Trauma (Trauma de guerra – Neurosis de guerra): Introducción

EL TRAUMA Y SUS SECUELAS

Disertación psicoanalítica sobre el trauma en el campo de batalla y el estado psíquico
que a partir de él se desencadena.

Autores: Andrea Paola Martínez Mora. Laura Natalia Pérez Pérez. Gloria Elena Gómez Botero (Directora de tesis.)
Facultad de Psicología, Pontificia Universidad Javeriana
Enero de 2005

Introducción
Colombia es un país afectado por la guerra activa entre guerrillas, militares y
paramilitares desde hace más de 50 años; a esta guerra se la puede calificar como un
elemento de la historia con consecuencias sociales, políticas y económicas hoy en día
inmanejables para el Estado. La guerra no sólo repercute sobre la sociedad que,
perturbada por los actos destructivos, intenta reconstruirse sobre las huellas de la
violencia, sino también sobre sujetos armados que la componen exponiendo tanto su
vida, como su salud física y mental. Así, los individuos expuestos a la guerra y la
violencia generalmente sufren secuelas que se manifiestan de distinta manera. En
algunos casos éstas pueden ser pasajeras, siendo útiles las intervenciones primarias; en
otros casos pueden permanecer por largo tiempo incapacitando al sujeto en varias áreas
de su vida o conduciéndolo a cometer homicidio o suicidio.
Freud hace una exposición sobre la guerra en una carta dirigida a Einstein en
1932[1933] titulada el “El Porqué de la Guerra”, en la cual sostiene que el ser humano
satisface ciertas necesidades pulsionales matando al enemigo, y por consiguiente tiene a
la guerra y la violencia como aliadas de su esencia aunque le acarreen grandes pérdidas,
miseria y dolor. La guerra y la violencia emergieron con el ser humano y de la misma
manera lo acompañarán hasta su fin, pues a la fuerza (bruta o sofisticada) puesta al
servicio de lo pulsional, no le ha ganado ni la evolución de la mente, ni los deseos más
profundos de convivencia pacífica a la hora de resolver los conflictos entre los sujetos.
Por el contrario, el ser humano suele poner la sofisticación que ha alcanzado al servicio
de la guerra, dotándola cada vez de más capacidad destructiva (Freud,
1932[1933]/1995).

Al estudiar la naturaleza del ser humano Freud reconoció dos pulsiones antagónicas y
complementarias que se encuentran en la base de la bio-psicología; denominó Eros a la
pulsión que impulsa hacia la conservación y unión, y Tánatos a la que impulsa a la
destrucción y quietud. Para que la guerra sea posible, así como cualquier otra expresión
humana, se necesita de la fusión de las pulsiones en mayor o menor medida. La
satisfacción se obtiene cuando las pulsiones son enviadas al exterior (en el caso de
Tánatos utilizando la fuerza de la musculatura), siendo su represión la productora de otra
clase de fenómenos. De tal suerte que haya siempre una doble motivación para iniciar
una disputa de esta índole: los motivos nobles e ideales que evidencian la pulsión que
tiende a la conservación, y la satisfacción en la destrucción, muerte y desintegración
(Freud, 1932[1933]/1995). A estos motivos se le une un factor denominado “poder”: los
más poderosos habrán de subyugar a los más débiles, empujándolos a unirse y cobrar
renovada fuerza, en pos de hacerse valer y poner en acción sus anhelados derechos; es
así como nace la guerra entre naciones o la guerra civil. Se van conglomerando
comunidades unidas en pro de la fuerza y por los lazos afectivos que de allí se
desprenden gracias a los procesos de identificación, es decir, imperios de la violencia
(Freud, 1932 [1933]/1995). El conflicto que ahoga cada vez más a Colombia entre las
guerrillas y el Estado es sólo un ejemplo de tan frecuente acontecimiento.
