación que queda tras un decurso de Qη sea tan grande como tuvo que serlo durante ese decurso. Es posible que reste como facilitación duradera sólo un monto cociente de aquella. Y a todo esto tampoco se averigua si tiene el mismo valor el decurso de Q:3 h una sola vez o de Qη 3 veces. Quede todo ello reservado para posteriores adecuaciones de la teoría a los hechos psíquicos.