Psicopatología y Semiología Psiquiátrica: Psicopatología de la afectividad

AFECTIVIDAD
l.c. PSICOLOGÍA DE LA AFECTIVIDAD
Uno de los problemas al abordar este tema es la poca precisión con que se usan los términos. Hemos escogido algunos modelos descriptivos que reflejan la dificultad del tema. Un trabajo de la revista American Journal of Psychiatry, «Afecto, Animo, Emoción, Sentimientos, consideraciones semánticas» hace un buen intento de aclaración de la connotación de cada uno de estos términos siempre presentes en todo capítulo sobre afectividad.
En tal trabajo se concluye que afecto y ánimo no son sinónimos y aunque ambos son considerados como sentimientos que se expresan de una u otra forma, afecto indica mayor independencia e intensidad del sentimiento, en tanto que ánimo implicaría un estado más sostenido y menos flexible.
Sentimiento y emoción tienen un significado muy similar, pero el segundo implica un mayor componente fisiológico. Sentimientos y emociones serían los pilares fundamentales que constituyen la afectividad, la cual se traducirá finalmente en un estado de ánimo.
Ya Jaspers señaló en su texto de psicopatología la dificultad de definir los estados afectivos: «Mientras existe una claridad bastante general respecto a lo que es una sensación, una percepción, una representación, una idea, un acto de voluntad, respecto a la palabra y al concepto «sentimiento» impera la falta de claridad. Ordinariamente se llama «sentimiento» a todo lo psíquico que no se puede poner en un mismo plano con los fenómenos que nada tienen que ver con los movimientos instintivos ni con los actos de voluntad. Todas las formaciones psíquicas no desarrolladas, oscuras, todo lo impalpable, lo que escapa al análisis se llama «sentimiento». En una palabra todo lo que no se sabe llamar de otro modo».
Consideramos la afectividad como un subsistema que tiene su ejercicio inicial a partir del estrato instintivo-tendencial. Y es esta relación la que condiciona una interrelación prevalente ulterior. La satisfacción o insatisfacción de las necesidades e impulsos instintivo-tendenciales genera estados afectivos placenteros o displacenteros, interrelación que se mantendrá bajo formas e intensidades diferentes, como constante vital predominante. Pero, además, a partir de esa interacción fundamental primaria que determina en gran medida el estado afectivo, interacciones entre afectividad y otros subsistemas mentales, se dan con intensidades y formas variables que hacen que todo estudio de la afectividad sea extremadamente complejo y de alto riesgo conceptual.
Schneider considera que los sentimientos se pueden dividir en dos grandes grupos: los sentimientos de estado y los sentimientos de valor. Los sentimientos de estado pueden experminentarse como próximos al cuerpo (los que llamó específicamente sentimientos vitales), y como menos próximos al cuerpo. Y los sentimientos de valor lo son en relación al propio valor, o al valor ajeno. Todos estos sentimientos tienen sus aspectos placentero-displacentero, agradble-desagradable, o en otras palabras afirmativo-negativo.
El sentimiento vital es un estado afectivo que exprea la resultante psíquica final de la interacción entre la afectividad y el funcionamiento órgano/vegetativo. Este sentimiento vital tiene su origen en los sentimientos de placer o displacer, procedentes del libre funcionamiento de los obstáculos y dificultades con que se llevan a cabo los procesos biológicos. Todas esas sensacines son vivenciadas por la conciencia de una manera vaga e indefinida, peor que trasunta en deseo de vivir y en desarrollo evolutivo. Así se generan vivencias agradables de salud y desagradables de enfermedad.
Kurt Schneider platea que no es exclusiva del sentimiento vital la cualidad placentero-displacentero, sino que etsa matriz se extiende a toda clase de sentimientos. Esta cualidad de lo agradabla o de lo desagradable, en otras palabras de su signo positivo y negativo, adquiere rango definitorio de todo movimiento afectivo.
