Obras de S. Freud: Sueño de un químico [1909] Parte dos

El trabajo del sueño (continuación): XII- Sueño de un químico [1909] Parte dos

 «Como material para interpretar este sueño se presentan las siguientes vivencias y pensamientos del día anterior: »»I.- Es verdad que desde hace poco tiempo estoy bajo tratamiento odontológico, y para la época del sueño tuve continuos dolores en esa muela de la mandíbula inferior que es excavada en él; también en la realidad el dentista trabajó allí más tiempo del que yo hubiera querido. La mañana del día del sueño hice una nueva visita al odontólogo a causa de los dolores, y él me sugirió que me hiciese extraer otro diente de la misma mandíbula (no el que estaba bajo tratamiento), del cual probablemente provenía el dolor. Era una ‘Muela del juicio’ que estaba cortando. Y en esa oportunidad, además, le hice una pregunta relativa a su conciencia médica. »»Il.- La tarde del mismo día me vi obligado a mencionar mi dolor de muelas a una dama como disculpa de mi mal humor, con motivo de lo cual ella me contó que tenía miedo de hacerse extraer una raíz cuya corona se había desmoronado casi del todo. Creía que la extracción era particularmente dolorosa y peligrosa en el caso de los colmillos, aunque por otra parte una conocida le ha dicho que todo anda más fácil con los dientes de la mandíbula superior (y ella tiene su problema en uno de estos). Pero esta conocida le contó también que una vez, luego de anestesiarla, le extrajeron un diente equivocado, relato que no hizo sino multiplicar su horror ante esa operación necesaria. Me preguntó después si por colmillos {Augenzähnen} había que entender molares o caninos {Backen oder Eckzähne}, y qué se sabía sobre ellos. Le hice notar el sesgo supersticioso de todas esas opiniones, aunque sin dejar de reconocer el núcleo de verdad que contienen muchas intuiciones populares. Sobre esto me dijo que conocía una creencia popular, muy antigua y difundida según creía: Cuando una embarazada tiene dolor de muelas, le nacerá un varoncito. »»III.- Este refrán me interesó con referencia al significado típico de los sueños por estímulo dentario como sustitutos del onanismo, comunicado por Freud en La interpretación de los sueños. Es que esa sentencia popular [la mencionada por la dama] establece cierta relación entre los dientes y el genital masculino {Bub; Bube, varoncito}. Por eso al atardecer del mismo día leí los pasajes respectivos de La interpretación de los sueños y allí encontré, entre otras, las apuntaciones que a continuación reproduzco, y cuya influencia sobre mi sueño es tan fácil de reconocer como la de las dos vivencias antes mencionadas. Acerca de los sueños por estímulo dentario, escribe Freud que ‘en los hombres la fuerza impulsora de estos sueños proviene de la concupiscencia onanista de la pubertad. Y después: ‘Opino que las frecuentes modificaciones del sueño típico de estímulo dentario (p. ej., que otra persona extrae un diente al soñante, y cosas parecidas) se vuelven comprensibles por esa misma explicación. Ahora bien, puede parecer enigmático que el ‘estímulo dentario’ alcance este significado. Llamo la atención aquí sobre el traslado de abajo a arriba, tan común, y que está al servicio de la represión sexual; en virtud de él, en la histeria toda clase de sensaciones y de intenciones destinadas a jugarse en los genitales pueden realizarse al menos en otras partes del cuerpo que están libres de objeción’. Pero debo apuntar también otro nexo, contenido en la expresión lingüística. En los países de habla alemana hay una designación grosera para el acto masturbatorio: ‘sich einen ausreissen’ o ‘sich einen herunterreissen’ {‘sacarse una’ o ‘quitarse una’}’. Ya de adolescente me era familiar esta expresión para designar el onanismo, y partiendo de aquí el intérprete de sueños ejercitado descubrirá sin dificultad el acceso al material infantil que pueda estar en la base de este sueño. Sólo he de consignar que la facilidad con que en el sueño se saca el diente que después de la extracción se muda en un incisivo superior me trae a la memoria un episodio de mi niñez, cuando yo mismo me extraje, con facilidad y sin dolor, un incisivo superior que tenía flojo. Este suceso, que todavía hoy recuerdo con nitidez en todos sus detalles, ocurrió en ese período temprano a que en mi caso se remontan los primeros ensayos concientes de onanismo (recuerdo encubridor). »»La referencia de Freud a una comunicación de C. G. Jung según la cual los sueños por estímulo dentario tienen en las mujeres el significado de sueños de nacimiento , así como la creencia popular en el significado del dolor de muelas en las embarazadas, ocasionaron dentro del sueño la contraposición del significado femenino frente al masculino (pubertad). En relación con esto recuerdo un sueño anterior; poco después de terminar un tratamiento odontológico, soñé que se me caían justo las dos coronas de oro que acababan de implantarme y ello me