Seminario 6: Clase 10, del 28 de Enero de 1959

Esta búsqueda, este ejercicio que es el nuestro, es para mostrarles cómo, en el uso que haremos de aquí en adelante en nuestra experiencia, prácticamente, de la noción de deseo, suponemos sin saberlo, un cierto número de relaciones, de coordenadas que son las que intento situar para ustedes, mostrando que son siempre las mismas, que es interesante reconocer, ya que, al no hacerlo, el pensamiento se desliza siempre un poco más a la derecha, un poco más a la izquierda, se aferró a coordenadas mal definidas, y esto no es siempre sin inconvenientes para la conducta de la interpretación.

Hoy voy a continuar el análisis del sueño que elegí en Ella Sharpe, precisamente por su carácter excepcionalmente elucidado. Vamos a ver otras cosas bajo esta doble faz: lo que dice, y lo que dice más agudo, más terminante, más notable en esta observación de la sesión donde este sueño es analizado, y en las dos sesiones siguientes, lo que hay como más notable, es que algo se inscribe tan bien en las categorías cuyo uso intento que ustedes aprendan, que es gracias a esto que se puede dar a tales elementos todo su valor. Y en cuanto falta distinguir, justamente, la originalidad de estos elementos, ella llega a reducir r en cierta manera el alcance, haciendo caer al mismo nivel el color, el relieve, mezclándolos, reduciéndolos a nociones muy gastadas, muy someras, que le impiden sacar todo el partido posible de lo que tiene en la mano.

Pero de ahora en más para fijar en vuestro espíritu algo que está destinado a dibujarse siempre muy precisamente y un poco mejor, quiero que ustedes comiencen a entrever lo que quiere decir el doble piso del grafo En suma, ¿a qué tiende este recorrido que retorna sobre sí mismo en la enunciación analítica, en tanto, yo diría, liberado por el principio, la regla fundamental de la asociación libre? A valorizar como posible lo que hay incluido en todo discurso, una cadena significante de todo lo que sabe cada uno, en tanto fragmentada, es decir, de elementos interpretables. Y estos elementos interpretables, en tanto fragmentados, aparecen precisamente en la medida en que el sujeto trata de reconquistarse en su originalidad, de ser más allá de aquello que la demanda ha fijado en él, ha àpresado de sus necesidades. Y sin embargo el sujeto, en la expresión de sus necesidades, se encuentra primitivamente tomado, ligado a las necesidades propias de la demanda, que están esencialmente fundadas por el hecho de que ya la forma de la demanda está alterada, alienada; por el hecho de que debemos pensar bajo esta forma del lengua je, es ya en el registro del Otro como tal, en el código del Otro que ella debe inscribirse.

Es en éste nivel que se produce la primitiva desviación, la primitiva distancia del sujeto en relación a algo que en su raíz, es su necesidad, pero que en su llegada no puede ser la misma cosa, ya que va a ser reconquistada en su llegada, pero conquistada más allá de la demanda, en una realización del lenguaje» en la forma del sujeto que habla, y que este algo llamado lo que el sujeto quiere es algo que se refiere a aquello que va a constituirse en él como siendo en una relación tampoco de alguna manera inmanente, completamente incluida en su participación vital, sino por el contrario, como declarante, y por lo tanto, en una cierta relación al ser.

En este intervalo —es entre el lenguaje pura y simplemente quesitivo, y el lenguaje que se articula, donde el sujeto responde a la pregunta de lo que él quiere, donde el sujeto se constituye en relación a aquello que es— es en este intervalo que se producirá eso que va a llamarse marcadamente el deseo. Y este deseo en esta doble inscripción del grafo, es algo que tiene alguna homología entre este deseo, en tanto está situado en algún lugar de la parte superior de esas coordenadas, y la función que tiene el yo (moi) en tanto que ese discurso del Otro se retoma a sí mismo, y que el llamado al otro para la satisfacción de una necesidad se instituye en relación al Otro, en lo que he llamado a veces la palabra plena, la palabra de compromiso, en una relación tal que aquélla donde el sujeto se constituye a sí mismo en relación al Otro, donde él dice al Otro «tú eres mi amo» (maitre), «tú eres mi mujer», esa relación que toma el yo (moi), lo instituye en relación a un objeto, para retornar aquí bajo la forma de mensaje.

Hay alguna homología entre esta relación en que el yo (moi) es tomado en el discurso del Otro, y el simple hecho de que alguien hable de mí como yo mismo, de sí como sí mismo. Hay algo articulado de una manera fragmentaria, que necesita un desciframiento de orden especial en el deseo.

De la misma manera que el yo (moi) se constituye en una cierta relación imaginaria con el otro, el deseo se instituye, se fija, en alguna parte del discurso del Otro, a medio camino de ese discurso, en que el sujeto por toda su vida debe concluir en algo donde su ser se declare a mitad de camino.

El deseo es una reflexión, una vuelta en este efecto por el cual el sujeto se sitúa en alguna parte frente a esto que yo designo como fantasma, es decir, la relación del sujeto en tanto se desvanece en cierta relación con un objeto electivo. El fantasma tiene siempre esta estructura, no es simplemente relación de objeto. El fantasma es algo que corta, cierto desvanecimiento, una cierta síncopa significante del sujeto en presencia de un objeto. El fantasma satisface a una cierta acomodación, a cierta fijación del sujeto, a algo que tiene un valor electivo. La efectividad de es te valor es esto que trato, este año, de demostrarles con ayuda de cierto número de ejemplos.