Podríamos entender esto en el sentido de que los sentimiento están muy relacionados con el insitnto, y que es esto lo que condiciona en gran parte la vida afectiva, ya que la satisfacción o insatisfacción de los impulsos instintivos generará sentimientos positivos o negativos, placenteros o displacenteros, agradables o desagradables, como señalábamos anteiormente.
La clasificaicón propuesta por Schneider es la siguiente:
1. Sentimientos de estado:
a) Experimentados como próximos al propio cuerpo (sentimientos vitales)
Agardables: frescura corporal, vigor, ímpetu, sensación de bienestar, sensación deligereza, etc.
Desagradables: fatiga, agotamiento, “cuerpo malo”, escalofríos, sensación de flojera, sensación de enfermedad, desasosiego, etc.
b) Experimentados como menos próximos al cuerpo
Agradables: alegría, buen humor, sentimiento de felicidad, júbilo, serenidad, regocijo, satisfacción, confianza, etc.
Desagradables: trsiteza, pena, temor, miedo, malestar, desaliento, desamparo, nostalgia, desesperanza, desgano, desesperación, horro, vacío, irritación, enfado, cólera, envidia, ira, celos, etc.
2. Sentimientos de valor:
a) Del propio valor
Afirmativos: fuerza, orgullo, superioridad, de triunfo, vanidad, rebeldía, desafío, etc.
Negativos: insuficiencia, vergüenza, culpa, arrepentimiento, timidez, etc.
b) De valor ajeno
Afirmativo: amor, cariño, confianza, simpatía, compasión, respeto, interés, aprobación, agradecimiento, consideración, admiración, adoración, etc.
Negativos: odio, rechazo, desconfianza, desprecio, hostilidad, burla, desagrado, despecho, etc.
Esta clasificación es psicológica más que psicopatológica. Nosotros siguiendo el esquema propuesto por Schneider realizamos la clasificación psicopatológica que revisaremos a continuación. ‘
En resumen podríamos decir que los afectos son movimientos de energía psíquica directamente vivenciados por el yo, de gran fuerza impulsora de la vida psíquica, con una muy especial intervención en la dinámica de regulación psíquica y en interacción constante con otras áreas del vivenciar. Tienen como característica el sello de lo agradable-desagradable y de la ordenación bipolar de los contrarios (amor-odio, miedo-confianza, etc.). Son diferenciables en general bajo consenso prevalente en estados de ánimo o humor básico, sentimientos y emociones.
El humor básico o ánimo es la forma más estable de la afectividad, y la más ligada a los estratos constitucionales y temperamentales. Da la coloración afectiva más perdurable y por lo tanto la más característica de la personalidad a lo largo de toda su existencia.
Emoción se llama a un movimiento afectivo complejo, fundamentalmente como reacción inmediata a la acción de un estímulo eficiente que puede provenir del mundo circundante, como del mundo interior del sujeto. Son complejos afectivos momentáneos, fugaces, de gran intensidad y de exteriorización inmediata y evidente, tanto porque tienen componentes autonómicos intensos, como porque tienden por su naturaleza misma a comunicarse a través del lenguaje o a través del comportamiento motriz. De la integración armónica de los elementos constituyentes de la respuesta emocional: reporte subjetivo (el darse cuenta e identificar el estado), componente autonómico y conducta, dependerán los alcances patógenos del fenómeno emocional.
Los sentimientos ocupan un lugar intermedio en sus características cualitativas y cuantitativas, entre el humor básico y la emoción. Son más estables, no requieren la presencia inmediata del estímulo como la emoción y sus componentes autonómicos son mínimos. Talvez por este lugar intermedio en los movimientos afectivos que ocupan, es que se ha centrado el análisis y la ordenación psicopatológica de la afectividad en los sentimientos.

1.3. PSICOPATOLOGÍA DE LA AFECTIVIDAD
A. TRASTORNOS PSICOPATOLÓGICOS DE LOS SENTIMIENTOS DE ESTADO
–  Trastornos de los sentimientos de estado experimentados como próximos al cuerpo
a) Ansiedad: trastorno de la afectividad que se presenta como un estado emocional desagradable asociado a cambios psicofisiológicos y que no es respuesta a una situación objetiva como el miedo, sino que es manifestación de un conflicto intrapsíquico.