causaba gran enojo, a causa del considerable gasto, del que aún no me había resarcido del todo. Ahora me resulta comprensible este sueño relacionándolo con una cierta vivencia: reconoce las ventajas materiales de la masturbación respecto del amor de objeto, que es en todas sus formas más perjudicial en lo económico (coronas de oro), y creo que lo dicho por aquella dama acerca del significado del dolor de muelas en las embarazadas evocó de nuevo en mí esta ilación de pensamientos». »Hasta aquí la interpretación del colega, cabalmente esclarecedora y, según creo, inobjetable. Nada tengo que agregar, como no sea, quizá, una referencia al sentido probable de la segunda parte del sueño, que a través de los puentes léxi cos Zahn-(ziehen-Zug; reissen-reisen) {diente-( extraer- tren; arrancar-partir) } figura, según todo parece indicarlo, el paso que el soñante consumó, en medio de dificultades, desde la masturbación hasta el comercio sexual (el túnel por el cual los trenes entran y salen en distintas direcciones), así como los peligros de este último (embarazo; sobretodo). »En lo teórico, por otra parte, el caso me parece interesante en dos sentidos. En primer lugar, es probatorio del nexo descubierto por Freud, a saber, que en el sueño se produce la eyaculación junto con el acto de extracción de un diente. Y por cierto que debemos ver en la polución, cualquiera que sea la forma en que sobrevenga, una satisfacción masturbatoria que se lleva a cabo sin el auxilio de estimulaciones mecánicas. A ello se suma que en este caso la satisfacción polutoria no se consuma, como es lo habitual, con relación a un objeto aunque sólo sea imaginado, sino que sucede sin objeto y es, si se nos permite la expresión, puramente autoerótica; a lo sumo deja reconocer un leve sesgo homosexual (dentista). »He aquí el segundo punto que creo merece ponerse de relieve: Resulta tentador objetar que es por completo superfluo empeñarse en ver validada aquí la concepción de Freud, puesto que las vivencias del día anterior se bastan por sí solas para hacernos comprensible el contenido del sueño. La visita al dentista, la conversación con la dama y la lectura de La interpretación de los sueños explicarían suficientemente que el durmiente, desasosegado también de noche por su dolor de muelas, produjese este sueño; y hasta puede argüirse que lo hizo para alejar de sí el dolor que le perturbaba el dormir (mediante la representación del alejamiento del diente dolorido, y dando tinte libidinal a la temida sensación de dolor). Ahora bien, por más concesiones que se hagan en este sentido, no puede defenderse con seriedad la tesis de que la lectura de los esclarecimientos de Freud estableció en el soñante el nexo entre extracción del diente y acto masturbatorio, o siquiera le confirió eficacia. Ello no habría podido ocurrir si el soñante, como él mismo lo confiesa (en su frase «sich einen ausreissen” no tuviera preformado ese nexo desde mucho antes. Más bien pudo haberlo reactualizado, aparte de la conversación con la dama, lo que después comunica: cuando leyó la interpretación de los sueños, razones por demás comprensibles hicieron que no quisiera dar entero crédito a este significado típico de los sueños por estímulo dentario, y se engendró en él el deseo de saber si dicho significado convenía a todos los sueños de ese tipo. Ahora bien, el sueño se lo confirmó, al menos para su persona, y así le mostró el porqué de sus obligadas dudas. Por tanto, también en este aspecto es el sueño el cumplimiento de un deseo, a saber, el de convencerse del alcance y la solidez de esta concepción de Freud». Al segundo grupo de sueños típicos pertenecen aquellos en que volamos o flotamos en el aire, caemos, nadamos, etc. ¿Qué significan estos sueños? No se lo puede decir en general. Como habremos de enterarnos, en cada caso significan algo diverso, y sólo el material de sensaciones contenidas en ellos brota siempre de la misma fuente. [1909] Por los datos que nos proporcionan los psicoanálisis es preciso inferir que también tales sueños repiten impresiones de la infancia: se relacionan con los juegos de movimiento, tan singularmente atractivos para los niños. No hay tío que no haya hecho volar a su sobrinito tomándolo con sus brazos extendidos y corriendo por la habitación, o jugado a que lo deja caer balanceándolo sobre las rodillas y estirando de pronto una pierna, o lanzándolo al aire y haciendo como si no fuese a sostenerlo. Los niños dan entonces gritos de alegría y no se cansan de pedir la repetición, en particular cuando va en ello algo de susto o de vértigo; andando el tiempo, se procuran en el sueño esa repetición, pero ahora faltan las manos que los sujetaban y por eso flotan o caen libremente, Conocida es la preferencia de todos los niños pequeños por esos juegos, como la hamaca y el subibaja; cuando después ven acrobacias en el circo, el recuerdo se renueva. En muchos varones el ataque histérico no consiste sino en reproducciones