Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos: EL SUJETO Y SU ESTATUTO EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN

Estudios interdisciplinarios y nuevos desarrollos: EL SUJETO Y SU ESTATUTO EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN

Galiussi, Romina
UBACyT. Universidad de Buenos Aires

RESUMEN
La globalización ha impartido un orden a nivel social y económico
que, como todo modelo, ha instaurado una lógica
selectiva a nivel global que ha producido efectos inéditos de
segregación. Este trabajo tiene por fin indagar sus consecuencias,
para dar cuenta y delimitar la coyuntura actual que atraviesa
el sujeto contemporáneo y sus respuestas, como resultado
de esta transformación global.
Palabras clave: Globalización Sujeto Segregación Excepción

La globalización ha instaurado una modificación radical en las
coordenadas temporo-espaciales. Ha instalado una red a nivel
global que permite «conexiones» y desplazamientos antes impensados.
No obstante, este proceso globalizador -tal como lo
destaca Z. Bauman- implica sinérgicamente un singular impulso
segregativo que «lejos de homogeneizar la condición
humana, la anulación tecnológica de las distancias de tiempo
y espacio tiende a polarizarla» (1), configurando de esta manera
dos extremos: aquel habitado por la elite global y extraterritorial
versus la territorialidad forzada del resto.
La época es mencionada y caracterizada según los autores
con diversos términos, aunque algunos de ellos sostienen
ideas solidarias al respecto. El sociólogo Gilles Lipovetsky, por
ejemplo, la caracteriza bajo el término «hipermodernidad», la
cual es definida como una exacerbación de la modernidad que
identifica a la era actual y en la que prevalece un consumo
globalizado que absorbe a partes cada vez más amplias de la
vida social.
Según este autor, existe un empuje al consumo que nos remite
de algún modo al aviso publicitario que reza: «Todo mal día
tiene su shopping de consuelo». En este sentido Lipovetsky
afirma que «El consumo funciona desde ahora como doping o
como animación de la existencia, y a veces como paliativo,
como (maniobra de) diversión para todo lo que no funciona en
nuestra vida» (2); vale al respecto situar lo que propone pensar
el sociólogo Zygmunt Bauman, al preguntar si efectivamente
se consume para vivir o viceversa. De esta manera, la hipermodernidad
constituye una segunda versión de la modernidad,
en donde los axiomas de esta última -la técnica y la lógica del
mercado- son conducidos a una expansión sin límite (3).
Por su parte Jacques-Alain Miller sostiene que atravesamos
una época en la que el Otro no existe -continuando en cierto
modo lo planteado por Jacques Lacan desde el año 1938,
quien ha interpretado el malestar contemporáneo desde la
perspectiva del declive de la función paterna en la institución
familiar-, es decir, que han sido puestas radicalmente en cuestión
las instancias que ordenaban y prescribían el accionar del
sujeto. En otras palabras, el goce ya no se halla regulado por
la lógica edípica y las identificaciones en las que el padre
funcionaba como ordenador, tendiendo a concentrarse en la
función de consumo del gadget tecno-científico que indica la
lógica mercantil.
A partir de la primacía del capitalismo globalizado surge la falta
de respuestas por parte del Otro o, más aún, la verificación de
su inconsistencia. Esto es lo que caracteriza a nuestra época
y que ha arrastrado al sujeto a un proceso de constante aceleración,
ilimitado e inconsistente, que Bauman denominó bajo
el término «modernidad líquida», dejándolo en un impasse, en
un vacío desestabilizador que constituye las coyunturas actuales
de la angustia. Este último autor sostiene que el sujeto se
encuentra inmerso en el sistema -si es que lo está- aunque sin
saber por cuánto tiempo. El termino líquido hace referencia
justamente a eso, a lo contingente, precario y aleatorio, despojado
de la estabilidad o garantías preexistentes. Es decir, actualmente
prevalece la inseguridad respecto de la permanencia
en el sistema.

