Obras de S. Freud: Experiencias y ejemplos extraídos de la practica analítica (1913)

Experiencias y ejemplos extraídos de la practica analítica (1913)

«Erfahrungen und Beispiele aus der analytischen Praxis»

Nota introductoria:

Ediciones en alemán

1913   Int. Z. ärztl. Psychoanal., 1, n° 4, págs. 377-82. (Nº 1, 2, 3, 4, 9, 10, 13, 15, 19, 20, 21 y 22 de Freud.)

1928   GS, 11, págs. 301-3. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.)

1931   Neurosenlehre und Technik, págs. 306-8. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.)

1946   GW, 10, págs. 40-2. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.)

1972   SA, 2, págs. 239, 349 350, 398-9, 417-8. Los ítems 1, 2, 3, 9, 115, 19 y 20 fueron incluidos en La interpretación de los sueños desde la 4º ed. (1914)     en adelante.

Traducciones en castellano

1944    «Experiencias y ejemplos de la práctica analítica». EA, 19, págs. 305-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.

1955   Igual título. SR, 19, págs. 261-3. El mismo traductor.

1968   Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 178-80.

1972   Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1675-8.

Al aparecer por primera vez en Internationale Zeítschrift für Psychoanalyse, esta nómina abarcaba veintidós ítems; doce de ellos pertenecían a Freud, nueve eran de Ferenczi y uno de Tausk. Había también una introducción cuyo autor no figuraba, pero que presumiblemente era Freud, ya que se la incluyó en los Gesammelte Schriften. (Véase, asimismo AE, 13, pág. 197, n. 1.) Siete de los ítems de Freud fueron luego agregados, con muy pequeñas variantes, a la 4ª y siguientes ediciones de La interpretación de los sueños (1900a). La introducción y cuatro de los ítems de Freud se reimprimieron en Gesammelte Schriften y en Gesammelte Werke, aunque en realidad uno de ellos ya había sido incorporado a La interpretación de los sueños. Quedan así dos ítems (los números 4 y 21) que nunca fueron reimpresos en alemán.

Aquí se trascribe todo lo que en la versión original pertenecía a Freud. Nos ha parecido más sencillo conservar la numeración primitiva de los ítems; los números faltantes corresponden a las contribuciones de Ferenczi y Tausk.

James Strachey

La colección de pequeñas contribuciones de la que aquí ofrecemos una primera tanda requiere algunas palabras introductorias. Los casos clínicos en los cuales el psicoanalista hace sus observaciones poseen desde luego valor desigual en cuanto a aumentar la riqueza de sus conocimientos. Los hay en que debe aplicar todo lo que él sabe, y no aprende nada nuevo; otros le presentan lo ya consabido con una particular nitidez y bien aislado, de suerte que a estos enfermos no sólo debe corroboraciones, sino también ampliaciones de su saber. Hay derecho a conjeturar que los procesos psíquicos que uno quiere estudiar no son diversos en los casos del primer tipo que en los del segundo, pero uno preferirá describirlos en estos casos favorables y trasparentes. También la historia evolutiva supone que en el reino animal la segmentación del huevo se produce del mismo modo en los que presentan pigmentación intensa, desfavorables para la indagación, que en los de pigmentación escasa, que ella escoge como objetos de estudio [La misma analogía (explicitándola con los huevos «de erizo de mar») fue utilizada por Breuer con idéntico propósito al resumir el caso de Anna O. en Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud, 1895), AE, 2, pág. 64. Ello podría tomarse tal vez como una confirmación indirecta de que estas palabras introductorias pertenecen a Freud.].

Ahora bien, los numerosos buenos ejemplos que en el trabajo cotidiano corroboran al analista lo por él consabido se pierden casi siempre, pues su inserción dentro de un nexo a menudo debe aguardar mucho tiempo. Por eso posee cierto valor arbitrar una forma para que esas experiencias y esos ejemplos se publiquen y ofrezcan al conocimiento general, sin que se deba aguardar su elaboración y subordinación bajo determinados puntos de vista.

La sección aquí iniciada quiere ser el espacio donde se pueda insertar ese material. Parece obligada la síntesis más extrema en la exposición; la seriación de los ejemplos no obedece a regla alguna ([Otra serie de observaciones que, con el mismo título, se publicó un año más tarde (Int. Z. ärztl. Psychoanal., 2 (1914), pág. 377) incluyó una contribución de Freud: «El «gran logro» en el sueño». Fue incorporada a La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 414, con excepción de un pasaje que damos allí a pie de página. Una tercera y última serie de observaciones, publicada en 1915, no contenía nada de Freud.]).

1. Sueño a raíz de una ocasión no discernida

Un hombre de buen dormir despertó cierta mañana, en un lugar veraniego de las montañas del Tirol, con la idea de haber soñado «El papa ha muerto». Durante la mañana de ese mismo día, su mujer le preguntó: «¿Oíste hoy temprano el terrible repicar de las campanas?». No lo había oído, pero era evidente que había soñado con eso. La interpretación que su sueño dio de las campanas era su venganza sobre los piadosos tiroleses. Según informaba la prensa, el papa sufría una ligera indisposición por esos días.