de tales acrobacias, que ejecutan con gran habilidad. No es raro que estos juegos de movimiento, en sí inocentes, despierten sensaciones sexuales. Para decirlo con una palabra usual entre nosotros, que abarca todos estos manejos: el «corretear» {«Hetzen»} de la infancia, que repiten {retoman} los sueños de volar, caer, tener vértigo, etc., es aquel cuyo sentimiento de placer se tuerce ahora simétricamente {verkehren} en angustia. Y toda madre sabe que el corretear de los niños con harta frecuencia termina en querellas y lágrimas. [1900] Por eso tengo buenas razones para rechazar la explicación según la cual el estado de nuestra sensibilidad cutánea mientras dormimos, las sensaciones del movimiento pulmonar, etc., provocan los sueños de volar o caer. Veo que estas sensaciones mismas son reproducidas {reproduzieren} a partir del recuerdo a que el sueño se refiere, y por tanto son contenido de este y no sus fuentes. [1900] (1). Ahora bien, este material de sensaciones de movimiento, que es de tipo uniforme y brota de idéntica fuente, se usa para la figuración de los más diversos pensamientos oníricos. Los sueños en que se vuela o se flota, teñidos casi siempre de placer, reclaman las más variadas interpretaciones: por completo especiales en algunas personas o idénticamente típicas en otras. Una de mis pacientes soñaba con mucha frecuencia que flotaba sobre la calle a cierta altura, sin rozar el suelo. Era muy menuda de cuerpo y la horrorizaba toda contaminación que el trato con seres humanos produce. Su sueño de flotamiento le cumplía ambos deseos, pues elevaba sus pies del suelo y le hacía remontar su cabeza a regiones superiores. En otras soñantes, el sueño de vuelo tenía el significado de este anhelo: «Ojalá yo fuera un pajarito»; otras se convertían en ángeles de noche, a falta de que las llamasen así de día. La proximidad asociativa del volar con la representación del pájaro nos permite comprender que en los hombres el sueño de vuelo tenga casi siempre un grosero significado sensual. Y no nos maravillará enterarnos de que este o aquel soñante se pone todas las veces muy orgulloso de su capacidad de volar. [1909] El doctor Paul Federn, de Viena [trasladado después a Nueva York], ha expuesto (2) la seductora conjetura de que buena parte de estos sueños de vuelo son sueños de erección, pues este extraordinario fenómeno, que ha ocupado sin cesar la fantasía humana, no puede menos que impresionar como una cancelación de la gravedad. (Cf. sobre esto los falos alados de los antiguos.) [1911] Es notable que Mourly Vold, ese sobrio investigador experimental de los sueños que siente genuina repugnancia por toda interpretación, sostenga empero la interpretación erótica de los sueños de vuelo y de flotación. Dice que el erotismo es el «motivo más importante del sueño de flotación», y para ello arguye el fuerte sentimiento de vibración que lo acompaña y su frecuente conexión con erecciones o poluciones. [1914] Los sueños de caída presentan más a menudo el carácter de angustia. Su interpretación no ofrece dificultad alguna en las mujeres, pues casi siempre ellas aceptan el uso simbólico de la caída como paráfrasis del ceder a una tentación erótica. Todavía no hemos agotado las fuentes infantiles del sueño de caída; casi todo niño se ha caído alguna vez, y entonces lo alzaron y acariciaron; cuando por la noche se caía de su camita, su madre o su niñera lo recogían en la cama de ellas. [1909] Personas que suelen soñar con que nadan, surcan las olas con gran gusto, etc., casi siempre {en su infancia} se han mojado en la cama y ahora repiten en el sueño un placer al que aprendieron a renunciar hace ya mucho tiempo. Pronto veremos en alguno que otro ejemplo la figuración a que se prestan los sueños de natación. [1909] La interpretación de los sueños sobre fuego da la razón a un mandato de la buena crianza: que los niños no jueguen con fuego, pues a la noche se mojarán en la cama. En efecto, tienen también por base la reminiscencia de la enuresis nocturna de los años infantiles. En mi «Fragmento de análisis de un caso de histeria» (3) ofrecí el análisis y la síntesis completos de uno de esos sueños sobre fuego en conexión con el historial clínico de la soñante, y mostré las mociones adultas a cuya figuración se prestó ese material infantil. [1911] Podríamos mencionar todavía toda una serie de sueños «típicos», si entendiésemos por tales aquellos en que idéntico contenido onírico manifiesto emerge con frecuencia en soñantes diversos. Por ejemplo: los sueños en que se anda por calles estrechas o por toda una serie de habitaciones, los sueños del ladrón nocturno, a quien también van dirigidas las medidas precautorias que adoptan los neuróticos antes de irse a dormir, los de persecución por animales salvajes (toros, caballos), o de amenaza con cuchillos, dagas, lanzas, etc. Los dos últimos son característicos del contenido manifiesto en sueños de personas que padecen de angustia. Muy