Subjetividad de época: El psicoanálisis y la subjetividad contemporánea

Subjetividad de época: El psicoanálisis y la subjetividad contemporánea

Por Osvaldo L. Delgado*

Desde una perspectiva psicoanalítica, la subjetividad contemporánea puede pensarse a partir de ciertos textos de Freud y Seminarios de Lacan que se hallan anudados.
Considero que el circuito superyó – renuncia – pulsión se expresa con brutal presencia en el desencadenamiento del discurso capitalista.
Lo que Zizek denomina “violencia del ello” freudiano, es acorde con la forclusión del Nombre del Padre en la cultura. La declinación de la “imago paterna”, es correlativa de los fenómenos de “Ley de hierro” en lo social.
Podemos destacar los efectos de la lógica anunciada en la extensión de ciertas modalidades de presentación del padecimiento subjetivo. La anorexia, la toxicomanía, las crisis de angustia, siendo que existían a comienzos del siglo pasado, su extensión actual presenta una novedad clínica que no  oseía.
La extensión de estos modos de padecimiento y la modalidad cruel que pueden adquirir, implican una necesidad de especial recaudo en el abordaje clínico y en la precisión diagnóstica.
Una anorexia, por ejemplo, es un síntoma en una histeria, o una estabilización en una psicosis ¿Cuál es la estructura y el tipo clínico?
Los llamados fenómenos depresivos contemporáneos ¿dan cuenta de un duelo en una neurosis, de un proceso de melancolización, del inicio de un episodio psicótico?
Asistimos además, a una proliferación de la clínica de las impulsiones, al empuje de los modos de goce solitario, a una degradación imaginaria de lo simbólico, con el rechazo del inconsciente que le es inherente y con dificultades correlativas a la instalación de la transferencia analítica.
La disolución de la familia nuclear propia de la modernidad, adquiere otras modalidades (familias ensambladas) que sostienen la trama libidinal que le es acorde; pero también se crean “nuevas familias” donde impera la ley de hierro: las sectas, las bandas delincuenciales y las barras bravas.
El estallido de los lazos sociales y la caída de la solidaridad como valor, promueve las figuras del cínico y del canalla.
El activismo sexual se ha convertido en la modalidad contemporánea de huir de la inquietud del deseo y de la afectación por el amor.
Los nuevos campos de concentración, que son las villas miserias, produce a la extrema pobreza ya no correlacionada sólo con la carencia de los objetos necesario para la subsistencia sino con un exceso (drogas, armas, etc.). Un estar a solas con la pulsión de muerte sin mediación simbólica.
El incremento de la psicopatologización y psicofarmacolización de la vida cotidiana, que se ha extendido hasta la niñez, genera efectos sociales novedosos.
El ser humano vuelto mercancía, la omnipresencia de la técnica, la organización escolar (especialmente privada) desde la primera infancia, toma a los niños en función de los “gerentes” que deberán ser, anulando de hecho la niñez como tal.
Los fenómenos de segregación, fundamentalmente en los llamados países desarrollados, cobran cada vez mayor violencia social y estatal.
La devaluación de los términos del amor, son correlativos de un imperativo de goce, que promueve tomar al otro como objeto de uso.
Todo esto y mucho más que podemos enumerar, son efectos directos de lo mencionado al inicio.
El discurso capitalista, pseudodiscurso sin envés y sin corte, que rechaza la dimensión de lo imposible, promueve el imperativo de goce superyoico sin regulación, expulsando los términos de la castración: “El discurso capitalista se caracteriza por intentar borrar la imposibilidad lógica y suturar la brecha ontológica” (Jorge Alemán).
Este discurso expresándose en una contingencia histórica, se presenta sin embargo como eterno, irremplazable, absoluto como el circuito superyó – renuncia – pulsión. Se presenta, no lo es.
Los objetos técnicos han alcanzado el cenit de la cultura contemporánea y tratan a los sujetos como desgarrados por una división imaginaria que el objeto podría colmar. Se trata del consumidor, no del ciudadano. La política declina de los ideales y se presenta como gestión.
Todo se da a ver: las guerras de aniquilación de los pueblos enteros para el saqueo de recursos naturales, son presentados por los medios de comunicación como un video – juego, produciendo efectos de anestesia psíquica, en el que queda atrapado en la sugestión mediática.
La técnica médica, en su orientación estética, se presenta como aquella que puede dar una identidad. Se
propagandiza prometiendo que puede otorgar una identidad sexuada, como si esta existiera. Promueve la
creencia que los sujetos pueden ser causa de sí mismo, y tener una certidumbre respecto de una supuesta
Se retrocede al pre-freudismo, realizando debates donde la biología decidiría la posición sexuada, y las funciones parentales y maternales.
También hallamos en el ámbito político distorsiones que generan respuestas equivocadas. Por ejemplo, se
habla de la crisis del capitalismo, cuando no ha habido tal crisis, sino la crisis de ciertos semblantes institucionales que se presentan como reguladores del mismo. El capitalismo ha aprendido a revolucionarse permanentemente a sí mismo.
En los países subdesarrollados, algunos sectores atacan los semblantes de las instituciones, tomando a estos semblantes como meros simulacros al servicio de la explotación.
Están guiados por un odio a la democracia como lo formula Ranciere, ya que la democracia devela que se
trata de un colectivo social, una comunidad articulada alrededor de una hiancia.
Querer taponar esa hiancia con algún “ser”, sea este cualquiera, implica fundamentalismo, segregación, violencia del ello.
Taponar esa hiancia, que Lacan llamó de diferentes modos: no hay relación sexual, no hay Otro del Otro, no hay metalenguaje, etc., lleva necesariamente a lo peor.
El malestar de que somos sexuados, parlantes y mortales, abre un abanico de existencia social de las diferencias imposibles de suturar. La concepción teleológica, de que la historia tiene un sentido y este es venturoso, de que ese sentido está asegurado de antemano. Que el tiempo de la historia, irremediablemente llevará a una forma superior de sociedad sin malestar. De que podemos saber exacta y anticipadamente ese sentido, ha llevado a enormes fracasos y sacrificios de vidas humanas.
Si no olvidamos lo enseñado por Freud, que el fundamento de la Ley es la pulsión de muerte misma (lo llamó superyó), podemos estar advertidos de que Kant se “realiza” en Sade, y de que ciertas utopías de “inicio absoluto” concluyeron en tragedia.
El psicoanálisis es fundamental para poder pensar la constitución de la subjetividad, de la hiancia irreparable en el sujeto y en la sociedad. Por eso resguarda de todo totalitarismo y de todo “esencialismo”.
* Osvaldo Delgado es Profesor Regular Titular de la Cátedra I de “Psicoanálisis: Freud”; Profesor a cargo de la Materia “Construcción de los Conceptos Psicoanalíticos”; Consejero Superior por el Claustro de Profesores; Director del Programa de Actualización: “El lugar del analista y los efectos del discurso contemporáneo”; Miembro de la Comisión de Maestría en Psicoanálisis. Facultad de Psicología U.B.A. Director del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía del CICBA. Docente del Instituto Oscar Masotta y del Instituto Clínico de Buenos Aires. Miembro de la EOL y la AMP.

Fuente: INTERSECCIONES PSI: REVISTA ELECTRÓNICA DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA – UBA