Los cambios fisiológicos consisten en taquicardia, hiperventilación. Temblor, sudoración, alteraciones vasomotoras, sensaciones de debilidad y otras somatizaciones.
El compromiso psicológico es referido como un desagrable sentimiento de expectación temerosa frente a un peligro inminente e inevitable, vivido con aprensión, alerta y prolongada tensión.
Sinónimo de ansiedad es la angustia, aunque se le ha dado una connotación diferente; en la ansiedad el compromiso sería más de la esfera neurovegetativa, y en la angustia el acento está puesto en la vivencia subjetiva de temor expectante.
Se ha escrito mucho en relación a la angustia, no como un trastorno psicológico, sino como un derivado existencial. Formaría parte de nuestro devenir en el mundo. Más aun, podemos decir que el hombre busca la angustia, porque ésta le da el sentimiento de su presencia viva. Como dice Kierkegaard «A la angustia no se la ama porque se la huye, no se la huye porque se la ama».
b) Tensión: trastorno de la afectividad referido por el paciente como un sentimiento de inquietud física. Es un estado de elevada tensión. espera, excitabilidad y disposición que despierta en el observador la sospecha de que el paciente pudiera reaccionar en cualquier momento. Por ejemplo pasar a atacar, hacerse peligroso, imprecar, defenderse, huir.
c) Tristeza vital: trastorno de la afectividad en la que el paciente vive un estado de pena, amargura, pesimismo, desesperación, decaimiento y abatimiento en relación a lo que Kurt Schneider denomina los sentimientos vitales, que están en estrecha relación con la corporalidad. Es una tristeza que compromete físicamente al paciente, dándole un aspecto que repercute intensamente en el observador, llegándose a contagiar por ésta. En su grado máximo el paciente llega a localizar la tristeza en alguna parte del cuerpo; en la frente, en el pecho, en el estómago, etc. Un paciente señala: «Tengo un sentimiento de intensa opresión acá -mostrando la región precordial-, tengo aquí dentro una terrible melancolía».
d) Alegría vital: trastorno de la afectividad en la que el paciente vive un estado de alegría, optimismo, júbilo y sensación de bienestar en relación a lo que Kurt Schneider denomina los sentimientos vitales, que están en estrecha relación con la corporalidad. Es una alegría que compromete físicamente al paciente, dándole un aspecto que repercute intensamente en el observador, llegándose a contagiar por ésta. La mirada picaresca, esa frescura del rostro, con una motricidad hábil, liviana y concordante con los contenidos de una locuacidad que fácilmente provoca risas.
Una optimización exagerada, donde todo es posible de llevar a cabo con éxito, trasmite una alegría que tiñe el ambiente y contagia a sus auditores.

–  Trastornos afectivos de los sentimientos de estado experimentados como menos próximos al cuerpo
a) Euforia: estado afectivo en el que el paciente vive un sentimiento exagerado de bienestar psicológico, no adecuado a la situación del momento.
La euforia se manifiesta por gran locuacidad, optimismo y satisfacción. El individuo irradia felicidad y ríe con facilidad. Todo indica un estado placentero de humor, en que las situaciones desagradables inciden de manera pasajera.
b) Afecto heboide: estado afectivo que se caracteriza por una actitud de jugueteo, payaseo y falta de seriedad, no vivida por el observador con la alegría contagiosa del maníaco sino más bien sentida como superficialidad banal y poco adecuada.
c) Afecto pueril: estado afectivo muy similar al anterior, pero donde el acento está más puesto en la vanidad zonza y alegre, con la apariencia del ingenuo, tonto, imprudente e insensato. Esta puerilidad evoca molestias o extrañeza en los demás, y su hilaridad no es contagiosa.
