Representaciones sociales, genesis

La génesis de las representaciones sociales
Una "representación social se define como la elaboración de un objeto social por una comunidad" (Moscovici, 1963).  Esta breve definición comprende tres conceptos importantes que necesitamos definir: elaboración, objeto social y comunidad, e implica una importante cuestión relacionada con ella: ¿por qué y cuándo se elabora una representación social?.
Las representaciones sociales, en tanto que proceso social, sólo pueden aparecer en grupos y sociedades en las que el discurso social incluye comunicación.  Una comunicación que implica tanto puntos de vista compartidos como divergentes sobre diversas cuestiones.  Este proceso no es concebible en grupos étnicos tradicionales monodoxos en los que muchas veces coinciden los principios objetivos y subjetivos de organización de la experiencia (Bourdieu, 1976, citado por Elejabarrieta, 1997).  
Las novedades industrializadas modernas abren el espacio de las creencias que pueden ser negociadas potencialmente.  Estas sociedades heterodoxas incluyen y aceptan la posibilidad de experiencias antagónicas como base de la conversación y de la formación de la opinión pública.  Es esta experiencia y conocimiento contradictorio lo que permite el tipo de discurso colectivo que crea, en las sociedades modernas, lo que llamamos conocimiento ordinario y sentido común.  
En el proceso de conversación y en los medios de comunicación de masas, los objetos sociales son creados y elaborados por los actores sociales, que pueden tomar parte en el proceso de comunicación mediante cualquiera de los medios que posean (Moscovici, 1981).
De cualquier modo, este proceso de elaboración del conocimiento de sentido común raramente aparece si no es por necesidades prácticas. La mayor parte de las veces es una modificación en las condiciones de vida en el interior de una sociedad lo que ocasiona reelaboraciones y cambios en las concepciones de los objetos sociales. Un fenómeno desconocido hasta el momento, y por lo tanto no familiar, si es suficientemente relevante inicia un proceso de comunicación colectiva supuestamente, para hacerlo inteligible y manejable.  En muchos casos, por lo menos al principio, será un tema de conflicto entre uno o varios grupos sociales (Billig, 1987; Windish, 1990; citado por Wagner, 1997).
No son los atributos o fenómenos inherentes a un objeto los que lo convierten en social, sino la relación que la gente mantiene con ese objeto.
El discurso y la comunicación que crean las representaciones sociales tiene lugar en los grupos reflexivos.  Un grupo reflexivo es concebido como un grupo que es definido por sus miembros, en el que los miembros conocen su afiliación y tienen criterios disponibles para decidir que otras personas también pertenecen al grupo.  Formar parte del grupo quiere decir que se dispone de una representación consciente de las personas que pertenecen al grupo.  Si un grupo es delimitado por un observador externo mediante un criterio arbitrario que no aparece en la conciencia de sus miembros, entonces hablamos de un grupo nominal.
Los miembros de un grupo reflexivo elaboran colectivamente, en su práctica diaria grupalmente relevante, las reglas, justificaciones y razones de las creencias y conductas que son pertinentes para el grupo (Bourdieu,1980; Boltansky y Thévenot,1991, citado por Wagner,1997).  Tendrán que reelaborar sus reglas y elaborar nuevos conocimientos cuando se encuentren en conflicto con otros grupos o cuando se enfrenten con un nuevo fenómeno relevante que entre en conflicto con el conocimiento establecido.  Un resultado de estos procesos comunicativo y discursivo son las representaciones sociales, que caracterizan el estilo de pensamiento de los miembros del grupo.  
La conversación entre amigos y conocidos, al igual que los medios de comunicación de masas, proporciona a las personas elementos de conocimiento nuevos, imágenes y metáforas que son "buenas para pensar", pero que no son necesariamente verdaderas en el sentido estricto del término (Billig,1993; Wagner, Lahnsteiner y Elejabarrieta,1993).  
De esta manera, el pensamiento individual se convierte en una práctica social (Arendt,1987; en Moscovici, 1988). Es en este sentido que podemos hablar de pensamiento de grupo o pensamiento social (Douglas, 1986; Jodelet, 1989; citado por Wagner,1997).  Y es por esto que la teoría de las representaciones sociales "enfatiza (…) una forma de comunicación y pensamiento cotidiano en el mundo actual…" (Moscovici, 1988, citado por Wagner, 1997).
