Seminario 7: Paréntesis, La pulsión de Muerte según BERNFELD, 27 de Abril de 1960

No van a escuchar hoy la continuación de mi discurso. No van a escucharlo por razones personales mías. Habiendo sido ocupada por mí esta interrupción para la redacción un trabajo que aparecerá en nuestro próximo número sobre la estructura, esto me remitió a una etapa anterior de mis desarrollos, y al mismo tiempo esto ha quebrado mi impulso. Lo que este año desarrollo ante ustedes con respecto a esta dimensión más profunda del movimiento del pensamiento, del trabajo y de la técnica analítica, que llamo ética evidentemente se prosigue en base a determinado impulso.

He releído lo que les he dado la última vez. Créanme, esto no se presenta mal en la relectura. Es con el propósito de encontrar ese nivel, que les traeré su continuación la próxima vez.

Estamos por el momento en esa barrera más allá de la cual está la cosa analítica. Esta cosa que constituye el centro de lo que desarrollo este año ante ustedes. En esta barrera donde se producen los frenazos, esta organización la inaccesibilidad del objeto, para la cual intento recordar les dónde se sitúa en suma el campo de batalla de nuestra experiencia. La inaccesibilidad del objeto en tanto objeto la potencia. Y cuánto este punto crucial de nuestra experiencia es al mismo tiempo lo que el análisis aporta como novedoso, tan accesible como sea sin embargo en el campo de la ética.

Más allá de esta barrera se encuentra proyectada, para compensar en suma la inaccesibilidad, toda sublimación individual, pero además las sublimaciones de los sistemas conocimiento, y por qué no, del conocimiento analítico mismo.

Es probablemente eso lo que seré conducido a articular para ustedes la próxima vez. En qué la última palabra del pensamiento de Freud, y especialmente sobre la pulsión de muerte—, hacerles resumir por el Sr. Kaufman, según el espíritu normal de un seminario, lo que los defensores, los representantes de una generación analítica, sobre todo Bernfeld y un colaborador de Heidelberg, han cavilado respecto al sentido general de la pulsión para intentar darle su pleno  desarrollo en el contexto, digamos, de la epistemología de entonces, en el contexto científico en que les parecía que debía ubicarse.

A este título, hoy va a serles representado un momento de la historia del pensamiento analítico. Saben qué importancia adjudico a estos momentos de la historia del pensamiento analítico, en tanto en sus aporías mismas pretendo enseñarles a menudo a encontrar una arista auténtica del terreno sobre el cual nos desplazamos.

Verán qué dificultades encuentra la teorización que Bernfeld hace sobre la noción de pulsión, y más especialmente de la pulsión de muerte, en las relaciones generales donde intenta insertarla con respecto a una energética que sin dada ya es anticuada, ya que la energética luego ha hecho una evolución, pero una energética que es justamente aquélla del con texto en el que Freud mismo hablaba. A este respecto el Sr. Kaufmann ha hecho toda suerte de observaciones pertinentes sobre el fondo común de nociones científicas del cual Freud ha tomado algunos de estos términos que situemos niel simplemente por retomarlos desnudos, contentándonos con la serie de las enunciaciones de Freud para situarlos.

Ciertamente hay una coherencia interna y evidente que les otorga su alcance pero saber de qué discursos de la época eran tomados no es jamás inútil. Con respecto a esto el Sr. Kaufmann les brindará recuerdos de su propia investigación que me parecen particularmente calificados. Le cedo pues la palabra.

Sr. Kaufmann: Los artículos en cuestión han aparecido en Imago, 15° y 16° entregas, en 1929 y 1930. 1929, 3 y 4, se treta del articulo de Bernfeld y Weitenberg titulado: Das Prinzip von Le Chatelier und des Selbsterhaltungstriebe (El principio de Le Chatelier y las pulsiones tendientes a la conservación de sí mismo). 1931, de los mismos autores, Über Psychische Energische Libido und deren Messbarkeit (Acerca de la energía psíquica, la libido y su mensurabilidad). Y dos artículos de los cuales obviaré el primero de 1932. El primero de los mismos autores, titulado: Die Temperaturdifferenz Zwischen Gehirn und Körper (La diferencia de temperatura entre el cerebro y el cuerpo), lo obviaré porque no tiene quizás el rigor de los otros artículos. Y el segundo: Enthropie Grundsatz und Todestrieb (El principio de la entropía y la pulsión de muerte), que fue traducido  al inglés en el International Journal.

Estos artículos forman un todo, y puede decirse que figuran una reflexión sobre las relaciones entre dos aspectos del contento de Trieb, de pulsión, el aspecto energético por un lado, y por otro el aspecto histórico.

Por otra parte Bernfeld y su compañero de equipo se ocupan únicamente del aspecto energético del concepto de Trieb, y precisamente en eso consiste el principal interés de su esfuerzo que podemos encarar como una experiencia de pensamiento, es decir como una tentativa para ver hasta dónde se puede ir cuando se disocian el aspecto energético y el aspecto histórico en la noción de Trieb.

En vista de completar esta disociación, Bernfeld elabora un modelo energético de la persona que apunta a definir   ciertas condiciones de aplicación del principio de Le Chattelier, y podemos decir en un lenguaje moderno, del principio de homeóstasis (ciertas interpretaciones de ese principio)

Definido este sistema, Bernfeld realiza determinadas elaboraciones conceptuales concernientes a la noción de pulsión, y especialmente concernientes a la pulsión de muerte. Más precisamente por medio de este sistema, Bernfeld tiende a mostrar que la expresión y la noción misma de pulsión de muerte no son justificadas. Disocia la  noción de pulsión de muerte de la noción de pulsión de destrucción, y propone expresar el conjunto de conceptos a los que apunta la noción de pulsión de muerte, únicamente por medio del principio de Nirvana.

Entonces la noción freudiana de pulsión de muerte debería ser rechazada, o más bien debería ser transformada en la energética, mientras que las nociones de pulsión de destrucción y de pulsión sexual estarían por el contrario carácterizadas por la dimensión histórica que pertenece propiamente a la noción de pulsión.

El propósito de Bernfeld pues, que consiste en hacer una disociación entre los aspectos energéticos y los aspectos históricos de la noción de pulsión, llega a rechazar la noción de pulsión de muerte, y a prestarle una significación puramente energética.