Aunque la guerra implique satisfacciones de tipo pulsional, no habrá de estar exenta
de sufrimiento. Como en los conflictos más profundos del ser humano, la satisfacción en
una instancia se dará a costa de la insatisfacción y dolor en otra. No obstante, siendo
pesimistas se tendría que suponer que, sustentada originalmente en demandas
pulsionales agresivas y de destrucción, la guerra no está confinada a desaparecer (Freud,
1932[1933]/1995); con esto en mente habría dos maneras de proceder: o se intenta desviarla con los recursos de la evolución cultural (uno de cuyos focos es domesticar la
pulsión como lo anunció Freud en 1932[1933]) o se procura precaver o solventar las
secuelas que deja en el ser humano.
La comunidad científica colombiana, que en su labor estudia las problemáticas de
nuestra sociedad, ve situaciones de máxima actualidad y preocupación en las secuelas
que deja la guerra en todo nivel. El sector que está vinculado con el campo de la salud
mental, incurre en una tarea constante de investigación a fin de formular modos de
intervención, ya sea para la prevención o para el tratamiento de las secuelas psíquicas
que desencadenan fenómenos como la guerra en los sujetos que la viven. De tal forma,
el estudiar, entender y proponer soluciones que generen un impacto social tendiente a
reducir la gravedad de las repercusiones de la guerra es una cuestión de extrema
relevancia para el país.
Para llevar a cabo la anterior labor es útil hacer uso de las herramientas que brinda la
investigación. Como en toda disciplina, en aquellas orientadas a estudiar el sufrimiento
psíquico, existen distintas ópticas para acercar, conceptuar y diseñar modelos de
intervención de una misma realidad. Sin embargo, un principio podría asemejar a estas
disciplinas, éste es que para poder hacer algo con respecto al sufrimiento psíquico,
primero es necesario comprenderlo y para comprenderlo han de tenerse en cuenta sus
causas (Fenichel, 1996).
En la tarea de entender qué elementos causan o desencadenan los fenómenos
psíquicos presentados por los sujetos tras vivir escenas de guerra, se fue acoplando el
término de origen médico trauma o traumatismo. Dichos términos han sido parte del
lenguaje en el campo de la salud por largo tiempo, y antes de tener relevancia para la psicología y el psicoanálisis fueron nociones de la medicina y la cirugía (Laplanche y
Pontalis, 1981).
El concepto trauma es de origen griego, deriva del término perforar y significa herida
con efracción (Real Academia Española, 1992). El traumatismo designa específicamente
las consecuencias sobre el organismo de una lesión física proveniente de una violencia
externa (Laplanche y Pontalis, 1981). El anterior, fue acuñado en la época de la
revolución industrial, para denominar las lesiones físicas provocadas por los accidentes
de trabajo y de ferrocarriles. Antes de extender su definición al campo del psiquismo,
fue designado al traumatismo interno y al traumatismo craneano en la neurología
(Gómez, 2004).
En este contexto Charcot se propuso sostener que la histeria traumática masculina era
producto de un gran terror generado por los accidentes y no por el traumatismo físico
sufrido (Gómez, 2004). Trazado éste camino, Freud y posteriores rescataron el término
“trauma psíquico” para explicar lo que ocurre en la exposición a acontecimientos
emocionalmente intensos ante los que la persona no puede reaccionar adecuadamente y
que finalmente, dejan trastornos y efectos patógenos duraderos en la organización
psíquica no explicados por daños orgánicos. En lo tocante a la naturaleza del trauma,
Freud se remitió principalmente a un punto de vista económico (Laplanche y Pontalis,
1981), mientras que Lacan hizo un viraje hacia elementos de contenido cuado se refirió a
la relación entre el trauma y lo real o, imposible a ser dicho (Repetto, 1997).