provechosa sería una investigación que se ocupase especialmente de este material. En lugar de ello ofreceré dos observaciones, (4) aunque no referidas exclusivamente a sueños típicos. [1909] Cuanto más nos ocupemos de solucionar sueños, tanto mejor dispuestos estaremos a reconocer que los de adultos en su mayoría tratan de un material sexual y expresan deseos eróticos. Sólo puede formarse un juicio sobre ello el que realmente analiza sueños, es decir, penetra desde su contenido manifiesto hasta los pensamientos oníricos latentes; nunca el que se contenta con registrar el contenido manifiesto (como hace, por ejemplo, Nácke en sus trabajos sobre los sueños sexuales). Consignemos también que este hecho no nos aporta nada sorprendente, pues está en plena armonía con los principios que establecimos para la explicación del sueño. Ninguna otra pulsión debió soportar desde la niñez tan grande sofocación como la pulsión sexual en sus innúmeros componentes (cf. mis Tres ensayos de teoría sexual, 1905d), y ninguna otra dejó tras sí tantos ni tan fuertes deseos inconcientes que ahora, en el estado del dormir, tienen el efecto de producir sueños. En la interpretación de estos últimos jamás debe olvidarse la importancia que poseen ciertos complejos sexuales, pero tampoco es lícito, desde luego, exagerarla hasta la exclusividad. [1909] En muchos sueños, una interpretación cuidadosa podrá establecer que se los debe comprender como bisexuales, pues ofrecen una irrecusable sobreinterpretación: realizan también mociones homosexuales, vale decir, las opuestas a la función sexual normal de la persona que sueña. Pero que todos los sueños hayan de interpretarse bisexualmente ‘ como sostienen W. Stekel (1911a) y Adler (1910, etc.), paréceme una generalización a la vez indemostrable y poco verosímil, que yo no sustentaría. Y sobre todo yo no podría desechar la evidencia de que existen numerosos sueños que satisfacen necesidades que no son las eróticas (consideradas estas en el sentido más lato): los sueños de hambre y de sed, los sueños de comodidad, etc. También afirmaciones como «tras todo sueño se descubre la cercanía de la muerte» (Stekel [1911a] , o la de que en todo sueño puede reconocerse un «avance de la línea femenina a la masculina» (Adler [1910] , trasgreden, creo, la medida de lo permisible en la interpretación de los sueños. [1911] La tesis según la cual todos los sueños exigen una interpretación sexual, eterno objeto de polémica en la bibliografía sobre este asunto, es ajena a La interpretación de los sueños. No se la encontrará en ninguna de las ediciones del libro, y está en palmaria contradicción con otras opiniones en él contenidas. [1919] Que los sueños llamativamente inocentes encarnan sin excepción crudos deseos eróticos, ya lo aseveramos en otro lugar y podríamos certificarlo con numerosos ejemplos nuevos. Pero también muchos sueños que parecen indiferentes, en los que en ningún sentido se notaría nada de particular, se reconducen tras el análisis a mociones de deseo indudablemente sexuales, a menudo de naturaleza inesperada. Por ejemplo, ¿quién sospecharía antes del trabajo de interpretación un deseo sexual en el siguiente sueño? El soñante cuenta: Entre dos suntuosos palacios, y un poco hacía atrás, hay una caseta cuyas puertas están cerradas. Mi mujer me guía por la calle el trecho que falta hasta llegar a ella, empuja las puertas y entonces me cuelo rápida y fácilmente en el interior de un patio que sube al sesgo. Quien tenga alguna práctica en la traducción de sueños recordará enseguida que el penetrar en espacios estrechos y el abrir puertas cerradas son parte del simbolismo sexual más socorrido, y con facilidad descubrirá en este sueño una figuración de un ensayo de coito desde atrás (entre las dos suntuosas nalgas del cuerpo femenino). El pasadizo estrecho que sube al sesgo es, desde luego, la vagina; en cuanto a la ayuda que se atribuye a la esposa del soñante, obliga a esta interpretación: en la realidad, sólo miramientos por su consorte le hicieron desistir de tal ensayo, y el soñante nos informa que el día del sueño entró a servir en su casa una mozuela que le apeteció y le dio la impresión de que no se mostraría demasiado renuente a una aproximación de esa naturaleza. La casita entre los dos palacios proviene de una reminiscencia de la Hradschin [Ciudadela] de Praga, y así alude a la misma muchacha, oriunda de esa ciudad. [1909] Cuando insisto ante mis pacientes en la frecuencia del sueño edípico de comercio sexual con la madre propia, obtengo esta respuesta: «No puedo acordarme de un sueño semejante». Mas poco después emerge el recuerdo de otro sueño, irreconocible e indiferente, que en la persona en cuestión se repitió a menudo; y el análisis muestra que ese sueño tiene idéntico contenido, vale decir, es un sueño edípico. Puedo asegurar que entre los sueños de comercio sexual con la madre son muchísimo más frecuentes los disfrazados que los francos. [1909] (5)