GLOBALIZACIÓN Y EFECTOS DE SEGREGACIÓN
El capitalismo globalizado ha producido como efecto, por una
parte, a aquellos excluidos del orden impuesto, por otra, a los
incluidos en él a la vez que angustiados y temerosos de caer.
Si bien esta división ha existido desde siempre, esta época
comporta coyunturas diferentes. De este modo, los excluidos
pasan a ser, en términos de Bauman, los residuos humanos de
la globalización, transformándose en aquello peligroso y que
se teme ser. Dicho temor se dirige hacia quienes representan
la segregación, aquellos marginales caídos del sistema que
encarnan una amenaza y despiertan tanto la ansiedad como el
resentimiento de los otros; prevalece el miedo generalizado
ante esos «extraños cercanos», en una incertidumbre que se
cierne a nivel global, predominando en el discurso actual el
tema de la seguridad o la inseguridad ante esa proximidad.
Para evitarla entonces, el sistema se protege aumentando las
medidas de control en las fronteras y en el espacio urbano, tal
como funcionaban los fosos medievales.
Asimismo, la globalización ha permitido o impuesto la existencia
de sitios carentes de referencias, es decir, espacios indiferentes
e impersonales a nivel socio-cultural. Se tratan de lugares
idénticos expandidos a escala mundial, lugares de tránsito,
pero no de permanencia ni de referencia, que al estar en todos
lados no pertenecen a ninguno; se podría pensarlos como un
no lugar a escala global, constitutivo de un borde sobre el cual
el sujeto se encuentra suspendido. Se tratan de lugares comunes
cuyo fin, lejos de instaurar un cambio entre culturas, es el
consumo. Y allí es donde justamente lo marginal pasa a tener
un lugar agrietado, un fuera de lugar ante la imposibilidad de
establecer dicho intercambio.
En su último libro, titulado Vidas desperdiciadas, Bauman desarrolla
esta problemática sosteniendo que es más sencillo y
conveniente buscar al Enemigo Público N° 1 entre la marginalidad
que en las mafias globales cuyos recursos superan al
que poseen los gobiernos por separado. No obstante, los poderes
estatales no pueden hacer demasiado para aplacar la incertidumbre,
y menos aún para acabar con ella. Por ello, lo que
hacen es reorientarla hacia objetos al alcance, la desplazan de
los objetos respecto a los cuales nada pueden hacer a aquellos
que pueden alardear al menos de manejar y controlar.
Bauman habla, no sin ironía, de este mundo feliz de fronteras
borradas, provisto de una avalancha de información, de un
banquete consumista para aquellos sectores opulentos y un
creciente sentimiento de desesperación y de exclusión en una
gran parte del resto del mundo. En relación con este tema
cabe destacar que a fines de los años ´60 y principios de los
´70, Lacan observó un estadio previo a la globalización actual
que ha sido la constitución de los mercados comunes; allí ya
observaba un incremento de los efectos de segregación, y
cómo a la vez ese «resto» es pasible de retornar como obstáculo,
como síntoma para el sistema.

LA EXCEPCIÓN COMO RESPUESTA
A partir de esta configuración global, aquellos alejados del sistema
viven esta exclusión como un perjuicio. El psicoanalista
francés Paul-Laurent Assoun, en su libro denominado El perjuicio
y el ideal, analiza esta temática en términos de excepcionalidad
-retomando el texto freudiano sobre Las «excepciones».
Allí, plantea que, en tanto perjudicados por dicha segregación,
los excluidos tienen derecho reclamar un resarcimiento,
a exigir aquello de lo que fueron privados, constituyéndose
en tanto excepciones al sistema. Así, el sujeto idealiza su falta
en su posición de exceptuado, realimentado ese lugar y reivindicándola
ante la ley que rige para el resto. En realidad este
autor propone pensar, más que en la exclusión, en la sobreinclusión
como síntoma social, en tanto la marginalidad no cesa
de volver, dejando ver el fracaso de la exclusión que se pretendía
eficaz. Sobreinclusión en la medida en que la marginalidad
se encuentra en el sistema -hecho que genera tratar todo el
tiempo el tema de la seguridad-, aunque sin contar con recursos
para sostenerse en él.
Assoun sostiene -lejos de ubicarlo como generalidad de lo
marginal- que el perjudicado tiene que hacer algo de ese perjuicio,
de ese lugar desfavorable a partir del cual alega una
indemnización como un derecho, sumando a esta «injusticia»
ajena la propia vía la transgresión como «destino de vida», forjando
su ley a contramano. Es que justamente resulta más
sencillo invocar al destino que imaginariza el perjuicio, a fin de
resultar inocente y adoptar una posición pasiva frente al mismo.
Esto es así en tanto se espera una retribución, una compensación
frente al perjuicio, generando «esa espiral insensata
de indemnización de uno en detrimento de otro…el derecho a
negar la existencia del otro en nombre del perjuicio» (4).
La exclusión pasa a ser entonces un rasgo de identidad, es
decir, «El sujeto arguye un «dolo» real anterior que lo pone fuera
de la ley…En resumen, la real de la ex-clusión genera el
sujeto de la ex-cepción» (5), siendo a la vez orden de la palabra
sustituido por el acto antisocial. El excluido pasa a ser así
síntoma a nivel colectivo del malestar, y el Estado frente a ello,
tal como sostiene Colette Soler «se ofrece, con sus dispositivos
e instituciones, como justiciero» (6), a fin de compensar a
las victimas de la violencia, reconociendo un derecho a la reparación
y surgiendo así, por otra parte, la reivindicación ilimitada
en aquellas que sostienen la prevalencia de los derechos.
Es que el Otro social instituye el perjuicio y a la vez intenta
suplirlo poniendo en marcha instituciones que intentan rehabilitar
a aquellos que configuran la anomia pero que, paradójicamente,
no consiguen en muchos casos, más que institucionalizarla.
Podemos afirmar que actualmente se atraviesa una época en
donde los derechos se imponen por sobre los deberes, depositando
en los perjuicios e injusticias ajenas la vía para una libre
acción sin consecuencias.

