Neurolingüística: Lenguaje y trastornos psiquiátricos – Conclusión

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Lenguaje y trastornos psiquiátricos:

Los trastornos que veremos a continuación tienen fundamento psiquiátrico y no lingüístico, esto es, la patología psiquiátrica en sí refleja una serie de conductas, y entre ellas, estudiaremos aquellas de carácter lingüístico. En trastornos como la esquizofrenia, la neurosis o el autismo, la conducta lingüística no aparece visiblemente anómala, y en muchos casos estas conductas tienen ciertas semejanzas con las mismas de un paciente afásico por ejemplo, incluso también se reflejarán muchos patrones en la conducta que podemos identificar como normal.
En un paciente psicótico depresivo puede detectarse inconsecuencia en las respuestas que se ofrecen a un interlocutor (discursos tangenciales) e incapacidad para mantener una relación temática dentro del propio discurso (descarrilamientos). No se observa, sin embargo, agramaticalidad en las construcciones sintáctico-semánticas o razonamientos ilógicos. En la conducta verbal de maníaco-depresivos y esquizofrénicos sí que se reúnen todos los síntomas descritos hasta ahora.
La fase maníaca característica de los maníacos depresivos es la logorrea y la facilidad con que cualquier estímulo externo interrumpe el propio discurso. En el esquizofrénico, a parte de los síntomas ya indicados, ha de añadirse la concisión extrema en respuestas y el discurso semánticamente pobre o repetitivo. Todos estos síntomas marcan una diferencia con lo que sería, en el nivel comunicativo, una conducta normal.
Los pacientes psicóticos muestran otras sintomatologías, acaso menos claras en la identificación de la patología, como la expresión de un discurso con abundantes asonancias y aliteraciones, creación de nuevas palabras, usos impropios de palabras comunes, bloqueos discursivos o repeticiones excesivas e incontroladas de lo dicho por el interlocutor.
La sintomatología verbal del neurótico resulta más difícil de localizar pues requiere una labor hermenéutica por parte del investigador que le obliga a trascender lo puramente observable, así que se pasará por alto un análisis de esta conducta verbal pues consideramos todavía insostenibles científicamente los resultados de estos estudios.
En este trabajo nos hemos ocupado del desarrollo del lenguaje explicando la afasia infantil, ahora nos referiremos al autismo. El niño autista presenta un problema básico de interacción creativa con el entorno, particularmente con el entorno social, lo que se manifiesta en una conducta poco colaboradora y claramente idiosincrásica. El niño autista presenta problemas en su conducta verbal que afectan al dominio interactivo, estos problemas realmente no son significativos en el nivel articulatorio del lenguaje, pues se basan en la incapacidad de dialogar o de enmarcar el propio discurso en el contexto situacional. Resultan característicos en él fenómenos de ecolalia, que llegan a afectar a frases y a oraciones enteras, confusión en el uso de pronombres (en particular los personales), errores continuos o simplificaciones de la construcción sintáctica. Como receptor, el niño autista, es incapaz de contestar de forma coherente, no se sabe si esta actitud responde a una carencia emocional o a una dificultad en la comprensión, seguramente lo primero sea la consecuencia de lo segundo. En la mayoría de los casos es difícil analizar la conducta verbal porque esta es mínima, su comportamiento verbal se asemeja al mutismo.
Otro tipo de trastorno en el niño es el retraso mental, muchos de los aspectos deficitarios en la expresión verbal del retrasado mental responden a estancamientos en determinadas fases del desarrollo del lenguaje, de manera que la conducta verbal de estos sujetos suele ser la que corresponde a los niños (infantilismo). Por tanto hay déficits en los niveles de adquisición fonológica, léxica, morfosintáctica y sintáctico-semántica. Frente al autista el deficiente mental no presenta problemas de naturaleza interactiva y su sistema lingüístico, aunque formalmente deficitario, se encuentra funcionalmente bien explotado, responde en lo fundamental a los patrones pragmáticos comunes.
Los desajustes psíquicos en el niño, particularmente los de naturaleza afectiva o los que son determinados por una inserción problemática del niño en el medio social o escolar se consideran como causas de disfunciones en el nivel escrito de la lengua, esto es, dislexias (lectura) y disgrafías (escritura). También pueden ser explicadas las dislexias y disgrafias, según Estienne, por razones de tipo genético y neurológico.

Conclusión:
La capacidad de expresión y comprensión del lenguaje, como hemos visto a lo largo del presente trabajo, está localizada en el cerebro y una lesión en el mismo podría suponer la pérdida de una o varias capacidades determinadas. Las teorías localizacionistas tratan de asignar a distintas áreas del cerebro distintas funciones, así Broca, a través de sus investigaciones con pacientes desveló la causa de distintas patologías verbales en relación con el área que se viese afectada en el cerebro. Wernicke fue más allá y negó el aislamiento de estas áreas y predijo la necesidad de una serie de conexiones en el cerebro que explicarían mejor los procesos patológicos, mucho más complejos que Broca imaginase. La teoría del conexionismo fue desarrollada posteriormente por Lichtheim, esta teoría no negaba el localizacionismo sino que lo enriquecía y supuso un progreso espectacular en el campo de la neurolingüística y de la neurología en general.
Las bases fueron bien cimentadas durante la primera mitad del siglo XX y los estudios posteriores continuaron bebiendo de esas fuentes. No obstante, hubo otras propuestas y nuevos caminos de investigación, empezó a interesar el estudio de la conducta verbal, de raíz psicologista y se han conseguido grandes logros en este campo. Además el progreso de las tecnologías aplicadas a la investigación ha permitido que ya no sea necesario elaborar solamente teorías centradas en el estudio de casos de pacientes mediante autopsias.
La investigación científica propone ahora soluciones incluso a patologías antes incurables. El estudio de la genética, el ADN, las células madre y otros descubrimientos podrían ofrecer soluciones a la hora de corregir lesiones o de solventar disfunciones congénitas.
Lenguaje y cerebro, como hemos demostrado, guardan una relación funcional incuestionable. El pensamiento se expresa mediante el lenguaje, la capacidad de expresar ideas, emociones y sentimientos con las palabras es una realidad que nos diferencia de los animales. Pero el cerebro humano sigue siendo todavía un misterio a pesar de los avances logrados y el habla humana es, en definitiva, el reflejo de nosotros mismos y por tanto, de nuestro cerebro.

FUENTE: Revista Digital Universitaria
10 de diciembre 2008 • Volumen 9 Número 12 • ISSN: 1067-6079
José Manuel Martínez Sánchez
Lcdo. Filología Hispánica
(Universidad de Murcia)