Esta oposición del sujeto con cierto objeto, es algo que en el fantasma está implícito, tal que él es el prefacio, el preludio del sueño enunciado por el sujeto. Ya se los he hecho oír la última vez, creo. El sujeto llega y comienza a hablar de su tos —mensaje sobre mensaje— de su tos que se produce para advertir misteriosamente antes de entrar en la pieza donde podrían estar otros dos, otros dos que estarían amándose, para advertirles que él está a tiempo de irse.

Por otro lado, en las asociaciones vemos que esta tos es algo muy próximo a un fantasma que él proporciona enseguida. El ha imaginado un fantasma pasado, estando en alguna parte, y no queriendo allí ser encontrado porque él no debería estar allí, en ese lugar. El podría ladrar como un perro y todo el mundo se diría «es un perro». El se revela, el ladrido, como siendo la señal por donde el sujeto se ausenta profundamente de donde está; se señala como siendo otro.

Y la correlación de la tos, entre esto que es una pareja de otros en la cual una tercera asociación nos muestra que el sujeto está también incluido, pues este perro que él ha sido para ladrar, es decir, para hacerse otro del que es, ahora, en un tercer recuerdo, el de lo real, nos dice que este perro es un perro que a venido a masturbarse contra su pierna. ¿Y a qué habría llegado si se des hubiera sorprendido a los dos? En breve veremos dibujarse algo que, en el orden estructural es esencial.

Cuando los dos que están en el interior de una especie de cerco son acá confrontados uno frente al otro en la relación propiamente imaginaria, aquello de lo cual se trata esta bastante bien señalado por el hecho de que este perro se masturba contra su pierna, este perro, que en la ocasión es el fantasma mismo a propósito del cual él es llevado, es también él mismo imaginario; aquel que lo muestra masturbarse, como también que no esta ausente de la unión de esos amantes. Pero lo esencial no es, simplemente, describir que la identificación del sujeto, como puede alcanzarse allí, está en todas partes.

Está también con el sujeto que queda afuera y que se anuncia, y con el sujeto que está adentro y que esta tomado en la relación de pareja con aquello que ella comporta de satisfacción imaginaria corriente. Es que, o bien los dos elementos de la unión imaginaria, dual, quedan unidos en la fascinación común del acto, entre el abrazo, entre el acoplamiento y la fascinación especular donde quedan unidos, y el otro no debe estar allí o el otro se muestra. Y entonces los otros dos se separan y se disuelven.

Es la estructura lo que es importante poner de relieve. Es la que desvirtúa el problema porque, en fin de cuentas, es el sujeto que nos dice que ha tenido una tosecita antes de entrar en rol de su analista. Entonces, está claro que, si se lo ha hecho subir, es que no habla nadie más, que ella estaba sola.

Sin embargo, el problema está claro. El sujeto tosiendo, es decir, por un lado, produciendo este acto del cual él mismo no sabe la significación, ya que plantea la pregunta por la significación, siendo por esta tos como el perro por su ladrido que él no es, él mismo no sabe cuál es su mensaje y sin embargo, él se anuncia por esta tos. Y anunciándose ¿qué es lo que él imagina? ¿Qué es lo que él imagina que hay en el interior de esta pieza, para que esta tos que él nos señala como siendo en esta oportunidad una impulsión, una compulsión, algo que lo irrita?

Y he puesto de relieve, a este propósito, qué sorprendente es que Ella Sharpe haya creído que para este fin no era necesario que hablara de ello, que el sujeto no era consiente de ello, y que no era necesario volverlo concierte. Entonces, es él mismo quien conduce este interrogante. Dice que es un mensaje, yo no sé cuál» pero esta muy claro. ¿Qué es lo que él imagina que hay adentro? ¿Cuál es el objeto que está ahí mientras él está afuera, y se anuncia de esta manera que lo aliena, por este mensaje que él no comprende? Es por este mensaje en el cual la asociación con el ladrido del perro está para mostrar que es para anunciarse como un otro, como algún otro que él mismo, que esta condición se manifiesta.

Y yo les señalo después de haber hecho este bucle, una primera vuelta donde él nos ha hablado, en principio, de su tos como mensaje, seguida de este fantasma, donde él se complace imaginándose ser un perro, hemos señalado en la realidad del acoplamiento de sí mismo con un perro en una pieza, tener de alguna manera trazado este pasaje, de una forma flotante, ambigüa, ya que pasa sucesivamente por algo que refleja su deseo, pues encarna su fantasma y vuelve después de haber ensortijado el bucle en alguna parte.

¿Por qué, él va a cambiar de registro a partir de este momento?

En ese momento, donde se terminaba mi última lección, el sujeto, nos dice la analista, tose todavía. Tiene una tosecita como si puntuara. Después de esta tosecita enuncia el sueñe» que ya he leído. Lo que les quiero decir es que ella va a ser, a partir de acá, y en este sueño, a propósito de este sueño, nuestro objetivo.

Les he dicho: lo que se manifiesta en el sueño de la relación del deseo al fantasma, se manifiesta como una acentuación que es exactamente la opuesta de aquélla que estaba dada en ese fantasma que había llegado en dos asociaciones. Acá, lo que estaba acentuado era que el sujeto le ladraba. El ladra; es un mensaje, un anuncio. El se enuncia como otro, esencialmente. Es, sobre el plano de una relación que lo enmascara en tanto que él ladra como un perro, que no comprende por qué procede así, que él se pone en la postura, o bien de no ser, ahí, o si es anunciarse como otro, de tal manera que los otros en ese momento, es decir, lo que hay para ver, se separan desaparecen, no muestran más eso que hay para mostrar.

El enigma es evidentemente lo que el imagina.

El carácter enigmático está bien subrayado por el hecho de que, en efecto, ¿qué es lo que él puede tener para anunciar, para desear anunciar, para que, en el momento de entrar en el consultorio de su analista, tuviera esta tos?