CONCLUSIONES
En este trabajo hemos intentado situar las dos aristas que se
despliegan a partir de la lógica global que atraviesa la era actual.
Por un lado el sistema y sus operaciones selectivas que
han segregado a gran parte de la población mundial. Por otro,
el sujeto que se aferra a ese lugar de exclusión y perjuicio, el
cual le permite sostenerse como excepción de la ley. Esta es
la vertiente que justamente nos interesa destacar, en tanto se
trata de una respuesta del sujeto contemporáneo a la imposición
global y ofrece la ocasión para pensar el estatuto ético del
mismo en la época del capitalismo globalizado. Tal como sostiene
Antonio Di Ciaccia, no se trata de proponer a la maquinaria
global como sujeto supuesto saber que, como «la mano invisible
del mercado» de Adam Smith, sabría en si misma hacia
donde va y se esperaría que fuera el bien del hombre, ni tampoco
de sostener la impotencia de aquellos que pretenden
contrarrestar, frenar o dominar dicha maquinaria sin saber
cómo. De lo que se trata no es de situarnos en uno u otro extremo
sino de señalar que toda configuración tiene un resto, el
cual no cesa de retornar. A raíz de esta coyuntura se hace
cada vez más evidente la transformación del sujeto en objeto,
en su vertiente de consumidor consumido, en una lógica donde
prevalece lo descartable y contingente del sistema, y por
otra parte ubicado como objeto en la dimensión de resto, de
desecho de aquel.
En relación a la posición sostenida por aquellos «perjudicados»
y a un tratamiento posible, Assoun afirma que el hecho de esperar
una retribución o de hacer valer los derechos propios por
sobre los ajenos impone un límite a la posibilidad de un cambio
subjetivo. Así, existe una tensión entre aquello que postula el
psicoanálisis y lo sostenido por la víctima perjudicada, en tanto
aquel apunta a instaurar una pregunta que comprometa al sujeto
más allá del perjuicio, que interrogue en dirección a la responsabilidad
en la grieta que se abre entre Ananké (necesidad)
y Tujé (azar), a fin de poder hacer ahí con ese perjuicio,
para no permanecer reducido en una identificación con él. Es
una propuesta que en lugar de victimizar al sujeto, le exige
rendir cuentas sobre su posición y su responsabilidad en ella,
permitiendo una salida al cierre que se torna trágico y dando la
posibilidad de configurar, tal como sostiene Massimo Recalcati,
«una nueva implicación del sujeto en un lazo posible con el
Otro» (7) en una época que más bien tiende a pulverizarlo.
Esta temática comporta no escaso interés para aquellos que
trabajamos en instituciones y que a diario nos encontramos
con problemáticas de esta índole. Por ello, hemos intentado
efectuar una lectura en donde prevalezcan ambos polos, sin
dejar de situar al sujeto y su responsabilidad, en tanto el mismo
y por ello, más allá de sus intenciones, debe dar una respuesta,
en la medida que «nunca es inocente, y nunca tampoco
completamente culpable. No es nunca inocente en el sentido
en que siempre es responsable, tiene que responder…tanto
de sus respuestas y de sus reacciones a los accidentes y a las
desgracias contingentes de la vida» (8), dando así lugar a que
de la denominada «víctima» del perjuicio pueda hacer una lectura
de su propia contingencia, en lugar de coagular su destino
en una identificación con el mismo.

NOTAS
(1) Bauman, Z.; La globalización. Consecuencias humanas, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 1999, p. 28.
(2) Lipovetsky, G.; Metamorfosis de la cultura liberal, Anagrama, Barcelona,
2003, p. 29.
(3) Las distinciones que establece Lipovetsky entre modernidad, postmodernidad
e hipermodernidad, así como algunas de las ideas planteadas aquí
han sido desarrolladas en: Galiussi, R.; «Dos tratamientos hipermodernos del
cuerpo», publicado en Aesthethika, Journal Internacional sobre cultura,
subjetividad y estética. Revista académica online bilingüe con referato
internacional. Volumen 2, Número 1, N° ISSN 1553-5053 (pp. 48-56). www.
ethika.org
(4) Assoun, P-L.; El perjuicio y el ideal. Hacia una clínica social del trauma,
Nueva Visión, Buenos Aires, 2001, p. 155.
(5) Assoun, P-L.; op.cit., p. 36.
(6) Soler, C.; L´en-corps del sujeto. Barcelona, España: Ed. Collège clinique
de Paris, 2003, p. 221.
(7) Recalcati, M.;»La cuestión preliminar en la época del Otro que no existe»
en El cuerpo de la hipermodernidad, Edita Alfredo Daniel Cherara, Rosario,
2005.
(8) Soler, C.; op. cit., p.225.

BIBLIOGRAFÍA
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Galiussi, R. & Gutierrez, C. «Un extraño lugar en la Terminal», en Ética y Cine,
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Lipovetsky, G.; La era del vacío, Ed. Anagrama, Barcelona, 1986.
Lipovetsky, G.; El crepúsculo del deber, Ed. Anagrama, Barcelona, 1994.
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2003.
El triunfo del gadget hipermoderno