d) Embotamiento o Aplanamiento afectivo: es la disminución de la capacidad de respuesta emocional. Bajo este término se entiende una deficiencia en la capacidad empática y de la modulación del afecto. Al observador le llega como indiferencia emocional, como si no pudiera sentir nada por otros. Aparecen como fríos, indiferentes, indolentes, apáticos, y se sienten distantes y lejanos. Este aplanamiento y lejanía del afecto pueden ser vividos tanto en relación con los demás como consigo mismo. En este último caso el paciente no se ve cogido por sus conflictos, su situación ni sus síntomas, sino más bien distante y no comprometido.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico refiere con absoluta indiferencia que está hospitalizado por que «le pegué a mi papá con un hacha», describiendo con detalles el incidente, sin modificar la apática expresión de su rostro. Solicita en seguida ser dado de alta. El médico tratante le dice que debe estar un tiempo relativamente prolongado para poder ser tratado por su enfermedad, y el paciente responde ¨yá¨, con la misma indiferencia descrita.
e) Paratimia: es la disociación de la respuesta emocional en relación ala experiencia que en ese momento vive o siente el paciente, surgiendo como incongruente con ella.
Las emociones no se ajustan de un modo natural al contenido de su vivenciar, ni cualitativamente en cuanto a su tonalidad, matices, etc., ni cuantitativamente en cuanto a la intensidad. Cuando está referida a la comunicación por el lenguaje, se habla de «disociación ideoafectiva». Esta disociación entre el contenido que expresa el paciente y el estado afectivo que presenta puede llegar al extremo de que el uno sea todo lo contrario del otro, en cuyo caso se habla de «discordancia ideo-afectiva».
Ejemplo:
Una paciente esquizofrénica relata que los auxiliares del servicio y un grupo dt pacientes están en su contra, la maltratan en el día, y en la noche la torturan con horrorosos procedimientos. Todo esto lo describe con una sonrisa permanente en si rostro.
f) Apatía: estado afectivo que se caracteriza por la ausencia casi total de la capacidad de respuesta emocional, tanto frente a sí mismo como frente al mundo que lo rodea. Cuando se refiere a una global incapacidad de comunicación afectiva y empatía, hablamos de lejanía afectiva.
Ejemplo:
Una madre depresiva dice «no sé qué me pasa que los niños me dan lo mismo, si se enferman me asusto pero no me importa como antes».
g) Desánimo: estado afectivo similar a la apatía, pero más que una incapacidad de respuesta emocional, el desanimado es incapaz de entusiasmarse para iniciar una actividad.
Ejemplo:
Una paciente depresiva monopolar en su primera fase nos decía: «No sé qué me pasa que nada me entusiasma, yo no era así antes. Me gustaba salir los fines de semana, incluso yo le proponía panoramas a mi marido. Ahora él me propone, por ejemplo ir al cine, y yo no le encuentro ningún atractivo, y empiezo a pensar; ¿voy al cine?, no qué lata, esa película ya sé de qué se trata, ¿me quedo en la casa?, tampoco, no sé qué hacer acá, me voy a aburrir, ¿y si mejor fuera al cine?, ¿pero y valdrá la pena salir con este frío? Antes yo me entusiasmaba al tiro». La incapacidad de entusiasmarse, producto del desánimo, lleva a la dificultad de elegir una de entre varias opciones, buscando a través de racionalizaciones el sentido de la actividad que ya ha perdido su atractivo. Esta es la fuente de la indecisión depresiva.
h) Anhedonia: trastorno de la afectividad en la que el paciente es incapaz de experimentar placer.
Ejemplo:
Un ejemplo típico es la siguiente expresión depresiva, «puedo sentir hambre, pero se me acabó el apetito, no puedo imaginarme qué comer, todo me parece soso».
i) Frialdad afectiva: es un término más genérico bajo el cual se señala un trastorno de la afectividad en el cual están presentes el aplanamiento afectivo, la apatía y la anhedonia.
j) Tristeza: estado afectivo de pena, amargura, desesperanza, desamparo, pesimismo y abatimiento, que habitualmente es provocado por la pérdida de algo importante en la vida psíquica del sujeto.
k) Depresión: es un estado afectivo caracterizado por una disminución cuantitativa del ánimo, que es vivida por el paciente como un sentimiento de tristeza, que va desde la formulación de «yo estoy triste, molesto, afligido, desesperado» hasta un sentimiento interno indescriptible y horrible.