Esto no significa desde luego, en el pensamiento de Bernfeld, que se deberá descuidar los aspectos históricos  de la noción de pulsión, pero  una vez más el busca hasta donde se puede ir en la vía energética, y a su juicio se  puede ir hasta absorber en esta energética la noción de pulsión de muerte. de pulsión de muerte.

El problema así planteado por Bernfeld deja al desnudo en suma dos direcciónes en las cuales se elaboró la noción de Trieb, ya que esta noción de Trieb o de pulsión implica elementos que tienen sentido en una perspectiva energética, otros en una perspectiva histórica.

Si tomemos el primer punto de vista, podemos referirnos a Trieb und Triebschicksale— vemos que la noción de Trieb está definida en un lenguaje que es allí el mismo de la termodinámica. Es el párrafo donde Freud encara sucesivamente el empuje, el fin, el objeto y la fuente de la prisión. Y bien, los conceptos a los que él recurre son conceptos muy evidentemente tradicionales en termodinámica, cuando nos dice que por la expresión de empuje de una pulsión se entiende ese momento, que interesa a la motricidad, la suma de fuerza, o la medida de la exigencia de trabajo que representa.

Por otra parte, estamos mucho más capacitados para interpretar en un sentido termodinámica ese párrafo de Freud que cuando nos referimos a los tratados de termodinámica o de historia de la energética, con los cuales Freud tuvo manifiestamente contacto; es precisamente la noción de Trieb la que es empleada en un sentido propiamente termodinámica Y en los términos mismos a los que recurre Freud aquí.

Este empleo del término de Trieb es tradicional des de Helmholtz. Esté en todos los físicos alemánes de la época Trieb, es en particular el término que sirve para traducir la expresión inglesa de motibity, lo que corresponde a ese momento Motorisches, a ese momento motor, en sentido propio

Este término de Trieb es aquél por el cual se traduce el término de motibity que se encuentra en termodinámica en Thomson. Se trata entonces de algo tradicional en el momento en que Freud escribe, A propósito de esto quisiera hacer una pequeña sugestión. No quiero decir que es una interpretación que propongo, ya que es más bien un sueño de interpretación. Se trata de esta enigmática letra eta que figura en el Proyecto, la primera Entwurf de Freud en las expresiones N y (Qn) Q(eta). Notamos que algunos se han dedicado a presentar diferentes interpretaciones de esta letra eta. Sólo cuando nos divertimos recorriendo los tratados de termodinámica con los cuales tuvo contacto Freud, se ve que eta designa a título de notación muy constante, la relación económica eta igual r/q , siendo r el trabajo que puede ser provisto por un q sistema.

Tenemos entonces en (Q´n) Qeta, siendo tomada Q como cierta capacidad energética, y eta (n) como esa relación económica, la expresión de cierta posibilidad de trabajo. Y podemos evidentemente concebir que Freud trabajando en contacto con cierta notación haya simplemente retenido la expresión (Q´n) Q esta que por otra parte responde perfectamente a su pensamiento.

Dr Lacan:
Los editores se contentan con una explicación bastante pobre.
Sr. Kaufmann:
Considero a la mía más rica, pero es gratuita. Hay pues otra dimensión en la constitución de este concepto de Trieb, una dimensión histórica. Por otra parte podemos observar que la termodinámica asegura una especie de transmisión entre este punto de vista físico y el punto de vista histórico, con la noción de las transformaciones de energía. Desde luego la noción de transformación de energía no es en sí misma una noción histórica, más este aspecto de la energía nos permite ver a qué problemas va a corresponde precisamente la interpretación histórica de la noción.

En lo que concierne a estos aspectos, quisiera señalar —pienso que por otra parte esto es conocido— que Freud muy ciertamente ha estudiado las obras de Groos sobre el yo (je) del hombre y el yo (le) de los animales. Sobre el (je) de los animales encontramos todo un histórico de la noción de Trieb que aquí es traducido como instinto (pero de que se trata es justamente de Trieb).

Esta exposición histérica de Groos tiene el interés de hacer remontar la noción de Trieb a las fuentes a la cuales se puede legítimamente pensar que Freud se refiere; hasta el siglo XVIII y hasta la filosofía de las luces, y a problema del progreso desde la era animal hasta la era de la cultura.

Por otra parte se puede pensar que Freud se ha referido aquí, en la elaboración de la noción de Trieb, al libro del yo (je) de los animales. Me parece que hay ciertas  afinidades, al menos sugestivas, incluso si el pensamiento de Freud supera en mucho el de Groos, entre la noción de repetición las que se hallan presentes en la obra sobre los yo (je) de hombre (al menos ciertas).

Entonces, tenemos aquí un aspecto histórico de la  noción de pulsión. Consistiendo el problema en saber hasta donde puede conducirnos la noción de pulsión en la vía de la historicidad  En suma, si se parte de la concepción termodinámica, el problema sería el siguiente: qué huellas pueden deja las transformaciones de la energía. Se puede decir que hay historicidad en la medida en que la energía no es simplemente considerada como transformable, sino en que estas huellas mis más pueden dejar una marca. Esto mismo es lo que puede carácterizar la historicidad. Es así como podríamos articular las dos dimensiones, termodinámica e histórica. Y aquí tuve ocasión de sugerir que la influencia de Zimmer fue decisiva en la elaboración del pensamiento de Freud.

Otro autor al cual hice alusión en otro lado es Paul (…), que no ha recurrido precisamente a la noción de Trieb, pero que ha aportado ciertamente mucho a Freud en la elaboración conceptual de sus descubrimientos.

Entonces, vemos que el problema que va a plantear Bernfeld, a saber termodinámica e historicidad, en la constitución de la noción de pulsión, tiene sus raíces en toda la e elaboración del pensamiento freudiano.

Para presentar el pensamiento de Bernfeld seguiré un orden inverso de aquél que él se dio en sus artículos. Volveré entonces sobre tres de los cuatro artículos. El primero parte de la evocación de ciertas nociones de termodinámica y de física que giran alrededor del principio de Le Chatelier, es decir del principio que regula el funcionamiento general de los sistemas de la naturaleza

Por otra parte, con respecto a esto, es una indicación que se puede hacer al pasar, porque no se liga a Bernfeld Bernfeld cita incidentalmente el tratado de física de Chwolson que era un profesor ordinario en la universidad imperial de San Petersburgo, cuyo manual se hizo autoridad en Ale manía donde fue traducido. Y muy a menudo los autores alemánes se refieren a él, sobre todo Koehler.

