Sobre los «Primeros estadios del conflicto de Edipo y de la formación del Superyó» (D. Fleischer) LAS POSICIONES

Primeros estadios del conflicto de Edipo y de la formación del Superyó

LAS POSICIONES

Deborah Fleischer*

A partir de 1934, la obra de Klein cobra un vuelco considerable, debido a que sistematiza una serie de ideas vertida anteriormente, lo cual le permite formalizar lo que llamará posiciones, diferenciándolas del concepto de fase o etapa, lo que implica también la ruptura con una idea de desarrollo o cronología.

Las posiciones son una articulación de cuatro elementos: ansiedades (angustia), relaciones de objeto, estructura del yo y defensas especificas con relación a los elementos anteriores. Es así como describirá dos posiciones: la esquizoparanoide y la depresiva.

Las posiciones kleinianas darán así cuenta de la constitución del yo, constitución del yo que supone la perdida de objeto y una operación que es la introyección. Esta introyección se inicia en el comienzo de la vida pero el predominio libidinal hará que en la posición depresiva se incremente, predominando en esa posición la introyección sobre la proyección que es más intensa en la posición esquizoparanoide.

Si bien se suele jerarquizar en Klein el tema de la angustia y ella misma se diferenciará de Farbairn, diciendo que para ella el eje de su investigación  es la angustia y no la relación de objeto, creo que en relación con las posiciones los cuatro elementos nombrados anteriormente confluyen y es necesario entender su articulación. Son entonces las posiciones  un organizador de la vida psíquica para Klein,  y recién en 1957, cuando expone el tema de» La envidia primaria»,  las posiciones podrán leerse de otra manera, retroactivamente.

En la posición esquizoparanoide tendremos:

(1) ansiedad persecutoria

(2) defensa: disociación, negación, control omnipotente

        (3) relación de objeto: los objetos son parciales. Hay un deseo voraz de ilimitada gratificación

(4) estructura del yo: precoz

1) Klein hablará del tema de las ansiedades en el niño mucho antes de articularlas de esta manera en las posiciones. Es así como en el Simposio la angustia (ansiedad) es para ella motor y obstáculo del análisis. Se observará que son los términos con los que Freud describirá  la transferencia.

Esta angustia le hará introducir el juego el análisis de niños porque sostendrá que el juego es equivalente a la asociación libre, pero que jugando el niño se angustia menos. Dirá que, sin embargo, ningún análisis de niños puede concluir sin que un niño hable. Esto introduce una diferencia con relación a Winnicott.

También hablará de angustia en el caso Dick (La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo). Demostrará en este texto  como la angustia, que ha quedado en estado latente, inhibió el desarrollo del yo en Dick. Esta angustia de la que habla, es la persecutoria, angustia derivada del temor a la retaliación por el sadismo, angustia, entonces, tributaria de la pulsión de muerte, que hará que los objetos sobre los que se proyectó el sadismo se tornen peligrosos. En este texto, la angustia será la que permitirá el abandono de objetos, lo que permitirá ir constituyendo otros, a través de las equivalencias simbólicas. Las equivalencias simbólicas son, para Klein, las que permiten la constitución de los objetos y de la realidad, simultáneamente a la constitución del  yo. La realidad no es un hecho de partida, debe ser ganada y esto constituye, junto con la posición de exterioridad del Superyó en la teoría kleiniana, una importante diferencia con la Psicología del Yo. En la teoría kleiniana no hay lugar para la adaptación. Los objetos que se pierden devendrán identificación y  constituirán al Yo.

Cada nuevo objeto, será equivalente a otro, lo que no significa igual. En el desplazamiento de un objeto a otro se va gastando sadismo.