2. Las horas del día en los sueños

Con mucha frecuencia hacen las veces de la edad del soñante en algún período particular de su infancia. Así, en un sueño las cinco y cuarto de la mañana significaban la edad de cinco años y tres meses, el significativo momento en que le nació un hermanito.  Muchos ejemplos similares.

3. Figuración de edades en los sueños

Una mujer sueña que anda con dos niñas pequeñas, cuya diferencia es de quince meses. La soñante no encuentra ninguna familia conocida a la que esto se le aplique. Ella misma interpreta que las dos niñas figuran a su propia persona y el sueño le dice que los acontecimientos traumáticos de su infancia estuvieron separados por ese lapso (a los tres años y medio, y a los cuatro años y nueve meses).

4. Posición al despertar de un sueño

Una mujer soñó que estaba acostada de espaldas Y con las plantas de sus pies presionaba los de otra mujer. El análisis hizo presumir que probablemente estaba pensando en escenas de cabriolas infantiles, con las cuales sustituyó el recuerdo de la observación de un acto sexual. Al despertar se dio cuenta de que, por el contrario, yacía sobre su abdomen con los brazos cruzados, imitando así la posición de un hombre y su abrazo.

9. Dos habitaciones y una habitación

Tuvo un sueño en que vio dos habitaciones familiares que habían sido convertidas en una.

Nada fáctico. El sueño apunta a los genitales femeninos y el ano, que, de niño, él había considerado como un espacio único, la «cola» (de acuerdo con la teoría infantil de la «cloaca»), mientras que ahora sabe que forman dos cavidades y orificios separados. Una figuración invertida .

10. Símbolo del manto

En sueños de mujeres, se ha demostrado sin ninguna duda que un manto {Mantel} es símbolo de un hombre. Acaso la homofonía de las palabras tenga algo que ver en esto {Mann, hombre} .

13. Pies (zapatos) abochornados

Tras varios días de resistencia, la paciente informa que se ofendió muchísimo porque un joven con quien se topa con regularidad en las cercanías de la casa del médico, y que suele contemprarla admirativamente, la última vez arrojó una mirada de desprecio a sus pies. En verdad, no tiene motivo alguno para avergonzarse de sus pies. Ella misma aporta la solución luego de confesar que creía que ese joven era hijo del médico; por tanto, a consecuencia de la trasferencia, le subroga a su hermano (mayor que ella). Ahora sigue el recuerdo de que hacia los cinco años ella solía acompañar a su hermano al baño, donde lo miraba orinar. Presa de envidia por no poder hacerlo como él un día trató de emparejársele haciendo lo mismo (envidia del pene), pero se mojó los zapatos y se enojó mucho cuando su hermano se le burló. Esta experiencia, agrega, comandó su posterior conducta en la escuela. Cuando algo no le salía bien de primer intento, nunca se resolvía a ensayarlo de nuevo, de suerte que fracasó por completo en muchas materias. Un buen ejemplo de la influencia que lo sexual, como paradigma, obra sobre el carácter.

15. Autocrítica de los neuróticos

Es siempre llamativo y merece particular atención que un neurótico suela insultarse, menospreciarse a sí mismo, etc. Como en el caso de los autorreproches, a menudo se logra entenderlo mediante el supuesto de una identificación con otra persona. En un caso, las circunstancias que rodearon la sesión llevaron a solucionar de otro modo ese comportamiento. La joven dama que no se cansaba de aseverar que era poco inteligente, no tenía talento, etc., no quería indicar con ello sino que su cuerpo era muy hermoso, y escondía esta vanagloria tras aquella autocrítica. Por lo demás, tampoco en este caso faltaba la referencia (conjeturable en los de este tipo) a las consecuencias dañinas del onanismo.

19. Miramiento por la figurabilidad

El soñante saca al descubierto {hervorzieben} a una mujer por detrás de la cama, es decir, le da la preferencia {vorzieben}.  El (un oficial) se sienta a una mesa enfrente del emperador: se pone en oposición al emperador (padre). Ambas figuraciones fueron traducidas por el soñante mismo .

20. Sueños sobre personas muertas

Si alguien sueña que habla con un muerto, se asocia con él, etc., ello a menudo significa su propia muerte. Pero si en su sueño se acuerda de que esa persona está muerta, lo que el soñante en verdad hace es rechazar el hecho de que eso signifique su propia muerte .

21. Sueños fragmentarios

Estos a menudo contienen únicamente los símbolos referentes al tema del sueño. Por ejemplo, he aquí un sueño enmarcado en un contexto de impulsos homosexuales: «El iba a caminar a un lugar con alguien… (confuso)… globos».

22. Emergencia en el sueño de síntomas patológicos

Los síntomas patológicos (angustia, etc.) en el sueño parecen querer decir universalmente: «Por eso (dentro del nexo con los elementos oníricos precedentes) me he enfermado». Este soñar corresponde entonces a una continuación del análisis en el sueño.