Seminario 1: El Hombre de los lobos, El inconsciente psicoanalítico (primera)

Es el fruto de la represión ligada a ciertas fases del desarrollo infantil centradas sobre el complejo de Edipo.

En este caso, se puede decir que el complejo de Edipo ha sido inacabado porque el padre es carente. El complejo no ha podido entonces realizarse en su plenitud en el buen momento: el enfermo queda con solamente fragmentos del complejo de Edipo.

El erotismo uretral está ligado al rasgo de carácter ambicioso. El lenguaje da cuenta de ello cuando alguien dice: «El apunta más alto de lo que puede mear»…

La pasión ambiciosa tiene un carácter relativo: el ambicioso quiere siempre llegar más alto que el otro, su pasión ambiciosa está pues siempre insatisfecha.

Relación «a dos» de la frase de latencia pre-edípica=relación de dominancia o de sumisión.

La vergüenza no se inscribe más que en una relación al otro.

El Hombre de los Lobos permite electivamente poner de relieve las relaciones entre el desarrollo del yo (moi) y la evolución de la libido. El conflicto a base de super-ego está completamente en un segundo plano en esta observación.

El conflicto es del registro de las aspiraciones sexuales masculinas y femeninas.

No se pueden comprender y englobar todos los casos de la represión si no se iluminan las relaciones del narcisismo y la libido.

En el animal, la activación de las funciones sexuales no está para nada desligada de toda especie de actividades y referencias al otro y al semejante (paloma y espejo, pareo y su relación con la parada).

En el hombre, existen relaciones de conocimiento —como hombre y mujer— entre individuos. En los animales, la relación del sujeto es una relación «a dos». En una relación «a dos» va a constituirse la referencia hembra a macho: conocimiento del partenaire. Pero en el hombre, él se conoce antes que estas referencias al espectáculo determinante, el individuo tiene ya al menos este conocimiento de sí mismo (estadio del espejo).

En razón de este acento  puesto en la experiencia de sus exigencias propiamente narcisísticas, se revela en el individuo una suerte de prevalencia de una necesidad de dominio que va en el sentido contrario de la elección instintual del objeto, y de eso resulta, en el caso del Hombre de los Lobos, una situación muy particular. El sujeto hace una elección parcial y contrariada, y eso lo lleva al desconocimiento de su partenaire femenino.

El acento está puesto y sostenido sobre la dimensión agresiva de la relación narcisística, y esto provoca el estalido de su libido y su vida instintual queda reducida a explosiones compulsivas cuando reencuentra cierta imago: la de la sirvienta en cuclillas, y puede entonces realizar. El está pues en la posición del amo (en el sentido hegeliano), es deicr, que está separado de sus objetos, desposeído de su objeto sexual. Siendo éste constitutivo del carácter y del mundo humano normales.

Si no llega a la relación tríada es porque el complejo de Edipo no ha sido cumplido en él.

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