Violencia social y familiar

Violencia social y familiar

La violencia en el hogar y el maltrato a los miembros de la familia menos capaces de defenderse siempre ha existido, sin embargo se ha intentado tener oculta esta problemática hasta hace tiempo atrás, en que ha empezado a ser considerada como un problema social, tal como es.
Podemos definir el maltrato como una situación que no es accidental, en la cual una persona sufre un daño físico, se ve privado de sus necesidades básicas o es agredido emocionalmente; todo esto como resultado de una acción u omisión por parte de otro miembro de la familia.
En general, la naturaleza oculta del maltrato permite que la gente no vea, no escuche, no hable sobre la conducta que es totalmente contradictoria al sistema de valores socialmente aceptados.
Hay quienes sostienen que la familia es la institución social más violenta. Shauss afirma que: “ la violencia en la familia es más común que el amor y la palabra hogar no siempre está asociada a las  palabras  calor, intimidad tranquilidad y seguridad.”
Debemos tener en cuenta que la organización social de la familia se da dentro de un contexto cultural en el cual vemos que la violencia no sólo es aceptada sino también es tolerada y a veces estimulada.
Es importante señalar que los actos de violencia no son privativos de una clase social determinada, aunque comúnmente la vemos asociada a sectores marginales de la sociedad. Pueden ocurrir en cualquier clase social, en ambos sexos, en todos los niveles educacionales y en cualquier etapa del desarrollo familiar.
Se considera que la familia es el lugar donde el ser humano se desarrolla biológica y psíquicamente, construye su identidad; es ámbito de contención afectiva, de aprendizaje de conductas, de transmisión de valores. La violencia es una desviación social familiar.
Un grupo familiar cuyo modo de resolución de conflictos es violento, será un modelo para los hijos testigos de esa violencia, que repetirán las mismas conductas cuando formen sus propias parejas, constituyéndose esa situación en un factor de riesgo, además de ser un daño en sí mismo para los miembros más débiles de la familia (mujer y niños).
Cada familia tiene su propia organización interna, determinadas características de la organización posibilitan la aparición de fenómenos violentos:
Una organización jerárquica fija e inamovible basada en desigualdades naturales.
La distribución desigual de poder.
Interacción rígida.
Fuerte adhesión a los modelos dominantes de género.
Consenso social con respecto al abuso ejercido dentro del ámbito privado familiar, lo que legitima al agresor y deja indefensa a la víctima.
Características de los actores de la violencia.
En toda situación de violencia aparecen dos actores: una víctima y un victimario. Ambos forman parte  del sistema familiar, con subsistencias del mismo. Se conectan interrelacionando su fuerza y sus debilidades personales; convergen y contribuyen a situaciones que tienen la particularidad de potenciar violencia, es decir, de convertirse en actos violentos.
La víctima puede ser descripta como una persona vulnerable, pasiva, complaciente, dependiente, a la cual le cuesta escapar de la dura situación abusiva. Por lo general están  física  o emocionalmente incapacitados para denunciar la situación en la que se encuentran.
Diversos factores pueden influir en esto: el miedo, la vergüenza, etc., manifiestan baja autoestima, depresión y el miedo a no ser queridos, el sentirse culpable de generar la situación en que se hallan.
El victimario es frecuentemente un miembro de la familia. Diversos estudios sobre los victimarios permiten caracterizarlos como poseedores de baja autoestima; tiene temperamentos explosivos.
Starr describe a las personas capaces de ejercer violencia “ como de personalidad posesiva, con dificultad para comprender situaciones y enfrentarlas e incapaces de exteriorizar sus culpas.”
Wolf y Pillemer en un estudio reciente muestran que la víctima y el victimario están unidos uno al otro por una larga y compleja relación de demandas y necesidades recíprocas. Esta dependencia puede generar hostilidad, frustración y maltrato.
Victimización secundaria.
Muchas veces las instituciones que tratan el problema de la violencia familiar o a las que les llega, actúan poniendo en marcha un proceso que Jorge Corsi denomina victimización secundaria.
“Es el fenómeno que ocurre cuando una víctima de violencia familiar concurre a una institución (comisaría, hospital, juzgado, etc.) o algún profesional (médico, psicólogo, abogado, etc.) en busca de ayuda. Habitualmente  ocurre que dichas instituciones o tales profesionales, impregnados con los mitos acerca de la violencia doméstica y poco informados acerca de la especificidad del problema, incurren en conductas que en vez de ayudar convierten a la persona por segunda vez en víctima; en la mayoría de los casos, esta segunda victimización implica culpar a la víctima.”
Esto señala la necesidad de una adecuada información acerca del problema de la violencia familiar y una revisión acerca de los mitos que existen en torno al tema.