Existen sueños de paisajes o de lugares en que todavía soñando se tiene esta certidumbre: «Ya estuve ahí una vez». Ahora bien, este «déjà vu» tiene en el sueño un significado particular (6). Es que siempre ese lugar son los genitales de la madre; y en verdad, de ningún otro lugar puede afirmarse con tanta certidumbre «Ya estuve ahí una vez». [1909] En una única ocasión me dejó perplejo un neurótico obsesivo con la comunicación de este sueño: Visita una casa en la que ya ha estado dos veces. Ahora bien, este paciente me había contado hacía largo tiempo un episodio de su sexto año de vida; cierta vez compartió el lecho de su madre y abusó de esa circunstancia para introducir el dedo en los genitales de la durmiente. [1914] Una gran cantidad de sueños (7) que suelen ser angustiantes y tener por contenido el pasar por espacios estrechos o la permanencia en el agua surgen de fantasías sobre la vida intrauterina, la estancia en el vientre de la madre y el acto del nacimiento. A continuación trascribo el sueño de un joven que en la fantasía aprovecha ya la circunstancia de estar dentro del útero para espiar un coito entre sus padres. El se encuentra en un pozo profundo en el que hay una ventana como en el túnel de Semmering. (8) Por esta ve primero un paisaje vacío, y entonces él desde dentro compone un cuadro que al punto aparece ahí y llena el vacío. El cuadro figura una tierra labrantía removida en profundidad por el instrumento, y el aire magnífico, la idea del trabajo empeñoso, los terrones de color negro azulino, hacen una bella impresión. Después se adelanta, ve un manual de pedagogía abierto … y te asombra que en él se consagre tanta atención a los sentimientos sexuales (del niño), lo cual le hace pensar en mí. Ahora, un bello sueño de agua de una paciente, que fue de particular utilidad para la cura: En su residencia veraniega junto al lago de. . ., se zambulle en el agua oscura, ahí donde la pálida luna se refleja en el agua. Sueños de este tipo son sueños de nacimiento; obtenemos su interpretación invirtiendo el hecho comunicado en el sueño manifiesto, y entonces en lugar de zambullirse en el agua entendemos «salir del agua», vale decir, nacer. (9) Y reconoceremos el lugar del cual se nació si reparamos en el sentido picaresco de < da lune» en francés. La pálida luna es entonces la blanca cola, de la cual el niño cree haber salido. Pero, ¿qué significa que la paciente engendre el deseo de «nacer» en su estancia veraniega? Inquiero a la soñante, quien sin vacilar me responde: «¿Acaso por la cura no soy como nacida de nuevo? ». Así el sueño se convierte en una invitación a proseguir el tratamiento en aquel lugar veraniego, es decir, a que la visite allí; y quizá contiene también una alusión en extremo pudorosa al deseo de ser ella misma madre (10).