Lo que esta velado por este lado de la relación con este objeto porque es, yo no diría su analista, pero lo que está en la habitación.

En el sueño, lo que vamos a ver puesto en todo momento en primer plano, es algo que está aquí. Es un elemento imaginario, vamos a verlo, que no es cualquiera. Y como es necesario que ustedes lo esperen allí, estando en un sueño, está marcado por una cierta función. Lo que yo les habré enseñado sobre el sueno, no tendrá sentido si esta función no es una función significante.

Sabemos bien que lo que está de este lado de la relación en el fantasma del sujeto, es algo también que debe tener una función compleja, no ser solamente una imagen, sino algo significante. Pero esto, para nosotros, permanece velado, enigmático. No podemos articularlo como tal. Todo lo que sabemos es que, del otro lado de la relación, el sujeto se anuncia a sí mismo como otro. Es decir, como sujeto marcado por el significante, como sujeto barrado. En el sueño, es la imagen que tenemos, es lo que no sabemos, es lo que está del otro lado, a saber: que es él, en este sueño, es decir, lo que Ella Sharpe va a tratar de articular para él en su interpretación del sueño.

Tomemos ahora las asociaciones a propósito del sueno, enseguida después de que el sujeto haya hecho esta observación que concluye el sueño, a propósito del uso, del verbo se marturber (masturbarse), que el ha empleado en sentido transitivo, y del cual ha hecho notar que es intransitivamente que él ha debido emplearlo para utilizarlo de manera correcta, que habiendo dicho «ella estaba tan decepcionada que yo había tenido la idea de masturbarla».

Se trata evidentemente de otra cosa, ya sea que se tratara de que el sujeto se masturba, que es justamente esto que piensa la analista, y es esto que ella lleve enseguida a sugerirle, subrayando lo que el sujeto acaba él mismo de hacer notar, a saber, que el verbo habría debido ser usado en sentido intransitivo. El sujeto, a este propósito, hace notar que, en efecto, es excesivamente raro que él haya masturbado a cualquiera. El no lo hizo más que una sola vez con otro muchacho. «Es la única vez que puedo recordar». Y continúa: «El sueño está totalmente vivo en mi memoria; no hubo allí orgasmo. Veo por delante sus partes genitales. El fin de la vulva.» Y describe algo grande «que se proyecta hacia adelante que cuelga hacia abajo, como el pliegue de una capucha». Es esto de lo cual la mujer hacía uso mientras maniobraba (es el término que él había empleado en el sueño). «La vagina parecía apretar mi dedo alrededor. La capucha aparecía muy extraña» (seems strange).

La analista retoma: «¿Qué piensa además? Deje salir lo que hay en su espíritu». El paciente retoma «Pienso en un antro, en una caverna. Allí había algo como un antro, una caverna, sobre la colina donde yo vivía cuando era niño. A menudo he ido allí con mi madre. Era visible desde la ruta a lo largo de la cual caminábamos. Su carácterística más notable era que la parte superior (the top) sobresalía (overhanging) y parecía un enorme labio. Algo como la gruta del cíclope en Capri, cuyo costado estaba salpicado de cosas parecidas. Una caverna con una parte proyectándose hacia adelante».

El hace por debajo una asociación muy notable: «Hay un joke  a propósito  de los labios, en el sentido genital del término, cubriendo transversalmente y no longitudinalmente. Pero no recuerdo cómo este joke estaba compuesto. Cierta comparación con la escritura china y su relación con la nuestra, una y otra partiendo de diferentes lados, una de arriba hacia abajo, otra transversalmente. Seguramente los labios están » side by side» (es decir, costado contra costado), mientras las paredes de la vagina son, una anterior y otra. El posterior. Es decir, una longitudinal y la otra transversal. Pienso entonces -dice- en la capucha».

Estos jokes que son en inglés una parte del patrimonio cultural, son muy conocidos, están en general bajo la forma de los limeriks . El limerik es algo muy importante y revelador, no haré más que valerme de esto. He buscado en una colección bastante considerable, de alrededor de tres mil limeriks.

Este limerik existe seguramente, yo he visto otros de ellos que se aproximan. No se siquiera por que» el tema de la China parece justamente considerado. Había allí cierta especie de inversión de la línea de escritura -evocada cada vez que algo se acerca a una asimilación y al mismo tiempo, a una oposición de la línea de abertura genital con la de la boca, transversal, también con esto que se supone detrás de la línea de la abertura genital de la transversalidad de la vagina.

Es decir que todo esto es muy ambigüo. Lo que se acerca más y es más divertido, por el hecho de que uno no ve especialmente por qué la China interviene en esta asociación, en este limerik 1381 de una obra sobre el limerik.

Había allí una joven de la China
que confundió un día su boca con su vagina
su enorme clítoris cubría con rouge
y puso rouge en sus labiecitos.

Traducido, pierde su encanto, pero es muy notable, es en todo caso algo que está muy cerca de nuestra cuestión, de la cual el autor nos subraya que la superposición de dos imagenes, una imagen de la boca, otra imagen genital, es muy esencial.

¿Qué voy a realizar aquí? Es a propósito de algo sobre lo cual enseguida el pensamiento analítico se desliza hacia elementos imaginarios, a saber, la similación de la boca a la vagina, el pecho de la madre considerado como el elemento de engullimiento o de devoración primitiva. Y tenemos toda clase de testimonios diversamente etnológicos, folklóricos, psicológicos, que muestran esta relación primitiva, como aquélla de continente a contenido, que el niño puede tener en relación a esto que podemos llamar la imagen maternal.

Me parece que merece ser retenido en este nivel algo de lo cual diré que tiene seguramente el mismo acento que la otra vez el punto donde yo los he detenido cuando se trataba de la grande y la pequeña jirafa.

