Diccionario de psicología letra P, Posterioridad, posteriormente, con posterioridad

Posterioridad, posteriormente, con posterioridad
Al.: Nachträglichkeit (subst.), nachträglich (adj. y adv.).
Fr.: après-coup (subs. m., adj. y adv.).
Ing.: deffered action, deffered (adj.).
It.: posteriore (adj.), posteriormente (adv.).
Por.: posterioridade, posterior, posteriormente.
Palabra utilizada frecuentemente por Freud en relación con su concepción de la temporalidad y de la causalidad psíquicas: experiencias, impresiones y huellas mnémicas son modificadas ulteriormente en función de nuevas experiencias o del acceso a un nuevo grado de desarrollo.
Entonces pueden adquirir, a la par que un nuevo sentido, una eficacia psíquica.
La palabra nachträglich es de uso corriente en Freud, quien con frecuencia la subraya. También se encuentra muy a menudo la forma substantiva Nachträglichkeit, lo que viene a demostrar que, para Freud, esta noción de «posterioridad» forma parte de su aparato conceptual, aun cuando no la definiera ni diera de ella una teoría de conjunto. A J. Lacan corresponde el mérito de haber llamado la atención sobre la importancia de este término. Se observará que las traducciones de Freud, al no utilizar un equivalente único, no permiten darse cuenta de su
frecuente utilización.
No intentamos proponer aquí una teoría de la posterioridad, sino sólo subrayar brevemente el
sentido y el interés que presenta la concepción freudiana de la temporalidad y la causalidad
psíquicas.
1.° Ante todo este concepto impide una interpretación sumaria que reduciría la concepción
psicoanalítica de la historia del sujeto a un determinismo lineal que tendría en cuenta, únicamente,
la acción del pasado sobre el presente. Se suele reprochar al psicoanálisis el reducir el conjunto
de las acciones y deseos humanos al pasado infantil; esta tendencia se habría ido agravando
con la evolución del psicoanálisis; los analistas se remontarían cada vez más lejos: para ellos,
todo el destino del hombre estaría decidido desde los primeros meses de la vida, o incluso ya en
la vida intrauterina…
Ahora bien, desde un principio Freud señaló que el individuo modifica con posterioridad los acontecimientos pasados, y que es esta modificación la que les confiere un sentido e incluso una eficacia o un poder patógeno. El 6-XII-1896 escribió a W. Fliess: «[…] trabajo sobre la
hipótesis de que nuestro mecanismo psíquico se establece por estratificación: los materiales
existentes en forma de huellas mnémicas experimentan de vez en cuando, en función de nuevas
condiciones, una reorganización, una reinscripción».
2.° Tal idea podría conducir a pensar que todos los fenómenos que se encuentran en
psicoanálisis se sitúan bajo el signo de la retroactividad, o incluso de la ilusión retroactiva. Así,
Jung, habla de fantasmas retroactivos (Zurückphantasieren): según él, el adulto reinterpreta su
pasado en sus fantasmas, que constituyen otras tantas expresiones simbólicas de sus
problemas actuales. En esta concepción, la reinterpretación constituye para el individuo un medio
de huir de las «exigencias de la realidad» presente, refugiándose en un pasado imaginario.
Desde otra perspectiva, el concepto de posterioridad podría evocar también una concepción de
la temporalidad que ha sido puesta de relieve por la filosofía y recogida por las diversas
tendencias del psicoanálisis existencial: la conciencia constituye su pasado y modifica
constantemente el sentido de éste, en función de su «proyecto».
La concepción freudiana de la posterioridad aparece mucho más precisa. A nuestro modo de
ver, lo que la define podría agruparse del siguiente modo:
1.° Lo que se elabora retroactivamente no es lo vivido en general, sino electivamente lo que, en
el momento de ser vivido, no pudo integrarse plenamente en un contexto significativo. El prototipo
de ello lo constituye el acontecimiento traumático.
2.° La modificación con posterioridad viene desencadenada por la aparición de acontecimientos
y situaciones, o por una maduración orgánica, que permiten al sujeto alcanzar un nuevo tipo de
significaciones y reelaborar sus experiencias anteriores.
3.° La evolución de la sexualidad favorece notablemente, por los desfasamientos temporales que
implica en el ser humano, el fenómeno de la posterioridad.
Estos puntos de vista quedan ilustrados por numerosos textos en los que Freud utiliza la palabra
nachträglich. Singularmente demostrativos son, a nuestro juicio, dos de estos textos.
