SESION NUMERO SEIS (Sábado), Caso Richard

SESION NUMERO SEIS (Sábado)
Richard viene al consultorio con su madre  porque tiene demasiado miedo de los niños como para venir solo. Tras decirle esto a M.K. se queda en silencio.
M.K. hace una referencia al material de la sesión anterior (nota 1), y le recuerda que el petirrojo es su genital, el cual quiere colocar dentro del de ella; este deseo le ha asustado mucho porque teme ser atacado por el vagabundo-papá. Hoy siente que estar a solas con M.K. constituye una situación peligrosa, y por eso ha aumentado el miedo que tiene de encontrarse con niños hostiles camino de su casa. Además, si su madre viene con él, se asegura de que nada malo va a pasar entre él y M.K. Como por otra parte después de la sesión se va a ir a su casa a pasar el fin de semana, teme que el deseo que siente hacia su mamá provoque un ataque de su padre, y ello hace que necesite tener cerca a una madre buena que le proteja contra los niños hostiles y contra su padre. Esta madre buena le hace sentir, sin embargo, nuevos deseos, como lo hace M.K., y por ello la vive también como a alguien peligroso.
Richard ha estado mirando el mapa todo este tiempo. Ahora habla de "Rumania abandonada" y del quebrantamiento que hay en otros países.
M.K. interpreta que está preocupado por la ruptura que se produciría en su familia si se llegasen a cumplir los deseos que tiene de tener a mamá para él solo. En ese caso tendría que temer a papá y a Paul, cosa que expresa en el miedo que tiene a los niños de la calle, que hoy ha sentido en forma más aguda. Además, le parece que si su mamá le quisiera más a él y llegara a poder ocupar el sitio de su papá, se sentiría abandonado y triste.
Richard, con aire dolorido y preocupado, dice que no quiere oír hablar de cosas tan desagradables. Al cabo de un rato pregunta por John; todavía no está bien, ¿no?; ¿cuando se va a curar?
M.K. interpreta que duda del valor de ella y del análisis; como le hace sentir cosas tan desagradables y asustadoras teme que no le van a servir de ayuda. Además, al sentir deseos sexuales, teme ser muy malo, y no tener remedio. A su vez esto le hace dudar de la bondad de mamá, que es la causante de sus deseos (nota II), y si no puede fiarse de ella, tampoco puede esperar que lo defienda de papá ni que lo ayude a controlarse para no atacar o desplazar a éste.
Richard se refiere entonces extensamente a una "tragedia" que le ha ocurrido el día anterior: mientras jugaba en la arena ha perdido su pala y no la ha podido encontrar.
M.K. interpreta que teme perder su pene (pala) como consecuencia de los deseos que siente hacia ella y hacia su mamá, mencionando luego que su madre le ha contado que fue operado en el pene, y que esta operación le asustó mucho (nota III).
Richard muestra mucho interés por la conversación entre M.K. y su madre. Aunque sin duda sabe que cuando su madre habló con M.K. para iniciar el tratamiento le contó cosas suyas, hasta ahora no había hecho mención de ello. Ahora pregunta qué más dijo de él su mamá.
M.K. le hace un pequeño resumen de la conversación: le dice que su madre le contó que a menudo está preocupado, que teme a los demás niños, y que tiene otros problemas. También le habló de él cuando era pequeño y de las operaciones a que había sido sometido.
Richard se queda muy contento al oír esto, pero resulta evidente que al mismo tiempo sigue con dudas y sospechas. Empieza a hablar inmediatamente de su operación, dando muchos detalles de la misma. Se acuerda bastante de la circuncisión, hecha cuando tenía tres años. Aunque no sufrió dolor, le dieron éter y esto fue espantoso. Le habían dicho antes que le iban a dar una especie de perfume, para que oliera, prometiéndole que no le harían nada más (esto está de acuerdo con el relato de la madre). El entonces llevó consigo una botella de perfume para usarla en vez del otro, y cuando esto no se le permitió, quiso tirársela al médico. Aun ahora, dice, siente deseos de pelearse con él y desde entonces le ha odiado, así como también odia el éter y le teme. De pronto, refiriéndose al momento en que éste fue suministrado, dice que "era como si cientos o miles de personas hubieran estado allí". Pero su niñera estaba a su lado y pensó que ella le protegería .
M.K. le señala la fuerza que tienen sus sentimientos de persecución: ha dicho que se sintió rodeado por cientos o miles de enemigos y completamente indefenso ante ellos. Comprendió que sólo contaba con una amiga, la niñera, que representaba a la mamá buena. Pero dentro sintió que había una mamá mala: una mamá que le había mentido y que por lo tanto se había ido al bando de los enemigos. El médico "malo" con el cual se quiere pelear, representa a su papá malo de quien teme que le reduzca a la impotencia y le corte el pene.
Richard está de acuerdo con esto. Luego sigue hablando de cuando, a los cinco años, le sacaron las amígdalas, y dice que también entonces lo horrible fue el éter que le dieron. Comenta que quedó enfermo bastante tiempo después de la operación. Habla de su "tercera operación" hecha a los siete años y medio, en la cual le dieron una vez más éter para sacarle varios dientes. (Todo el tiempo habla en forma muy dramática, evidentemente gozando con su relato. No cabe duda de que poder quejarse, expresar sus sentimientos y ansiedades, y saber que M.K. le está escuchando con simpatía e interés, le trae un gran consuelo.)
