PERSPECTIVAS: Filiación, obscenidad y violencias

PERSPECTIVAS: Filiación, obscenidad y violencias

Adrián Grassi

Las contiendas parentales, ocasionadas por separaciones
o divorcios conflictivos, se muestran en los paredones y en
las redes sociales. Que una persona exhiba obscenamente
consignas reivindicatorias de su amor paterno-filial y de odio
al otro progenitor, tiene que ver con un contexto cultural que
no repara en la ética de la exhibición.
El presente artículo tiene como marco los Programas
de Investigación UBACyT [1], de Extensión Universitaria
y UBANEX [2] en los que cumplo funciones de Director,
acompañado por equipos de trabajo[3] sin los cuales no sería
posible su implementación.
Desde el año 2001, en las sedes de Independencia y Martínez
de la Facultad de Psicología, existen equipos de psicoterapia
que funcionan en red, articulados con los Programas de
investigación y extensión mencionados. A su vez, existen otros
que trabajan en convenio con la Escuela Ramón Falcón, con
el Hospital Italiano, oficinas de derechos del niño y juzgados
de la Ciudad de Buenos Aires. Estos ámbitos son espacios
donde los alumnos de las materias de grado [4] y posgrado[5]
realizan sus pasantías.
La psicoterapia con niños/as y adolescentes en situación
familiar difícil permite pensar en la doble dimensión individual
y vincular de una estructuración psíquica que puede ser
saludable o psicopatológica. En los tratamientos intervienen
problemáticas referidas a la filiación, afiliación, nuevas formas
de parentalidad y de organización familiar.
Es en este espacio intergeneracional, espacio de circulación
de afectos y de representaciones (intra-psíquicas, vinculares y
sociales), donde pueden quedar obstaculizados para el niño/
a-adolescente los propios procesos de subjetivación para un
desarrollo saludable. Es que es un territorio propicio para el
desarrollo de distintas formas de violencias que desarmonizan
las funciones parentales, obstaculizando procesos de
elaboración y metabolización en sus integrantes. Son,
también, la oportunidad de un cambio con resignificaciones e
inscripciones de réditos subjetivantes.
¿De qué modo se introduce lo obsceno en este contexto, tal
como lo indica el título del trabajo? Me llamó la atención una
inscripción en la luneta trasera de un auto que se mostraba
por la ciudad. Con los nombres cambiados para no alimentar
la obscenidad que comienza a insinuarse, en letras bien
grandes, la inscripción rezaba:

“MARTINA Y AGUSTINA. PAPÁ LAS AMA. JUZGADO DE
FAMILIA N°…, DE TAL CIUDAD”.

Una de las características de lo obsceno es que nunca se
da oculto, en soledad, sino que es fundamentalmente
mostración, puesta en escena de una intimidad (Maier
C. 2005). Inmediatamente, ante el llamado de atención
producido, me dije, “he ahí un buen ejemplo para comenzar
a trabajar lo obsceno”. No obstante, a poco de ahondar en el
tema, me di cuenta de lo paradigmático del ejemplo, lo cual
me entusiasmó aún más a su mención, aunque reconociendo
su pérdida de originalidad.
¿Por qué paradigmático y por qué pérdida de originalidad?
Comencé a recordar tantos casos atendidos durante estos
años en que un tal Sr. X se dirigía sigilosamente a su ex hogar a
la noche para no ser visto y pintaba en las paredes de enfrente
una leyenda similar a esta, o bien con insultos hacia su ex
pareja. También hay casos de leyendas sobre un pasacalle en
la puerta del colegio de los hijos, o publicadas en Facebook y
demás redes sociales, y uno que aprovechando las cámaras
declara en un reportaje televisivo su amor de Padre desvinculado,
culpando a la madre.
Dado que se constituye un grupo en el que comparten cartel
con consignas de reivindicaciones y contiendas parentales,
convine trabajar el fragmento “El Sr.X que exhibe por distintos
medios, la leyenda sobre su amor paterno- filial, y el odio al
otro progenitor”. Es que el caso reúne condiciones para el
planteo de ciertas características que definen una práctica
habitual en estos conflictos familiares. Todo el mundo ha de
saber que él es un buen padre (o madre) y que si no cumple
con sus deberes y obligaciones es culpa (habitualmente,
aunque no con exclusividad) de la madre, quien ha presentado
innumerables denuncias por malos tratos, violencias, abusos
de poder, sexuales, etc., como consecuencia de las cuales, él
tiene prohibido acercarse a más de tanta distancia, dada su
peligrosidad hacia los hijos. Y que es la madre de sus hijos,
que sería mucho mejor que no lo fuera, quien está loca. Que él
cumple con su patriarcal función, hay fotos y filmaciones que
así lo demuestran.
