Piera Aulagnier, Relaciones entre la familia y la psicosis (el otro, violencia de la interpretación)

Piera Aulagnier, Relaciones entre la familia y la psicosis (el otro, violencia de la interpretación)

Relaciones entre la familia y la psicosis (el Otro, relación imaginaria, violencia primaria, dimensión histórica)
El modo particular mediante el cual Piera Aulagnier encara este problema.
Su trabajo del año 1964, «Observaciones sobre la estructura psicótica» y de «La violencia de la interpretación», de 1975:
-El sujeto empieza a instituirse en una historia que comienza en la matriz familiar que lo precede.
-Todo sujeto, por eficacia de una historia que lo precede, toma una posición en un mito familiar, que a su vez señala su lugar en el fantasma fundamental y establece con anterioridad las réplicas de los parteneires; estas réplicas del Otro comienzan por dirigirse no a él, sino al personaje que encarna en la escena familiar, las que lo constituirán como sujeto.

La idea que tiene Piera Aulagnier es que los deseos de un individuo se establecen a partir de las réplicas que se le plantean a él, es decir, el deseo es algo instituido por la madre, por las réplicas que le plantean. En realidad está constituido desde allí.
Estas réplicas del Otro, el Otro es la cultura, la cultura vehiculizada por la madre, dice que no se dirigen a él como persona sino al personaje que de algún modo ha sido definido desde la familia.
En ese sentido sostiene que esta historia, la historia de un sujeto, empieza con la instauración de una relación imaginaria.
Es lo que ella llama el «cuerpo imaginado», lo que la madre imagina cómo es el chico antes del nacimiento del niño.

El «cuerpo imaginado» es lo que va a ser después «la sombra hablada» de la madre en «La violencia de la interpretación», en realidad es prácticamente la misma noción.
El cuerpo imaginado cuando el sujeto es sólo un embrión es un cuerpo completo y unificado, dotado de todos los atributos para ello.Este cuerpo imaginado no es un embrión. Este primer significante, recubre un sin-sentido original. A partir de este primer significante se constituirá y ordenará la dimensión imaginaria; todo aquello del orden de la representación.
Es decir, la representación cubre un sin-sentido inicial y esa representación que la madre tiene acerca de él marcará todo el mundo imaginario de él.
La madre impondrá a su hijo lo imaginado por ella.
En el momento de nacer atribuye parecidos, rasgos de carácter, etc. Este es el concepto de «violencia primaria».
La inserción del hijo en el imaginario materno a través del cuerpo imaginado atestigua que la madre ha podido simbolizar su discurso en torno a un significante, garante del orden humano en el que ella se inserta, al que debe reconocer como preexistente e independiente de su propia existencia. El yo nace en un espacio hablante; el yo es hablado desde la pareja parental y desde lo social. Esta es la dimensión histórica materna. Que la madre pueda imaginar un cuerpo imaginado atestigua que la madre puede simbolizar alguien distinto que ella. Piera le da bastante importancia acerca de si este cuerpo que de algún modo habita a la madre, ella puede pensarlo como alguien diferente de sí misma; imaginarlo como algo diferente. Y Piera va a distinguirlo de lo que llama «cuerpo imaginado», del cuerpo fantasmatizado, que es aquel donde no puede distinguir, donde es una prolongación, es una parte de su propio cuerpo.

Dimensión histórica materna…

El pensamiento…

Función paterna…