Miedo a la libertad (Erich Fromm), Cuarta Parte

LOS DOS ASPECTOS DE LA LIBERTAD PARA EL HOMBRE MODERNO

Las doctrinas protestantes prepararon psicológicamente al individuo para el papel que le tocaría desempeñar en el moderno sistema industrial: desarrolló al individuo / y lo hizo mas desamparado; aumento la libertad / y creó nuevas especies de dependencia. Esto es, la sociedad moderna afecta simultáneamente al hombre de dos maneras: por un lado lo hace más independiente y más critico, otorgándole una mayor confianza en sí mismo, y por otro lado mas solo, aislado y atemorizado. En contraste con el sistema feudal de la Edad Media, bajo el cual cada uno poseía un lugar fijo dentro de una estructura social ordenada y perfectamente clara, la economía capitalista abandonó al individuo completamente a sí mismo. Lo que lograba en su vida era por su propio mérito.

Bajo el sistema capitalista el individuo, y en especial el miembro de la clase media, poseía la oportunidad, a pesar de las muchas limitaciones, de triunfar de acuerdo con sus propios méritos y acciones. Además los hombres lograron la igualdad, y también aumentó la libertad política, culminando con el Estado democrático moderno. El capitalismo no solo liberó al hombre de sus vínculos tradicionales, sino que también contribuyo poderosamente al aumento de la libertad positiva, al crecimiento de un yo activo critico y responsable.

El individuo, al sentirse más solo y aislado, su yo se sintió respaldado por factores como la posesión de propiedades, el prestigio y el poder. La admiración de los demás y el poder ejercido sobre ellos se iba a agregar al apoyo proporcionado por la propiedad, sosteniendo al inseguro yo individual.
Para aquellos que poseían escasas propiedades y prestigio social, la familia constituía una fuente de prestigio individual. Allí, en su seno, el individuo podía sentirse «alguien». Obedecido por la mujer y los hijos, ocupaba el centro de la escena, aceptando ingenuamente este papel como un derecho natural que le perteneciera. A parte de la familia, el orgullo nacional (y en Europa con frecuencia el orgullo de clase) también contribuía a darle un sentimiento de importancia. Aun cuando no fuera nadie personalmente, con todo se sentía orgulloso de pertenecer a un grupo que podía considerarse superior a otros.

Factores como las efectivas libertades políticas y económicas, la oportunidad proporcionada a la iniciativa individual y al avance de la ilustración racionalista contribuyeron a la fortificación del yo y condujeron al desarrollo de la individualidad y el avance de la ilustración racionalista. En cambio, los factores de apoyo al yo tan sólo contribuyeron  a compensar la inseguridad y la angustia.

La tendencia hacia la libertad humana alcanzó su culminación durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos de XX. El sentimiento individual de impotencia y soledad fue en aumento, la libertad de todos los vínculos tradicionales se fue acentuando, pero las posibilidades de lograr el éxito económico individual se restringieron. El individuo se siente amenazado por fuerzas gigantescas, y la situación es análoga en muchos respectos a la que existía  en los siglos XV y XVI.

La escena económica y política es más compleja y más vasta de lo que era antes. La desocupación de muchos millones de personas debido a la crisis en la estructura económica ha aumentado su sentimiento de inseguridad. La desocupación ha aumentado también el miedo a la vejez. También la amenaza de la guerra ha contribuido a aumentar el sentimiento de impotencia individual. El individuo se ve enfrentado por un mundo de dimensiones que escapan a su fiscalización, y en comparación al cual él no constituye sino una pequeña partícula. Todo lo que puede hacer es ajustar su paso al ritmo que se le impone. Puede actuar, pero su sentimiento de independencia ha desaparecido.

Este sentimiento de aislamiento individual y de impotencia es algo de lo que el hombre común no tiene conciencia. No puede sobrellevar la carga que le impone la libertad de; debe tratar de rehuirla si no logra progresar de la libertad negativa a la positiva. Las principales formas colectivas de evasión en nuestra época están representadas por la sumisión a un líder, tal como ocurrió en los países fascistas, y el conformismo compulsivo automático que prevalece en nuestra democracia. En nuestro esfuerzo por escapar de la soledad y la impotencia, nos disponemos a despojarnos de nuestro yo individual, ya sea por medio de la sumisión a nuevas formas de autoridad o por una forma de conformismo compulsivo con respecto a las normas sociales imperantes.

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