La expresión de este estado es variable, algunos lloran, otros se ven visiblemente derrotados o muy conmovidos, hasta los que están como petrificados en el dolor y el sufrimiento. La escala de depresión de Hamilton pondera la intensidad de este sentimiento de tristeza de la siguiente manera:
0 = Ausente
1 = Las sensaciones se indican solamente al ser preguntadas
2 = Estas sensaciones se relatan oral o espontáneamente
3 = Las sensaciones son comunicadas por la expresión facial, tono de voz y tendencia al llanto.
4 = El paciente manifiesta estas sensaciones en forma verbal y no verbal espontáneamente.
Debemos señalar que el término depresión más habitualmente se usa en su sentido sindromático, o sea connotando un cuadro clínico con un conjunto de síntomas, de los cuales los más importantes son: la tristeza, soledad, desesperación, pesimismo, sentimientos de culpa y desvalorización.
l) Disforia: es un estado afectivo en el que el paciente está inconfortable, desagradado, insatisfecho, inquieto, irritable, ansioso y triste. Todos, sentimientos y emociones que oscilan continuamente, dando al observador la impresión de un ánimo cambiante. Se ve en el paciente la ausencia de ese sentimiento de bienestar que genera un estado de agrado y autoconformidad.
m) Distimia: muy próxima a la disforia, el paciente sufre oscilaciones extremas y accesionales en sus movimientos afectivos, con trascendencia conductual.
n) Ambivalencia: estado afectivo que se caracteriza por la presencia simultánea de sentimientos opuestos. Por ej.: Amor y odio hacia una persona.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico en su internación decía «necesito que mi papá venga a abrazarme, de saludo, pero a ese asesino si lo veo lo hecho a patadas…»
o) Irritabilidad: estado afectivo que se caracteriza por una excesiva sensibilidad o excitabilidad frente a un sinnúmero de situaciones ante las cuales el paciente reacciona en forma impaciente, tenso y agresivo.
p) Inquietud interna: trastorno de la afectividad vivido por el paciente como un sentimiento de inquietud psíquica a menudo referido a un estado de ansiedad. El paciente relata que piensa y siente múltiples cosas, pero no puede detenerse tranquilo frente a ninguna de ellas.
Muy similar a éste es el concepto de apremio psíquico, en que el paciente relata que puede iniciar cualquier actividad para luego vivir una sensación de aburrimiento y deseo casi imperioso de retirarse e iniciar otra. Coge un libro, luego lo deja, escucha música, enseguida se levanta para ir a visitar a un amigo; estando allá, de repente se para inesperadamente para ir a la casa a trabajar en algo, asunto que abandonará también a poco andar.
q) Miedo: estado afectivo vivido como una reacción emocional frente a una situación de la cual hay que huir, o enfrentar con todas las energías. Se acompaña a cambios psicológicos similares a la angustia, pero en el miedo se identifica la causa que lo provoca. El grado menor de miedo se denomina temor. El miedo extremo se llama pavor.
r) Pánico: estado afectivo episódico, en que el paciente vive una extrema, aguda e intensa ansiedad, con sentimientos de terror, síntomas autonómicos y deseos imperiosos de huir, acompañada de desorganización de la personalidad con gran menoscabo de la esfera cognitiva y total comando afectivo de la conducta. Es un estado afectivo contagioso que es elicitado por situaciones de gran riesgo vital.
s) Perplejidad: reacción afectiva de angustia, turbación, extrañeza y asombro, frente a la percepción de eventos que el paciente los vive como desconocidos, nuevos y a veces curiosos y extraños. Es una reacción de desfamiliarización frente a lo conocido y trivial junto a la necesidad de familiarizar lo que es nuevo, con el consiguiente desconcierto.
