Psicología del desarrollo. VÍNCULO DE PAREJA: DE LA NORMA AL CONSENSO

Psicología del desarrollo. VÍNCULO DE PAREJA: DE LA NORMA AL CONSENSO
Chopita, Guadalupe; González Oddera, Mariela; Praderio, Fernando (Universidad Nacional de La Plata. Argentina)

En el marco de la investigación «Ejercicio de la parentalidad en
familias con niños de La Plata y Gran La Plata», se presenta la
siguiente comunicación donde se realiza una lectura particular
sobre las formas de vínculos de pareja que se generan en las
condiciones socio-históricas actuales. De la lectura de los medios
de comunicación gráficos, (Clarín, La Nación, Página 12,
período 2004-2005) se destaca como un hecho reiterado la
información sobre la disminución significativa del número de
uniones matrimoniales y el aumento de uniones consensuales
o de hecho. Se propone, a modo de aporte a las explicaciones
sobre el tema, hacer referencia a conceptualizaciones que
plantean la declinación actual de la potencia reguladora del
Estado y de la garantía que brindaba otrora la norma jurídica.
Se señala asimismo, que las organizaciones de hecho, al no
regirse por la norma jurídica, generan prácticas y experiencias
que dan cuenta de una «actividad configurante» en situación. A
su vez, se propone pensar ciertos desarrollos clásicos del Psicoanálisis
Vincular, como los «parámetros definitorios de la
pareja matrimonial» (conceptualizados en el texto de Puget y
Berenstein), en el contexto sociohistórico actual, tomando
como unidad de análisis -para ello- las uniones consensuales.
Palabras clave: Matrimonio Parámetros Uniones Consensuales

I
El presente trabajo es un aporte a la comprensión de los vínculos
actuales de pareja.
De la lectura de los medios de comunicación gráficos, (Clarín,
La Nación, Página 12, período 2004-2005) se destaca como
un hecho reiterado la información sobre la disminución significativa
del número de uniones matrimoniales y el aumento de
uniones consensuales o de hecho.
Planteamos como hipótesis -formulada en un trabajo anterior[i]
producido en el marco de la investigación «Ejercicio de la parentalidad
en familias con niños de La Plata y Gran La Plata»[ii]-,
que el cambio en el estatuto del Estado ha tenido y tiene efectos
en el modo en que se configuran los vínculos de pareja.
En las últimas décadas se ha producido un avance en la lógica
del Mercado, desplazando así al Estado Nación en su función
de regulador y organizador de la vida institucional. Esta variación
en el estatuto del Estado, se corresponde con la crisis de
las significaciones imaginarias sociales, es decir, de los organizadores
de sentido de cada época social histórica. Las significaciones
imaginarias sociales definen, entre otras representaciones,
los modos del vínculo de pareja.
En las condiciones sociohistóricas de la Modernidad, el Estado
se ha constituido a través de un andamiaje jurídico. Sus leyes
formalizaron los valores y significaciones que fueron encarnadas
primero en prácticas sociales. En este sentido, las prácticas
en torno a la constitución del vínculo de pareja fueron formalizadas
en la ley de Matrimonio Civil (que en Argentina data
de 1888, y fue reformulada por última vez en 1987, con la inclusión
del divorcio vincular). Dicha ley ha regulado desde entonces
los intercambios al interior de la pareja, estableciendo
derechos, deberes y funciones.
La pareja ha sido definida así, desde el poder configurante del
Estado, como heterosexual y monogámica. La fidelidad, la
convivencia y la ganancialidad toman el estatuto de deberes a
ser cumplimentados. En sus orígenes, y hasta mediados del
siglo XX, respondía claramente a un modelo patriarcal, basado
en la patria potestad y la autoridad marital.