Esto entonces entre paréntesis, y solamente para señalar que todo lo que Bernfeld nos dice en el primer artículo en cuestión está poco más o menos sacado de Chwolson. Por otra parte se refiere a Chwolson , más es el pensamiento tradicional condensado por Chwolson el que sostiene toda su construcción.

Entonces en el primer artículo se encuentra plantea do el concepto de sistema, y el principio de Le Chatelier como rigiendo la función de los sistemas. Y lo que Bernfeld emprende, es investigar en qué medida el principio de Le Chatelier permitirá comprender el fenómeno psíquico.

El segundo artículo apunta a enriquecer el concepto de sistema, tal como se presenta en el primer artículo. Y Bernfeld  propone un modelo de la persona destinado a representarnos el funcionamiento energético que permitirá determinar des de un punto de vista energético cierto número de nociones e incluso de procesos psicoanalíticos.

Es así como mostrará, como su modelo energético permite comprender cómo se efectúa el aporte de energía del medio a la persona. Permite por otra parte, definir en términos termodinámicas la noción de libido. Y este modelo permite un sentido personal a la noción de una entropía psíquica. Dicho de otro modo, la entropía cuya noción va a introducirse en este segundo artículo, no será una entropía reductible plenamente a su expresión física, sino que será en función de ciertas condiciones que reinan en el sistema personal como deberá comprenderse la aplicación del principio de la entropía en el proceso psíquico.

Entonces ya el segundo artículo muestra que podemos atenernos a una representación simplemente conforme al principio de Le Chatelier, para comprender los fenómenos psicoanalíticos. Y la discusión abierta aquí, tiene que ver evidentemente con un debate hoy central, ya que vemos en esto que Bernfeld desde 1930, no sólo por experiencia de pensamiento intenta una interpretación homeostática de los fenómenos psicoanalíticos, sino también rechaza a continuación de esta experiencia de pensamiento fundamental, tal interpretación.

Pero en la energética, nos explicará, sólo podríamos considerar el homeostatismo conforme al principio de Le Chatelier, como un caso límite en ciertos estados de reposo de la persona. Pero en todo caso, en la medida en que la persona está comprometida no podría ser cuestión de una reducción tal.

El principio de placer en ese segundo artículo, recibirá igualmente una interpretación que lo disociará de toda concepción de tipo homeostática.

Uno de los aspectos del sistema que es así concebido como modelo de la persona, consiste en fijar un sentido al proceso psíquico. Y en particular aquí se introduce, desde la concepción de este sistema, la noción de estructura y la noción de estructuración, nociones que son tomadas por Bernfeld en un sentido muy particular, específicamente en unión con la teoría de la forma, de la gestalt. Aparece en este artículo que hay correspondencia entre lo que Freud a partir de Helmholtz llama energía ligada, ligazón de la energía, y lo que por otra parte la teoría de la forma designa como estructura y como estructuración. Dicho de otro modo, lo que Helmholtz llamaba ligazón, lo que también Freud llama ligazón, en la perspectiva en que se sitúa Bernfeld, convendrá interpretarlo como estructuración.

La ligazón entonces, no debe ser considerada interviniendo entre cantidades de energía representables en una visión mecanicista, como por ejemplo lo hace la representación mecanicista de los fenómenos dinámicos, sino que la ligazón es estructural, es decir, como lo pretende la noción, que las relaciones entre las cargas se definen en el interior de determinada totalidad. Pero lo que es esencial, es que la estructuración juega aquí como proceso termodinámico por vías que precisaremos enseguida.

En el tercer artículo Bernfeld retoma, en el nivel de una discusión general de los conceptos, las nociones que ha introducido en los artículos precedentes, y es aquí donde discute la noción de pulsión de muerte y de pulsión de destrucción.

Si comienzo, a riesgo de no terminar, por ese tercer artículo, es porque presenta en suma los panoramas más generales, y porque basta para dar para la discusión de conjunto, una indicación sobre la orientación de los autores.

Los artículos de Bernfeld han sido publicados en 1930 y yo decía que explícitamente Bernfeld se refiere a los trabajos de Koehler. Creo que debe citar el conocido libro sobre las formas psíquicas en reposo y en estado estacionario, y que es de 1920.

Es en este libro donde Koehler muestra que la noción de estructura permite una transposición isomórfica de los conceptos físicos a nivel de la psicología, ya que el con capto de estructura permite recubrir las cualidades de forma que habían sido introducidas en 1892, en el articulo de Herenberg.

Es menester sin embargo señalar para comprender los artículos de Bernfeld, la elaboración de esta noción de estructura por Kurt Lewin entre 1920 y 1930, y sobre todo en una serie de artículos de 1926 sobre el campo psicológico. Fue ron los experimentos de Scheitarnie los que contribuyeron a conceder un sentido experimental en el pensamiento de Lewin a la noción de una organización de los sistemas dinámicos en el interior de la persona.

Hubo pues un enriquecimiento del pensamiento de Koehler aquí por Lewin, aunque Lewin se sitúa en la línea de pensamiento de Koelher.

Pero en tercer lugar es menester señalar una inflaren cía que es más difusa, la de la embriología. Bernfeld se refiere a un autor cuya obra desgraciadamente no pude hallar en París, y que es Herenberg , Biología teórica, que es de 1923. Sólo lo conozco por las citas que hace Bernfeld, pero por otra parte una breve investigación en los tratados de biología teórica de ese tiempo nos permite ver en qué línea de pensamiento está, y en consecuencia en la que Bernfeld se sitúa.

Por ejemplo, encontramos en el Manual de Biología teórica de Ertwin en la edición que tengo a mano, la de 1909, una insistencia marcada sobre la relación entre la función y la estructura.

Muy evidentemente todas estas ideas intermediarias entre el orden filosófico y el orden biológico han sido conducidas por los progresos de la embriología, y sobre todo de la embriología experimental, por el análisis experimental que se hizo de la irreversibilidad de los procesos de estructuración.

