Todo esta preparado para olvidar, el inconsciente

Por eso Assoun afirma que: “La metapsicología es el dispositivo inédito por Freud para dar forma de racionalidad ad hoc a este imperativo de no olvidar al inconsciente”
En síntesis podríamos decir que de distintos fundamentos surge este imaginario teórico.
Del fundamento monista toma el no introducir la querella de métodos (en esa época, entre ciencias morales o del hombre y ciencias de la naturaleza). El acto interpretativo es relacionado con el acto explicativo por el cual se remite del efecto a la causa.
De los fundamentos fisicalistas proviene la idea de la química, la descomposición, el análisis. Se trata de no inocular síntesis. Con Einstein considerará las mitologías, quién diría que “un hermoso concepto concuerda con la realidad”. Esto ocurre por la fuerza representativa de su contenido racional. De esto puede rescatar la importancia de las ideas abstractas y de los conceptos fundamentales en la construcción.
De los fundamentos agnosticistas tomará lo inaccesible al entendimiento humano de toda noción de lo absoluto. En el Porvenir de una ilusión (1921) cuestionará la posibilidad de que el Psicoanálisis se convierta o participe de una “concepción del mundo”. Esto, entre otros motivos, ha llevado a los teoricistas del Psicoanálisis a oponerse a las extensiones y aplicaciones del mismo. Por otra parte es necesario reconocer que en este sentido se han llevado a cabo extensiones y aplicaciones abusivas, no fundamentadas. La extensión indebida está relacionada con un abuso interpretativo. Por otra parte, en el período de la dictadura, hablar de manera difícil, tratar que no se comprendiera lo que se decía era una defensa eficaz.
El Psicoanálisis se dedicará a una esfera determinada de fenómenos.
Nos encontramos frente a un silogismo paradójico: El Psicoanálisis es una ciencia de la naturaleza, su objeto es el Inconsciente, el Inconsciente es la Cosa en Sí, es decir, lo incognoscible”. De esta manera el campo queda cerrado, investigable porque está cerrado. Inventa una metapsicología que es un sistema abierto, en tanto el análisis se opone a todo cierre. Justamente el trabajo analítico consiste en interrogar, poner en cuestión, abrir cuando la conciencia intenta imponer un cierre.

“ . . . no he hecho más que imaginar (Phantasieren), transponer (Ubersetsen), adivinar (Erraten) ….“
. . . no he hecho más que imaginar (Phantasieren), transponer (Ubersetsen), adivinar (Erraten) – y sólo me detenía cuando me topaba con una absurdidad o cuando ya no podía más” (Íbid. Carta a Fliess del 25 de Ma-yo de 1895).
Por esto Freud llamó a la racionalidad metapsicológica: bruja y oráculo. La misma fantasmatización (la puesta en escena), expresa el trabajo habitual del Inconsciente. Un nexo complejo entre la realidad y lo imaginario. Desde lo que llamamos el “material” (palabras, síntomas, etc.) a la deformación, entre ambos un conjunto de operaciones y procedimientos. Freud evoca la “bruja metapsicología”, cuando se produce un bloqueo del proceso de investigación psicoanalítica, hay que pedir auxilio a la bruja, como el Fausto de Goethe. Ambos tienen su bruja y su oráculo… “Hay que decirse: así, la bruja tiene que intervenir, o sea la bruja metapsicología. Este recurso se justifica de este modo: sin una especulación y una teorización –por poco digo fantasmatización (Phantasieren) –metapsícológicas, no se adelanta ni un paso. Por desgracia, las informaciones de la bruja no son muy claras ni muy detalladas” (Análisis terminable e interminable. Volumen XXIII. Pág. 211. 1937).
Llegamos así a encontrarnos con que ni hay un racionalismo autonomizador de la razón ni un irracionalismo en una ficción fantasmática. Esta es una ambigüedad fecunda de esa actividad, actividad «sui generis», la más difícilmente transmisible, la más personalizada, la más codificada.
En 1937 nos encontraremos con la especulación, la teorización, el ámbito más intelectual, como por ejemplo en: Análisis terminable e interminable y en Construcciones en el análisis.
En 1895 se encuentra en la Psicología a la que vive como “tirano” al que se encuentra sometido en cuerpo y alma (Íbid. Carta mencionada supra). Llevando a cabo un trabajo errático, de imaginar, transponer, adivinar. Llevando a cabo esta tarea científica hasta el límite del absurdo, del agotamiento – de la Cosa en Sí – como si fuera posible rebasar el límite. Entre esta tarea ingrata y que al mismo tiempo le produce placer que se trata de la oscilación de la desesperanza a la pasión, ¿no se trata del deseo de Freud?.