PSICOLOGÍA MÉDICA: Estrés del entorno hospitalario y familiar, relación medico-paciente, tarea de enfermería

Estrés del entorno hospitalario – Psicología Médica

EL ESTRÉS DEL ENTORNO HOSPITALARIO Y FAMILIAR EN CIRUGÍA

CONSIDERACIONES GENERALES DE LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE

La relación médico paciente es una relación interpersonal muy
particular que merece atención para que se logre un manejo eficaz de la
situación:
el paciente y el médico cumpliendo sus roles.
El médico no debe perder de vista que el enfermo inicia su relación con
él aun antes del primer contacto personal. Generalmente, cuando un
enfermo acude a la consulta, ya tiene ciertas nociones y hasta
prejuicios acerca del médico. Dicha relación también dependen de
circunstancias como:
el paciente que recurra a la consulta por su propia
iniciativa o lo haga bajo presiones de sus familiares (también en este
aspecto la familia juega un papel importante), o aquel en que el médico
haya sido recomendado por alguien en quien realmente confía, etcétera.
Lo habitual es que cuando paciente y médico se encuentran por primera
vez, el primero tiene ya montada una idea sobre el segundo, siendo esta
idea más o menos distorsionada.

EL ESTRÉS PROFESIONAL DEL CIRUJANO

El médico debe adaptarse a las ansiedades y los temores que le
despierta su trabajo, y en ese sentido la cirugía conlleva un elevado
estrés laboral.
Por un lado, es estresante la intervención quirúrgica en
sí con sus complejidades técnicas y sus riesgos que pueden comprometer
la vida del paciente (así como para cada enfermo es difícil abandonarse
al cuidado de cirujanos y anestesistas y tolerar que su cuerpo y su vida
dependan de ellos, también para el médico es gravoso contener esa
situación y asumir la responsabilidad de trabajar en condiciones que
implican un riesgo de muerte potencial). Pero, por otro lado y dada la
severidad de las dificultades psicológicas de muchos pacientes
quirúrgicos, agrega nuevos elementos de presión el tener que afrontar el
enojo, la hostilidad o las demandas irracionales e imposibles de
algunos enfermos mal adaptados.
Para enfrentar situaciones tan complejas se requieren características
personales especiales. Schuffer y Figeroa han puntualizado que en cada
disciplina médica existe un cierto estereotipo de personalidad, que
resulta de un proceso de interrelación mutua entre las características
personales de quienes ya practican la especialidad, de quienes se
autoseleccionan para practicarla y de las exigencias que ella plantea.
En un estudio en el que compararon la autoimagen profesional de
cirujanos y clínicos, estos autores encontraran, como características
personales de los cirujanos, la valentía y la impaciencia, cierto grado
de sobredimensionamento del yo y omnipotencia, y resistencia a la fatiga
física y mental. Todo esto se podría agregar que son cualidades casi
imprescindibles para poder enfrentar el desafío que presupone la
realización de un acto quirúrgico.
Si en algún momento estos rasgos de personalidad no logran una buena
adaptación al estrés generado por la práctica de la profesión, pueden
contribuir a la producción de complicaciones. Con respecto a la negación
de ansiedades y temores, cierto grado de omnipotencia y negación es
necesario: un cirujano pálido de miedo y tembloroso, que comparta con el
paciente el temor de la muerte y al dolor físico, difícilmente podrá
operar de forma adecuada y mantener una clara capacidad de decisión.
Este proceso de negación ha sido denominado disociación instrumental
(Maradarás Platas, 1980), conforma un mecanismo que el cirujano, como
todo médico, va incorporando a su modalidad personal durante el
aprendizaje de la especialidad, como una manera de adaptación
psicológica a una practica tan estresante como la cirugía.
Disociación
implica la capacidad de separarse o dividirse internamente, dejando de
lado determinados aspectos de la propia personalidad y asumiendo otros,
sin que se “mezclen” o comuniquen entre sí. Por lo tanto, el mecanismo
de disociación instrumental permite al cirujano dejar de lado aspectos
de su personalidad que lo identifiquen con los avatares anímicos de
enfermo, sus temores o sufrimientos, para poder conectarse con otras
partes propias que lo habiliten para realizar su tarea con eficiencia
(por ejemplo conectarse con su interés científico o su goce en el
desarrollo y el perfeccionamiento de la técnica quirúrgica).
Ahora bien, cuando la negación es muy marcada, el cirujano puede
“desatender” sus temores y precauciones, y estará entonces expuesto a
cometer errores por minimizar los riesgos de los procedimientos
quirúrgicos o no percibirá ni evaluará con claridad los signos y
síntomas que señalen una complicación postoperatoria incipiente. También
un alto grado de negación o disociación le impedirá una adecuada
captación del estado psicológico de sus pacientes y minimizará sus
eventuales consecuencias. La negación puede acompañarse de otras
defensas maníacas: con hiperactividad (que puede llevar al cirujano a
trabajar demasiado y sin descanso, y cometer errores por fatiga) y
sentimientos de omnipotencia (que pueden condicionar la realización de
técnicas quirúrgicas temerarias, por ejemplo).
En cuanto al mecanismo paranoide de la proyección, un médico con rasgos
paranoides se verá mas expuesto a mostrar hostilidad con pacientes o
colegas, y ante fracasos o frustraciones se irritará o acusará a otros.
Si se enoja mucho con un paciente puede perder la objetividad en el
control clínicoquirúrgico, y tomar decisiones en apariencia médicas pero
que pueden ser involuntarios intentos de dominar o “castigar” a un
paciente agresivo o desafiante.
En general, en los equipos quirurgicos una organización jerárquica muy
rígida fomenta la paranoia, se trabaja en un clima persecutório y son
frecuentes las acusaciones entre sus integrantes. Pero las modalidades
adaptativas más comúnmente observadas en los equipos quirurgicos son las
defensas maníacas, y talvez ello se deba al hecho de que su tarea
implica un contacto cotidiano con realidades angustiantes y de fuerte
connotación depresiva: el dolor físico y moral, y el desvalimiento de la
naturaleza humana frente a la enfermedad y la muerte.