Es decir que hay un momento a partir del cual los procesos de estructuración que intervienen en (…) son irreversibles. Y Bernfeld en suma pensaba en la línea de Herenberg, que yo no conozco, que en el fondo se podía transponer la idea de una estructuración irreversible de la fluidez vital a nivel psicológico, y hablar del mismo modo de una estructuración irreversible de la fluidez psíquica.

Lo que llamo fluidez psíquica corresponde a la energía libre en oposición a la energía que (…) estructurada. Tomo entonces aquí el término de estructura en el sentido de la biología genética, y en un sentido psicofísico, sin prejuicio de otras interpretaciones de la idea de estructura, sobre todo de la interpretación lingüística. Pero es claro que uno de los intereses de la experiencia de pensamiento a la cual nos hace asistir Bernfeld, es precisamente abrir una confrontación entre estas dos interpretaciones del concepto de estructura.

Voy entonces al tercer artículo que da la orientación de conjunto. La cuestión planteada es la de las relaciones ante la entropía en sentido energético, y la noción de muerte. Se trata en suma de saber en qué medida podemos reducir la noción de muerte en el sentido en que Freud la emplea por otra parte, a la energética, y cómo importará interpretar esta noción de muerte.

Por otra parte, nuevamente Bernfeld en toda su investigación se coloca únicamente en el punto de vista energético, y excluye los aspectos históricos de las nociones, Pero precisamente la proposición que adelanta, es que no hay nada en la noción de Todestrieb , de pulsión de muerte, que él no pueda remitir a fenómenos energéticos siempre que se introduzca en la concepción de la energética la noción de estructura.  Dicho de otro modo, en la medida en que la noción de estructura permite carácterizar la oposición de la energía libre y de la energía ligada se podrá comprender la muerte como estructuración. Y es así como la noción de muerte será totalmente donada a la energética.

Como yo decía al comenzar, resulta de esto que para evitar todo malentendido en el lenguaje, será importante no hablar más de pulsión de muerte sino únicamente de principio de Nirvana. ¿Esto querrá decir. por otra parte que no habrá sin embargo ciertos componentes históricos del fenómeno tales que se pueda dar un sentido a la noción de muerte? Ya que Bernfeld no llega a decir, desde luego, que no morimos, sino en la medida en que morimos históricamente, es decir en la medida en que no morimos energéticamente, en la medida en que morimos porque en suma hay estructura que se acumula, que lo que está osificado viene a tomar el lugar de lo que es fluido, en esta medida morimos en el exterior, es decir que lo que hay de histórico en la noción de muerte es la muerte tomada como acontecimiento.

Pero la muerte tomada en el interior no es más que estructuración; es una entropía interpretada en términos de estructuración, y no la llamaremos más muerte, la llamaremos entonces sumisión al principio de Nirvana. Entonces tendremos en esta construcción lo que era la muerte que es interna, y que es allí principio de Nirvana relevante de una explicación puramente termodinámica donde interviene el concepto de estructuración y de osificación de la fluidez vital.

Tendremos para el sistema que así muere «interiormente» por otra parte, un aspecto histórico, a saber, la muerte como acontecimiento Entonces nada de esto será muestra de la pulsión. No se puede decir que sea muestra de la pulsión, dice muy fuertemente Bernfeld, lo que no es histórico. Allí donde hay pulsión, hay historicidad. Sin embargo no hay historicidad en la muerte interna, entonces no hay pulsión de muerte. Por otra parte hay aquí una pequeña discusión de la noción de suicidio. No se puede decir que el hombre tiende a la muerte tomada como acontecimiento, entonces de manera general se excluirá del campo de las pulsiones la idea de muerte tal como Freud la comprende.

Habiendo sido así traducida la muerte a la energética, y despulsionada, deshistorizada, opondremos entonces esta pretendida muerte a las pulsiones auténticas, a lo que, como dice Bernfeld, debe recibir la dignidad de la pulsión, a saber, la pulsión sexual y la pulsión de destrucción. Tenemos aquí momentos históricos que son carácterísticos de la pulsión.

Es en la medida en que justamente son carácterísticos, se podría hablar de pulsión, mientras el aspecto histórico de la muerte no es carácterístico de la muerte tomada como muerte.. interior, muerte por estructuración, de la muerte como tal. En esta ocasión pues, él se libra a un análisis de la pulsión de muerte y tiende a mostrar su estatuto equívoco en el pensamiento freudiano. En suma, podemos decir que lo que reprocha a la noción de pulsión de muerte, tomada como tal, es que no nos enseña nada. El pretende que todo lo que es verdaderamente instructivo en la noción de pulsión, sobre todo la posibilidad que nos abre de diferenciar determinados tipos de comportamiento, es extraño a la idea de pulsión de muerte.

Es una idea que opuestamente al carácter heurístico en suma, de las otras nociones, es una noción que sólo tiene un interés raramente teórico. Por otra parte, nos muestra que a diferencia de lo que Freud pretende, no encierra ninguna oposición, es decir que la muerte no tiene contrario. La muerte, tal como él la entiende, no tiene contrario. Volveremos sobre eso si tenemos tiempo.

Ahora voy a dar lectura a la traducción que hice de algunos pasajes de este artículo de Bernfeld que es, lo recuerdo, el tercero. Entonces, primero nos dice que la muerte no puede ser entendida únicamente como un acontecimiento.

«Suponiendo que haya una solidaridad entre la noción de muerte y la noción de entropía, ¿cómo comprender la muerte? ¿De qué muerte se trata? Una primera interpretación de la muerte consiste en tomarla como acontecimiento. Esta muerte como acontecimiento es la muerte tomada en un aspecto histórico, y la muerte se define aquí en relación a la definición de los procesos vitales, como proceso estacionario. Es decir que en la medida en que los procesos vitales son procesos estacionarios, no es desde el interior que la muerte puede entrar»

Sin duda puede haber un grano de arena en el sistema, más este grano de arena es exterior al sistema.

