Sufrimiento psíquicos en los docentes (estructuración psíquica, relación docentes-alumnos, imaginario social)

Incluir lo psíquico diferenciándolo de lo psicosocial por la incorporación en el análisis de los contenidos inconciente de la personalidad ubicando al sujeto en una red vincular familiar y generacional que determina su singularidad. Singularidad que va a determinar el modo de relación vincular con el contexto como así también los registros ligados a las vivencias de placer y sufrimiento.
Desde la teoría psicoanalítica referimos la estructuración psíquica del sujeto a partir de las tres instancias, Ello-Superyo-Yo, y los mecanismos defensivos estructurantes.
“…presumimos que la vida psíquica es la función de un aparato al cual suponemos espacialmente extenso y compuesto de varias partes…….A la más antigua de esas provincias o instancias psíquicas la llamamos ello; tiene por contenido todo lo heredado, lo innato, lo constitucionalmente establecido; es decir sobre todo, los instintos originados en la organización somática…..Bajo la influencia del mundo exterior real que nos rodea, una parte del ello ha experimentado una transformación particular….A este sector de nuestra vida psíquica le damos el nombre de yo. Como sedimento del largo período infantil durante el cual el ser humano en formación vive en dependencia de sus padres, formase en el yo una instancia especial que perpetúa esa influencia parental ya la que se le ha dado el nombre de superyo” (Freud, S. “Compendio del Psicoanálisis. La naturaleza de lo psíquico”. Obras Completas T.III- Editorial Biblioteca Nueva. Madrid (1968).)

Dicha estructuración psíquica sostenida en el entramado de los vínculos afectivos primarios, contienen las matrices afectivas que se mantendrán inscriptas en el inconciente, y estarán presentes en el establecimiento de las relaciones familiares, sociales y laborales.
El sufrimiento psíquico, desencadenado en y por el trabajo , afecta al sujeto en su totalidad más allá del hábitat concreto, incluyendo su vida social y familiar. Sin embargo, frente a las mismas condiciones laborales adversas, las respuestas de cada trabajador son diversas – singulares- según su personalidad y modo de defensa característico.
Este sufrimiento padecido por el sujeto, puede ser reconocido como tal aunque no reconozca las causas que la determinan, puede no ser registrado, o puede ser evidente por la mirada de un otro.

En toda relación laboral se pone en juego los afectos, más aun en aquellas actividades como la docente donde lo vincular es el núcleo del proceso de trabajo, tanto en la relación docentes-alumnos, como docentes entre si.
El inevitable involucramiento afectivo provoca el desarrollo de procesos concientes e inconcientes, que merecen tenerse en cuenta, entre ellos los despliegues transferenciales que son inconcientes.
Desde el imaginario social están presentes demandas implícitas y explicitas, se espera de la escuela y del docente representaciones ideales que en la mayoría de las veces no tienen que ver ni con la escuela ni con los docentes mismos.
Estas representaciones también están en el propio imaginario docente, lo que lleva con frecuencia a generarle conflictos en relación a su práctica docente. Tengamos en cuenta el mítico concepto de la vocación, la “cuna docente”, etc.
Es fundamental diferenciar entre sujeto y función docente, la responsabilidad de la tarea docente esta ligada a la función, en el imaginario social como en muchos docentes queda distorsionada esta
función ligándose con la identidad.
El sujeto esta relacionado con el ser, en cambio la función es una acción del sujeto, un aspecto que se pone en funcionamiento en determinado momento, por ej. En una tarea laboral, un atributo de su ser en el mundo.
Instado por las estructuras de regulación estatales, se ha alentado esta confusión entre sujeto y función, al servicio del sometimiento del docente ya que por ej., cuestionar condiciones laborales (función) lo llevaría a cuestionar la identidad inherente a la condición de sujeto.
Podemos pensar la función docente definida y sostenida fuertemente como vocación por gran cantidad de docentes, como un mecanismo identificatorio con el imaginario social que los ubican en un lugar ideal y que define su ser.
La realidad a impuesto un cambio en la función docente. Si antes podríamos definirla prioritariamente como función paterna, ya que generaba un orden de pautas y jerarquías, trasmisor de saber y conocimiento, se ha desplazado mayoritariamente a una función que podríamos definir como materna, ya que esta abocada a brindar sostén, cuidado, amparo y ternura, en un marco de satisfacer las necesidades básicas de alimentación y a propiciar la inclusión frente a la exclusión.
Para poder continuar con la tarea, muchos docentes apelan al mecanismo de la sobre adaptación, generándoles un estado de máxima vulnerabilidad, ya que ante una falla de esta defensa sobrevienen sentimientos masivos de angustia, inseguridad, ataques de pánico, lo que predomina es la vivencia de que no es posible para el yo responder a las exigencias y las demandas, el yo se declara impotente.
Se pone en juego la identidad subjetiva, no solo la función docente, entendiendo la identidad como un conjunto de representaciones que un sujeto posee de si, que corresponde a un sentimiento de si mismo. Con la caída de los apuntalamientos psíquicos constituyentes de la identidad, sobreviene la vivencia de desamparo y su concomitante angustia de aniquilación, que en la infancia se da por la amenaza de la perdida de amor de los padres, y en la adultez por la vivencia de perdida de amor del superyo. Una de las funciones del superyo es la de medir al yo con el ideal.
Entre desistir y afrontar el docente juega su malestar en el cotidiano laboral. Todo sujeto vive en un permanente proceso de adaptación, este proceso supone un conjunto de funciones psíquicas tendientes a la adaptación a la realidad, incluyendo la modificación de ésta, función llevada a cabo por el yo, en un interjuego permanente entre lo pulsional, el superyo y la realidad exterior, de allí que se plantea que la función yoica esta sometida a un triple vasallaje.
Ante exigencias desmedidas de la realidad exterior, o bien a propios ideales que deben ser cumplidos se apela a la sobreadaptación donde hay un acoplamiento exagerado a las exigencias sin resistencia ni reflexión, este mecanismo es muy común en los docentes.
Como manifestaciones diagnosticas devenidas del mecanismo de sobre adaptación se encuentra entre otras:
• Temor al ocio sin reglas.
• Se establecen conductas adictivas a una imagen que permite valoración social a expensas de un alto costo corporal y psíquico.
• Dificultades en el registro de las percepciones de los receptores cenestésicos y propioceptivos.
• Trastornos del dormir y del soñar.
• El descanso es cuando “no se da mas”.
• El limite esta dado en el umbral del agotamiento total.
• En lugar de expresar emociones muchas veces se producen modificaciones corporales, produciéndose un cuadro denominado “alexitimia” en el cual se tiene dificultad para designar las emociones tanto para los afectos dolorosos, como para los que expresan satisfacción y placer “anhedonia”.
• Imposibilidad para describir estados afectivos.
• Incapacidad para distinguir un afecto de otro.
Quienes padecen estos trastornos suelen ser realistas, prácticos, siempre muy preocupadas por cumplir con exigencias y obligaciones, rechazan vincular afecciones a conflictos con la afectividad. La ansiedad, inquietud y excitación están ligadas a las exigencias de la tarea. Dificultades en el manejo de la agresión, escaso o nulo registro de las emociones y/o sensaciones corporales. Rechazo ante cualquier propuesta que vincule sus síntomas a un conflicto o sufrimiento psíquico.

Fuente: Manuel Liss, Marité Collazo, Deolidia Martinez;¨LO NO DICHO QUE SE ESCUCHA TRAS LO DICHO. EL SUFRIMIENTO PSÍQUICO EN LOS DOCENTES¨