El pensamiento colectivo y la reflexividad de los grupos se complementan mutuamente y son los  pre-requisitos fundamentales para lo que denominamos identidad social. Por una parte, la identidad social implica el conocimiento de los grupos a los que se pertenece, y por otra, que es el grupo quien da origen a un background común de conocimiento, sentido común y modelos de justificación.  Este background de conocimiento es específico al grupo y conduce a los miembros a situarse ellos mismos en un espacio discursivo común.  Sin esta comunicación sería virtualmente imposible nuestra vida cotidiana (Moscovici, 1984; Jodelet, 1989; Breakwell, 1992; citado por Wagner 1997).
La identidad social también permite a las personas dar verosimilitud a sus creencias cuando disponen de alguna evidencia.  
Las representaciones sociales necesitan corresponderse con alguna realidad externa, en el sentido científico de entidad objetiva. Su verdad y racionalidad resulta de la relación entre el conocimiento representado y la evidencia disponible, y no de la relación entre el conocimiento y el mundo.  
En la vida social, los grupos a los que se pertenece y las identidades asociadas definen la reserva de evidencia a la que un individuo puede referirse.  La evidencia es el consenso social, es decir, las creencias que son compartidas por los otros en un grupo.  De este modo, las “representaciones tienen una verdad fiduciaria, que es generada por la confianza que depositamos en la información y en los juicios cuando los compartimos con otras  personas ” (Moscovici, 1988).  
Puede existir consenso con respecto a contenidos explícitos de conocimiento, o bien puede existir un acuerdo social sobre los sistemas admisibles de establecimiento de algún otro tipo de evidencia, como las pruebas físicas, consultar al oráculo, leer las estrellas o los periódicos, o preguntar a algún sacerdote o a un anciano.
Este consenso no se refiere a un consenso numérico, es decir, no se espera que el 100% o el 95% de los miembros de un grupo comparta una representación social.  Se refiere a un consenso funcional. El consenso funcional es necesario para mantener el grupo como una unidad social reflexiva y para mantener la vida del grupo en una dirección organizada, estandarizando la identidad social y las interacciones de una mayoría cualificada de los miembros del grupo.  Si el sistema de representaciones sociales en un grupo reflexivo se encuentra en la base de la interacci6n coordinada de sus miembros con respecto a objetos sociales, la holgazanería social de algún compañero de viaje ignorante no interrumpirá la práctica cotidiana del grupo.  Por lo tanto, más que un consenso numérico, se requiere un consenso funcional suficientemente preparado para preservar el proceso colectivo de mantenimiento de una representación.
El discurso que elabora las representaciones sociales, al igual que el conocimiento de sentido común, para que sea efectivo necesita ser público.  Esto quiere decir que el proceso de comunicación debe extenderse potencialmente a través de todos los miembros de un grupo, comprometiéndolos en tanto que productores y receptores del sistema de conocimiento.  El mínimo requerimiento es que los resultados de la elaboración colectiva de conocimiento sean accesibles a todos los miembros del grupo.  Si no fuese público para todos los miembros de un grupo, el saber elaborado colectivamente no podría cumplir completamente su función de base para la comunicación, no formaría el núcleo de la identidad social y no convertiría el consenso en la principal fuente de evidencia.
El carácter del pensamiento colectivo implica que las representaciones sociales deban relacionarse con el metalenguaje  (por ejemplo, el conocimiento acerca del conocimiento representado) acerca de su grupo de referencia.  Esto posibilita que las personas puedan tener una idea más o menos concreta de con quién más (por ejemplo, de entre los miembros del grupo) pueden esperar compartir partes especificas de su conocimiento cotidiano y de sus representaciones sociales.  Sabiendo lo que piensan los endogrupos y exogrupos relevantes, pensar no constituye ninguna sorpresa en las sociedades modernas.  
Los medios de comunicación de masas, las discusiones y conversaciones con los familiares, los compañeros de trabajo o en la calle hacen que los otros grupos y sus ideologías sean transparentes.  Esto es debido a que la reflexividad de los grupos en la sociedad moderna implica, en primer lugar, conocer lo que mi propio grupo conoce y, en segundo lugar, tener una idea acerca de los sistemas de conocimiento de los otros grupos.
Por supuesto, no todo el conocimiento social complejo y las creencias que podemos denominar socialmente representadas contendrán este tipo de metaconocimiento.  
El metaconocimiento relacionado con un grupo suele ser más prominente con un tipo especifico de representaciones sociales, las cuales han sido denominadas por Moscovici (1988) como representaciones polémicas. Estas representaciones resultan de las situaciones conflictivas, situaciones en las que los grupos compiten por recursos económicos o políticos.  
En esas condiciones, es muy importante para los miembros de un grupo tener alguna idea acerca de quién pertenece al propio grupo y quién no.  Esto puede lograrse clasificando a las personas sobre la base de sus ideologías o representaciones relacionadas con la situación especifica.