Tras todo esto, empieza otra vez a explorar el cuarto y dirige su atención al "lindo" petirrojo de la tarjeta que está clavada en el biombo. Pregunta a M.K. si a ella le gusta, y luego encuentra otra más en la que también hay un petirrojo, pero dice que ésta no es tan linda.
M.K. le indica que el primer petirrojo, que le gusta más, tiene la cabeza erecta, y representa a su pene no dañado, mientras que el segundo la tiene colgando, y simboliza al pene herido. Le dice además que desea exhibir su pene ante ella que ahora representa a la niñera buena que le quiso y le protegió y que quisiera que le gustase, pues así lograría convencerse de que no está dañado.
Richard menciona ahora a sus dos canarios, a los que quiere mucho. Dice que a menudo hablan entre sí en forma enojada y que está seguro de que se están peleando… Luego descubre un cuadro que representa a dos perros y se interesa al notar que, aunque son de la misma raza, existen algunas diferencias entre los dos; tras lo cual señala el cuadro de los tres perros que antes le había gustado (cuarta sesión), y vuelve a admirar al cachorro que está en el medio.
M.K. le interpreta que le interesa saber la diferencia que hay entre sus padres y entre los órganos genitales de ambos. El cachorro del medio es él mismo que quiere separar a sus padres cuando están en la cama, en parte por celos, y en parte por temor a que se unan en contra de él, pues así sintió que lo hacían durante su operación, y cuando M.K. y su madre hablaron acerca de él. Le indica que parece tener mucho miedo de que se peleen y que quiere saber la razón por la que discuten; quizá tema él ser el causante de las peleas.
(Otra vez en esta sesión me faltan las notas sobre el final de la hora).
Notas de la sesión número seis.
I. Por regla general, el analista encuentra el fundamento de su primera interpretación en el material nuevo que surge en cada sesión; pero si la ansiedad es tan aguda que el paciente no puede expresarla, es necesaria una interpretación que se refiera a la sesión o sesiones anteriores. En el presente caso, la clave de la angustia prevalente en el momento actual, estaba en la insistencia de Richard para que su madre le acompañara hasta el cuarto de juegos, y por el silencio inicial, que fue más largo de lo común.
II. Es frecuente que en los análisis, el niño acuse a su madre de provocar en él deseos sexuales y de seducirle. Esta acusación tiene como fundamento la experiencia real de los cuidados físicos maternos efectuados durante la primera infancia, los cuales implican, entre otras cosas, el manipuleo y con ello la estimulación del genital del niño. En algunos casos un cierto grado de seducción inconsciente o aun consciente, llega verdaderamente a realizarse en las relaciones de las madres con sus hijos, pero creo, sin embargo, que es importante tener en cuenta y analizar debidamente, la proyección que hace el niño sobre su madre de sus propios apetitos sexuales, y de los deseos que él mismo tiene de seducirla.
III. Esto nos lleva a un punto vital de la técnica del análisis de niños. Al hacer referencia a una información de importancia dada por la madre de Richard, estaba ya segura de que éste tenía conocimiento de que yo había hablado de él con su madre. Es más, aunque demasiado asustado para preguntármelo, es evidente que el niño sentía curiosidad por saber lo que se había dicho y desconfiaba de toda la conversación.
Por ello, aunque al relatarle yo lo acontecido no logro aliviar del todo las dudas que le provoca mi contacto con la madre, es bien evidente al alivio que siente al oírme. (Lograr un alivio total no es posible con un niño tan desconfiado como éste, ni posiblemente con ninguno.) Podemos estar seguros de que cualquier niño a quien se lleva a tratamiento, sabe que se ha dado de él cierto grado de información, y por ello resulta conveniente referirse a ello en el momento oportuno. En la sesión anterior a ésta surgió en primer término cierto grado de angustia de castración, cosa que vuelve a ocurrir en ésta, en forma muy aguda. Por todo ello, tanto el temor a la castración provocado por la operación, como la desconfianza del niño hacia su madre, formaron parte del material total, y me pareció esencial traer el tema en este determinado momento.
Aunque a veces el analista puede hacer referencia a los informes dados por los padres, como, por ejemplo, en los casos de enfermedades u otros hechos importantes, esto debe constituir una excepción en el análisis. El analista debe encontrar su propio material en el mismo niño, y aunque a veces le pueda ayudar a hacer una interpretación más completa el estar en contacto con la madre y conocer por ella los cambios que se van operando en el paciente o cualquier otro dato relativo al niño, el abuso de estas conversaciones incrementa los sentimientos persecutorios del mismo.

(15)  El no contestar a mis interpretaciones y preguntar en seguida si es ya la hora de marcharse, constituyó una expresión de resistencia que Richard manifestó repetidamente en su análisis. Al mismo tiempo, tuvo siempre un gran interés en seguir manteniendo conmigo una relación amistosa.
(16)  Por lo general, la madre sólo le acompañaba parte del camino.