He aquí lo que él nos dice. «Y en el presente, la fisiología y la biología no han superado una energética del proceso vital, pero en todo caso se asegura que los procesos vitales son procesos estacionarios. Tales procesos se carácterizan por el hecho de que determinadas condiciones que reinan en el sistema imponen un circuito tal que siempre se produce un retorno a la fase inicial; tanto como el importe de energía del exterior del sistema está asegurado y tanto tiempo como las condiciones del sistema no están cambiadas, el sistema se perpetúa, la muerte sólo interviene a modo de accidente.» Luego cita a Herenberg, más no cita su pensamiento último. «La muerte como acontecimiento, como lo dice Herenberg, el accidente único del morir del individuo no se producirá.» Y entonces él lo muestra en beneficio de la entropía. (Esto implica la relación con el otro artículo).

Hay entonces una muerte primera, que es la muerte como acontecimiento. Aquí va a introducirse la noción de una muerte interna —pero una vez más no se deberá hablar de muerte—, «sin embargo la proposición, el fin de toda vida es la muerte, recibe una confirmación energética muy satisfactoria para el organismo vivo si uno se atiene a la definición conceptual que le corresponde». Dicho de otro modo, él retiene que el fin de toda vida es la muerte, pero puede decirse que les quita a la vida y a la muerte el carácter histórico a ese titulo. Es decir que esta expresión: el fin de la vida es la muerte, adquirirá un sentido puramente energético. Y se dirá, si quieren, según las leyes de la energética, en el sentido del principio de la entropía, que el fin no será ya estructura de ligazón

«Herenberg, dice, construyó una biología histórica de los procesos vitales elementales. La vida se mantiene en el proceso continuo de la estructuración, del acrecentamiento de sustancia, a expensas de la fluidez, acrecentamiento a partir del cual ningún trabajo puede ya ser ganado, y que a partir de ese (…) se separa para formar el cuerpo».

Tenemos así puntos de vista de embriología: La sustancia estructural, el núcleo de las células por ejemplo, determina la velocidad, la intensidad del curso restante de la vida.

En suma, tenemos una fluidez original, en el interior de esta fluidez estructuras que aparecen, y hay una retroacción de estas estructuras sobre la fluidez de la materia que hace que las propiedades de velocidad y de intensidad sean reguladas a partir de ese momento por esta estructura que no deja de acumularse como por una osificación. La vida es este intercambio, esta producción de sustancia, este devenir muerte. Lo que llamemos la vida de un individuo es la integración de una multitud de procesos vitales elementales fluidos, en una unidad determinada a través de las estructuras, que produce los procesos vitales

Cada proceso vital elemental, en su singularidad, conduce a la ligazón irreversible de las energías en estructura a la muerte. Nuevamente tomo aquí el tercer articulo, primero para presentar las ideas más generales; pero la concepción que se forma Bernfeld de la persona, apuntará precisamente a volver posible este proceso de estructuración Concebirá a la persona como un acoplamiento entre células elementales que son fuente de energía por un lado, y por otro un aparato central que juega un papel estructurante.

Es decir que el funcionamiento de la persona permitirá de un modo preciso, comprender cómo se encuentra encarnado el principio que fija aquí la teoría biológica de Herenberg. «La vida del individuo tiende a llenar su espacio de vida con estructura». Hay aquí una analogía con el término de Lewin, más analogía puramente verbal. «En su intensidad, está saturada, determinada por la pendiente asignable entre su espacio de vida y su capacidad de ser colmada .. en un punto cualquiera anterior al final, probablemente inaccesible».

El se apoya aquí en lo que se llama el tercer teorema de Nertz , «sobre el cual no puede ser alcanzado el estado de reposo absoluto».

Entonces «En un punto cualquiera anterior al fin, probablemente inaccesible, el acontecimiento muerte puede conducir al proceso vida muerte al estado de reposo». Tenemos pues un proceso que provisoriamente se podrá llamar el proceso vida muerte, el proceso de estructuración. Este proceso tiende en principio, bajo reserva del tercer teorema de Nertz , un estado de reposo. Pero finalmente antes de que este estado de reposo, por estructuración, o en lenguaje freudiano, antes de que este estado de ligazón total sea alcanzado, sin duda un acontecimiento puede intervenir desde afuera del sistema; el acontecimiento muerte, sin duda, puede conducir al proceso al estado de reposo. Hay solamente con todo, un proceso de estructuración interna relevante de la termodinámica, de una termodinámica complementaria a la noción de estructura.

Por otra parte, aquí él se refiere a la teoría energética, y a la discriminación entre los factores de intensidad y de extensidad de la energía; dicho de otro modo, es el factor de extensidad de la energía el que aquí tendrá el lugar de factor estructurante. Digo esto para insistir sobre el hecho de que la obra de Bernfeld aquí, hace su tentativa, se inserta en una física extremadamente tradicional. Es decir que sólo debemos considerar ciertas consideraciones filosóficas sobre la teoría de la energía. Pero él no hace más que utilizar datos que en el fondo, todo licenciado en física en esa época en Alemania, estudiaba.

No digo esto para disminuir el interés de su tentativa. Sino para mostrar que es extremadamente clásico, y que cuando investiga hasta dónde puede llevar la interpretación energética de la Trieb, se ubica en la energética clásica.

Cuando Freud, prosigue Bernfeld, la tendencia a esforzarse hacia estados estables, a alcanzar estados de reposo durables, y cuando designa por la expresión de pulsión de muerte al agente ejecutivo de esta tendencia, parece pues que no sea infundado descontar que los progresos de la biología y de la fisiología aporten la prueba rigurosa de que esta tendencia representa el caso particular del principio de la entropía para los sistemas orgánicos. «Luego, se puede sin duda descontar que se puede interpretar como entropía la pulsión de muerte de Freud». Pero lejos de que esto nos permita llevar el conjunto de la interpretación freudiana a determinaciones termodinámicas, por el contrario esta reducción de la pulsión de muerte a la entropía nos permitirá hacer la separación entre lo que da cuenta de la homeostasis, lo que es físico en el sentido general de los sistemas físicos naturales por un lado, y por el otro, lo que da cuenta aquí, como lo dice Bernfeld, de la dignidad del principio que es propiamente histórico.

Luego esta reducción de la pulsión de muerte a la entropía, apunta a decantar en suma, en el freudismo, lo que puede ser abandonado a la energía, de modo de hacer resaltar por el contrario lo que da cuenta de la pulsión. Habida cuenta por otra parte, de que Bernfeld no encara en absoluto el problema de la manera en que la historicidad es asumida por las pulsiones.