No era solamente el elemento entre el pequeño y el grande, entre la madre y el falo: estos elementos es lo que hacia allí Juanito; uno podía sentarse encima, molestarlos, eran ya el fantasma de cosas transformadas en papel.

Se podría decir de una manera más matizada más interrogativa, más sometida a confirmación, pero digamos, para puntuar eso de lo cual se trata, que esto no es nada, que sólo sirve para introducir acá algo concerniente a este elemento imaginario que representa ya de manera notable lo que es en el sueño y que ha sido deslucido como algo muy precisamente descripto, el repliegue de una capucha. Esto no es nada. Es algo que tiene ya una cierta estructura, que cubre, que peina; y el dedo introducido —to close rond— en este elemento, este sudor también, es algo que nos da algo muy preciso como imagen, algo que no se puede diluir allí en una simple estructura general de envoltura, devoración o engullimiento. Está puesto en cierta relación con el dedo del sujeto, precisamente Y yo diré aún que toda la cuestión está acá.

¿Pone o no pone el dedo? Es cierto que pone allí el dedo, y que no pone otra cosa, entre otras, que no pone allí su pene que está acá presente; esta relación con eso que acaba de envolver, enguantar la mano, es algo que es acá totalmente prevalente, puesto por delante, impulsado hacia adelante hacia la salida de la figurabilidad, como dice Freud para designar el tercer elemento en acción, el trabajo del sueño (Traumarbeit)

Se trata de saber lo que debemos hacer con esto. Si debemos resolverlo enseguida en una serie de significaciónes reprimidas preformadas, a saber, todo lo que uno va a poder poner detrás de esto, introducirnos a nosotros mismos en esta especie de bolsa de prestidigitador con todo lo que estamos habituados a encontrar allí, o bien detenernos, y respetar esto como algo que tiene allí un valor específico.

Ustedes deben darse cuenta cuando yo digo valor específico, por poquitas nociones librescas que tengan sobre esto que acá pueda ser un fantasma parecido, que después de todo  siempre hay lugar para que nosotros no diluyamos esto en la noción, por ejemplo, muy general, del interior del vientre materno de la que hablamos en los fantasmas.

Algo también elaborado en el sueño, merece que nos detengamos allí. Esto que tenemos por delante no es ciertamente, el interior de un útero, es over hanging, este borde que se proyecta.

Y por otra parte, ya que es muy fina, Ella Sharpe subraya más lejos, en un pasaje que podremos reencontrar a continuación, que está frente a algo notable. Es una proyección, dice; y enseguida, después en el pasaje ella anuncia que es el equivalente de un pene.

Es posible, pero por qué àpresurarse. Tanto más en cuanto ella subraya también en este momento que es difícil hacer de esta proyección algo ligado a la presencia de la vagina. Está bastante acentuado en el sueño, y por la maniobra misma a la que el sujeto se presta, yo diría se sustituye a sí mismo poniendo allí el dedo y no su pene. Cómo no ver que, precisamente, esto está localizado en este fantasma que es, en efecto, cómo el sujeto lo articula, algo que tiene la más estrecha relación con la pared anterior y posterior de la vagina; que al decir de un médico para quien la profesión es practicar la medicina – que no era el caso de Ella Sharpe, quien era profesora de Letras, y esto le daba gran apertura sobre la psicología – es un colapso, algo que se produce en la pared de la vagina donde se produce esta proyección de la pared anterior más o menos seguida de la proyección de la pared posterior y que en un estadio todavía ulterior, hace aparecer en el orificio genital, la extremidad del cuello. Es algo muy frecuente que plantea toda clase de problemas al cirujano.

De esto no se trata aquí. Seguramente haya acá algo que pone en juego la pregunta y el fantasma de la mujer fálica, tan cierto como que yo recordaba en su obra – no he podido verificar él pasaje (es un hecho bastante conocido para que piense que no es nuevo para algunos de ustedes) de la reina Cristina de Suecia, la amiga de Descartes, que era una ruda mujer, como todas las mujeres de esta época, no sabría insistir demasiado sobre la influencia sobre la historia de las mujeres de esta maravillosa mitad del siglo XVIII. La reina Cristina misma vio un día aparecer en el orificio de la vulva la punta de un útero, que sin que sepamos las razones, se encuentra en este momento de su existencia, haciendo hiancia, en un caso por completo carácterizado como colapso (o prolapso uterino). Es entonces que, cediendo a una enorme lisonja, su médico cae a sus pies diciendo: «¡Milagro, Júpiter al fin le ha devuelto su legítimo sexo». Lo cual prueba que el fantasma de la mujer fálica no data de ayer en la historia de la medicina y de la filosofía.

Lo que acá está, no es lo que está en el sueño ni es necesario escuchar —la analista pone en claro esto muy tarde en la observación— que la madre del sujeto, por ejemplo, tuvo un prolapso. Y aún, por qué no, ya que en la articulación de su comprensión de lo que pasa, la analista se hace cargo del hecho de que muy probablemente el sujeto haya visto un montón de cosas por debajo, que algunas de sus imaginaciones dejar pensar que son pocas, que él debe tener allí mismo, para que su interpretación sea coherente, algo de análogo, es decir, una cierta aprehensión bajo las faldas del órgano genital (y del de su madre).

¿Por qué no ir en este sentido? Porque esto no es así. Estamos demasiado justificados al hacerlo el mismo sentido que la analista, en tanto que pronto va a pasar necesariamente por esta suposición. Nosotros no estamos en eso aquí. Indico simplemente, que desde entonces, se trata de referencias en relación a imagenes del cuerpo —que se las hace entrar en juego en la interpretación— no sería preciso, ya que no distinguiríamos la obsesión o el deseo, o el temor del retorno al vientre materno, y muy especialmente la relación con la vagina, que después de todo, no es algo a lo que, se bien en esta simple explicación, el sujeto no pueda tener alguna aprehensión directa o indirecta.