Aun con su larga historia, el trauma psíquico sigue siendo el foco en muchos estudios
contemporáneos, pues se encuentra que en los últimos 25 años anualmente más de 150
millones de personas han sido afectadas directamente por acontecimientos traumáticos
(Puchol, D., s. f.). En el artículo “Tratamiento Integrado del Trastorno de Estrés Postraumático”, Mingote, Machón, Isla, Perris y Nieto (2001, julio) citan el estudio
realizado por Hidalgo y Davidson publicado en el año 2000 en el texto Posttraumatic
Stress Disorder: Epidemiology and Health-Related Considerations. Journal of Clinical
Psychiatry en el que se comprueba que la exposición a experiencias traumáticas
producto de la violencia, guerra, violación, catástrofes, etc. a lo largo de la vida es
frecuente en la población, con un rango desde el 39% al 90% y muchas personas viven
más de un acontecimiento traumático o tienen exposición a estos de forma repetida
(Mingote, et al., 2001, julio).
En resumen, para examinar lo que sucede en los sujetos que son expuestos a la guerra es preciso abordar la noción de trauma psíquico. Por consiguiente, el acontecimiento traumático en la guerra es un vértice en el estudio. Es necesario precisar que interesan aquí las concepciones psicoanalíticas acerca del trauma, por sustentar que éste tiene lugar en el psiquismo y de allí su interjuego con la historia del sujeto y relatividad. La
relatividad del trauma se manifiesta clínicamente cuando un mismo acontecimiento
opera como tal en unos sujetos y en otros no, o cuando un mismo acontecimiento
traumático desencadena diferentes condiciones en distintos sujetos. Éstas y otras razones
que se expondrán a lo largo del texto sustentan que el estudio se guíe por la corriente
psicoanalítica (Laplanche y Pontalis, 1981; Fenichel, 1996).
Se retomarán los primeros aportes a la teoría del trauma en el psicoanálisis
producidos por Freud y postfreudianos, continuando con lo expuesto por Jacques Lacan
(1901-1981), psiquiatra y psicoanalista francés que causó gran impacto en el campo.
Aunque son posturas distintas, las dos tienen elementos de relevancia para el problema
central, por lo tanto, la revisión teórica sobre el trauma se servirá de las dos posiciones,
encontrando sus puntos generales de unión y viraje.
Pero no sólo interesa el acontecimiento traumático, sino también lo que éste
desencadena en el sujeto que lo vive. Al respecto, Mingote, et al. (2001, Julio) afirman
que aunque el trauma esté asociado al desarrollo de un trastorno mental, este no es
condición suficiente para su aparición y la mayoría de personas (el 75 %) se recuperan
de la experiencia traumática sin enfermar de forma duradera. No obstante, hablando
sobre el trastorno por estrés postraumático (entidad que será analizada posteriormente)
sostienen que:
La prevalencia-vida de este trastorno en la población general de distintas áreas
geográficas oscila entre el 1% y el 12% tras la exposición a diferentes tipos de
traumas, pero especialmente tras sufrir violación, crímenes violentos o accidentes
graves. Esto significa que realmente se trata de un padecimiento mucho más
frecuente que lo que se creía previamente [la cursiva es nuestra], sobre todo entre
mujeres. (Mingote, et al., 2001, julio)
Se ha ido encontrando entonces que la exposición a acontecimientos traumáticos de
guerra es la propulsora de determinadas condiciones psíquicas (cuya denominación se
cuestionará); siendo así, ¿cómo actúan estos acontecimientos en los sujetos que los
viven, y por qué desencadenan en ellos dichas condiciones?. Desde distintas
perspectivas se ha respondido esta pregunta: la ciencia médica se cuestiona si existe o no
lesión orgánica; alrededor de esto se ha postulado que los traumas tienen una incidencia
neurológica microscópica que afecta el funcionamiento del sistema nervioso de manera
duradera (Laplanche y Pontalis, 1981), provocando trastornos como el llamado TEPT.
Desde el psicoanálisis se puede argumentar que son huellas dolorosas que se instauran
en el psiquismo de manera inquebrantable, al no poder establecer un nexo con algún significado (Mejía & Ansermet, 1999), generando consecuentemente la neurosis
traumática. Asumir una u otra postura implica entrar en debate, situación no obstante
indispensable para el avance de la ciencia.