Por supuesto, y para estar a la altura de las vigentes
disposiciones legales, no faltan las referencias a los Derechos
de los niños a ser escuchados y tenidos en cuenta, pero claro
que la apelación a su palabra siempre queda supeditada
al posible diagnóstico del S.A.P. (Síndrome de alienación
parental), sobre todo cuando el niño declama que, por ahora,
no quiere ver al padre.
El uso de los espacios públicos y de las redes sociales, donde
estas consignas y escenas pueden ser vistas por un número
indeterminado de personas, como exhibición de la intimidad,
es una práctica que crece de forma cada vez más acelerada.
Que la mostración en estos casos sea a partir de las marcas
dejadas en la subjetividad herida en las fibras más íntimas
del narcisismo anclado en lo familiar, es propio del contexto
cultural, que no repara en la ética de la exhibición. Es la puesta
en escena, a los fines de su exhibición, de aquello que por tal
mostración toma el valor de una incuestionable verdad, “…y
se da en el seno de una sociedad altamente mediatizada,
fascinada por la incitación a la visibilidad” (Sibilia P. 2008).
Por detrás de estas consignas públicas y ruido de abogados,
hay largas historias de presentaciones judiciales, acuerdos,
desacuerdos, des-vinculaciones, revinculaciones, prohibiciones
de contacto de alguno de los progenitores con los hijos,
pedidos de psicodiagnósticos (que toman el carácter de una
prueba más al servicio de una nueva presentación judicial),
interrupciones de tratamientos, estudios por maltratos, abusos
y violencias, visitas a los hogares por parte de trabajadores
sociales y demás obstáculos que ingresan a las filas de esta
larga cadena de ataques y contraataques entre los ex cónyuges,
más contendientes con los eventuales nuevos integrantes de
las re-organizadas nuevas familias ensambladas.
Nos interesamos por estudiar las formas y los destinos en
el psiquismo en estructuración, que toman las repeticiones
de las violencias, cuando se ponen en juego procesos que
afectan las desvinculaciones y los sufrimientos vinculares que
acompañan.
Destacamos en estos conflictos descriptos por P. Aulagnier
(1975) el nudo en el que “el odio-resentimiento es el cemento
de una separación interminable”, que deja circulante un resto de
sufrimiento vincular no elaborado. ¿Elaborable en otras relaciones?
¿Elaborable en las re-vinculaciones? ¿Elaborable al fin?
Este odio-resentimiento empuja no sólo al ejercicio de violencia
machista contra las mujeres/niños/as. También hemos tenido
oportunidad de apreciar actos criminales de mujeres hacia sus
hijos, cometidos en venganza contra un ex cónyuge, al mejor
estilo (locura) Medea (Córdova N. 2008). El resonado caso del
Crimen del Country es una muestra más actual.
Aunque este transfondo de violencias familiares colorea el cuadro,
cuando vemos las últimas cifras de femicidios, las diferencias
entre violencia machista y desencadenamientos psicóticos de las
madres son abrumadoras. Ciento veinte homicidios de mujeres
durante el primer semestre del año 2012. En siete de cada diez
casos, el presunto agresor resultó ser el marido o ex pareja.
Una consecuencia colateral es que en la primera mitad del año
aproximadamente ciento sesenta hijos/as perdieron a su madre,
mayoritariamente en manos de su padre.
La cualidad esencial del afecto por el que estas escenas se
acompañan, es su carácter explosivo en que los cónyuges/ex
cónyuges no dejan por fuera a los hijos ni a otros integrantes
si los hubiera.
La inscripción psíquica de estos actos (que pueden tomar
dimensiones aberrantes) se produce en escenarios públicos;
se montan escenas obscenas, obstrescène es el neologismo
inventado por Lacan para adicionar lo obsceno y otra escena en
que la transmisión deja al niño/a-adolescente en un atolladero,
callejón sin salida, por su inclusión en las violencias actuadas.