En el Proyecto de psicología científica (Entwurf einer Psychologie, 1895), estudiando la
represión histérica, Freud se pregunta por qué la represión afecta en forma electiva a la
sexualidad. Basándose en un ejemplo, muestra cómo la represión supone dos acontecimientos
claramente separados en la serie temporal. El primero en el tiempo está constituido por una
escena sexual (seducción por un adulto), pero que entonces no tiene para el niño una
significación sexual. El segundo presenta algunas analogías, que pueden ser superficiales, con
el primero; pero esta vez, por haberse presentado entre tanto la pubertad, ya es posible la
emoción sexual, emoción que el sujeto atribuirá conscientemente a este segundo acontecimiento,
mientras que en realidad es provocada por el recuerdo del primero. El yo no puede utilizar aquí
sus defensas normales (por ejemplo, evitación por medio de la atención) contra este afecto
sexual displacentero: «La atención se dirige hacia las percepciones, por ser éstas las que
habitualmente dan lugar a una liberación de displacer. Pero aquí es una huella mnémica y no una
percepción la que, de forma imprevista, libera displacer, y el yo se da cuenta de ello demasiado
tarde». El yo utiliza entonces la represión, modo de «defensa patológica», en el que actúa según
el proceso primario.
Vemos, pues, que la represión halla aquí su condición general en el «retardo de la pubertad» que
caracteriza, según Freud, la sexualidad humana: «Todo adolescente guarda huellas mnémicas
que sólo pueden ser comprendidas por él al aparecer las sensaciones propiamente sexuales».
«La aparición tardía de la pubertad posibilita procesos primarios póstumos».
Desde este punto de vista, únicamente la segunda escena confiere a la primera su valor
patógeno: «Se reprime un recuerdo que sólo posteriormente se volvió traumatizante». El
concepto de posterioridad va también íntimamente ligado a la primera elaboración freudiana de la
noción de defensa: la teoría de la seducción.
Podría objetarse que el descubrimiento de la sexualidad infantil, efectuado algún tiempo después por Freud, quita todo valor a esta concepción. La mejor respuesta a tal objeción se hallaría en Historia de una neurosis infantil, donde se invoca constantemente el mismo proceso de la posterioridad aunque desplazado a los primeros años de la infancia. Se encuentra en el núcleo del análisis que Freud da del sueño patógeno en sus relaciones con la escena originaria: el paciente no comprendió el coito «[…] hasta la época del sueño, a los 4 años, y no en la época en que lo observó. A la edad de un año y medio recogió las impresiones que posteriormente, en la época del sueño, pudo comprender, gracias a su desarrollo, a su excitación sexual y a su
curiosidad sexual». El sueño, en la historia de esta neurosis infantil, es, como muestra Freud, el
factor desencadenante de la fobia: «[…] el sueño confiere a la observación del coito una eficacia
con posterioridad».
En 1917 Freud añadió dos extensas discusiones a la observación de Historia de una neurosis infantil, en las que muestra la conmoción que le produjo la tesis de Jung sobre el fantasma retroactivo. Admite que, siendo la escena originaria, en el análisis, el resultado de una
reconstrucción, aquélla podría muy bien haber sido construida por el propio sujeto, si bien insiste
en que la percepción debió proporcionar por lo menos indicios, aunque sólo fuera una cópula
entre canes… Pero, sobre todo, en el mismo momento en que parece transigir en cuanto al apoyo
que puede proporcionar una base de realidad (que se muestra tan frágil a la investigación),
introduce un concepto nuevo, el de las fantasías originarias, es decir, un más acá, una
estructura que fundamenta en último término la fantasía, trascendiendo tanto lo vivido individual
como lo imaginado (véase: Fantasías originarias).
Los textos comentados muestran que la concepción freudiana del Nachträglich no puede
reducirse al concepto de «acción diferida», si se entiende por ésta un intervalo temporal
variable, debido a un efecto de sumación, entre las excitaciones y la respuesta. La traducción,
adoptada en ocasiones en la Standard Edition, de deferred action, podría autorizar una tal
interpretación. Los editores de la S. E. se basan en un pasaje de los Estudios sobre la histeria
(Studien über Hysterie, 1895), en el cual, refiriéndose a la llamada histeria de retención, Freud
habla de «la eliminación con posterioridad de los traumas acumulados» durante un cierto período.
Aquí la noción de posterioridad podría interpretarse, en un primer análisis, como una descarga
retardada, pero se observará que, para Freud, se trata de una verdadera elaboración, de un
«trabajo de memoria», que no consiste en la simple descarga de una tensión acumulada, sino en
un complicado conjunto de operaciones psicológicas: «Ella [la enferma] vuelve a recorrer
diariamente cada una de sus expresiones, llora sobre ellas, se consuela de ellas, podríamos
decir a satisfacción […]». A nuestro modo de ver, resulta preferible explicar el concepto de
abreacción por el de posterioridad, que reducir la noción de posterioridad a una teoría
estrictamente económica de la abreacción.