Entonces, la pulsión de muerte en su acepción desde el punto de vista de la biología teórica, y abstracción hecha de su momento histórico. Y entonces si se trata de la pulsión de muerte, ese momento histórico es solamente le teja que nos cae sobre la cabeza.

No determina si se trata de la pulsión de muerte en cuanto al aspecto histérico de las otras pulsiones. Pero en todo caso se trata de algo raramente exterior. Luego, es justificable como posición científica y no sólo especulativa.

Sin dada, dice, el término de muerte, tanto como el de pulsión, lleva al primer plano el momento histórico del comportamiento del sistema, y da fácilmente materia a malentendidos. Por esta razón, sería deseable dar a la pulsión de muerte, en el pleno sentido de la noción en Freud, el nombre de principio de Nirvana.

Para resumir este texto, nos dice que no se puede interpretar con una interpretación puramente física a la pulsión de muerte, ya que tal interpretación no acarrearía en suma, en su estela el concepto global de la pulsión, y sobre todo el concepto de pulsión de destrucción, y de la pulsión sexual. Por el contrario, y justamente él va a dedicarse en los párrafos siguientes a asociar la pulsión de muerte con estas dos nociones.

Después de haber introducido así la idea de la pulsión de muerte como noción termodinámica, bajo el nombre de principio de Nirvana, da una interpretación del principio de placer, que permitirá mantener en una visión freudiana la ligazón entre la noción de estabilidad, la noción de muerte y el principio de placer. Es decir, que el principio de placer se encontrará justificable por una interpretación termodinámica, en la perspectiva de la entropía

Pero para llegar a esta interpretación que él nos da del principio del placer, sería necesario introducir el concepto de libido, y es en el segundo articulo, mucho más técnico y rebuscado, donde se halla introducida esta noción de libido en relación a la noción de placer. Eventualmente entonces volveré allí. Esto viene a inscribirse en la concepción que él se hace del sistema.

Ven entonces, que esta noción de la pulsión de muerte contraviene en suma, la sistematización de las pulsiones tal como las encontramos en Freud. Tanto como se apega muy directamente a esta sistematización, y en oposición a lo que considera la doctrina de Freud, va a dedicarse a desolidarizar la pulsión de muerte de la de destrucción.

Una vez más, la pulsión de muerte es reducida a la energética y la pulsión de destrucción, como la pulsión sexual, serán cargadas de historicidad.

He aquí lo que dice: «Sin embargo, la tarea que se ha fijado no puede aún ser considerada como cubierta por esta consideraciones, ya que la marcha freudiana no ha retenido para nada la discusión analítica cuando se habla de pulsión de muerte. Otra serie diferente de elementos de la construcción freudiana aparece; ante todo, el morir como acontecimiento. Se puede encontrar quizás…». La continuación no deja de tener interés, más en el fondo es un paréntesis… Se dedica a artículos de Ferenczi sobre el suicidio. Paso eso. Pero la dificultad esencial está constituida, en las descripciones psicoanalíticas, por la pulsión de destrucción.

«Si Freud, en Más allá del principio del placer, encuentra la pulsión de muerte de la biología especulativa en el yo (moi) como principio de placer, es de ella que hemos exclusivamente hablado hasta el presente.  El ha admitido desde entonces, dice, cada vez más claramente una identificación de la pulsión de muerte con la pulsión de destrucción. Entonces, y en 1930, esté bajo el impacto en suma, del Malestar de la cultura, y es a eso a lo que se refiere, y opone ese texto al texto de Más allá del principio del placer Habría entonces así una evolución del pensamiento freudiano.

Freud emplea los dos términos, pulsión de destrucción y pulsión de muerte, uno por el otro, y la cuestión sería saber si esta identificación es tan válida desde el punto de vista energético, económico. Las consideraciones que siguen muestran que no es posible. Si la pulsión de muerte que Freud identifica ya con la misma noción de pulsión no ha podido recibir otro sentido que el de esta pulsión de muerte que es concebida en Más allá del principio del placer como un caso especial del principio de estabilidad, es asombroso que en la perspectiva de Freud la pulsión de destrucción sea encarada sin carácterización biológica teórica Esta es en suma la novedad del Malestar de la cultura. Es decir que entonces en Más allá del principio del placer el concepto saldría más precisamente de la teoría, y en consecuencia estará más cerca de una elaboración energética; por el contrario habría habido en el Malestar de la cultura, una tendencia en otro sentido que se marcaría por la identificación de la pulsión de muerte y la pulsión de destrucción.

Sin embargo es asombroso que la pulsión de destrucción sea encarada sin carácterización biológica teórica, y no en unión con el principio de estabilidad como había sido hecho en Más allá del principio del placer, sino siempre y solamente como un dato psicológico dinámico, y ya no económico, en oposición a la pulsión sexual y no en relación con el principio de placer.

Entonces, debo resumir lo que él dice aquí, diciendo: hubo una evolución en el pensamiento de Freud, en Más allá del principio del placer hay solidaridad entre la estabilidad, el principio de placer y la pulsión de muerte; por el contrario, vemos (y en consecuencia los conceptos aquí dan cuenta de la teoría, son conceptos teóricos, y de orden económico) que en el Malestar de la cultura, la pulsión de muerte, asimilada en esta medida a la pulsión de destrucción, deviene un dete psicológico.

En suma, Bernfeld se la toma con esta nueva tesis. Así, dice, «en el Malestar de la cultura es menester confesar que asimos tanto más difícilmente (dice Freud) la pulsión de muerte, por así decir, solamente como resto a adivinar bajo el Eros, y que se nos sustrae allí donde nos es (…) por su mezcla con el eros». La crítica que él va a hacer, parte de la idea de que en verdad la pulsión de muerte no tiene un sentido concreto; sólo tiene una significación teórica. Entonces la pulsión de destrucción, como la pulsión sexual, tienen un valor a la vez concreto (traduzco concreto y no económico) La pulsión de destrucción y la pulsión sexual son dos formas de comportamiento; deben ser comprendidas como pulsiones diferentes. La pulsión es allí empujada hacia la reposición.

Esta idea de relación con el medio marca la inflaren cía de la psicología de la forma en esta forma donde el concepto de Trieb es comprendido como estando carácterizado en la medida en que permitirá carácterizar conductas en relación con el medio.

