Seminario 1: Clase 16, Primeras intervenciones sobre Balint, 26 de Mayo de 1954

Teoría del amor. Definición del carácter. La objetivación

Es muy bonito afirmar que teoría y técnica son lo mismo. Aprovechémoslo entonces. Intentemos comprender la técnica de cada analista, en los casos en que las ideas teóricas estén suficientemente articuladas como para permitirnos presumir algo acerca de ellas.

Pero las ideas teóricas avanzadas por algunas cabezas, incluso entre las mejores, no son forzosamente utilizables. Los que manejan los conceptos muchas veces no saben lo que dicen. Por el contrario, en otros casos se tiene la viva impresión de que los conceptos expresan, en efecto, algo que tiene que ver con la experiencia. Este es el caso de nuestro amigo Balint.

He querido elegir como soporte alguien que, en muchos sentidos, nos es próximo, incluso simpático, y que manifiesta, sin duda alguna, orientaciones que convergen con algunas de las exigencias que formulamos aquí acerca de lo que debe ser la relación intersubjetiva en el análisis. Al mismo tiempo, el modo en que se expresa nos da la impresión de que está influenciado por el pensamiento dominante.

Sería demasiado fácil elegir personas burdas, incluso netamente delirantes para mostrar lo que denominaré cierto desviacionismo actual respecto a la experiencia analítica fundamental a la que me refiero constantemente. Hay que buscarlas donde son sutiles, donde son el testimonio, no tanto de una aberración radical, sino de cierta manera de fallar el tiro.

Quise con esto poner a prueba lo que debe ser el alcance de una enseñanza: es decir, que sea seguida. Por eso he confiado hoy en Granoff, quien ha demostrado ser uno de los más interesados en la vía por donde intento conducirlos, la comunicación de lo que ha podido extraer de la lectura del libro de Balint llamado Primary love and psycho-analytic technics.

Según su propio testimonio, Balint empezó su carrera hacia 1920. Este libro reune los artículos escritos entre 1930 y 1950. Es un libro muy interesante, cuya lectura es muy agradable, claro, lúcido, a menudo audaz, lleno de humor. Todos tendrán – cuando tengan tiempo, pues es un libro para las vacaciones, algo así como un premio de fin de año- interés en trabajarlo. Regálenselo a si mismas puesto que nuestra Sociedad no es suficientemente rica este año como para distribuirlo.

1)
Interrupciones durante la exposición del doctor Granoff.

Se hace una oposición entre dos modos de amor. Primero, está el modo pregenital. Todo un artículo, llamado Pregenital love, gira en torno a la noción de que es éste un amor para el cual el objeto en sí mismo carece absolutamente de interés. Absolute unselfishness el sujeto no le reconoce ninguna exigencia, ninguna necesidad propia. Todo lo que para mí es bueno, es right para usted; tal es la fórmula implícita que expresa la conducta del sujeto. El primary love, estadio posterior, se carácteriza siempre como el rechazo de toda realidad, la negativa a reconocer las exigencias del compañero. Esto es lo que opone al genital love. Verán que haré objeciones masivas a esta concepción, que les mostrarán que, literalmente, ella disipa todo lo que el análisis ha aportado.

Tiene usted toda razón Granoff al señalar que la concepción de Balint gira en torno a una teoría del amor más que normativa, moralizadora. Con todo derecho, pone usted de manifiesto que él desemboca en esta pregunta ¿lo que consideramos normal, es un estado natural o un resultado cultural artificial, incluso lo que él llama a happy chance, un feliz azar? Más adelante pregunta: ¿qué es lo que podemos llamar salud, en el momento de finalización de un análisis? ¿La cura analítica es un proceso natural o un proceso artificial? ¿Existen en la mente procesos que de no estar detenidos, perturbados conducirían el desarrollo hacia un equilibrio? ¿O, por el contrario, la salud es un feliz azar, un acontecimiento improbable? Sobre este punto, Balint señala que, en el coro analítico, la ambigüedad es total. Esto nos hace pensar que la pregunta no está bien formulada.

Usted no destaca suficientemente la definición balintiana del carácter que, sin embargo, es muy interesante.

El carácter controla las relaciones del hombre con sus objetos. El carácter significa siempre una limitación más o menos extensiva de las posibilidades de amor y odio. El carácter significa pues una limitación de la capacidad for love and enjoyment, para el amor y la alegría. La dimensión de la alegría, de gran alcance, supera la categoría del goce de un modo que sería preciso destacar. La alegría implica una plenitud subjetiva que merecería ser comentada.

Si el artículo no fuera de 1932, diría que es el responsable de la difusión de cierto ideal moral puritano. Hay, en Hungría, tradiciones históricas protestantes que tienen con la historia del protestantismo en Inglaterra ramificaciones históricas precisas. Vemos así cómo se establece una convergencia singular entre el pensamiento de este alumno de Ferenczi, conducido por su maestro por las huellas que hoy seguimos, y su destino, que le integró finalmente tan bien a la comunidad inglesa.