II
Tomando una obra clásica, como «Psicoanálisis de la pareja matrimonial»,
intentaremos situar cómo es conceptualizado el vínculo
de pareja a través de los desarrollos de Puget y Berenstein.
«Pareja matrimonial define una estructura vincular entre dos
personas de diferente sexo, desde un momento dado, cuando
establecen el compromiso de formarla en toda su amplitud, lo
puedan cumplir o no» (Puget y Berenstein, 1988). Los autores
definen, entonces, el vínculo de pareja enfatizando su organización
en torno al contrato matrimonial, es decir, respondiendo a
la regulación jurídica. El modelo, entonces, es una pareja heterosexual
que, a través del acto de contraer matrimonio, establece
un compromiso, asumiendo derechos y obligaciones.
Continuando con el planteo de los autores, «la pareja tiene elementos
definitorios que permiten referirse a ella como unidad o
estructura con un alto grado de especificidad. (…) Estos parámetros
definitorios provienen del mundo sociocultural pero además
tienen un registro en el mundo proveniente de los infantil.
(…) Los parámetros designan el encuadre, su sentido y los significados
circulantes» en la pareja (Puget y Berenstein, 1988).
El primer parámetro, la Cotidianeidad, refiere a los intercambios
diarios que garantizarían la estabilidad temporal y espacial
en la pareja. Propone a los yoes lugares vinculares y mentales
dotados de cierta fijeza, que no requieren ser redefinidos diariamente
(lugar de la cama donde duermen; lugar de la mesa,
etc).
En segundo lugar, el Proyecto vital compartido supone la
acción de construir en la pareja representaciones de logros o
metas a cumplimentar en un tiempo futuro. El primer proyecto
vital es compartir un espacio-tiempo vincular. Los autores sostienen
como el proyecto paradigmático de la pareja la concepción
de hijos (reales o simbólicos).
Otro parámetro son las Relaciones sexuales, definidas como
la relación a través de los órganos genitales y las zonas erógenas
que intervienen como preliminares. Si bien los intercambios
están atravesados por los modelos epocales, permanece en
ellos como invariante la aceptación de la diferencia y la incompletud
así como la ubicación del otro como fuente de placer.
Finalmente, la Tendencia monogámica sitúa al otro como un
objeto privilegiado con el que se sostiene una relación estable.
Los cuatro parámetros definitorios tienen una categoría polivalente:
pueden adoptar un carácter cercenante para la pareja o
aportar satisfacción al interior del vínculo.

III
Estas conceptualizaciones, producidas en cierto contexto histórico
y sociocultural, están atravesadas por un determinado
modelo de pareja. En la lógica del Estado Nación, la pareja se
organiza en función del lazo conyugal, es decir, por vía de la
norma jurídica. En concordancia, la definición de pareja matrimonial
que plantean los autores, supone la vigencia y la plena
potencia de la ley jurídica. Se vislumbra, así, un ideal de pareja
constituido en torno a la regulación legal, que sostiene las
prescripciones y prohibiciones establecidas por la ley.
Hemos dicho que el avance de la lógica del mercado supone
la declinación de la potencia del Estado en tanto garante de la
norma jurídica. Es decir, las leyes jurídicas pierden el soporte,
la garantía que otrora supo representar el Estado Nación.
La declinación de la potencia configurante del Estado se corresponde
con la movilidad de las significaciones imaginarias sociales,
generando efectos en la producción de la subjetividad. «Las
significaciones imaginarias sociales, operan como los organizadores
de sentido de cada época social-histórica, estableciendo
lo permitido y lo prohibido, lo valorado y lo devaluado, lo bueno
y lo malo, lo bello y lo feo, etc. Dan los atributos que delimitan lo
instituido como legítimo o ilegítimo, acuerdan consensos y sancionan
disensos. Son un sistema de interpretación de la
realidad»[iii]. Sus cambios trastocan las representaciones del
sujeto sobre el ser hombre y mujer así como el hacer pareja.
Actualmente, las estadísticas indican que las parejas eligen
organizarse consensualmente y no por vía de la regulación
jurídica, es decir no por vía del matrimonio civil.

IV
Ahora bien ¿qué implica una organización consensual? Descriptivamente,
pueden definirse como aquellas parejas que
conviven sin haber contraído matrimonio. Desconocen, entonces,
una regulación por la norma jurídica. Sin embargo, sostenemos
que siguen requiriendo necesaria-mente la operatoria
de cierta legalidad. A partir de los desarrollos de Ignacio
Lewkowicz, consideramos que ésta se instaura a través de
una «actividad configurante en situación» (Lewkowicz, 2004),
que supone la definición de las condiciones del encuentro.
Configurar supone instaurar un sentido, proponer una figura.
La figura, así, es la regla del vínculo. Si no es posible sostener
la potencia configurante del Estado, es necesario establecer
«reglas de juego», inherentes a una situación. Las reglas no
son leyes trascendentes, ni son determinaciones individuales:
están organizadas situacionalmente.
Los sujetos de las parejas consensuales practican una «actividad
configurante en situación» estableciendo las condiciones
del encuentro, que ya no están dadas a priori. Por lo tanto, es
necesaria una actividad permanente que establezca ciertas
condiciones que posibiliten un intercambio, una relación. Esta
actividad requiere, además, perseverancia, ya que no es suficiente
un único acto inaugural.