Es necesario entender esto para no creer que las operaciones que se dan en el Caso Dick son meramente resultado de injertar el simbolismo  entendido este como  un código. Suponer que Melanie Klein se vale de un código, donde los objetos penetrantes son penes y las cavidades son el cuerpo materno es confundir equivalencias simbólicas con ecuaciones simbólicas. Por ecuaciones simbólicas entiende Hanna Segal, discípula de Klein, que la palabra es la cosa. Es lo que ocurre en la psicosis.  Un ejemplo citado por esta autora es de un hombre al que se le pregunta por que no toca piano en público y él contesta: _ pero ¿ quiere Ud. que me masturbe en público?. Es decir que no hay mediación simbólica y la palabra es ahí la cosa. Entendemos que cuando hablamos de equivalencias simbólicas apuntamos al hecho de que un significante no recubre a otro significante y que hay siempre un resto. Este resto para Melanie Klein es el sadismo, algo que se pierde en la operación del simbolismo. Cuando dice en el caso Dick: tren grande papá, tren pequeño Dick, estación mama, Dick quiere entrar en mamá, esta ubicando no solo, quizás en forma brutal, como dice Lacan la triangulación edípica sino que además ubica al padre y la madre por su función y a Dick por su nombre, estableciendo lugares, señalando la diferencia de los sexos, etc.

Su interpretación hace que surja la angustia y que Dick emita por primera vez un llamado, señalando su dependencia al Otro. Esta movilización es también la movilización del sadismo, que ira llenando, o vaciando si pensamos a lo real como un bloque, el cuerpo materno que, de oscuro y vacío, imago terrorífica,  se irá tornando en un mundo donde desplegar las fantasías y el simbolismo.

En este texto, como señalé, la angustia persecutoria esta inhibida pero no esta tematizada. Será tematizada como tal en cuando desarrolla las posiciones. 

Los objetos estarán disociados en buenos y malos, o quizás para ser más precisos objetos totalmente gratificadores u objetos perseguidores terribles. Los objetos gratificadores, cargados por Eros, serán idealizados. Estos objetos idealizados serán  reactivados alucinatoriamente en su interior. Se le adjudica a ese pecho bueno la cualidad de inagotable y será entonces fuente de la voracidad, termino que precisaré mejor cuando tematice de la envidia primaria. El corolario del pecho idealizado es el pecho perseguidor. La idealización deriva de la necesidad de protección contra los objetos perseguidores, medio  de defenderse de la angustia. El control omnipotente será entonces una forma de defensa que, con la negación, también nombra Freud. La disociación, en cambio, es una forma de defensa descrita por Klein, ubicando ella esta disociación como un mecanismo de defensa anterior a la represión. En este momento, será el pecho idealizado, con el pecho persecutorio los que constituirán el núcleo del Superyó.

Entonces, la acción interna del instinto de muerte produce  el temor al aniquilamiento y ésta es la causa primera de la angustia persecutoria, angustia que entra en juego desde el inicio de la relación del lactante con los objetos. Hay un riesgo para este yo precoz, que interfiere en esta etapa  y que impedirá, al igual que en la teoría freudiana o lacaniana, la posibilidad del buen encuentro con el objeto; no solo no hay buen encuentro, sino que entre el sujeto y el objeto estará siempre este resto de sadismo que, como fue indicado, constituye el núcleo del Superyó, es inanalizable y hace que, en ese punto el análisis kleiniano tenga su» punto de imposible» que señala la vertiente del análisis como interminable.

Es importante observar que la disociación que  se podría relacionar (insisto que eso no quiere decir analogía o igualdad) con la división del sujeto en la orientación lacaniana, no solo desdobla al objeto que será idealizado o persecutorio sino que disocia al yo que será también idealizado o persecutorio. Hay una solidaridad en ese punto entre el yo y el objeto, solidaridad determinada por» Eros/ Tánatos».

Cuando Klein habla de la disociación hace una diferencia entre la disociación activa y la pasiva. La pasiva no es un mecanismo de defensa, es el impacto de la pulsión de muerte dentro de la psiquis. La falta de cohesión del yo precoz explica que pueda disociarse bajo la presión de la angustia. «Este hacerse pedazos parece subyacer en los estados de desintegración de los esquizofrénicos».

