SECCION III. Psicofarmacología especial, Capítulo 16: Psicofarmacología geriátrica (enfermedad bipolar)

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Psicofarmacología geriátrica

16-7. Tratamiento de la enfermedad bipolar

Si es recurrente y se utiliza litio, el control deberá ser mayor que en otras edades.

La incidencia de la enfermedad bipolar disminuye con la edad, siendo en la población mayor de 65 años de 0,4 %, constituyendo un 10 % de todos los trastornos afectivos de los gerontes.

Los pacientes que presentan su primer episodio maníaco en esta etapa de la vida, tienen como antecedente episodios depresivos recurrentes, según demuestran diferentes estudios realizados. La presencia de manía es indicador de enfermedad cerebral orgánica.

Los factores desencadenantes de manía son:

– Enfermedades cerebrales: traumatismos, tumores, enfermedades cerebrovasculares, infecciones, esclerosis múltiple, enfermedad de Alzheimer.

– Enfermedades sistémicas: déficit de vitamina B 12, policitemia, carcinoma pulmonar con producción de ACTH.

– Fármacos antidepresivos, corticoides, levodopa, yohimbina, tiroxina, amantadina, captopril, baclofen, hidralazina, fenitoína.

– Sucesos que generen estrés.

La manía en gerontes es clínicamente heterogénea, con menos excitación y más cuadros mixtos de depresión con agitación y agresividad que en los adultos jóvenes. Ellos presentan con mayor frecuencia delirios, alucinaciones y trastornos cognitivos. La incidencia de recaídas en los gerontes es alta, con una morbimortalidad mayor que la depresión. Se debe hacer diagnóstico diferencial con la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo, el delirium y la demencia.

Anticíclicos

Litio
La disminución de la cantidad de líquido corporal y la disminución de la filtración glomerular, aumentan la concentración de litio plasmático. Se deben utilizar dosis 30 al 60 % menores que en los adultos jóvenes, comenzando con 75 a 150 mg/día. Los controles previos y durante el tratamiento deben ser estrictos, sobre todo los de la función renal y cardíaca, T3 y T4, calcemia y examen neurológico.

La litemia profiláctica es 0,4-0,7 meq/L.

Se debe considerar las interacciones con otros fármacos (diuréticos, antiinflamatorios no esteroides). (Ver Capítulo 6, anticíclicos). Los efectos adversos más comunes son (ver cap. 7, 7-12):

– Neurológicos: trastornos cognitivos, delirium, temblor, síntomas extrapiramidales, ataxia, incoordinación y nistagmo. La presencia de trastornos neurológicos o la administración conjunta con anticonvulsivantes o neurolépticos, pueden aumentar la neurotoxicidad.

– Endocrinológicos: hipotiroidismo.

– Gastrointestinales: irritación gastrointestinal.

– Cardiovasculares: inversión de la onda T del ECG, alargamiento del PR, arritmias ventriculares y frecuentemente bradicardia.

– Renales: disminución de la concentración glomerular, diabetes insípida.

Anticonvulsivantes:

La carbamazepina puede producir sedación, confusión, ataxia, agranulocitosis y aumento de las enzimas hepáticas. Las arritmias cardíacas, la disminución de la T3 y T4 y la hiponatremia son más frecuentes que en adultos jóvenes.

Los efectos adversos del clonazepam son los de las benzodiazepinas.

No existen hasta la fecha estudios controlados con anticonvulsivantes en gerontes.
Algunos estudios abiertos comprobaron la buena tolerancia del valproato con efectos sedativos y anticolinérgicos leves. El valproato inhibe el sistema enzimático hepático, por lo que puede aumentar la concentración de otras drogas. Es necesario el seguimiento con el hepatograma ya que se ha observado el aumento de las enzimas hepáticas (ver cap. 7, 7-13).