Balint prefiere el carácter en su forma fuerte, la que implica todas estas limitaciones. El weak character, es alguien que se deja desbordar. Resulta inútil añadir que se produce en consecuencia una total ambigüedad entre lo que él llama análisis del carácter y lo que no vacila en aventurar en el mismo contexto, el carácter lógico. Balint no parece ver que se trata de carácteres completamente diferentes: por un lado, el carácter es la reacción al desarrollo libidinal del sujeto, la trama en la que este desarrollo está atrapado y limitado; por otro, se trata de elementos innatos que, para los carácterólogos, dividen a los individuos en ciertas clases constitucionales.

Balint piensa que la experiencia analítica proporcionará más elementos sobre este punto. Por mi parte, me inclino a pensarlo así, a condición de que percibamos que el análisis puede modificar profundamente el carácter.

Usted destaca muy acertadamente esa observación de Balint según la cual, a partir de 1938-1940, desaparece de los círculos analíticos todo un vocabulario, a la vez que se afirma la orientación que hace girar al psicoanálisis en torno a las relaciones objetares. Este vocabulario es aquel cuya connotación- dice Balint- es demasiado libidinal; por ejemplo, desaparece el término sádico.

Esta confesión es muy significativa. En efecto, se trata del creciente puritanismo de la atmósfera analítica.

Balint se da cuenta claramente que algo debe existir entre dos sujetos
. Como carece totalmente del aparato conceptual necesario para introducir la relación intersubjetiva, está obligado a hablar de two bodies’ psychology. Cree liberarse así de la one body’s psychology. Sin embargo, es evidente que la two bodies psychology sigue siendo una relación de objeto a objeto.

Teóricamente, de no tener todo esto consecuencias técnicas en el intercambio concreto, terapéutico, con el sujeto, no sería grave. De hecho, no se trata de una relación de objeto a objeto. Balint está- como lo ha señalado usted muy bien hace un momento- enredado en una relación dual y a la vez negándola. No hubiera podido encontrar una fórmula más feliz- lo felicito- para explicitar el modo en que nos expresamos habitualmente para explicar la situación analítica.

Todo conocimiento debe, para progresar, objetivar las partes que son objetivables. ¿Cómo progresa un análisis?: sólo por las intervenciones que impulsan al sujeto a objetivarse, a considerarse a sí mismo como un objeto.

Balint objetiva al sujeto, pero en otro sentido. Propone lo que llamaré una apelación a lo real, que sólo consiste en un borramiento, por desconocimiento, tal como lo acaba de señalar usted, del registro simbólico. En efecto, este registro desaparece totalmente en la relación del objeto y, a la vez, desaparece también el registro imaginario. Es por esta causa que los objetos adquieren un valor absoluto.

Balint nos dice cómo operar: crear una atmósfera, su propia atmósfera, una atmósfera conveniente. Es todo lo que puede decir. Es marcadamente incierto, vacila en el límite de lo indecible; entonces Balint hace intervenir la realidad, lo que él llama el acontecimiento. Por supuesto, el análisis no está hecho para que nos arrojemos en los brazos de nuestro paciente y él en los nuestros. El carácter limitado de los medios del analista plantea el problema de saber en qué plano ocurre su acción. Balint se ve obligado a recurrir al despertar de todos los registros de lo real.

No por nada lo real aparece siempre en el trasfondo y, en consecuencia, nunca lo designo directamente en mis comentarios. Justamente, hablando con propiedad, lo real está excluido. Ni Balint ni nadie logrará hacerlo entrar. Sin embargo, es a él a quien recurrirá. Fracaso de la teoría que corresponde a esta desviación de la técnica

2)
Es ya tarde. No quiero pasar de las dos menos cuarto.

Creo que se le puede dar una buena nota a Granoff. Ha cumplido totalmente con lo que de él esperaba, y les ha presentado muy bien todos los problemas que plantea este libro de Balint, su único libro, resultado de sus meditaciones y, a la vez, de su carrera.

A partir de él pueden surgir, para ustedes, algunos interrogantes. Los retomaré la próxima vez. Quiero ahora destacar aquí un artículo del que usted no ha hablado: Transference of emotions, de 1933. ¿Son las emociones las transferidas? Semejante título no parece escandalizar a nadie.

No era un artículo especialmente destinado a los analistas, estaba también en parte dirigido a quienes no lo son, a fin de hacerles captar el fenómeno de la transferencia que- dice Balint- lleva consigo un gran desconocimiento, es menos reconocido, por el conjunto del mundo científico de la época, que el fenómeno de la resistencia.

Partiré de este hueco dejado en el centro de la exposición de Granoff con el fin de aclarar nuevamente el resto. Al fracasar Balint en lograr una definición adecuada del símbolo, éste forzosamente surge por todas partes.

En este mismo artículo Balint nos dice que la interpretación que los analistas hacen de su experiencia es naturalmente una psicología, o una carácterología del propio psicoanalista. El es quien lo señala, no yo quien lo digo. El propio autor confiesa que es preciso hacer el psicoanálisis del analista teórico para situar ciertas tendencias actuales, tanto de la teoría, como de la técnica.

Hasta el próximo miércoles.