Momentos de la adolescencia en relación a los procesos de duelo

La pubertad alude a un cambio individual, o sea las transformaciones corporales en un sujeto dado, en su dimensión psíquica y física, en tanto que adolescencia; como nos enseñara Octave Mannoni (1984) implica una dimensión diferente de tipo sociohistórica que amenaza con un conflicto de generaciones.
La adolescencia es entonces un período relativamente indefinido de la vida en el cual podríamos señalar tres momentos distintos, la pubertad o adolescencia temprana, adolescencia mediana y adolescencia tardía. Esta es una categoría útil a los efectos descriptivos, pero tenemos que tener en cuenta que hay una interrelación dinámica permanente entre los fenómenos que describiremos de estos tres momentos.
En todos los procesos de duelo la libido (Freud, 1915) está sometida a movimientos y se pueden describir tres momentos. Un primer momento sería cuando el yo pierde su objeto libidinal, en el cual la libido tiende a volverse narcisísticamente hacia el yo.
Esto es luego de que la negación de la pérdida objetal deja paso a la dimensión subjetiva del dolor. Un segundo momento en que hay una tendencia del yo a ofrecerse al ello como sustituto del objeto perdido que funciona a la manera de una desmentida de la pérdida. Un tercer momento en que la angustia y el dolor conllevan en el mejor de los casos a un reconocimiento de lo perdido y al desplazamiento de esa libido a la búsqueda de nuevos objetos externos.
Una correlación entre esos momentos del duelo y el tránsito que va realizando el adolescente:
En la pubertad, con las modificaciones corporales, lo que prima es la pérdida del objeto (cuerpo infantil, padres infantiles) y lo que ocurre es que el propio cuerpo se convierte en extraño y cambiante, con todo el desajuste del esquema corporal que esto conlleva.
En la adolescencia mediana, el duelo evoluciona hacia aspectos psicológicos, o sea las identificaciones, la función imaginativa, el pensamiento, donde se construyen verdaderas identidades grupales, apareciendo un verdadero culto a la amistad. Estas identidades grupales, lo ponen a salvo en parte de las vivencias de vacío que ya son muy intensas desde la pubertad.
La adolescencia tardía se caracteriza por un retorno al objeto y su contrapartida, la capacidad de estar a solas. Comienza a darse una mejor definición en cuanto a la elección sexual, se busca en forma más comprometida un compañero o compañera, se eligen orientaciones en cuanto al estudio y al trabajo y se comienza a definir también una identidad básica.