La disociación activa del objeto es resultado de un mecanismo de defensa que desvía la pulsión de muerte al exterior, disociación con la que el yo es solidario.»El yo es incapaz de escindir el objeto sin que se escinda dentro del yo mismo».

Un mecanismo de defensa esencial que Klein describirá será la Identificación proyectiva, proyección de una parte del propio yo en el objeto, que en su origen aparece como una defensa tendiente a la destrucción y el control del objeto, más que  una forma de desembarazarse de los objetos indeseables. Posteriormente la identificación proyectiva será también (además de una forma de destruir el objeto o controlarlo  o dominarlo, proyectando sobre el partes odiadas o temidas del yo) será- decía- también la base de la empatia, es decir de poder ponerse en el lugar del otro, proyectando sobre el otro aspectos positivos. Para Bion, discípulo de Klein es la base de la contratransferencia y de la transferencia, no siendo para él la contratransferencia algo determinado por los puntos ciegos del analista, sino por la posición activa del analizante que proyecta partes de su yo en el analista. Quiero aclarar que Melanie Klein no conceptualiza la contratransferencia, como se le suele adjudicar. Será Bion quien la tematice.

Mientras que en Notas sobre algunos mecanismos esquizoides  la identificación proyectiva es un mecanismo de la fase anal, en 1952 se llevará a cabo en la fase oral sádica, de modo que se conecta con los ataques al pecho y con fantasías de vaciamiento total del pecho (vampirismo).

La identificación proyectiva- dirá Beatriz Grego – es un modo peculiar de identificación al objeto. Será donde se posesionará el analista en la transferencia. Hay soldadura del yo con el objeto. Podríamos decir que es la forma de pensar en Klein la extimidad, dado que no es exterior ni interior. Para Winnicott  será el objeto transicional  el que ocupe ese lugar.

Entonces, la identificación proyectiva descrita por Klein introduce ciertas cuestiones que debemos correlacionar con lo que es la transferencia para esta autora. Ya había señalado que en 1951, cuando rompe con Abraham en relación a la fase de succión a la que este analista ubica como anobjetal,  Melanie Klein dirá que hay relación de objeto desde el vamos y objetará un narcicismo primario. La transferencia Kleiniana no es algo de lo que alguien pudiera carecer, por eso para ella la psicosis es analizable. Si hay analista hay transferencia, que mediante la identificación proyectiva tendrá su lugar.

Klein dirá que un uso excesivo de la identificación proyectiva desemboca en un empobrecimiento del yo, debido a la perdida que este experimenta, deviniendo la madre u otras personas u objetos, su ideal del yo, generando sobre los objetos a los que se ha proyectado estas partes del yo una exagerada dependencia, ya que si se proyectó partes buenas del yo sobre estos objetos,  serán representantes de las partes buenas del yo. Esto se semeja a lo que Freud describe cuando habla del enamoramiento).

La dificultad del concepto de identificación proyectiva es que parece condensar el narcisismo con la pulsión parcial siendo que para Freud el narcisismo es un nuevo acto psíquico de unificación de las pulsiones parciales en el  yo.

Klein hablará también de la identificación introyectiva, donde la introyección del pecho bueno será la precondición del desarrollo normal. Hay que diferenciar esta introyección del pecho bueno, de la del idealizado, que es el correlato como habíamos visto del pecho persecutorio (malo), perturbando el desarrollo del yo. El yo frente al objeto ideal tiene una posición de subordinación.

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* Deborah Fleischer:

Titular a cargo de càtedra Psicoanalisis Escuela Inglesa. Cat. I Médica

Dra. en Psicología (UBA)

Psicoanalista.

Analista Miembro de la Escuela de la Orientacion Lacaniana y de la AMP

Investigadora UBACyT

Miembro del Directorio de la EOL

Miembro del directorio del ICBA

Autora de varios libros entre ellos Clínica de las transformaciones familiares. Grama 2003, reeditado 2004.