Ejemplo:
Un paciente en fase de trema al observar su rostro en el espejo dice «sé que es mí cara de siempre, pero la siento rara, con cosas desconocidas». Miraba el delantal blanco colgado en la oficina y decía «yo sé que es el delantal que usan los médicos, mi abuelo
usaba uno siempre, pero encuentro que parece que significan algo que desconozco, ¿tendré que saber de los cuerpos que lo han usado?». Estando involucrado en lo descrito, fenómenos de desrealización y despersonalización, son entregados con extrema perplejidad.
t) Tenacidad afectiva: trastorno de la afectividad que consiste en la persistencia durante un tiempo extremadamente prolongado de una emoción determinada, condicionando así por un período demasiado largo el estado afectivo del sujeto.
Ejemplo:
Una oficinista al llegar a su trabajo recibe el siguiente comentario de una compañera «¿qué te sucede que andas de negra hoy día?», a propósito de un cambio de peinado. La paciente estuvo semanas arrastrando la emoción de vergüenza por dicho episodio, diagnosticándosele una reacción vivencial anormal.
u) Rigidez afectiva: trastorno de la afectividad que consiste en la incapacidad que presenta el paciente para adoptar un determinado sentimiento afectivo, y modificarlo según las circunstancias y la situación ambiental.
Ejemplo:
Una paciente se queja que su marido no vibra con nada. No se alegra con hechos favorables ni parecen importarles los problemas ni eventos desfavorables. Tampoco responde a los acercamientos cariñosos de ella ni de sus hijos.
v) Labilidad afectiva: trastorno de la afectividad en la cual el paciente presenta cambios bruscos y repentinos del tono afectivo, sin que exista un motivo comprensible que lo justifique. Son intensos y de escasa duración.
Ejemplo:
Una paciente en el segundo día de puerperio se muestra muy alegre, jubilosa frente al obsequio que le llega para su bebé, y al ponérselo sobre la cama se pone a llorar.
w) Incontinencia afectiva: trastorno de la afectividad caracterizado por una falta de control en la exteriorización de los estados afectivos. Hay una manifiesta incapacidad para contener especialmente los estados emocionales, los que además aparecen desencadenados por cualquier estímulo, aun los de pequeña magnitud.
Ejemplo:
Un paciente en proceso de demenciación estalla en llanto cada vez que en su discurso menciona relaciones interpersonales.
x) Pensamientos suicidas: trastorno de la afectividad caracterizado por el deseo de no seguir viviendo a raíz de la pérdida de la capacidad de motivarse o entusiasmarse con la vida. Puede ir desde un estar hastiado de la vida, desear estar muerto y tener fantasías de inexistencia, hasta ideas autodestructivas, terminando en tentativas de suicidio. Kielholz ha desarrollado un esquema de evaluación del riesgo suicida enumerando los factores especialmente amenazantes. Estos son:
* Temática suicidal genuina e indicios de suicidio
– Anteriores tentativas e indicios propios.
– Suicidios en la familia o el entorno (efecto sugestivo).
– Amenazas directas o indirectas de suicidio.
– Manifestación de ideas concretas en cuanto a ejecución o preparativos de suicidio.
– «Calma inquietante» tras la temática suicida, con agitación.
– Sueños de autodestrucción caída y catástrofe.
* Síntomas y síndromes especiales
– Tónica ansiosa y agitada.
– Trastornos persistentes del sueño.
– Acumulación de emociones y de agresividad.
– Principio o fin de fases depresivas, estados mixtos.
– Crisis biológicas (pubertad, embarazo, lactancia, menopausia).
– Graves sentimientos de culpabilidad e insuficiencia.
– Enfermedades incurables, dolencia imaginaria.
– Etilismo y toxicomanía.
* Circunstancias ambientales
– Caos familiar durante la infancia.
– Ausencia o pérdida de contactos interpersonales (aislamiento, de sarraigo, decepción sentimental).
– Conflictos profesionales y preocupaciones económicas.
– Falta de tareas bien definidas y de objetivo en la vida.
– Ausencia o pérdida de nexos religiosos.

