Noción de autonomía yoica en psicoanálisis (Heinz Hartmann – David Rapaport): Garantías de la autonomía yoica

La noción de autonomía yoica en psicoanálisis: aportes de Heinz Hartmann y David Rapaport a la teoría y práctica psicoanalíticas contemporáneas

Autor: Juan, Santiago

Garantías de la autonomía yoica:

Para responder cómo está garantizada la autonomía del yo con respecto al ello, Rapaport
apela a la distinción elaborada por Hartmann entre autonomía secundaria y autonomía
primaria.
Por un lado, apoyado en la idea de que la adaptación no sería posible sin un factor
constitucional que la garantizara, Rapaport plantea que los aparatos de autonomía primaria
son la garantía final de la autonomía que posee el yo con respecto al ello. Así, estos
elementos dados por herencia que garantizan la relación con la realidad son, al mismo
tiempo, garantía de que el yo no quede absolutamente a merced de los impulsos. Son
elementos, por así decirlo, que atestiguan la existencia del mundo externo, más allá de la
existencia de los impulsos. El término “garantía final” implica aquí que se trata de una
garantía innata, que sería la última en perderse en una situación de interferencia de
autonomía yoica.
Por otro lado, la noción de autonomía secundaria le va a permitir a Rapaport plantear que
todas aquellas funciones secundariamente autónomas son también garantía de la autonomía
del yo con respecto al ello. Ahora bien, garantizan la relación con la realidad (y al mismo
tiempo la autonomía del yo con respecto al ello) en una forma distinta a los aparatos de
autonomía primaria. Son garantías ubicadas en el polo de lo adquirido, refieren a los
resultados sucesivos de los procesos de cambio de función antes mencionados. Como tales,
garantizan la autonomía del yo de forma “proximal”, dado que están más próximos a perderse
en situaciones de interferencia de autonomía. Difícilmente pueda perderse totalmente la
posibilidad de percibir (garantía final de la autonomía del yo respecto al ello) en situaciones
de interferencia de autonomía. Es factible, en cambio, que frente a situaciones de conflicto, el
orden como rasgo de carácter secundariamente autónomo (garantía proximal de la
autonomía del yo con respecto al ello) se torne en una compulsión por ordenar.
Respecto de las garantías de la autonomía del yo con respecto al medio exterior, Rapaport
aplica el mismo esquema lógico: por un lado, garantías ubicadas en el polo de lo innato,
como garantías finales; por otro lado, garantías ubicadas en el polo de lo adquirido, como
garantías proximales. Las garantías finales de la autonomía del yo con respecto al medio
están dadas por la propia dotación pulsional del ser humano. De esta manera, el ello
previene contra la esclavitud a los estímulos del medio en tanto atestigua la existencia de un
mundo interno, además del externo. Apelando a un ejemplo literario, Rapaport muestra cómo
la novela 1984 de Orwell (1949) ilustra una sociedad empeñada en maximizar el control sobresus miembros, eliminando toda posibilidad de individualidad. Los héroes de la novela son
individuos que se niegan a renunciar a sus impulsos más básicos. El apelar a los propios
impulsos les garantiza, por así decirlo, no quedar atrapados por las demandas externas.
En cuanto a las garantías proximales de la autonomía del yo con respecto al medio exterior,
Rapaport las ubica como todos aquellos derivados pulsionales que, a lo largo del desarrollo,
se han transformado en intereses, ideologías, valores personales, sistemas de creencias.
Toda esta gama de variables estrictamente personales de cada individuo, que Rapaport
(1957/1962, p176) denomina “estructuras superiores del yo y el superyó”, garantizan al yo el
preservarse frente a lo que provenga del medio externo. Por ejemplo, las experiencias en las
situaciones límites, como la de Bettelheim (1943/1983) en los campos de concentración nazi,
muestran cómo determinados individuos han podido apelar a recursos internos para
sustraerse de un medio ambiente traumático. En efecto, fueron la formación analítica de
Bettelheim, su interés teórico y sus convicciones respecto de mantenerse lo más parecido
posible a como era antes del campo de concentración, las que funcionaron como garantías
proximales de la autonomía del yo con respecto al medio.

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