De un trabajo de E. Jones [1910b] (11) tomo otro sueño de nacimiento, junto con su interpretación: «Ella estaba a orillas del mar y vigilaba a un niño pequeño, que parecía ser el suyo, mientras él se adentraba en el agua. Y lo hizo tanto que el agua llegó a cubrirlo, de manera que no veía más que su cabeza, que emergía y se sumergía. La escena se mudó después al vestíbulo lleno de gente de un hotel. Su marido la abandona, y ella traba conversación con un extraño. La segunda mitad del sueño se reveló sin más en el análisis como figuración del acto de fugarse de su esposo y anudar relaciones íntimas con una tercera persona. La primera parte era manifiestamente una fantasía de nacimiento. Así en los sueños como en la mitología, el parto del niño desde el líquido amniótico suele figurarse por medio de una inversión, como ingreso del niño en el agua; entre muchos otros, los nacimientos de Adonis, de Osiris, de Moisés y de Baco ofrecen bien conocidos ejemplos de ello. El emerger y sumergirse la cabeza del niño en el agua recuerda enseguida a la paciente la sensación de los movimientos del feto, que ella experimentó durante su único embarazo. El pensamiento del niño que se adentra en el agua le evoca una ensoñación en que se vio a sí misma sacándolo del agua, después lo llevaba a un cuarto de niños, lo lavaba, lo vestía, y por último lo conducía a casa de ella. »La segunda mitad del sueño figura, pues, pensamientos que atañen al acto de escapar, vinculado con la primera mitad de los pensamientos oníricos encubiertos; y la primera mitad del sueño corresponde al contenido latente de la segunda mitad, la fantasía de nacimiento. Además de la inversión antes mencionada, en cada una de las mitades del sueño se producen sendas inversiones. En la primera, el niño entra en el agua y su cabeza bailotea; en los pensamientos oníricos que están en la base, primero emergen los movimientos fetales y después el niño abandona el agua (una inversión doble). En la segunda mitad, su marido la abandona; en los pensamientos oníricos ‘ ella abandona a su marido». (Traducido {al alemán} por O. Rank.) Otro sueño de nacimiento es el que cuenta Abraham [1909, págs. 22 y sigs.], de una joven señora que espera su primer parto. Desde un lugar del piso de la habitación, un canal subterráneo lleva directamente al agua (canal genital – líquido amniótico). Quita una trampa del piso, y al instante aparece una criatura cubierta por una piel pardusca, que se asemeja a una foca. Este ser se revela como el hermano menor de la soñante, hacia quien ella siempre mantuvo una actitud maternal. [1911] Rank E [1912d] ha mostrado, para una serie de sueños, que los de nacimiento se sirven del mismo simbolismo que los de estímulo vesical. El estímulo erótico es figurado en aquellos como estímulo vesical; la estratificación del significado en estos sueños responde a un cambio de significado que el símbolo experimentó desde la niñez. [1914] Aquí podemos retomar el tema que habíamos interrumpido (12) acerca de la participación de los estímulos orgánicos perturbadores del dormir en la formación del sueño. Los sueños producidos bajo tales influjos no sólo nos exhiben abiertamente la tendencia al cumplimiento de un deseo y el carácter de la comodidad; hartas veces presentan, también, un simbolismo por entero trasparente: no es raro que provoque el despertar un estímulo cuya satisfacción bajo un disfraz simbólico ya se había intentado en vano en el sueño. Esto vale para los sueños de polución, así como para los desencadenados por presión vesical o intestinal. «El carácter peculiar de los sueños de polución no sólo nos permite desenmascarar directamente ciertos símbolos sexuales ya reconocidos como típicos, aunque todavía susciten ásperas controversias; también es apto para convencernos de que muchas situaciones oníricas en apariencia inocentes no son más que el preludio simbólico de una escena crudamente sexual que, no obstante, casi nunca alcanza figuración directa si no es en los sueños de polución, relativamente raros, mientras que con harta frecuencia se trueca en un sueño de angustia que de igual modo provoca el despertar». [Rank] El simbolismo del sueño por estímulo vesical es de particular trasparencia y desde siempre se lo coligió. Ya Hipócrates sustentó la opinión de que el soñar con fontanas y manantiales significa una perturbación de la vejiga (H. Ellis [1911a, pág. 164]). Scherner [1861, pág. 189] estudió la diversidad del simbolismo por estímulo vesical, y aseveró asimismo que «un estímulo vesical de intensidad mayor siempre se vuelca en la estimulación de la esfera sexual y de sus productos simbólicos. ( . . . ) El sueño por estímulo vesical suele ser al mismo tiempo el representante del sueño sexual».