B. TRASTORNOS PSlCOPATOLÓGICOS DE LOS SENTIMIENTOS DE VALOR
–  Trastornos de los sentimientos de valor, experimentados en relación a vivencias de la propia valía
a) Sentimientos de sobrevaloración: en un estado afectivo habitualmente exaltado, el paciente siente que tiene capacidades por sobre lo habitual. Vive y expresa un elevado sentimiento de fortaleza y capacidad, en que se cree especial, confía en sí mismo en forma exagerada, se considera virtuoso, fuerte, sensato, etc.
Ejemplo:
Una paciente es llevada por sus familiares al policlínico, y ella, habiendo sido una persona tímida y postergada, bruscamente exalta su autoimagen sintiéndose con capacidades extraordinarias para transmitir los valores éticos de justicia, paz, solidaridad y amor.
b) Sentimientos de minusvalía: en un estado afectivo habitualmente depresivo, el paciente siente una desmesurada disminución de las capacidades psíquicas y físicas. Es un sentimiento de ser inútil, incapaz, indeciso, tonto e inescrupuloso. Pierde la confianza en sus capacidades en general.
Ejemplo:
Una paciente depresiva refiere: «me siento un estorbo en la casa, creo que no sirvo para nada, todo me va a salir mal…».
c) Sentimientos de culpa: en un estado afectivo habitualmente depresivo, el paciente siente remordimientos por acciones, pensamientos o actitudes pasadas, experimentando la necesidad de ser castigado por esto. Estos autorreproches son absolutamente desproporcionados en relación a los hechos objetivables.
Ejemplo:
En el curso de una depresión una paciente se atormenta con el recuerdo de haber dejado a su hija de un año para residir en el extranjero durante dos años.
d) Sentimientos de ruina: en un estado afectivo habitualmente depresivo, el paciente se siente desposeído de sus bienes materiales. Siente que ha perdido toda su fortuna o las posibilidades económicas de vivir.
Ejemplo:
Un próspero empresario que de pronto vio agigantada su deuda, perdió su empresa y llegó a la quiebra, vistiéndose desde ese momento con una modestia desorbitada, negándose a comer lo habitual, sintiéndose en la extrema pobreza, a pesar de conservar bienes que le daban un buen ingreso.
e) Sentimientos de desamparo: ern un estado afectivo habitualmente depresivo, el paciente se siente solo, que nadie lo estima ni le ayuda.
Ejemplo:
Una paciente dependiente en extremo, cae en un estado de desolación cuando su marido debe viajar a la capital a hacer un curso por dos meses. A pesar de estar con sus hijos, sus amistades y otros familiares, la paciente se siente desesperada, sola y desamparada.
f) Sentimientos de pérdida de los sentimientos: el paciente se queja de que ya no es capaz de sentir pena, ni alegría, ni ningún otro sentimiento. Se siente vacío y devastado, frío y como petrificado afectivamente.
Ejemplo:
Una paciente depresiva se queja: «me he endurecido porque nada me hace sentir…, como si estuviera vacía de sentimientos».
g) Sentimientos de desesperación: el paciente siente que ha perdido toda la esperanza, que su situación es dramática y no tiene ninguna solución. «Estoy en un callejón sin salida», «caí como a un pozo negro de donde no podré salir nunca más», refieren algunos.
h) Sentimientos de perplejidad: el paciente se siente angustiado en la incertidumbre. El mundo externo tanto como su mundo interno le resultan sorprendentemente nuevos y, profundamente extrañado, no los puede comprender, no sabe lo que le ocurre ni lo que debe hacer, y los fenómenos psicopatológicos irrumpen en él sin que atine a nada. Estos sentimientos se muestran al observador a través de su psicomotricidad en una expresión facial de extrañeza o angustia, a veces en una inquietud o en fijación dubitativa, en incapacidad de reacción y decisión, en una búsqueda de no se sabe qué. A veces inquiere «qué pasa, dónde estoy, qué ha pasado… yo no sé… yo no me explico».