Se refiere luego a la definición de Más allá del principio del placer, «. …  la pulsión es allá empujada hacia la reposición de una situación de satisfacción perdida. Si a demás no se puede asignar claramente una posición de satisfacción determinada que concernirá a una de estas dos pulsiones, en líneas generales la dirección de la pulsión de destrucción, y la reposición (Wiederstelluag) de la situación de satisfacción por medio de la destrucción del medio y también por el cierre a los objetos…».

En efecto, el sistema elaborado por Bernfeld le permite representar en su pensamiento de una manera precisa, los dos modos de funcionamiento de la persona, según la disminución del nivel libidinal sea alcanzada por una búsqueda de estimulación en el medio, o por el contrario, por un cierre narcisista al medio.

A partir de su representación del modelo, Bernfeld deduce en cierta forma estas dos direcciónes de la Trieb. La dirección de la pulsión sexual: alcanzar la satisfacción valiéndose hacia el medio asiéndose a objetos y conservándolos así. Entonces cierre a los objetos y por otra parte asiéndose a objetos, las dos maneras pueden producirse para hallar la satisfacción.

«El amor designa la primera, el odio la segunda de estas pulsiones. Estas dos pulsiones son sin duda de naturaleza biológica, pero sin embargo no como la pulsión de muerte, del orden de la teoría biológica. Pero estas dos actitudes muy distintas pueden ser manifestadas en el hecho concreto, en el mundo animal también dice, hasta en los protozoos».

No trata el aspecto histórico del problema. Mas esta asimilación muestra que tenderá a asimilar la historicidad humana a la historicidad de los protozoos. En todo caso nos dice que estas dos actitudes muy distintas de prisión de destrucción y pulsión sexual, de las que nos ha dicho que como toda Trieb, están carácterizadas por el recubrimiento de una satisfacción perdida, tienen en suma un alcance biológico general, que pueda extenderse a todas las especies animales remontando hasta los protozoos.

«En el estudio de la pulsión sexual y de la pulsión de destrucción, permanecemos en el dominio de lo cualitativo. Son cuestiones que dan cuenta del punto de vista de Freud. Si por otro lado las pulsiones en general pueden ser carácterizadas como dirigidas hacia una satisfacción, y si la satisfacción es también de hecho la instauración de un estado de reposo o de equilibrio, si incluso este estado de equilibrio del descanso es identificable a un estado… La satisfacción a la que se tiende aunque fuese el incremento de entropía del sistema, es en todo caso una situación determinada cualitativamente, una situación históricamente aparecida con el concurso de condiciones no energéticas»

Una vez más, no determina estas condiciones. El aspecto cuantitativo de la teoría energética, puede ser encarado de modo significativo. El cualitativo y el histórico pertenecen a otros puntos de vista.

Luego va a acometer a la noción de pulsión de muerte, desde el interior, si se quiere. Después de haber mostrado en suma que son criterios diferentes que permiten carácterizar la noción de pulsión de muerte y las pulsiones sexuales y de destrucción por el otro, nos dice que la noción de pulsión de muerte es confusa.

«Si se reúnen las fórmulas que Freud sucesivamente ha propuesto con respecto a la pulsión de muerte desde diversos puntos de vista, y en diversas ocasiones, si se procede así como lo sugiere el empleo de esta misma expresión de instinto de muerte en todos esos pasajes, se llega a una imagen contradictoria en la medida en que las consideraciones desarrolladas por Freud dan cuenta por turno del punto de vista dinámico y del punto de vista económico. La pulsión de destrucción tiene como sinónimo la pulsión de muerte, por compañera a la pulsión sexual, y es un concepto dinámico de la teoría de las pulsiones al mismo tiempo que un concepto histórico que comprende elementos cualitativos de decisiva importancia. Es posible descubrir en (…) como la pulsión sexual en su estado natural Aparece sobre todo intrincada con ella. Plantea quizás problemas más numerosos que ella, pero no de otra naturaleza… Al mismo titulo que la pulsión sexual, da cuenta también de la perspectiva biológica pero no de la perspectiva (…)».

Dice que hay un poco de todo en esta noción de la pulsión de muerte, la pulsión de destrucción. Va a mostrar en qué condiciones puede operarse la disociación de la pulsión de muerte y de la pulsión de destrucción. Su texto aquí es un poquito tenso; esto es lo que quiere decir: buscamos en suma, si tenemos ideas distintas de la pulsión de muerte por un lado, y por otro de las otras pulsiones. Y lo que nos dice, es que no hay criterio cualitativo que permita distinguir la pulsión de muerte de las pulsiones sexuales y de destrucción, del mismo modo que por criterios cualitativos se distingue pulsión de destrucción, de pulsión sexual. Entonces el único Criterio de discriminación entre la pulsión de muerte y las otras pulsiones, será precisamente el que ha sido desarrollado anteriormente a saber una carácterización energética de la pulsión de muerte.

La pulsión de destrucción no es otra cosa que la pulsión de muerte en la medida en que es enfocada en términos físicos o en el caso en que la expresión de pulsión de muerte designa la tendencia entrópica de todos los sistemas en la naturaleza.

En suma lo que dice es que la pulsión de muerte —y entonces se refiere a Freud, pero no explícitamente—… Dice que si la pulsión de destrucción es un caso especial del principio de estabilidad, a ese título, más sólo a ese título, se podrá discriminar la pulsión de muerte de las otras pulsiones Y entonces yo, Bernfeld, retamo la idea diciendo: la condición en que Freud plantea la posibilidad de esta distinción, a saber ligazón con el principio de estabilidad, lo expreso diciendo en el caso en que la expresión de muerte designa la tendencia entrópica de todos los sistemas. Por otro lado éstas obedecen a la ley de la entropía en las condiciones que han sido fijadas, pero esto despejará la noción de pulsión ya que esta terminología oscurece el problema, que es el siguiente ¿qué funciones tienen las pulsiones, pulsiones de destrucción y sexual, para el proceso general del sistema?

Dicho de otro modo, si se hace de la pulsión de muerte una pulsión, se enmascara el verdadero problema que plantea la noción de pulsión, a saber las determinaciones singulares que reciben las pulsiones en el funcionamiento de la persona. La tarea es en suma iniciada en el segundo artículo.