La otra escena que se adiciona es la escena originaria término
que debemos a Freud, retrabajado por P. Aulagnier (ob. cit.),
que describe la relación entre el niño/a/adolescente y sus
progenitores y entre ellos mismos. Se trata de una escena
originaria en la cual el niño/a nunca ha participado como
condición de su existencia misma. “Venimos de una escena
en la que no estuvimos. El hombre es aquel a quien le falta una
imagen” (Quignard P. 2000).
La “intención maliciosa y grosera” de incluir al niño/a/
adolescente en una escena de odio-resentimiento manifiesto
entre los progenitores, compañeros de crianza, es obsceno
en la medida en que se incluye al niño en una escena de
los orígenes de la cual esta radicalmente ausente y que
tiene como referencia el signo Eros de ligadura. Aquí la
obscenidad, exceso de mostración e inclusión del niño en la
escena, sumado a la violencia ejercida contra el partenaire/
expartenaire, escinden la escena de los orígenes (Grassi A.
2010), lo cual tiene su correlación en el psiquismo del niño.
Los actos obscenos muestran/delatan espectacularmente la
falta de simbolización. Allí donde hay imposibilidad de simbolizar,
de metabolizar el odio-resentimiento irrumpe lo obsceno. Lo
obsceno no remite a nada que no sea a lo que se produce por
el hecho de ser objeto de una mirada (Inda N. 2012).
A estas violencias a partir de los cuales el niño debe realizar
un trabajo psíquico las reunimos en dos grupos:
1. Las que implican la apropiación psíquica con efectos de
exclusión de las huellas de una de las ramas genealógica:
partición del árbol genealógico. Llamamos a este grupo de
las escisiones en la genealogía (Grassi A. y otros, 2012) y son
los efectos de la violencia fundamental (Bergert 1990) que
opera en los vínculos. Este funcionamiento es bien específico
en los casos de graves conflictos familiares ocasionados
por divorcios y, si bien el término apropiación, tratándose de
niños, guarda un sentido muy específico en nuestro contexto
histórico, se establecen relaciones entre la apropiación del
psiquismo del niño y la apropiación de quienes hacen del niño
un trofeo-significante del triunfo sobre el rival. El máximo deseo
del conquistador sobre el conquistado es arrebatarle sus hijos
para borrar toda huella de sus linajes en la descendencia.
Forclusión tanto de los orígenes y de las huellas genéticas
selladas en el acto reproductivo, como de las inscripciones
simbólicas de los orígenes del niño (cambios de nombres, etc.).
Las diferencias entre los casos de apropiación del psiquismo
con los casos de apropiación de los cuerpos y la historia, son
diferencias aunque sus diferencias no son tan difirientes.
2. Otro de los efectos de las violencias que intervienen en la
estructuración psíquica que registramos es el de las fusiones
y confusiones generacionales. En este grupo se destaca
como elemento central en la etiología, la implicancia de una
historia y pre-historia potencialmente patógena. Procesos de
transmisión de objetos difícilmente transformables (Eiguer A.
1998), fracasos en los trabajos de duelo y de simbolización
en la sucesión y transmisiones generacionales. Lo que le
da un carácter altamente patógeno a las controversias en
los divorcios en este grupo, es que los mismos se inscriben
sobre el escenario de procesos patógenos que se repiten
en la genealogía. Las violencias implicadas son del orden de
lo espectral, cercano al delirio y lo alucinatorio, se trata de
contenidos encriptados, de forclusiones locales (Nasio D.
1987), del clivaje del Yo. “Lo que afecta al niño es la violencia
de los afectos parentales, en forma de angustias, cólera,
depresión, de actos extraños” (Nachin 1997). Se ponen en
juego problemáticas propias de las identificaciones y los
emplazamientos generacionales. La ambigüedad (Bleger
J. 1967) y confusión generacional (Kaës R. 2010, ob.cit.)
regulan los procesos psíquicos del niño. La figura topológica
que representa el proceso es el anudamiento fusionadofusionante
de al menos tres generaciones con su consecuente
indiferenciación y telescopage generacional (Faimberg H.
1996). Los trabajos psíquicos del niño/a-adolescente, son del
orden de la diferenciación y un re-anudamiento diferenciante
intergeneracional.
Las violencias como efecto de los conflictos por divorcios
controvertidos tienen distintas capas o pliegues de significación.