O. Rank, cuyas elucidaciones, contenidas en su trabajo acerca de la estratificación simbólica en el sueño de despertar [1912d], sigo aquí, logró prestar considerable verosimilitud a esta tesis: buen número de los «sueños por estímulo vesical» en verdad son causados por un estímulo sexual que busca satisfacerse primero por el camino de la regresión a la forma infantil del erotismo uretral. Particularmente instructivos son entonces los casos en que el estímulo vesical así producido hace que el soñante despierte y desagote su vejiga, a pesar de lo cual el sueño prosigue y exterioriza su necesidad en imágenes eróticas no disfrazadas. (13)

De manera enteramente análoga, los sueños por estímulo intestinal descubren el simbolismo correspondiente, corroborando el nexo entre oro y mierda (14), vastamente documentado también en la psicología de los pueblos. «Así, el sueño de una mujer en la época en que estaba bajo tratamiento médico a causa de un trastorno intestinal: en las cercanías de una cabañita de madera, que se parece a los escusados aldeanos, alguien entierra un tesoro. Una segunda parte del sueno tiene este contenido: ella le limpia el trasero a su hijita, que se ha ensuciado». [Rank, 1912d]

A los sueños de nacimiento se enlazan los sueños de «rescate». Rescatar, en particular rescatar del agua, tiene el significado de parir si la soñante es mujer, pero este sentido se modifica si es hombre. (15) [1911]

Los ladrones, los asaltantes nocturnos y los fantasmas que dan miedo antes de meterse en cama y que en ocasiones también asedian al durmiente provienen de una misma reminiscencia infantil. Son los visitantes nocturnos que despertaron al niño para sentarlo a la bacinilla a fin de que no mojase la cama, o que levantaron las cobijas para inspeccionar cuidadosamente qué hacía, dormido, con sus manos. Por los análisis de algunos de estos sueños de angustia hasta logré que se identificase a la persona del visitante nocturno. El ladrón era siempre el padre, y los fantasmas, con preferencia personas del sexo femenino que llevaban blancos camisones. [1909]

Volver a la primera parte de ¨Sueño de un químico [1909]¨

Notas:

1- Es el sueño de un joven que se esforzaba por abandonar sus hábitos onanistas en favor del comercio con la mujer. INFORME PRELIMINAR: El día anterior al sueño explicó a un estudiante la reacción de Grignard, por la cual puede disolverse el magnesio, mediante la acción catalítica del yodo, en éter absolutamente puro.

2- [En una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Véase su ulterior artículo sobre el tema (Federn, 1914, pág. 126).]

3- [1905e, AE, 7, págs, 57 y sigs.]

4- [Este «dos» es un vestigio de las ediciones de 1909 y 1911, donde todo el examen de los sueños «típicos» estaba contenido en el capítulo V. La primera observación, introducida por un «II», comenzaba con el párrafo que ahora sigue y continuaba hasta el final de la presente sección E. La segunda observación, introducida por un «II», le seguía inmediatamente; era el pasaje que comienza en la con «Cuando uno se ha familiarizado… » y continúa hasta « … habría sido cosa de pobre diablo el faltar a la cita». En las dos ediciones mencionadas, allí concluía el capítulo V. En las ediciones posteriores, por supuesto, estos dos pasajes se ampliaron mucho por la incorporación del nuevo material. En la edición de 1909 las dos, observaciones ocupaban sólo unas cinco páginas, mientras que en la de 1930 ocupaban cuarenta y dos.]

5- [Nota agregada en 1911: ] En otra parte he publicado un ejemplo típico de un sueño edípico disfrazado de esta clase. [Freud, 1910l; ahora reimpreso al final de esta nota.] Otro ejemplo, con una interpretación detallada, ha sido publicado por Otto Rank (1911a). -[Agregado en 1914:] Acerca de otros sueños edípicos disfrazados en que se destaca el simbolismo del ojo, véase Rank (1913a). En el mismo lugar se hallarán otros trabajos acerca de sueños de ojos y simbolismo del ojo, de Eder [1913], Ferenczi [1913d] y Reitler [1913a]. El enceguecimiento en la saga de Edipo, así como en otras partes, hace las veces de la castración. – [Agregado en 1911:] Por lo demás, los antiguos no desconocían la interpretación simbólica de los sueños edípicos no disfrazados. Rank (1910a, pág. 534) escribe: «De julio César nos ha llegado un sueño de comercio sexual con la madre, que los intérpretes de sueños consideraron come> un signo favorable para la conquista de la tierra (Madre-Tierra). Igualmente conocido es el oráculo dado a los tarquinos: conquistaría Roma aquel de ellos que primero besara a la madre («osculum matri tulerit»). Bruto interpretó que esto se refería a la Madre-Tierra («Terram osculo contigit, scilicet quod ea communis mater omnium mortalium esset», {«Besó la tierra, diciendo que era lo común a todos los mortales»} Livio, I, LV1)». – [Agregado en 1914:] Véase, sobre esto, el sueño de Hipias en Herodoto, VI, 107: «Pero Hipias condujo a los bárbaros a Maratón, después que la noche pasada tuvo la siguiente visión en un sueño: dormía con su propia madre. Y de este sueño sacó la conclusión de que debía regresar a Atenas y recobrar su poder, y morir en la madre patria en su vejez». – [Agregado en 1911:] Estos mitos e interpretaciones apuntan a un certero conocimiento psicológico. He hallado que las personas que se saben los preferidos o favorecidos por su madre dan pruebas en la vida de aquella particular confianza en sí mismos, de aquel inconmovible optimismo, que no rara vez aparecen como heroicos y llevan a un éxito real. [En su trabajo «Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad» ( 1917b), AE, 17, pág. 150, Freud puso a Goethe como ejemplo del éxito alcanzado en la vida por alguien que había sido el hijo preferido de su madre. – En 1925 se agregó en este lugar el breve ensayo de Freud (19101) mencionado al comienzo de la presente nota:]

