Las conductas violentas son alarmantemente comunes en nuestra sociedad y se consideran un problema de salud pública. Se presentan desde el abuso doméstico hasta el homicidio y crimen en las calles. El miedo al crimen tiene un serio impacto en la calidad de nuestra vida, y determina todas nuestras actividades: adónde vamos, cuánto tiempo permanecemos en ese lugar, el tipo de seguridad que tratamos de obtener, cómo nos vestimos, a qué hora salimos de casa e incluso en dónde y cuándo trabajamos. En un esfuerzo por combatir esta tendencia, se han incrementado el número de investigaciones dirigidas a entender la agresión y la violencia así como sus causas para poder desarrollar tratamientos efectivos.
Surgen las interrogantes, ¿que es agresión?, ¿qué es violencia? y si ¿son diferentes? Las investigaciones han revelado que la violencia puede ser primaria o secundaria. Se habla de la violencia secundaria cuando es producto de otras condiciones. La violencia primaria se ha subdividido en impulsiva y premeditada.
Estudios recientes han señalado que las diferencias entre ambos tipos de agresión no es solo conductual, sino que la actividad cerebral relacionada con ambos tipos de agresión también sea diferente.