Lo que quiero simplemente subrayar aquí, después de haber marcado el acento especial de esta imagen en este sueño, es que en todo caso, algo debe retenernos. Es el hecho de que el sujeto lo asocia enseguida a algo de otro orden, a ese juego poético y verbal del cual solamente para divertirme di un ejemplo —es para dar una idea del estilo de un extremo rigor literario; es un género que tiene leves más estrictas posibles— y es un joke o limerik, poco importa, que lleva una historia definida literariamente, y cabalgando, ella misma, en un juego concerniente a la escritura.

Pero esto que no hemos encontrado en el limerik, que habíamos desterrado, el sujeto afirma haberlo oído: era, refiriéndose en eso a la diferente dirección de las líneas de escritura en nuestra manera de escribir y la china, que él evoca en ese momento algo que no se impone a esta asociación de esta manera; a saber, justamente lo que pone sobre la vía de un acercamiento entre el orificio de los labios grandes y los labios de la boca. Este acercamiento como tal, afecta algo que es del orden simbólico.  Lo más simbólico que puede tener, son las líneas de carácteres chinos, porque es algo que está acá, que nos designa que, en todo caso, este elemento en el sueño es un elemento que tiene un valor significante, que en esta suerte de adaptación, de adecuación, de acomodamiento del deseo, en tanto que él se forma en relación a un fantasma que está entre el significante del Otro y el significado del Otro, ya que ésta es la definición del fantasma, en tanto que el deseo tiene que acomodarse a él.

Y yo digo si esto no es expresable de una manera más articulada en lo que es nuestra experiencia, cuando buscamos centrar lo que es el deseo del sujeto. Es una cierta posición del sujeto frente a cierto objeto, en tanto que pone alguna parte intermediaria entre una pura y simple significación, una cosa asumida, clara, transparente para él, y algo de otro que no es de ningún modo un fantasma, que no es una necesidad, que no es un empuje, un cabo, sino que es, siempre, del orden del significante en tanto significante, algo cerrado, enigmático

Entre los dos, esta lo que aparece aquí bajo la forma de una representación sensible extremadamente precisa, llena de imagenes. Y el sujeto, por las mismas asociaciones, nos advierte: esto es lo que es significante. ¿Qué es lo que haré ahora? ¿Entrar en la manera en la cual la analista la interpreta? Es necesario, entonces, que les haga conocer todo el material que tenemos.

¿Qué es lo que dice la analista en el momento siguiente: y después, qué? Ella responde sobre el hecho de que el sujeto» re tome después de haber tosido, volviendo sobre la capucha.

«Pienso en la capucha». «¿Y qué más?» —dice la analista. «Un tipo raro —responde— una vez en uno de mis primeros campos de golf, recuerdo, él me corrió y me dijo que podía darme una bolsa para los palos de golf a buen precio, y que el material sería del tejido que se usa para las capotas de los autos». Sobre eso, hace una imitación después de haber dicho: «es de su acento de lo que me acuerdo».

«Imitarlo así hablando de él mismo, me recuerda a una amiga eh la que las imitaciones que la radio (broadcast es la palabra que importa) son extremadamente astutas y maliciosas (very clever). Pero sin embargo yo la traigo nuevamente contándole de ella algo como esto. Tanto como si le contara que tengo la más maravillosa «T.S.F.» que pueda tener. Ella toma las estaciones sin la menor dificultad. Mi amiga tiene una espléndida memoria —dice. Ella recuerda muy bien su infancia, pero mi memoria de mí es muy mala por debajo de los once años. Recuerdo sin embargo, una de las primeras canciones que escuché en el teatro. Imitaba el hombre del que se trataba después. Es una canción del buen gEnero inglés del music hall que se puede traducir un poco más cerca como: dónde es que has pescado este sombrero; dónde es que has pescado esta teja». La teja designa muy especialmente lo que llamamos en la ocasión un tubo, el sombrero de forma alta. Esto puede significar también, simplemente, un sombrero.

«Mi espíritu —continúa— vuelve nuevamente al sombrero, y yo me acuerdo de un primer «car» que tuve al principio», pero en esta época, seguramente, no era más llamado «bar», sino «motor-car», ya que el sujeto es bastante entrado en años. «La capota de este auto tenía trazos completamente notables: estaba cerrada con correas levantadas cuando no estaba inclinada hacia adelante. El interior tenía dibujos escarlatas». Y continúa: «El límite de velocidad para este coche era alrededor de sesenta millas».

El habla de este coche como si fuera humano. «Yo recuerdo que estuve enfermo en ese coche, y esto me hace recordar el tiempo en el que debí orinar en una bolsa de papel cuando era niño. Pienso aún en la capucha». Vamos a detenernos aquí en las asociaciones. Ellas no van muy lejos, pero quiero, sin embargo, contraponer esto que les aporto aquí con la manera en la cual la analista comienza a interpretar esto.

 «La primera cosa de importancia —dice— es encontrar el hilo cardinal de la significación del sueño. Nosotros podemos hacerlo notando, justo el momento en que las cosas llegan al espíritu del paciente». Y luego comienza a hablar del perro que se masturbaba contra su pierna, en el momento en que justo en la pantalla, él ha hablado del perro para decir que él mismo imitaba a este perro, después de la tos, después del sueño del que se ha despertado transpirando.