El estudio de las condiciones psíquicas desencadenadas por la guerra tiene un
desarrollo actual en el psicoanálisis gracias a las investigaciones de psicoanalistas y
psicólogos orientados hacia este campo. Como se introdujo, algunas corrientes del
psicoanálisis sostienen, como Freud, que aquello que deviene es una neurosis
traumática; al respecto también hay discusión. Se hará uso del discurso psicoanalítico
para tratar una cuestión que a pesar de tener larga trayectoria y encontrarse en boga,
supone confusiones teóricas y prácticas importantes al interior de y entre las disciplinas
interesadas en la salud mental. Esta afirmación aplica para disciplinas como la
psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis. Por lo tanto, el estudio de la guerra y sus
secuelas desde el psicoanálisis, conforma un campo amplio, actual y que requiere aún
de trabajo, que a su vez posibilitará el avance en ópticas afines.
Después de lo anterior queda enunciada la estructura del presente estudio. En primera
instancia, la preferencia es hacia el psicoanálisis o psicología de lo profundo, como lo
denominó Freud, y por lo tanto, el marco de la investigación es la teoría proveniente del
discurso psicoanalítico, específicamente, las premisas alrededor del trauma psíquico, la
instauración en el sujeto y la condición que desencadena en los individuos expuestos a
la guerra. Adicionalmente, los focos de interés en el estudio son los acontecimientos de
guerra que operan como traumas y lo que estos desencadenan en el psiquismo.
Respecto a lo anterior cabe preguntarse sí sobre la guerra es pertinente pensar: ¿qué
pasa con la sociedad civil no involucrada, pero afectada por los actos de guerra?, ¿qué hacer con la salud de los niños expuestos a la violencia?, ¿cómo tratar las problemáticas
propias de los secuestrados y sus familiares? y ¿qué hacer con las secuelas producto de
los ataques terroristas a la sociedad? etc.; ¿por qué no cuestionar qué sucede con la salud
psíquica de los que se prestan para combatir en guerra?. Ciertamente, como sucede con
cualquier otro ser humano hay allí sufrimiento, y es este sufrimiento el que se encuentra
día a día en hospitales y clínicas psiquiátricas atiborradas de sujetos, quienes después de
vivir fuertes escenas de guerra en el campo de batalla han desarrollado condiciones
psíquicas dolorosas que los impelen con urgencia a pedir una ayuda, un alivio.
En síntesis, desde la teoría psicoanalítica se emprenderá una labor de examen teórico
en profundidad del fenómeno del acontecimiento traumático y lo que éste puede
desencadenar en el psiquismo de sujetos que han pasado por el campo de batalla. Esto,
con miras a lograr una explicación más profunda del por qué de dichos fenómenos,
identificando algunas de sus características principales y paralelamente contribuyendo a
la aprehensión y desarrollo de la teoría psicoanalítica.
Esta labor es pertinente a nivel disciplinar y social, pues en último término los
hallazgos de un estudio pueden transformarse en material para hacer avanzar los
constructos teóricos y así mismo plantear mejoras en el tratamiento de los sujetos que
sufren. Con el estudio se pretenderá: afianzar algunos conocimientos del psicoanálisis,
contribuir al desarrollo de la disciplina psicológica e intensificar los lazos entre estos
saberes y el contexto social. El estudio tiene alcances disciplinares, interdisciplinares y
sociales claros, pues un objetivo a la hora de desarrollar una disciplina como la
psicología, es poder brindar herramientas para mejorar la situación psíquica de los
padecientes a partir de la comprensión de su padecimiento. La idea no debe ser suprimir los aportes de otros saberes, sino intentar que los recursos se unan para generar
tratamientos interdisciplinares que apunten a aliviar el sufrimiento de los sujetos.