i) Sentimientos de éxtasis: el paciente vive un sentimiento de suprema felicidad, una exaltación placentera de gran intensidad. Puede ser tal la carga afectiva movilizada en este sentimiento que se puede llegar al estrechamiento de conciencia. Jaspers los refiere como «sentimientos sublimes, estados embriagadores». Algunos enfermos llaman a estos sentimientos de éxtasis, voluptuosidad del alma. Son interesantes las descripciones de Dostoievski, de su aura epiléptica, «sí, vale la pena, entregar la vida entera por tal momento, en esos instantes se me hace comprensible la profunda frase maravillosa, llegará un día en que no habrá más tiempo».
–  Trastornos afectivos de los sentimientos de valor experimentados en relación a vivencias del valor ajeno
a) Suspicacia: desde un estado afectivo ya sea exaltado, deprimido o disfórico, el sujeto siente, en un grado excesivo, que las actitudes, conductas y expresiones de los demás son apariencias que ocultan otra verdad en el fondo. Se vive una expectación negativa hacia los demás, que se traduce en una expresión de desconfianza.
Ejemplo:
Una paciente mejorada de un episodio depresivo psicótico, con síntomas paranoídeos confiesa: «Cuando vine la primera vez no quise decir casi nada de lo que me pasaba, por que yo pensé que Uds. estaban de acuerdo con mi patrona pa’ internarme en un hospital de locos».
b) Hostilidad: el paciente se muestra agresivo con los demás, poco cooperador, entorpecedor de la labor del entrevistador. Siente que el medio que lo rodea le es adverso, y está en continua actitud de defensa y ataque. Este estado se muestra al observador a través de su mirada dura, la falta de expresiones de cariño y agrado, el tono serio, fuerte y golpeado que a veces adquieren sus palabras.
c) Chancería: el paciente se muestra displicente y toma la relación a la chacota, con muy poca adecuación a la seriedad de la situación, como poniéndose por encima de ésta y decidiendo banalizar todo lo referente a su persona, dándole a la relación un giro mezcla de humor y desafío.
Ejemplo:
Un paciente hebefrénico refiere «y yo pretendo mi destino, mientras el viejo barbón se da vueltas de camero en una playa de Bermudas». Solicitándole mayor explicación alude con tono liviano a que Dios lo ha abandonado en su proyecto de ser Presidente de la República.
d) Reticencia: con un sentimiento de desconfianza extremo, el paciente se muestra abiertamente poco cooperador con el entrevistador. Ya sea desde mecanismos conscientes o inconscientes, adopta una actitud de reserva que puede ir desde evitar conversar ciertos temas, desviando la atención de su interlocutor, hasta el no emitir palabra, no realizar ningún gesto ni movimiento.
Ejemplos:
Un esquizofrénico paranoide estuvo un mes hospitalizado en nuestro servicio con el diagnóstico de Trastorno de personalidad. De pronto confesó escuchar voces, y mostró después de arduas entrevistas, un delirio místico que guardaba celosamente. A una paciente parafrénica tratada durante un año por depresión distímica, sólo fue posible hacer diagnóstico a raíz del comentario de familiar que refirió que a veces la encontraba hablando sola. La paciente de pronto reconoció tener comunicaciones con «toda la corte celestial», y relató un delirio parafrénico místico.
e) Sensitividad: estado afectivo caracterizado por molestia, irritabilidad y labilidad, como reacción frente a conductas, actitudes o verbalizaciones de los demás, que el paciente las siente alusivas o provocadoras.
Ejemplos:
A propósito de un chiste sobre adulterio, un señor protesta airadamente por el mal gusto del relator. Por lo demás, en el ambiente social y familiar estaba identificado como extremadamente «quisquilloso».
En una reunión social alguien hace referencia al autor de un voluminoso desfalco, tildándolo de ladrón. De improviso uno de los participantes se pone de pie muy alterado, y le dice: «Ud. quiere decirme algo, por qué no lo expresa directamente en mi cara». La intervención social de terceros resolvió el conflicto.

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