«La deducción —dice ella— que concierne a la significación general del conjunto del sueño», es entonces paralela la de una fantasía masturbatoria. Aquí estoy completamente de acuerdo. Esto es de primera importancia; estamos de acuerdo con ella. «La cosa siguiente para notar —dice ella— está, conectando con esta fantasía de masturbación, el tema de la potencia». Ella lo entiende pero no en el sentido de la potencia sexual, sino como la potencia, en el sentido más universal del termino, coma ella va a decir más adelante, de la omnipotencia. El hace un viaje alrededor del mundo; es el sueño más largo que jamás haya tenido (es lo que dice el sujeto); Esto tomarla toda una hora para contarlo. Con esto podemos relaciónar la excusa de darlo el golpe hablando de fas imitaciones de su amiga que esta en la radio. Y que esta en la radio para el mundo entero, agrega la analista. Y su propia radio «T.S.F.» que atrapa toda clase de estaciones. Notemos también su propia imitación del hombre cuyo acento lo ha divertido tanto. Un acento fuertemente cocney. E incidentalmente, lo que ha dicho por medio de este hombre.

Las imitaciones de la voz de su amiga y su voz misma tienen la significación de la imitación de una persona más fuerte. ¿Se engaña ella? Es un hilo conductor hacia el sentido de la fantasía de masturbación, es decir, la fantasía en la cual él encarna a otra persona. Es una significación de un poder de inmensa potencia. He aquí entonces, lo que es tenido por la analista como cayendo de su propio peso. Es decir, que el simple hecho de estas encarnaciones imitadas que intervienen más o menos en conexión con la fantasía masturbatoria estando supuestas en el fondo de esto que pasa – el sólo hecho de que el sujeto se haya excusado de poner demasiado allí, de vanagloriarse, de lanzarse demasiado, significa que tenemos una fantasía de omnipotencia que debe ser puesta en primer plano.

¿Es algo con lo que de antemano podemos convenir? Una vez más, les ruego, simplemente aquí, notar que lo menos que podemos decir es que hay alguna confusión quizá en decir que se trata de una omnipotencia anhelada, o más o menos secretamente asumida por el sujeto. Entonces, qué parece este sujeto, si nosotros nos sostenemos en el primer abordaje del sueño, su contenido manifiesto en esta ocasión es, por el contrario, para reducir, para minimizar. Y la analista subraya otra ocasión de la capucha. La analista está de tal manera, de hecho, mucho más lejos que su propia interpretación, bajo el golpe de una cierta aprehensión de esto, de este lado reducido del sujeta en toda su presencia en este fantasma, que ella dice siempre él ha visto o ha percibido esto cuando era un niñito.

De hecho, ¿qué es lo que vemos? Primero, el sujeto haciéndose chiquito. En presencia de esta especie de apéndice vagamente tentacular en el cual a lo sumo osa aproximar un dedo, del cual no sabe si debe ser para peinar, cubierto, protegido, en todo caso distanciando de él y del ejercicio propio de su potencia en todo caso sexual, este objeto significante, quizá es ir un poco lejos, y es siempre la misma confusión, como confundir la omnipotencia imputada al sujeto como más o menos negada, con esto que es, por el contrario, totalmente claro en esta ocasión, la omnipotencia de la palabra. Pero es que hay un mundo entre los dos porque es precisamente en contacto con la palabra, que el sujeto tiene dificultades.

Es abogado, pleno de talento, y es preso de las fobias más severas cada vez que se trata para él de comparecer, de hablar. Se nos dice, al principio, que su padre ha muerto hace tres años que el sujeto ha tenido todas las penas del mundo para hacerle revivir un poco en su recuerdo. Pero, ¿cuál es el único recuerdo que permanece en él absolutamente claro? Es que se ha transmitido que la última palabra de su padre habría sido: «Roberto tomará mi lugar».

¿En qué sentido la muerte del padre es temida? ¿Es en tanto que el padre está muerto, o en tanto el padre, muriendo, ha hablado, ha dicho «él debe tomar mi lugar»; es decir, «acá es donde soy», o «acá es donde muero».

La dificultad del sujeto en el lugar de la palabra, esta distancia que hace que la palabra se sirva de eso, justamente, para ser en otra parte, y que inversamente, nada es más difícil para el, no solamente hablar, sino hacer hablar a su padre —esto no ha sido recientemente atravesado y ha sido una especie de maravilla para el, nos dice la analista, al ver que su padre hablaba— esto no es algo que deba incitarnos a acentuar para él más para otro esta división entre el otro en tanto hablante, y el otro en tanto imaginario, ya que, para decir bien, cierta prudencia se impone en este nivel.

La analista encontrará una confirmación de la omnipotencia del sujeto en el carácter enorme del sueño. El carácter enorme del sueño, no podemos saberlo sino por el sujeto. En él quieta nos dice que ha tenido un sueño enorme, y que allí había Una enorme historia anteriormente, que ha habido una vuelta al mundo, cien mil aventuras que tomaría un tiempo enorme contarlas, que no va a aburrir a la analista con eso. Pero al fin de cuentas, la montaña alumbra una pequeña historia, una sonrisa. Si hay, también acá, una noción de algo que esta indicado como un horizonte de potencia total, es un relato, pero un relato que no está hecho.

La omnipotencia esta siempre del lado del otro, del lado del mundo de la palabra en tanto tal.

¿Es que debemos enseguida ver al sujeto en esta ocasión, como siendo lo que supone, y esto enseguida implicará, en el pensamiento de la analista, como siendo la estructura del sujeto, no solamente este fantasma como omnipotente, sino con la agresividad que esto comporta?

Es en esto que debemos, de antemano, detenernos para situar justamente lo que estoy tratando de hacerles notar, lo que se produce de parcialidad en las interpretaciones, en la medida en que es ignorada una diferencia de plano, que, cuando ella esta suficientemente acentuada en la estructura misma debe ser respetada. Es por esta sola condición que sabemos que esta diferencia de plano existe.