Entonces dice: «suponiendo que estas consideraciones tuvieran un núcleo de verdad, la construcción freudiana de la pulsión de muerte debería seguramente perder la belleza filosófica que la vuelve tan atractiva, pero también tan controvertida. En la pareja de contrarios, pulsión de destrucción y pulsión sexual, Freud opone la pareja de la pulsión de muerte y del eros. Ahora bien, no hay lugar para el eros en una concepción biofísica de la pulsión de muerte. La teoría de la energía no conoce ningún compañero, adversario de juego enemigo, que se opones a la legalidad de la entropía. Al menos ninguna otra que las condiciones mecánicas que, llegado el caso, alargan el camino hacia la entropía, y obligan a rodeos» .

En suma, no hay aquí aspecto dialéctico del fenómeno. No hay juego con el otro. «Del mismo modo, la reunión de cantidades de sustancia siempre más considerable en unida no es la dirección del proceso físico que tiende más bien no solamente a la dispersión de la energía, sino también a la dispersión de la materia.

«La idea filosóficamente satisfactoria de las fuerzas que luchan contra la muerte, tiene poco sentido físico, no tiene ninguno desde el punto de vista de la teoría energética La pulsión de muerte, como modo de actividad del sistema no tiene ningún eros a sus lados. Eros no es un modo de actividad general de los sistemas, es específico de los sistemas orgánicos, del mismo modo que la tendencia a la destrucción no es un modo de actividad física de los sistemas, sino igualmente específica para los sistemas orgánicos. Estos dos modos de actividad tienen, en el sentido más restringido del término, la dignidad de la prisión distinta allí de esos sistemas orgánicos, de la de los otros sistemas»

Entonces dice que es inútil desolidarizar aquí su tesis de las de Jung; no tiende para nada a ningún monismo de la energía Y voy a citarles simplemente la conclusión, cuyos orígenes no aparecen netamente porque no he hablado acá de lo que dice de la aplicación del principio de Le Chatelier al sistema, de manera de carácterizar, de diferenciar I sistemas físicos en general de los sistemas orgánicos.

El modo de actividad general de los sistemas conocido con el nombre de principio de Le Chatelier, y según el cual todo sistema se resiste a las influencias del mundo exterior y tiende así a conservarse, es una formulación especial del principio más comprensivo de la entropía. No vale para los sistemas en equilibrio estable. E í Sistema persona no puede ejercer su actividad seguramente en el sentido del principio de Le Chatellier, ya que solamente en los estados limites particulares tiene un estado límites estable».

«Tenemos pues tres niveles de análisis aquí. Un estado limite de los sistemas orgánicos que respondería al principio de Le Chatelier, es decir que podría ser considerado como correspondiendo a una función».

Lo que él nos dice, es que esto sólo representa un caso limite. Tenemos por otra parte, los sistemas que están regidos por la entropía, más no en el sentido limitado de Le Chatelier, más generalmente por el principio de la entropía tu. Y tenemos (y esto va a constituir el dominio de la energética) lo que da cuenta de la Trieb:  la historicidad.

«El sistema persona no puede ejercer simplemente su actividad en el campo del principio de Le Chatelier ya que so lamente en los estados limites particulares posee un (…). En este estado el modo de actividad del sistema igualmente so lo consiste en las conductas más simples de la resistencia o de la nocividad de la noción de reposo. En general sin embargo  no tiene como tarea solamente llegar con respecto al medio a una igualación energética que llegaría más o menos temprano sino que le es menester dominar este sistema  complejo, ligado a la estructura de estructura de la persona.

De la hipótesis del sistema en pareja, resulta —es el segundo artículo— que la dignidad de la pulsión encarada como modo de actividad específico de los sistemas vivientes, sistema osmótico de pareja vuelve a las pulsiones sexuales y a las pulsiones de destrucción.

«Mientras que la pulsión de muerte, en el sentido del principio de Nirvana, así como la pulsión de conservación, el instinto de conservación, es un modo de actividad general de los sistemas naturales que no puede Ser asegurado al sistema persona en estas condiciones mecánicas, históricamente determinadas, más que por la acción dé las pulsiones de destrucción y de las pulsiones sexuales».

Es decir que si es cierto que lo que se llama la pulsión de muerte interviene como carácterística de todo sistema natural y no solamente de los sistemas orgánicos, y si es cierto que hay una interpretación energética en ese sentido, de la pulsión de muerte, queda que la persona en suma sólo se beneficiará con este principio del Nirvana en las condiciones que le son propias, condiciones históricamente determinadas, y en particular en razón de que la estructura interna que regula el funcionamiento energético está históricamente determinada, y que por otro lado, al mismo tiempo serán las pulsiones de destrucción y las pulsiones sexuales las que, en el marco estructural de la persona así históricamente definida, permitirán ellas solas dar fuerza en suma al principio del Nirvana a nivel de la persona

Dr. Lacan:

Agradezco Infinitamente, con todo el acento que pudo ponerle, al Sr Kaufman habernos hecho el servicio de esclarecernos para articularlos ante nosotros, la cadena de meditaciones representada por estos tres artículos esenciales de Bernfeld.

Si para algunos, espero que sea el número más reducido posible, esto ha podido parecer un rodeo en el plan general de nuestra investigación, no es seguramente un accesorio Quiero decir que si como se expresa Bernfeld, la pulsión de muerte en Freud encuentra la objeción de no enseñarnos nada, en el interior del fenómeno, verán que la pulsión de muerte en todo caso nos enseñará mucho sobre la posición misma del pensamiento de Freud, a saber el espacio en el cual se desplaza. Para decirlo todo, pienso que han escuchado bastante con la masa general de esta exposición, para ver que está absolutamente demostrado, por semejante análisis, que la dimensión en la cual el pensamiento de Freud se desplaza, es, ha blando propiamente, la dimensión del sujeto; que la implica absolutamente para que sea retomado al nivel de la persona e se fenómeno natural de la tendencia a la entropía, y para que pueda tomar el valor de una tendencia orientada, significativa, del sistema en tanto en suma el sistema entero se desplaza en una dimensión ética. Aquello en lo cual por supuesto nos equivocaríamos al asombrarnos ya que de otro modo ése no—ser tu, ni el método, ni la vía terapéutica, incluso ascética tal como lo es en nuestra experiencia.