TGD y ADD o ADHD: Conclusión

Conclusión
El llamado “Trastorno por Déficit de Atención”, no es una entidad única sino
que engloba diferentes trastornos por déficit en la estructuración psíquica.
El DSM IV plantea para la descripción de ambos cuadros clínicos trastornos
en la comunicación y la imposibilidad de establecer vínculos. Para que un
niño se apropie del lenguaje y pueda utilizarlo para comunicarse, implica
que el mismo haya podido asumir un posicionamiento subjetivo. Prescindir
del lenguaje totalmente, repetir el de otro literalmente, usar la tercera persona,
¿no serán resultados de fallas en el armado del Yo, armado que posibilita
al niño asumir una posición subjetiva?
El Yo no se encuentra desde “el vamos”. Una unidad comparable al Yo tiene
que desarrollarse y el mismo se forma a partir de otro tomado como semejante, dirá Freud.
Es decir, que el Yo se forma a partir de identifi caciones con los otros signifi –
cativos del entorno y es el resultado de relaciones intersubjetivas. Entonces
¿no será esta complejidad lo que entra en juego cuando el DSM IV tan sencillamente
habla de imposibilidad de establecer vínculos?
Frente a la insuficiencia de los modelos biologisistas, es necesario rescatar
lo valioso de las teorizaciones psicoanalíticas para armar estrategias que no
apunten a lo reeducativo, a la adquisición de habilidades cognitivas y conductuales
sino a la modifi cación de las condiciones de base que determinan
cada cuadro clínico en cada niño.
El psicoanálisis con niños trabaja de manera privilegiada con las operaciones
propias de la estructuración subjetiva.
Muchas veces, con el rechazo de la diferenciación de las estructuras psicopatológicas,
con la reducción de unas a otras o con la excesiva generalización,
se corre el riesgo de terminar en una amalgama, donde el discurso
seductor descansa en realidad en la confusión y en la no contemplación del caso por caso.
A la hora de nuestro quehacer clínico es importante que tengamos en cuenta
que, cuando se trata de diagnosticar, esto tiene que suponer un movimiento
de apertura y nunca de cierre. Movimiento en el cual ponemos en juego todo
nuestro bagaje teórico pero que, a la vez, da lugar a la creatividad. En el trabajo
con un niño y con su entorno es importante recordar el pensamiento de
Donald Winnicott, quien dice que al niño se le proporciona un instrumento
para transponer su malestar vital, pero esa transposición solo es posible a
partir del momento en que el niño llega a sorprenderse a sí mismo.

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