¿Cuál es la cuestión que se plantea a continuación, no dice la analista? ¿Por qué esta fantasía de extrema potencia? La respuesta esta dada en el sueño. El da una vuelta al mundo. Yo lo pondré acá como reunido con la idea del recuerdo real que tiene cuando describe la capucha en el sueño, que era tan extraña. Por esto pone por delante no sólo el hecho de que ha descripto una proyección, un repliegue de la capucha, sino también que la capucha estaba sobresalida como el labio de Una caverna. Así, obtenemos esto de que la capucha y los labios de la vulva son comparados con una gran caverna sobre el flanco de la colina donde él se paseaba con su madre. La fantasía de masturbación es, entonces, una fantasía asociada con una potencia inmensa, ya que sueña con estrechar, abarcar la tierra misma, ser en la altura, al nivel de la enorme caverna, bajo sus labios proyectados hacia adelante. Esta es la segunda cosa de gran importancia.

Ustedes verán cómo procede en esta ocasión el pensamiento de la analista. Indiscutiblemente, no podrán evitar sentir un salto. Que hay una relación con el hecho de la asociación, aquí está demostrado, entre este recuerdo de niño donde él mismo sufre una cobertura, como decimos, y aquél del cual se trata, a saber, del valor significante del fantasma que llamaré fantasma de prolapso; esto, seguramente, no tiene que ser descartado. Que el sujeto sea considerado por este hecho mismo, domo siendo el sujeto clásico, si puedo decir, de la relación edípica, es decir, el sujeto que se alza al nivel de este abrazo de la madre que aquí se transforma en el abrazo de la tierra madre del mundo entero, hay acá algo que me parece ser un paso franqueado quizá un poco rápido, sobre todo cuando sabemos cuánto, al costado de este esquema clásico, grandioso, del héroe edípico, en tanto se muestra a la altura de la madre, cuanto en la diferencia de este esquema podemos ver aquí que Adler tiene tan bien detallada una fase de la evolución del niño, a saber, el momento donde, muy precisamente, la integración de su órgano como tal está ligada a un sentimiento de inadecuación —contrariamente a esto que dice la analista— con lo cual se trataría de una empresa tal como la conquista o el abrazo de la madre.

Efectivamente, este elemento puede jugar un rol, un rol indiscutible, manifestado, de una manera seguramente apremiante en un gran número de observaciones que conciernen, precisamente, a esta relación narcisística del sujeto con su pene, en tanto que para él está considerado como más o menos insuficiente, demasiado chico.

Sólo con la relación con los semejantes, con los rivales masculinos, se entra en juego. La experiencia clínica nos muestra, por el contrario, que la inadecuación del pene al órgano femenino, como supuesto seguramente enorme en relación al órgano masculino, es algo de demasiada importancia para que nos apuremos tanto.

La analista continúa: ahora voy a atraer su atención sobre la asociación que concierne a los labios y a los labios de la vulva. La mujer que fue un estimulo para su sueño, tenla los labios rojos, plenos, apasionados. En el sueño, hay una pintura muy viva de la imagen de los labios de la capucha. Está la caverna con un labio sobresaliente. Se piensa en cosas longitudinales y otras atravesadas, lo que ahora nos sugiere la boca comparada con la vulva. Esto, sin comentario. Piensa, por otra parte, que el primer coche que ha tenido tenía su capota cerrada por correas hacia atrás, cuando no estaba vuelta hacia adelante, y un dibujo escarlata en esta capota. Piensa inmediatamente en la velocidad y en las referencias que ha hecho, la voz de la mujer y la voz del hombre imitada, son parecidas en la imitación. De esta referencia a ella, y en conexión con una encarnación masculina, deduzco que, por lo menos cuando era pequeño, vio los órganos de su hermana, percibió el clítoris y comprendió.

Le hace, por otra parte, enseguida, evocar más lejos, considerando el conjunto del trabajo de análisis hecho precedentemente, que por agregado había allí cierta situación infantil en la cual hubo alguna ocasión de ver las partes genitales de su madre. Todos los detalles suponen en sus recuerdos, en sus imagenes, que había estado en este momento acostado en la alfombra, que había visto esto o aquello.

Voy a puntuarles, sin embargo, aquí, algo que les indica dónde quiero llegar en estas criticas, dónde les enseño a mirar, a deletrear, si puedo decir, en qué sentido van un cierto número de inflexiones en la comprensión de lo que nos es presentado, que no está destinado —creo— a argumentar la evidencia de ello, ni tampoco, sobre todo – ustedes lo verán cuando lleguemos allí —a darle su justa interpretación.

Es necesario, sin embargo, que aclare un poco mi enfoque; Quiero decir que yo les digo, o quiero llegar allí, esto que entiendo como opuesto a este color en el cual se empeña el pensamiento de la analista.

Y ustedes verán que estas interpretaciones serán, a este respecto, extremadamente activas, aún brutales, sugiriendo que el fondo de la cuestión es el carácter agresivo de su propio pene. Ustedes verde que es un pene en tanto órgano agresivo, en tanto órgano que hace entrar en juego el carácter nocivo y deletérea del agua que él ha despedido, a saber, la orina que ustedes han visto evocada en la ocasión, y sobre la cual habremos de volver, que la analista obtiene un efecto del cual no hay que estar sorprendido, que un sujeto adulto, bastante mayor, se orine de noche.

Pero dejemos esto de lado. Lo que quiero decir es esto: creo que este sueño, para anticipar un poco esto que creo poder demostrarles, continuando este trabajo penoso y lento de análisis línea por línea de lo que no es presentado, ¿dónde se plantea la pregunta en lo que podemos llamar el fantasma fundamental del sujeto, en tanto que está presentificado? El sujeto imagina algo, no sabemos qué, que concierne a su analista. Les diré lo que la analista piensa del punto en que está la transferencia.