Lo específicamente subjetivo funciona en el contexto y
en congruencia con un grupo familiar y genealógico. La
intervención de los dispositivos médico-psicológico-legales,
que con sus discursos y prácticas operan como mecanismos
regulatorios, fracasan la mayoría de las veces y cuando no,
operan tarde o acompañan a los consultantes en el ejercicio de
una violencia descontrolada. La judicialización de los conflictos
familiares parece expandir sus efectos, así como tenemos sus
equivalentes primos hermanos, medicalización, psicologización.
Un niño en la primera entrevista, en la que por orden del Juez
se había indicado un (el séptimo) proceso de revinculación, se
anticipa a la terapeuta: “ya sé, querés que te dibuje una familia”.
La pregunta que nos hacemos es si los dispositivos
clínicos que necesariamente van a dar lugar a lo obsceno
y sus violencias (Barros G. y otros 2012), sumados a la
judicialización de los conflictos familiares, pueden ─y he ahí
la apuesta creativa─, además contener la dimensión de lo
saludable, haciéndose un lugar en lo que aparece como
exceso con consecuencias desubjetivantes.
Estos efectos no se producen por el exclusivo accionar
(o no accionar) de los representantes del poder judicial y la
inoperancia de otras instituciones intervinientes, produciendo
desconcierto y desorientación en otras instituciones (las
escuelas, por ejemplo) que forman parte del dispositivo.
Diferenciamos el trabajo interdisciplinario en equipos con
jueces, abogados, docentes, profesionales de la salud, como
lo hacemos habitualmente para volver a pensar los casos
que presentan importantes dificultades de orden clínico y
psicopatológico, de la judicialización de los conflictos. La
judicialización de los conflictos es un efecto no deseado, por
la injerencia exclusiva de un discurso que incluye prácticas
de dominio de unos de los contendientes sobre otro u
otros, potenciando el conflicto, con efectos des-vinculantes,
des-subjetivantes. Como resultado de estas prácticas, se
atacan tanto la potencialidad vinculante, como la referencia
al hijo/a en posición de alteridad, como sujeto de deseo,
como sujeto del Derecho, en concordancia con la C.I.D.N.;
se desestabiliza y dificulta la elaboración y la creación de
nuevos reordenamientos del entramado familiar; sus vínculos
se constituyen en productores de sufrimientos, se negativizan
(Green A 1990) los vínculos, se obstaculizan funciones de
elaboración y ligaduras.
Celebramos el nuevo Proyecto de Ley sobre violencia, que
contempla una serie de disposiciones que significan un
avance en la legislación para intervenir en distintas formas de
violencias domésticas y de incumplimientos de obligaciones
familiares por parte de los padres.
La acumulación de denuncias por violencias realizadas ante
la justicia y las inacciones de los organismos responsables,
operan como cómplices de las actuaciones y obscenidades,
perpetuando interminables repeticiones que no cesan de no
inscribir “la separación”.
Adrián Grassi es Docente en la Facultad de Psicología UBA:
Titular de la materia Psicología Evolutiva y Adolescencia Cát.
II, Prof. Responsable de Práctica Profesional Problemáticas
clínicas en niñez, adolescencia y familia, Prof. Responsable
en Carrera de Especialización en Psicoanálisis con niños y
adolescentes. Co-autor del libro Entre niños, adolescentes
y funciones parentales (Ed. Entreideas, 2010). Director de la
Revista Generaciones (Eudeba, 2012). Director de Proyectos
UBACyT y UBAnex.

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y funciones parentales. Psicoanálisis e interdisciplina. Buenos Aires:
Editorial Entreideas.
Notas
[1] Constitución psíquica en niñ@s/adolescentes con conflictos
familiares por divorcios controvertidos (2010-2012) y El trabajo clínico
con niños/niñas/adolescentes con familias en proceso de separación
o divorcio controvertido. Perspectiva psicopatológica, su articulación
con los cambios socio-culturales (2012-2015)
[2] Intervenciones Psicoterapéuticas con niños/as/adolescentes en
situación familiar difícil (Proyecto académico solidario) (2010-2011-
2012).
[3] Equipos coordinados por la Lic. María Eugenia Otero, Lic. Mariana
Britos, Lic. Marcela Guglielmo y Lic. Liliana Grandal.
[4] Psicología Ev. Adolescencia, Cat. II y Práctica Profesional:
Problemáticas clínicas en niñez, adolescencia y familia. Fac. Psicología
UBA.
[5] En Carrera de Especialización en clínica con niños y adolescentes.
Facultad de Psicología UBA.