Obras de S. Freud: Proyecto de psicología. (1950 [1895]). Primera proposición principal: la concepción cuantitativa

Proyecto de psicología. (1950 [1895]).

Primera proposición principal: la concepción cuantitativa

Está extraída directamente de observaciones patológico-clínicas, en particular aquellas en que se trata de unas representaciones hiperintensas, como en la histeria y en la neurosis obsesiva, donde, como se demostrará, el carácter cuantitativo resalta con más pureza que en el caso normal. Procesos como estímulo, sustitución, conversión, descarga, que allí se podían describir, sugirieron de una manera directa la concepción de la excitación neuronal como cantidades fluyentes. No parecía ilícito un ensayo de generalizar lo ahí discernido. Partiendo de este abordaje, se pudo formular un principio fundamental de la actividad neuronal con referencia a Q; ese principio prometía mucha luz, pues parecía abarcar la función en su conjunto. Es el principio de la inercia neuronal; enuncia que las neuronas procuran aliviarse de la cantidad. De acuerdo con ello habrá que comprender edificio y desarrollo, así como operaciones [de las neuronas]. [En la forma ampliada en que se lo describe luego, esto es lo que más adelante se denominó «principio de constancia», atribuido por Freud a Fechner. En modo alguno es esta la primera oportunidad en que Freud lo mencionó. En un «Apéndice» que agregué a su primer trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1894a), AE, 3, pág. 65, hago algunas consideraciones acerca de la importancia de dicho principio y las numerosas ocasiones en que Freud se refirió a él en sus escritos. Se ha sugerido que este concepto puede ser equiparado con el de homeostasis.]

El principio de inercia explica en primer lugar la bi-escisión arquitectónica [de las neuronas] en motoras y sensibles, como un dispositivo para cancelar la recepción de Qη mediante libramiento. Ahora es inteligible el movimiento reflejo como forma fija de este libramiento. El principio de inercia proporciona el motivo para el movimiento reflejo. Si desde aquí uno se remonta más hacia atrás, uno tiene al sistema de neuronas, en primer lugar, como heredero de la estimulabilidad general del protoplasma, enlazado con la superficie exterior estimulable [de un organismo], que está salpicada por trechos mayores de superficie inexcitable. Un sistema primario de neuronas se sirve de esta Qη así adquirida para librarla por conexión con los mecanismos musculares, y así se mantiene exento de estímulo. Esta descarga constituye la función primaria de los sistemas de neuronas. Aquí hay lugar para el desarrollo de una función secundaria, pues entre los caminos de descarga son preferidos y mantenidos los que conllevan un cese del estímulo, una huida del estímu lo. En esto existe en general una proporción entre Q de excitación y la operación necesaria para la huida del estímulo, de suerte que no resulta así perturbado el principio de inercia. Sin embargo, el principio de inercia es quebrantado desde el comienzo por otra constelación.

Con la complejidad de lo interno, el sistema de neuronas recibe estímulos desde el elemento corporal mismo, estímulos endógenos que de igual modo deben ser descargados. Estos provienen de células del cuerpo y dan por resultado las grandes necesidades: hambre, respiración, sexualidad. De estos estímulos el organismo no se puede sustraer como de los estímulos exteriores, no puede aplicar su Q para huir del estímulo. Sólo cesan bajo precisas condiciones que tienen que realizarse en el mundo exterior; por ejemplo, la necesidad de alimento. Para consumar esta acción, que merece ser llamada «específica», hace falta una operación que es independiente de Qη endógena, y en general es mayor, pues el individuo está puesto bajo unas condiciones que uno puede definir como apremio de la vida. Por esto, el sistema de neuronas está forzado a resignar la originaria tendencia a la inercia, es decir, al nivel cero. Tiene que admitir un acopio de Qη para solventar las demandas de la acción específica. No obstante, en el modo en que lo hace se muestra la perduración de la misma tendencia, modificada en el afán de mantener al menos la Qη lo más baja posible y defenderse de cualquier acrecentamiento, es decir, mantenerla constante. Todas las operaciones del sistema de neuronas se deben situar bajo el punto de vista de la función primaria o bien el de la función secundaria, que es impuesta por el apremio de la vida.