Esta es en este momento, una transferencia de tipo netamente imaginario. La analista está focalizada, centrada, como algo que está, esencialmente, respecto al sujeto, en una relación de un otro yo (moi). Toda la actitud rígida, mesurada, de defensa, como la analista lo percibe muy bien, en presencia de Ella Sharpe, es algo que indica una relación especular muy estrecha con la analista. Es contrariamente a esto, que dice Ella Sharpe, está muy lejos de ser la indicación de que no hay allí transferencia. Es una cierta clase de transferencia, en su origen, dual, imaginaria.

Esta analista, en tanto ella es la imagen de él, ¿qué está por hacer? Ya esto se impone. Está bien claro que esto contra lo cual el sujeto la previene con su tosecita, es que ella suena con masturbarse. Es esto que ella está haciendo como sensato. Pero, ¿cómo lo sabemos? No lo sabemos enseguida, y esto es muy importante. ¿Cómo podemos saber? Es por otra parte que en el sueño la cosa, entonces es, seguramente, clara, ya que es lo que el sujeto está diciendo, a saber, que hay alguien que se masturba.

La analista reconoce con mucha justicia que se trata de una masturbación del sujeto, que es lo que sueña. Pero en el sueño esta la intención manifiesta en el sujeto de masturbarla – agregando que esto es un verbo intransitivo – nos pone suficientemente sobre la vía de esto: que el fantasma significante del cual se trata, es de una estrecha ligazón con un elemento macho y hembra tomado sobre el tema de una especie de envolvimiento. Quiero decir que el sujeto no está simplemente tomado, contenido en el otro. En tanto que él la masturba, él se masturba, pero también, no se masturba. Quiero decir que la imagen fundamental de la que se trata, que está acá presentificada en el sueño, es de una especie de vaina, de guante. Por otra parte, éstas son, en suma, las mismas palabras. Vaina es la misma palabra que vagina.

He aquí dos encuentros lingüísticos que no son sin significación. Sobre la vaina, el guante, la funda, habría mucho que decir desde el punto de vista lingüístico, pero creo que hay acá una cadena de imagenes en la que es extremadamente importante reparar, ya que son muy constantes y presentes, no solamente en el caso particular, sino en muchos otros casos. De lo que se trata, es de que el personaje imaginario significante es algo en que el sujeto ve, de alguna manera, envuelta, tomada, toda clase de posibilidades de su manifestación sexual. Es en relación a esta imagen central, que él sitúa su deseo, y que su deseo está de alguna manera subsumido en ella.

Voy a poder mostrarles que es necesario que haga un poco más para justificar esta noción: en la continuidad de las asociaciones va a aparecer una idea que ha atravesado el espíritu del sujeto, nos dice la analista, desde asociaciones recientes. El sujeto, por sus funciones, debe ir a un lugar donde el rey y la reina deben mostrarse. El esta encantado por la idea de tener una avería en el auto en mitad de la ruta, y de bloquear por esto el pasaje del auto real.

La analista ve allí una vez mas, las manifestaciones de la omnipotencia temida del sujeto por sí mismo, aún va a ver allí —nosotros veremos todo esto en detalle la próxima vez— el hecho de que el sujeto ha tenido la ocasión durante algunas escenas primitivas, de intervenir de esta manera, deteniendo algo, a los padres, en esta escena primitiva. ,

Lo que es seguramente sorprendente, nos parece, por el contrario, ea la función del auto sobre el cual volveremos. El sujeto está en su auto, y más allá de que durante este detenimiento él separa lo que sea – detiene sin ninguna duda a los otros; que él detiene, nosotros lo sabemos bien, ya que se trata de esto, esta en análisis por esto. Todo se detiene, detiene a los otros, la pareja real, parental en la ocasión, en un auto, y bien dicho, en un sólo auto que los envuelve como la capota de su auto, la que él evoca en sus asociaciones, reproduciendo el carácter de cobertura de la caverna.

Estamos en la época en que Melanie Klein comienza a ascender en la sociedad inglesa y aportar cosas articuladas, que son de una alta cualidad clínica, y es por lo que vale la pena, haber hablado de tal manera de un padre ambigüo, del monstruo biparental, por no saber aquí reconocer de una manera particularmente específica un cierto carácter ambigüo, ligado a cierto modo de aprehensión de la relación sexual.

Digamos, para acentuar entonces nuestro pensamiento, que lo que está en cuestión en el sujeto es, justamente aquí, precisamente, separar a los padres, separar, en ellos, el principio macho y hembra. Y diría, en cierta manera: lo que se propone como línea de horizonte de la interpretación analítica-, no es otra cosa que una especie de operación de circuncisión psíquica.

Pero en fin de cuentas, esta vagina protuberante, prolapsada, que esta acá, viene aquí a presentarse bajo la forma de algo que, por otro lado, no está en ninguna parte, que se sustrae – he hablado hace un rato de bolsa de prestidigitador, pero para nosotros, la verdad de este girar y donde se encuentra y no se encuentra alternativamente, lo que se resbala allí por algo de habilidad. Esta especie de perpetua presencia y no presencia del sujeto, es también algo que tiene otra cara: es lo que hay en la masturbación, que ya implica allí cierto elemento de hembra presente.

Es por eso que hablo de una cierta circuncisión. Esta especie» de elemento protuberante es también el prepucio que él sueña en ciertos lados – y esto de lo cual se trata en este sujeto – y que otra parte de sus recuerdos nos hace aparecer. (falta la página final N.T.).