V
En función de lo hasta aquí expuesto, ¿qué estatuto tienen hoy
los parámetros enunciados por Puget y Berenstein? ¿Podemos
pensar que siguen siendo definitorios del vínculo en parejas
consensuales? Pretendemos releer estos parámetros en el
contexto histórico actual (veinte años después de la formulación
hecha por los autores).
En cuanto a la cotidianeidad, consideramos que se organiza
en el día a día y las tareas suelen estar repartidas entre los
miembros de la pareja. Hoy adquiere mayor relevancia la resolución
de las problemáticas diarias, predominando lo inmediato
por sobre la proyección a futuro. Al decir de Natalia, madre
de un niño de 1 año y medio: «No es que tengamos pautas, no
es que tengamos tareas para cada uno…se va dando así. Por
ahí a la noche, como yo ya hice tantas cosas, él me dice, ‘dejá
que yo lo baño’…». Los acuerdos y las estrategias que la pareja
pueda elaborar en situación, posibilitarán su sostén en el
tiempo. A esto se agrega la separación como una alternativa
factible, visualizada desde la constitución del vínculo y avalada
desde el imaginario social.
En relación al proyecto vital compartido, en las parejas actuales
puede verse interferido por los proyectos individuales
de cada uno de los sujetos. Si tomamos como paradigma del
proyecto compartido la concepción de un hijo, encontramos
como un elemento reiterado en los medios gráficos, la noticia
de la postergación de este acto. ¿A qué se debe esta espera?
Se han aportado distintas respuestas: las parejas pretenden
alcanzar una mayor consolidación; lograr mayor estabilidad
económica, etc. Por nuestra parte creemos también que el
proyecto de hijo en tanto proyecto vital compartido implica la
renuncia a ciertos espacios individuales. Al decir de Juan, padre
de una niña de 1 año y 5 meses: «siempre me gustó ser
muy independiente, me gusta mucho viajar, salir, estar con
amigos y la música, y como que me costaba tomar la decisión
de tener un hijo porque pensaba que me iba a robar muchas
cosas mías; sabía que iba a ser muy lindo, pero no me sentía
dispuesto a largar…». En este sentido sostenemos que actualmente
existiría una dificultad para la renuncia a los espacios y
los proyectos individuales en función de la construcción de un
proyecto compartido. Hipotetizamos también que dicha dificultad
repercute directamente en la posibilidad de sostener en el
tiempo a la pareja.
Con respecto a las Relaciones sexuales, no definiríamos a
las parejas consensuales en la actualidad tomando como única
característica el vínculo heterosexual, homologado a la diferencia
anatómica de los sexos. Cabe destacar que la alteridad
en el vínculo no puede reducirse a dicha diferencia. La
introducción de lo diferente, por el contrario, requiere de una
operatoria -ley simbólica-, que permita la instauración de la
singularidad del sujeto y el otro.
Con respecto al carácter monogámico de la pareja, podemos
afirmar que el otro continúa ocupando un lugar de privilegio,
mientras dura la convivencia.
Para concluir, proponemos que estos organizadores aún permiten
pensar conceptualmente el vínculo de pareja, pero deben
ser resituados y enriquecidos. A partir de lo que manifiestan
las parejas entrevistadas, empezamos a considerar la coexistencia
de los parámetros antes señalados con una actividad
configurante en situación

NOTAS
[i] Chopita, González Oddera, Leguizamón y Praderio. «Vínculo de pareja.
Condiciones actuales y su regulación». Actas del I Congreso Argentino de
Salud Mental. Encrucijadas actuales.
[ii] Delucca, N y Petriz, G (2004): «Ejercicio de la parentalidad en familias con
niños de La Plata (y Gran La Plata)». Fa.H.C.E.-UNLP.
[iii] Delucca, N y Petriz, G (2004): «Ejercicio de la parentalidad en familias
con niños de La Plata (y Gran La Plata)». Marco teórico de la investigación.
Ediciones de Cátedra. Fa.H.C.E.-UNLP.

BIBLIOGRAFÍA:
Corea, C. y Lewkowicz, I. (2004) Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas,
familias perplejas. Buenos Aires: Paidós.
Delucca, N y Petriz, G (2004): «Ejercicio de la parentalidad en familias con
niños de La Plata (y Gran La Plata)». Marco teórico de la investigación.
Ediciones de Cátedra. Fa.H.C.E.-UNLP.
Lewkowicz, Ignacio (2004). Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de
la fluidez. Buenos Aires. Paidos. Espacios del saber.
Puget, J. y Berenstein, I. (1988) Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos
Aires: Piados. Psicología profunda.
Recalde, Héctor (1986) Matrimonio civil y divorcio. Buenos Aires: Centro
Editor de América Latina
Rodríguez Molas, R. (1984) Divorcio y familia tradicional. Buenos Aires: Centro
Editor de América Latina.
Rojas, M.C. y Sternbach, S. (1994) Entre dos siglos: una lectura psicoanalítica
de la Posmodernidad. Buenos Aires: Lugar.
Roudinesco, Elisabeth. (2003). La familia en desorden. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica.