TÉCNICA CLÁSICA V/S TÉCNICAS ACTUALES

Los principios fundamentales de la técnica psicoanalítica son hacer conciente lo
inconciente o la superación de las resistencias. Freud designó la resistencia y la
transferencia como los dos puntos de partida del análisis; por lo que todos los analistas
consideran la transferencia positiva como útil para obtener de ella la energía necesaria para
la superación de las resistencias, centrándose el análisis en las neurosis de transferencia.
Existen múltiples variaciones entre cada terapeuta, determinadas por algunos de estos
factores:
1. La amplitud de conocimientos psicológicos generales y específicamente técnicos.
2. La aceptación o no de nuevos hallazgos, lo que conduce a distintos conceptos de
nivel secundario y diferentes técnicas.
3. El factor individual o personal (carácter, nivel de comprensión, etc.)
4. El factor genealógico, es decir, la influencia de distintos padres y arquipadres
analíticos.
En definitiva, a pesar de las diferencias técnicas entre uno y otro analista, todos dirigen su
atención a las causas de las perturbaciones.
Freud establece una regla fundamental para el analista denominándola atención flotante y
designa como meta el conocer y dominar la contratransferencia, tarea a la que los analistas
actuales agregan el utilizar la contratransferencia para la comprensión de los procesos
psicológicos del analizado, por los que ésta es originada. Sólo así puede crearse en la
situación analítica un clima realmente favorable a la labor terapéutica.
La atención flotante no es más que un solo aspecto de la comprensión del inconciente. El
ideal es comprender cada frase, cada detalle con el enfoque esencial de la sesión y de cada
sesión como expresión de la personalidad total.
Hay otras recomendaciones que ha hecho Freud sobre la terapia: la actitud del cirujano,
que se refiere al relativo distanciamiento que protege al terapeuta de la ambición de curar y
la identificación sin reserva, y la recomendación del analista como espejo, referida a que el
terapeuta debe hablarle al analizado sólo de él. La intención del analista de no mostrar más
que lo imprescindible de él debe permitirle al analizado percibir el interés y el afectos del
analista hacia su persona, pues sólo Eros puede originar Eros.
De igual forma que el analizado, el terapeuta debe dividir su yo en uno racional,
observador, y uno irracional, vivencial. Sólo así puede reproducir las fantasías sentidas por
el analizado y romper el círculo vicioso entre la transferencia negativa y la
contratransferencia negativa, al conservar su contratransferencia positiva y percibir y
movilizar la transferencia positiva reprimida o disociada del analizado. Por esto, la tarea del
terapeuta consiste en desarrollar un interés constantemente vivo y una empatía continua con
los procesos psicológicos del analizado, a todo nivel, dirigiendo su atención y energía a
comprender la transferencia y a superar los aspectos patológicos mediante las
interpretaciones adecuadas.
Fines Terapéuticos
El psicoanálisis reconoce como meta fundamental el hacer conciente lo inconciente. Pero la
experiencia clínica nos permite comprobar que esta finalidad trae además aparejada la
perspectiva de un reconstrucción de la estructura de personalidad del analizando, como el
resultado terapéutico quizá más trascendente, la cual involucra la resolución de conflictos
básicos y sus derivados a través de la elaboración y el consiguiente logro de un mayor
bienestar, con lo que se propende a la eliminación o alivio de los síntomas de modo franco
y sostenido.
En la terapia de objetivos limitados, las metas son reducidas y más modestas que las del
tratamiento psicoanalítico. Los objetivos suelen plantearse en términos de superación de
síntomas y problemas actuales de la realidad del paciente. Preferentemente, y mientras
resulte posible, la solución de problemas inmediatos y el alivio sintomático deberán, en un
sentido psicodinámico, responder al logro de un comienzo de insight del paciente acerca de
los conflictos subyacentes.
En un orden de importancia generalmente secundario figuran diversas formas de brindar
alguna ayuda al paciente en lo que a las situaciones perturbadoras se refiere, sea procurando
aliviar su ansiedad a través de medios como, por ejemplo, los psicofármacos, sea
interviniendo directamente en esas situaciones de ansiedad, como en el caso de la asistencia
social, etc.
Temporalidad
Mientras que en un tratamiento psicoanalítico la duración no es determinada de antemano y
se prolonga durante años, en las llamadas terapias breves suele fijarse previamente y ser
más corta, de unos meses por lo general.
Stekel, entre otros, ha puntualizado la incidencia favorable que en el proceso
psicoterapéutico podía tener la limitación temporal establecida de antemano, la que
estimularía el progreso de la terapia.