«UN EJEMPLO TIPICO DE SUEÑO EDIPICO DISFRAZADO

»Un hombre sueña: Mantiene una relación secreta con una dama, a quien otro quiere desposar. Le preocupa que este pueda descubrir la relación y que así el casamiento no se realice, y por eso adopta una actitud muy tierna hacia el hombre; lo estrecha contra sí y lo besa. – Los hechos de la vida del soñante tienen un solo punto de contacto con el contenido de este sueño. Mantiene una relación secreta con una mujer casada, y una frase ambigua del marido, a quien lo liga la amistad, despertó en él la sospecha de que pudo haber notado algo. Pero en la realidad hay en juego algo más, que en el sueño se omite mencionar y que, no obstante, es la única clave que permite comprenderlo. La vida del marido está amenazada por una enfermedad orgánica. Su mujer está preparada para la posibilidad de su muerte repentina, y nuestro soñante alienta concientemente el designio de tomar por mujer a la joven viuda tras la desaparición del esposo. Esta situación externa traslada al soñante a la constelación del sueño de Edipo; su deseo puede matar al marido para conseguir a la esposa como mujer; su sueño expresa este deseo en una desfiguración hipócrita. En lugar de estar ella casada con otro, las cosas se presentan como si otro quisiera casarse con ella, lo cual corresponde a su propio secreto propósito, y los deseos hostiles hacia el marido se esconden tras unas ternezas demostrativas que provienen del recuerdo de su trato infantil con el padre».

6- La última oración se intercaló en 1914. El fenómeno del «déjà vu» en general es discutido por Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana ( 1901b), AE, 6, págs. 257-60, y en otro artículo breve (1914a).

7- [Este párrafo y los tres siguientes datan de 1909.]

8- [Túnel situado a unos 110 kilómetros al sudoeste de Viena.]

9- Nota agregada en 1914: Para la significación mitológica del nacer desde el agua, cf, Rank, 1909.

10- [Nota agregada en 1909:] Sólo más tarde aprendí a apreciar el significado de las fantasías y pensamientos inconcientes sobre la vida en el vientre materno. Contienen tanto el esclarecimiento de la extraña angustia que sienten muchos hombres ante la posibilidad de ser enterrados vivos, cuanto la más profunda raíz inconciente de la creencia en una perduración tras la muerte, que no constituye más que la proyección al futuro de esta ominosa {unheimlich} vida anterior al nacimiento. El acto del nacimiento es, por lo demás, la primera vivencia de angustia y, en consecuencia, la fuente y el modelo del afecto de angustia. [Hay un examen mucho más tardío de esto en Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926d), AE, 20, págs. 89 y 126 y sigs.]

11- [Este párrafo y el siguiente se agregaron en 1914.]

12- Este párrafo y los tres siguientes datan de 1919.

13- [Nota agregada en 1919:] «Las mismas figuraciones simbólicas que en la dimensión infantil están en la base del sueño vesical aparecen en la dimensión «reciente» con un significado eminentemente sexual: agua= orina= esperma= fluido amniótico; navío=»navegar- (orinar) = útero (caja); mojarse = enuresis = coito = embarazo; nadar = vejiga llena = estadía fetal; llover = orinar = símbolo de la fecundación; trasladarse (viajar = bajarse) = bajarse de la cama = tener comercio sexual («viajar», viaje de bodas); orinar = polución». (Rank, 1912d, pág. 95.)

13- [Nota agregada en 1919:] «Las mismas figuraciones simbólicas que en la dimensión infantil están en la base del sueño vesical aparecen en la dimensión «reciente» con un significado eminentemente sexual: agua= orina= esperma= fluido amniótico; navío=»navegar- (orinar) = útero (caja); mojarse = enuresis = coito = embarazo; nadar = vejiga llena = estadía fetal; llover = orinar = símbolo de la fecundación; trasladarse (viajar = bajarse) = bajarse de la cama = tener comercio sexual («viajar», viaje de bodas); orinar = polución». (Rank, 1912d, pág. 95.)

14- [Cf. Freud, 1908b; Rank, 1912d; Dattner, 1913, y Reik, 1915b. [Cf. también Freud, 1958a.]

15- [Nota agregada en 1911:] Pfister (1909) ha informado sobre un sueño de esta clase. Acerca del símbolo del «rescatar», véase mi conferencia «Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica» (1910d) [AE, 11, pág. 135] y mi artículo «Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre» (1910h), [Agregado en 1914:1 Cf. también Rank, 1911b, y Reik, 191]. [Agregado en 1919:1 Cf. además Rank, 1914a. [Se hallará un sueño de rescate del agua en el segundo caso examinado por Freud en «Sueño y telepatía» (1922a), AE, 18, págs. 202 y sigs.]